Ginecólogo o ginecóloga: ¿qué prefieres?
Por: Aracelis Pérez Mayan, el 05 de febrero de 2010, 06:49 AM
Ir al ginecólogo es algo que siempre "sufro" como la primera vez. No logro aún acostumbrarme a esa incómoda intimidad del cuarto de examen, en el que un extraño hará una evaluación meticulosa de la salud de tu órgano reproductor.
Quizá el hecho de que me ha tocado ir a uno diferente cada vez, sin tiempo de establecer una relación de familiaridad que facilite vencer la timidez o el exceso de pudor, ha contribuido a esta pequeña fobia ginecológica.
Al principio, ante la disyuntiva de si escoger a un hombre o a una mujer, siempre me decidía por una ginecóloga. Tal vez me dejaba llevar por aquello de que una mujer entendería mejor desde mis dolencias hasta lo incómodo de la situación. Pero no siempre fue así, al menos en mi caso.
Hoy pienso que los ginecólogos hombres pueden ser muy considerados y cuidadosos a la hora de practicarte exámenes hasta cierto punto dolorosos como el PAP o prueba citológica.
Como para ellos no es tan obvio lo que siente una mujer en calidad de paciente, se toman más tiempo para prepararnos psicológicamente para el "mal rato". También para explicarnos los detalles de una enfermedad, o quitarnos los temores sobre un presunto padecimiento.
En mi última visita conocí al "ginecólogo ideal": profesional, amable, dedicado, sensible, con sentido del humor, manos "de oro" y tiempo para responder a las dudas de su paciente. Con razón el tiempo en el salón de espera se postergó más de lo acostumbrado. Todas quieren ir con él.
Yo había ido, después de dos años y medio sin ver a un ginecólogo, por un examen físico y un PAP. Las manos me sudaban a pesar del aire acondicionado. El doctor entró al cuarto de examen y después de saludar y hacer las preguntas de rutina, se tomó tiempo para revisar mi hoja clínica, corroborar y actualizar los datos e interesarse por mis inquietudes y motivo de visita.
Parecerá elemental que les cuente esto, pero en ocasiones similares solo he escuchado contadas palabras de la boca de un doctor, y tras una larga espera en el recibidor, la consulta no ha durado ni 10 minutos.
"Ginecólogo ideal" me explicó luego los pormenores del examen físico y la citología (como si fuera mi primera vez), pidió a la enfermera que nos acompañara durante el "mal momento" y fue tan amable de preguntar cada vez que dudó si todo iba bien. Y todo fue en verdad perfecto.
Creo que es la primera vez que no he sentido la molestia de un espéculo. Como si fuera poco, al final me dio las gracias por haber sido una paciente "paciente", valga la redundancia.
Hoy recibí su llamada con la "buena noticia" de los resultados. Gracias a Dios todo anda bien ahí dentro. Pero más vale que no me demore otros dos años en volver a averiguarlo.
Aunque no tengamos síntomas de ninguna enfermedad, molestias o preocupaciones, lo recomendable es que vayamos al ginecólogo como mínimo una vez al año.
Les confieso que a partir de ahora no tendré ningún problema en hacerlo.
Y tú, ¿temes ir al ginecólogo?
Por: Aracelis Pérez Mayan, el 05 de febrero de 2010, 06:49 AM
Ir al ginecólogo es algo que siempre "sufro" como la primera vez. No logro aún acostumbrarme a esa incómoda intimidad del cuarto de examen, en el que un extraño hará una evaluación meticulosa de la salud de tu órgano reproductor.
Quizá el hecho de que me ha tocado ir a uno diferente cada vez, sin tiempo de establecer una relación de familiaridad que facilite vencer la timidez o el exceso de pudor, ha contribuido a esta pequeña fobia ginecológica.
Al principio, ante la disyuntiva de si escoger a un hombre o a una mujer, siempre me decidía por una ginecóloga. Tal vez me dejaba llevar por aquello de que una mujer entendería mejor desde mis dolencias hasta lo incómodo de la situación. Pero no siempre fue así, al menos en mi caso.
Hoy pienso que los ginecólogos hombres pueden ser muy considerados y cuidadosos a la hora de practicarte exámenes hasta cierto punto dolorosos como el PAP o prueba citológica.
Como para ellos no es tan obvio lo que siente una mujer en calidad de paciente, se toman más tiempo para prepararnos psicológicamente para el "mal rato". También para explicarnos los detalles de una enfermedad, o quitarnos los temores sobre un presunto padecimiento.
En mi última visita conocí al "ginecólogo ideal": profesional, amable, dedicado, sensible, con sentido del humor, manos "de oro" y tiempo para responder a las dudas de su paciente. Con razón el tiempo en el salón de espera se postergó más de lo acostumbrado. Todas quieren ir con él.
Yo había ido, después de dos años y medio sin ver a un ginecólogo, por un examen físico y un PAP. Las manos me sudaban a pesar del aire acondicionado. El doctor entró al cuarto de examen y después de saludar y hacer las preguntas de rutina, se tomó tiempo para revisar mi hoja clínica, corroborar y actualizar los datos e interesarse por mis inquietudes y motivo de visita.
Parecerá elemental que les cuente esto, pero en ocasiones similares solo he escuchado contadas palabras de la boca de un doctor, y tras una larga espera en el recibidor, la consulta no ha durado ni 10 minutos.
"Ginecólogo ideal" me explicó luego los pormenores del examen físico y la citología (como si fuera mi primera vez), pidió a la enfermera que nos acompañara durante el "mal momento" y fue tan amable de preguntar cada vez que dudó si todo iba bien. Y todo fue en verdad perfecto.
Creo que es la primera vez que no he sentido la molestia de un espéculo. Como si fuera poco, al final me dio las gracias por haber sido una paciente "paciente", valga la redundancia.
Hoy recibí su llamada con la "buena noticia" de los resultados. Gracias a Dios todo anda bien ahí dentro. Pero más vale que no me demore otros dos años en volver a averiguarlo.
Aunque no tengamos síntomas de ninguna enfermedad, molestias o preocupaciones, lo recomendable es que vayamos al ginecólogo como mínimo una vez al año.
Les confieso que a partir de ahora no tendré ningún problema en hacerlo.
Y tú, ¿temes ir al ginecólogo?