Tras esta primera fase de atracción física y psíquica, se comienza a considerar la posibilidad de que también nosotros le hayamos gustado. Por eso es más fácil enamorar, si esto se pone de manifiesto, de forma más o menos entrevelada. Es el juego de la coquetería.
Después viene el momento más peligroso, cuando consideramos la posibilidad de enamorarnos. En este punto actúa la voluntad. Si dejamos esta puerta abierta, ya estamos perdidos. El amor se nos cuela sin damos cuenta, y cuando queramos reaccionar, estamos atrapados.
Se van configurando una serie de procesos que nos alejan de la realidad hasta llegar a un estado, en palabras de Ortega y Gasset, de «imbecilidad transitoria».
Por un proceso denominado «catatimia», percibimos de otro modo todo lo referente a esa persona. Nuestra afectividad deforma estas percepciones acercándolas a nuestros deseos: la vemos más guapa, más interesante, más inteligente, etc., aunque los demás no estén de acuerdo con nosotros.
Por eso se dice que el amor es ciego. Además se produce una «proyección atributiva inconsciente», fenómeno que consiste esencialmente en completar, sin darse cuenta, los aspectos desconocidos de la persona objeto de amor con los atributos que el enamorado desea, por lo que ésta que la idealizada.
Mel.
Después viene el momento más peligroso, cuando consideramos la posibilidad de enamorarnos. En este punto actúa la voluntad. Si dejamos esta puerta abierta, ya estamos perdidos. El amor se nos cuela sin damos cuenta, y cuando queramos reaccionar, estamos atrapados.
Se van configurando una serie de procesos que nos alejan de la realidad hasta llegar a un estado, en palabras de Ortega y Gasset, de «imbecilidad transitoria».
Por un proceso denominado «catatimia», percibimos de otro modo todo lo referente a esa persona. Nuestra afectividad deforma estas percepciones acercándolas a nuestros deseos: la vemos más guapa, más interesante, más inteligente, etc., aunque los demás no estén de acuerdo con nosotros.
Por eso se dice que el amor es ciego. Además se produce una «proyección atributiva inconsciente», fenómeno que consiste esencialmente en completar, sin darse cuenta, los aspectos desconocidos de la persona objeto de amor con los atributos que el enamorado desea, por lo que ésta que la idealizada.
Mel.