Índice
La homosexualidad femenina o las dudas al respecto no distinguen clases sociales, edad y ni siquiera estado civil. Durante la adolescencia son comunes ciertas conductas en apariencia lésbicas, pero también hay confusión sobre identidad sexual en mujeres adultas e incluso en casadas. La psicóloga clínica Olga María Fernández, especialista en el tema, aclara algunos mitos y verdades.
“Mujer contra mujer no sólo es un clásico tema del recordado grupo español “Mecano y de su ex vocalista Ana Torroja, también es un verdadero himno o bandera de lucha de aquellas mujeres que en silencio o a plena luz del día asumen su homosexualidad.
Pero no todas las hijas de Eva distinguen con claridad su preferencia sexual. Algunas no tienen certeza de su gusto por los hombres, sus pares o ambos. Por diferentes motivos y circunstancias existen mujeres que en distintas etapas se cuestionan la heterosexualidad y vacilan entre las opciones de bisexualidad o lesbianismo.
Para la psicóloga clínica Olga María Fernández, la homosexualidad femenina es una realidad tan compleja como la naturaleza humana; “Todos somos potencialmente bisexuales, aclara la psicóloga para dimensionar el largo y complejo desarrollo de que lleva a la identidad sexual definitiva. Según Fernández son muchos y variados los factores que confluyen para que una mujer sea lesbiana.
“Puede influir un tumor en las glándulas suprarrenales que altere el desarrollo de caracteres sexuales secundarios diferentes al fenotipo; pueden ocurrir disfunciones en los niveles de testosterona, que pueden ser heredados. También puede haber historias individuales o familiares, donde se hiper desarrolle la imagen de la mujer fálica, toda poderosa, que no necesita del hombre para nada en su vida, que es capaz de autoabastecerse sola en todas las dimensiones.
Tal vez haya historias de vida donde la imagen femenina sea lejana y hostil, y la identificación con ese modelo sea terrorífica; o la historia con el padre o los hombres sea tan fuerte que se tema la intimidad y la dependencia con ellos, y se prefiera renunciar a la posibilidad de vivir el placer con el sexo masculino, explica Olga María Fernández, directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Santo Tomás de Talca.
Ya sea un patrón hereditario, predisposición genética, alteraciones orgánicas o circunstancias de la vida, lo cierto es que muchas variables pueden inclinar la balanza de la preferencia sexual en una mujer.
Dudas de identidad en distintas etapas
Aunque durante la adolescencia las personas desarrollan, cuestionan y definen su identidad sexual, esto no culmina alrededor de los 20 años, edad que en teoría termina la etapa adolescente. Es que con frecuencia la realidad dista de la teoría. “Las jóvenes continúan avanzando por años con tareas de desarrollo no cumplidas ni resueltas, así la adolescencia se alarga social y culturalmente, dice la psicóloga para comprender las dudas sobre la identidad sexual en mujeres adultas, incluso en aquellas que tienen pareja masculina o formaron familia.
En el caso de actitudes que darían sospecha de lesbianismo en las adolescentes, Fernández aclara que son situaciones normales en este período, donde las niñas prescinden del vínculo afectivo con los padres y buscan entre sus amigas apoyo y cariño. “También hay un deseo de búsqueda de sensaciones, de exploración de los cuerpos, como una forma de ir conociendo e integrando los propios impulsos sexuales que se vivencian inicialmente como desconocidos e invasores. Pero las conductas por sí solas no son indicadores suficientes, señala la psicóloga.
Fernández es clara al afirmar que aparentes conductas lésbicas en adolescentes no son decidoras de una inclinación sexual por el mismo sexo. “No es significativo de orientación sexual lésbica realizar algunas conductas exploratorias con el mismo sexo. Si estas conductas persisten en el tiempo y son muy disruptivas, tal vez es necesario consultar a un psicólogo (a) para intentar entender qué puede estar sucediendo, sostiene la especialista en Psicología de la Adolescencia y terapia familiar.
Por qué se dan casos de mujeres adultas que sienten un despertar lésbico, pero que han construido su vida – matrimonio e hijos – en función de su aparente identidad heterosexual. Esta situación, según Olga María Fernández, se explica por lo difícil que resulta aceptar y asumir una opción sexual distinta a la que se considera socialmente correcta. “La aceptación de la propia homosexualidad no es fácil, ni en lo personal ni en lo social. Asumir ante sí mismo una orientación sexual diferente a la considerada correcta es muy fuerte para el Yo. Por eso esas mujeres se auto engañan, se evitan, hasta que la situación no da más. Sólo con posterioridad la fuerza del deseo no satisfecho se manifiesta, explica la profesional.
Muchas madres o mujeres confundidas se preguntarán cómo abordar una confusión de identidad sexual, o cómo asumirse lesbiana en caso de tenerlo claro. “Por lo general cuando la identidad y la orientación sexual está definida, para un sexo o para otro, es muy difícil cambiarla; lo que se trabaja con la ayuda de la psicología es el auto cuidado personal y con los otros; el control de la impulsividad y el manejo de los conflictos que se pueden dar asociados, como la depresión, la auto agresión o el auto desprecio, concluye Olga María Fernández.
“Mujer contra mujer no sólo es un clásico tema del recordado grupo español “Mecano y de su ex vocalista Ana Torroja, también es un verdadero himno o bandera de lucha de aquellas mujeres que en silencio o a plena luz del día asumen su homosexualidad.
Pero no todas las hijas de Eva distinguen con claridad su preferencia sexual. Algunas no tienen certeza de su gusto por los hombres, sus pares o ambos. Por diferentes motivos y circunstancias existen mujeres que en distintas etapas se cuestionan la heterosexualidad y vacilan entre las opciones de bisexualidad o lesbianismo.
Para la psicóloga clínica Olga María Fernández, la homosexualidad femenina es una realidad tan compleja como la naturaleza humana; “Todos somos potencialmente bisexuales, aclara la psicóloga para dimensionar el largo y complejo desarrollo de que lleva a la identidad sexual definitiva. Según Fernández son muchos y variados los factores que confluyen para que una mujer sea lesbiana.
“Puede influir un tumor en las glándulas suprarrenales que altere el desarrollo de caracteres sexuales secundarios diferentes al fenotipo; pueden ocurrir disfunciones en los niveles de testosterona, que pueden ser heredados. También puede haber historias individuales o familiares, donde se hiper desarrolle la imagen de la mujer fálica, toda poderosa, que no necesita del hombre para nada en su vida, que es capaz de autoabastecerse sola en todas las dimensiones.
Tal vez haya historias de vida donde la imagen femenina sea lejana y hostil, y la identificación con ese modelo sea terrorífica; o la historia con el padre o los hombres sea tan fuerte que se tema la intimidad y la dependencia con ellos, y se prefiera renunciar a la posibilidad de vivir el placer con el sexo masculino, explica Olga María Fernández, directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Santo Tomás de Talca.
Ya sea un patrón hereditario, predisposición genética, alteraciones orgánicas o circunstancias de la vida, lo cierto es que muchas variables pueden inclinar la balanza de la preferencia sexual en una mujer.
Dudas de identidad en distintas etapas
Aunque durante la adolescencia las personas desarrollan, cuestionan y definen su identidad sexual, esto no culmina alrededor de los 20 años, edad que en teoría termina la etapa adolescente. Es que con frecuencia la realidad dista de la teoría. “Las jóvenes continúan avanzando por años con tareas de desarrollo no cumplidas ni resueltas, así la adolescencia se alarga social y culturalmente, dice la psicóloga para comprender las dudas sobre la identidad sexual en mujeres adultas, incluso en aquellas que tienen pareja masculina o formaron familia.
En el caso de actitudes que darían sospecha de lesbianismo en las adolescentes, Fernández aclara que son situaciones normales en este período, donde las niñas prescinden del vínculo afectivo con los padres y buscan entre sus amigas apoyo y cariño. “También hay un deseo de búsqueda de sensaciones, de exploración de los cuerpos, como una forma de ir conociendo e integrando los propios impulsos sexuales que se vivencian inicialmente como desconocidos e invasores. Pero las conductas por sí solas no son indicadores suficientes, señala la psicóloga.
Fernández es clara al afirmar que aparentes conductas lésbicas en adolescentes no son decidoras de una inclinación sexual por el mismo sexo. “No es significativo de orientación sexual lésbica realizar algunas conductas exploratorias con el mismo sexo. Si estas conductas persisten en el tiempo y son muy disruptivas, tal vez es necesario consultar a un psicólogo (a) para intentar entender qué puede estar sucediendo, sostiene la especialista en Psicología de la Adolescencia y terapia familiar.
Por qué se dan casos de mujeres adultas que sienten un despertar lésbico, pero que han construido su vida – matrimonio e hijos – en función de su aparente identidad heterosexual. Esta situación, según Olga María Fernández, se explica por lo difícil que resulta aceptar y asumir una opción sexual distinta a la que se considera socialmente correcta. “La aceptación de la propia homosexualidad no es fácil, ni en lo personal ni en lo social. Asumir ante sí mismo una orientación sexual diferente a la considerada correcta es muy fuerte para el Yo. Por eso esas mujeres se auto engañan, se evitan, hasta que la situación no da más. Sólo con posterioridad la fuerza del deseo no satisfecho se manifiesta, explica la profesional.
Muchas madres o mujeres confundidas se preguntarán cómo abordar una confusión de identidad sexual, o cómo asumirse lesbiana en caso de tenerlo claro. “Por lo general cuando la identidad y la orientación sexual está definida, para un sexo o para otro, es muy difícil cambiarla; lo que se trabaja con la ayuda de la psicología es el auto cuidado personal y con los otros; el control de la impulsividad y el manejo de los conflictos que se pueden dar asociados, como la depresión, la auto agresión o el auto desprecio, concluye Olga María Fernández.
