2010
Sabemos que no estamos descubriendo el hilo negro; esto de la depuración es un principio que se practicaba desde hace miles de años en muchas culturas al final de los ciclos. Se reservaban los últimos días del año a la limpieza y la renovación para poder recibir el nuevo ciclo sin lastres ni mugrero. Me parece un principio bastante sensato, casi una cuestión de sentido común: antes de pintar una pared, es necesario limpiarla, quitar el salitre, impermeabilizar, resanar, raspar, etc.
Pero… ¿por dónde empezamos, cómo preparamos el terreno para poder recibir lo que el nuevo año tiene para nosotras? Bueno, un primer paso es reparar lo que ya no sirve. A veces los objetos descompuestos sólo son un reflejo de lo descuidada que tenemos nuestra vida personal. Aunque… quizás si no lo has reparado es porque no lo necesitas tanto, ¿verdad? Analízalo, pero no mucho porque si no pierdes el impulso. Y si decides que no tiene remedio, no lo guardes en el cuarto del caos; hay que deshacerse de lo que ya no sirve. Desde nuestro closet hasta los archivos de la compu, acumulamos cosas “por si algún día se necesitan”. Sinceramente, si en un año no lo has usado, lo más probable es que YA NO lo vas a necesitar.
Dale otra oportunidad a ese objeto… ¡pero fuera de tu casa! Es un desperdicio de energía tener un objeto inútil en un espacio útil. Antes de tirarlo a la basura, piensa a quién podría servirle, lávalo, ponlo en buen estado y llévalo tú mismo al posible destinatario. El beneficio “energético” es doble: por un lado, los asilos, los orfanatos, las instituciones de beneficencia te lo agradecerán, y por otro, te sentirás ligera, aliviada y con la certeza de que estás haciendo algo por alguien. De cierta forma, estás enviando un mensaje a la vida para que ésta también sea generosa contigo.
Sabemos que no estamos descubriendo el hilo negro; esto de la depuración es un principio que se practicaba desde hace miles de años en muchas culturas al final de los ciclos. Se reservaban los últimos días del año a la limpieza y la renovación para poder recibir el nuevo ciclo sin lastres ni mugrero. Me parece un principio bastante sensato, casi una cuestión de sentido común: antes de pintar una pared, es necesario limpiarla, quitar el salitre, impermeabilizar, resanar, raspar, etc.
Pero… ¿por dónde empezamos, cómo preparamos el terreno para poder recibir lo que el nuevo año tiene para nosotras? Bueno, un primer paso es reparar lo que ya no sirve. A veces los objetos descompuestos sólo son un reflejo de lo descuidada que tenemos nuestra vida personal. Aunque… quizás si no lo has reparado es porque no lo necesitas tanto, ¿verdad? Analízalo, pero no mucho porque si no pierdes el impulso. Y si decides que no tiene remedio, no lo guardes en el cuarto del caos; hay que deshacerse de lo que ya no sirve. Desde nuestro closet hasta los archivos de la compu, acumulamos cosas “por si algún día se necesitan”. Sinceramente, si en un año no lo has usado, lo más probable es que YA NO lo vas a necesitar.
Dale otra oportunidad a ese objeto… ¡pero fuera de tu casa! Es un desperdicio de energía tener un objeto inútil en un espacio útil. Antes de tirarlo a la basura, piensa a quién podría servirle, lávalo, ponlo en buen estado y llévalo tú mismo al posible destinatario. El beneficio “energético” es doble: por un lado, los asilos, los orfanatos, las instituciones de beneficencia te lo agradecerán, y por otro, te sentirás ligera, aliviada y con la certeza de que estás haciendo algo por alguien. De cierta forma, estás enviando un mensaje a la vida para que ésta también sea generosa contigo.