Ayer me contacto un hombre muy amable desde otro estado preguntándome algunas cosas para aplicarlas en su vida.
Lo leí y me quede pensando...que le digo?...No me ha tocado ser madre de ninguna adolescente todavía…no me he visto en pleitos por llamadas interminables o prospectos que no me gusten…que le digo?
Creo que lo único que puedo hacer con El y con los demás, es compartir es lo que he vivido en carne propia.
Cuando uno trabaja en si mismo…cuando uno a conciencia empieza a limpiar su mente…sus creencias...su vida…el entorno empieza a responder distinto.
No se trata de que uno haga algo conscientemente para influir a las personas y paradójicamente, sin hacer nada para influir...las influyes…
Cuando uno empieza a trabajar en si mismo...en ser mas empàtico, mas amoroso, mas abierto, mas comprensivo…la gente a nuestro alrededor empieza a reaccionar de una manera acorde a como nos estamos transformando.
A nivel psicológico, tiene su explicación, pero como no se mucho de psicología, no me meto.
A nivel energía, también tiene explicación y como de esa sé un poquito, ahí si me meto.
La energía que llevas dentro (Energía que se crea a raíz de tus creencias, tus emociones, tus sentimientos) influye dentro del campo de energía de la otra persona y viceversa. Por eso es muy importante estar constante y conscientemente manteniendo limpia esa energía interior.
Pero no se detiene ahí, aparte de influir, jala o aleja de nuestra vida a energías similares o diferentes, según sea el caso.
Como mamá y como ser humano…hace tiempo aprendí que si quería recibir algo de vuelta...primero tenía que enviarlo hacia afuera… (Eso es una ley del universo llamada “Ley del bumerang”)
Así que al inicio, aunque me costó, empecé a ponerle mas atención a Ana…es decir, si ella me hablaba (aunque mi vida en ese tiempo era un caos y me sentía fatal) me obligaba a verla a los ojos y ponerle atención en serio…que ella sintiera que no le hablaba a la pared…con la practica ese pequeño ejercicio me ha dado mucho mas frutos que horas de pleitos y peleas.
Otra cosa que empecé a hacer, fue a respetarla completamente. Eso me costó un poco mas todavía…ya que solía ser una controladora y manipuladora pero expertísima…pero como en todo...la practica hace al maestro…
El respeto entre nosotras ha llegado a un extremo que ella tiene la opción de profesar una religión, mientras yo no la tengo. Ella va a misa cuando quiere, asiste a los ritos que la religión que por el momento dice seguir marca…y la respeto. Jamás hemos peleado por eso.
No solo respeto sus creencias espirituales, sino su entorno. Jamás le ando esculcando sus cosas, no leo sus pequeños y simpáticos diarios que tiene en su cuarto, ni siquiera para decir “Ay que linda mi bebita” y no lo hago porque no me gustó cuando me lo hicieron a mi...y porque ella respeta mis cosas de la misma manera. Nunca me esculca la bolsa.
A veces se pone ropa que no me gusta…y te juro que me he mordido literalmente los labios para no decirle que se cambie. Otras veces no me aguanto, debo ser honesta, pero trato de practicarlo.
No la hago sentir menos delante de la gente…si hace algo y me enojo, volteo...la veo con cara de “Ahorita hablamos” y usualmente el 70% del tiempo funciona...el otro 30% hay que echarle una segunda miradita para que se aplaque, o usar un tonito que ella detecta perfectamente y la ayuda a decir “Ok...mejor no”
La comunicación es básica también. No dejo que Ana adivine mis sentimientos, ni que ande asustada mientras me escondo detrás de un silencio que deja más dudas que respuestas. A veces por precaución me quedo callada unos minutos, mientras acomodo las oraciones y digo unas cuantas malas palabras mentalmente para no decirlas en voz alta…y entonces hablamos.
Si algo me molesta, lo digo así “Me molesta esto” si algo me da alegría igual lo hago…práctico con ella lo más claro posible la comunicación y aunque en contadas ocasiones nos ha fallado...han sido mucho mas los momentos en que nos ha funcionado.
No me aferro a que las cosas se hagan como y cuando yo quiero...platicamos...negociamos…volvemos a negociar y encontramos un balance justo...a veces mas justo para mi...a veces mas justo para ella...pero jamás le hago sentir que la que manda soy yo y ella tiene que obedecer por el simple hecho de ser mi hija.
También le doy libertad. Ana es mil veces más sociable de lo que soy yo. Ella ama la calle…tanto como yo amo la intimidad de mi hogar…
Uno de nuestros puntos álgidos es cuando ella quiere estar en la cochera y yo no quiero perderla de vista…ella quiere corretear con sus amigos en la calle y yo le pongo limites hasta donde puede llegar ahorita que tiene 8 años.
Ella siempre anda con su montón de amigas en la casa, bailoteando, cantando, haciendo lo que las niñas a esa edad hacen…y es libre de hacerlo. El hecho de que yo sea muy tranquila…demasiado tranquila, no me da derecho a coartarle su libertad. Dicha libertad es flexible y más vale mantenerla así, porque al rato no será en la cochera donde quiera pasar el rato…sino en algún antro...o ve tú a saber en donde…así que desde ahorita...practico...y practico…
Y algo fundamental para mí…es amarla incondicionalmente. No me importa si Ana engorda o enflaca...si trae el pelo largo o corto…si se esta quieta o no...yo la amo incondicionalmente…con un amor, que solo quien lo ha sentido así por alguien mas – hijo, hija, esposo, madre, padre ò lo que sea – podrá entender.
No nací sabiendo ser madre...he ido aprendiendo conforme van pasando las cosas…a veces me equivoco...pero trato de corregirlo…y sobre todo aprender la lección para no volverlo a hacer.
Todos somos seres que tenemos cosas distintas, aprender a convivir con esas diferencias es lo que nos puede ayudar mucho a pasar las etapas difíciles…
Ya cuando Ana sea adolescente…vamos a ver como me toca el baile
Lo leí y me quede pensando...que le digo?...No me ha tocado ser madre de ninguna adolescente todavía…no me he visto en pleitos por llamadas interminables o prospectos que no me gusten…que le digo?
Creo que lo único que puedo hacer con El y con los demás, es compartir es lo que he vivido en carne propia.
Cuando uno trabaja en si mismo…cuando uno a conciencia empieza a limpiar su mente…sus creencias...su vida…el entorno empieza a responder distinto.
No se trata de que uno haga algo conscientemente para influir a las personas y paradójicamente, sin hacer nada para influir...las influyes…
Cuando uno empieza a trabajar en si mismo...en ser mas empàtico, mas amoroso, mas abierto, mas comprensivo…la gente a nuestro alrededor empieza a reaccionar de una manera acorde a como nos estamos transformando.
A nivel psicológico, tiene su explicación, pero como no se mucho de psicología, no me meto.
A nivel energía, también tiene explicación y como de esa sé un poquito, ahí si me meto.
La energía que llevas dentro (Energía que se crea a raíz de tus creencias, tus emociones, tus sentimientos) influye dentro del campo de energía de la otra persona y viceversa. Por eso es muy importante estar constante y conscientemente manteniendo limpia esa energía interior.
Pero no se detiene ahí, aparte de influir, jala o aleja de nuestra vida a energías similares o diferentes, según sea el caso.
Como mamá y como ser humano…hace tiempo aprendí que si quería recibir algo de vuelta...primero tenía que enviarlo hacia afuera… (Eso es una ley del universo llamada “Ley del bumerang”)
Así que al inicio, aunque me costó, empecé a ponerle mas atención a Ana…es decir, si ella me hablaba (aunque mi vida en ese tiempo era un caos y me sentía fatal) me obligaba a verla a los ojos y ponerle atención en serio…que ella sintiera que no le hablaba a la pared…con la practica ese pequeño ejercicio me ha dado mucho mas frutos que horas de pleitos y peleas.
Otra cosa que empecé a hacer, fue a respetarla completamente. Eso me costó un poco mas todavía…ya que solía ser una controladora y manipuladora pero expertísima…pero como en todo...la practica hace al maestro…
El respeto entre nosotras ha llegado a un extremo que ella tiene la opción de profesar una religión, mientras yo no la tengo. Ella va a misa cuando quiere, asiste a los ritos que la religión que por el momento dice seguir marca…y la respeto. Jamás hemos peleado por eso.
No solo respeto sus creencias espirituales, sino su entorno. Jamás le ando esculcando sus cosas, no leo sus pequeños y simpáticos diarios que tiene en su cuarto, ni siquiera para decir “Ay que linda mi bebita” y no lo hago porque no me gustó cuando me lo hicieron a mi...y porque ella respeta mis cosas de la misma manera. Nunca me esculca la bolsa.
A veces se pone ropa que no me gusta…y te juro que me he mordido literalmente los labios para no decirle que se cambie. Otras veces no me aguanto, debo ser honesta, pero trato de practicarlo.
No la hago sentir menos delante de la gente…si hace algo y me enojo, volteo...la veo con cara de “Ahorita hablamos” y usualmente el 70% del tiempo funciona...el otro 30% hay que echarle una segunda miradita para que se aplaque, o usar un tonito que ella detecta perfectamente y la ayuda a decir “Ok...mejor no”
La comunicación es básica también. No dejo que Ana adivine mis sentimientos, ni que ande asustada mientras me escondo detrás de un silencio que deja más dudas que respuestas. A veces por precaución me quedo callada unos minutos, mientras acomodo las oraciones y digo unas cuantas malas palabras mentalmente para no decirlas en voz alta…y entonces hablamos.
Si algo me molesta, lo digo así “Me molesta esto” si algo me da alegría igual lo hago…práctico con ella lo más claro posible la comunicación y aunque en contadas ocasiones nos ha fallado...han sido mucho mas los momentos en que nos ha funcionado.
No me aferro a que las cosas se hagan como y cuando yo quiero...platicamos...negociamos…volvemos a negociar y encontramos un balance justo...a veces mas justo para mi...a veces mas justo para ella...pero jamás le hago sentir que la que manda soy yo y ella tiene que obedecer por el simple hecho de ser mi hija.
También le doy libertad. Ana es mil veces más sociable de lo que soy yo. Ella ama la calle…tanto como yo amo la intimidad de mi hogar…
Uno de nuestros puntos álgidos es cuando ella quiere estar en la cochera y yo no quiero perderla de vista…ella quiere corretear con sus amigos en la calle y yo le pongo limites hasta donde puede llegar ahorita que tiene 8 años.
Ella siempre anda con su montón de amigas en la casa, bailoteando, cantando, haciendo lo que las niñas a esa edad hacen…y es libre de hacerlo. El hecho de que yo sea muy tranquila…demasiado tranquila, no me da derecho a coartarle su libertad. Dicha libertad es flexible y más vale mantenerla así, porque al rato no será en la cochera donde quiera pasar el rato…sino en algún antro...o ve tú a saber en donde…así que desde ahorita...practico...y practico…
Y algo fundamental para mí…es amarla incondicionalmente. No me importa si Ana engorda o enflaca...si trae el pelo largo o corto…si se esta quieta o no...yo la amo incondicionalmente…con un amor, que solo quien lo ha sentido así por alguien mas – hijo, hija, esposo, madre, padre ò lo que sea – podrá entender.
No nací sabiendo ser madre...he ido aprendiendo conforme van pasando las cosas…a veces me equivoco...pero trato de corregirlo…y sobre todo aprender la lección para no volverlo a hacer.
Todos somos seres que tenemos cosas distintas, aprender a convivir con esas diferencias es lo que nos puede ayudar mucho a pasar las etapas difíciles…
Ya cuando Ana sea adolescente…vamos a ver como me toca el baile