Sería justo aclarar una vez más que el lesbianismo no es una enfermedad, tanto como tampoco lo es el homosexualismo. En ambos casos hablamos de un comportamiento, de un cambio en el objeto sexual. O sea, en lugar de atraerles el sexo contrario, optan como objeto por uno del propio, lo que por cierto no está exento de problemas, sobre todo por la no aceptación social.
En la etapa de pubertad y adolescencia se presenta una crisis de identidad de género, donde el muchacho pueda pensar que es homosexual porque le atrae el físico o los logros de un amigo o compañero, al igual que en la joven adolescente.
Según los especialistas, “en esa etapa es normal que ocurra esa confusión de género, pero si el joven o la muchacha son debidamente orientados y entienden que ella es producto de una admiración exagerada, más que un placer por el cuerpo o logros de alguien del mismo género, todo pasará sin complicaciones”
.
La identidad del género se supera recién después de los 19 años, por lo que durante casi toda su juventud el joven podrá tener esa duda respecto a su sexualidad.
Es ahí donde los padres tienen un rol fundamental, de manera que los jóvenes, mujeres u hombres, acudan a un psicólogo para recibir apoyo. Ello, porque algunos se crean un sentimiento de culpa tan enorme que llegan a odiarse a sí mismos por ser “anormales”, generado más por el entorno social que por el individuo en sí. Pues no hay nada “anormal” en ellos. Tan solo conforman parte de una minoría en cuanto al tema, y solo en cuanto a este, de la sexualidad propiamente dicha.
En la etapa de pubertad y adolescencia se presenta una crisis de identidad de género, donde el muchacho pueda pensar que es homosexual porque le atrae el físico o los logros de un amigo o compañero, al igual que en la joven adolescente.
Según los especialistas, “en esa etapa es normal que ocurra esa confusión de género, pero si el joven o la muchacha son debidamente orientados y entienden que ella es producto de una admiración exagerada, más que un placer por el cuerpo o logros de alguien del mismo género, todo pasará sin complicaciones”
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La identidad del género se supera recién después de los 19 años, por lo que durante casi toda su juventud el joven podrá tener esa duda respecto a su sexualidad.
Es ahí donde los padres tienen un rol fundamental, de manera que los jóvenes, mujeres u hombres, acudan a un psicólogo para recibir apoyo. Ello, porque algunos se crean un sentimiento de culpa tan enorme que llegan a odiarse a sí mismos por ser “anormales”, generado más por el entorno social que por el individuo en sí. Pues no hay nada “anormal” en ellos. Tan solo conforman parte de una minoría en cuanto al tema, y solo en cuanto a este, de la sexualidad propiamente dicha.