AQUI LES COMPARTO UNA HISTORIA QUE NO ES MIA.
Siempre ha existido este gran dilema: que si puede haber amistad entre hombres y mujeres y no involucrar sexo, deseo o algún otro giro que no entre en el diccionario clásico de amistad… ¿a quién le importa tanto esa etiqueta de títulos? ¿Por qué siempre la eterna pregunta si es tu amigo o algo más?
Por mi lado siempre he estado rodeada de hombres con los que a pesar de haber compartido muchísimo, no hemos pasado por ese rollo. Obviamente, he sido puesta en tela de duda al respecto; con muchos de ellos he terminado campante y sin líos; con otros, un pelín enganchada, pero a la larga siempre he salido airosa.
Resulta que cuando era chica, los niños eran más simpáticos en el colegio. Les encantaban las bromas y no se resentían por tonterías como las niñas, que a cualquier pelea venían e iban las cartitas y el lío eterno que podía durar meses, invitaciones y desinvitaciones de cumpleaños. Los niños, en cambio, son un poco más básicos, terrenales, con un trompón arreglan el problema y quedan limpios de cualquier furia… al ratito son panas nuevamente y no andan con enredos.
Para los 18 años, los mejores amigos, como era de esperarse, fueron Johnnie, Jack, Jim y José, grandes nombres que responden a los apellidos Walker, Daniels, Beam y Cuervo, respectivamente, y que representan hartos problemas, pero también incontables anécdotas.
En la etapa universitaria, los hombres se vuelven escoltas en momentos de peligro, saca-celos cuando el novio está insoportable, paño de lágrimas en tantas ocasiones, transportistas para ir a la disco de moda, carga laptops y demás equipos pesados, y sobre todo consejeros.
Creo que ese es el punto más importante, aunque las amigas son vitales en la vida y todo el blablablá del bonding femenino, hay que reconocer que un hombre puede aconsejarte sin tomar posturas y eso es lo que uno realmente necesita cuando tiene dudas en la cabeza, alguien que te diga las cosas sin ponerse de tu lado y querer protegerte. ¡Eso es lo rico de la testosterona!
Con un amigo bacán puedes viajar a los lugares más remotos, comprar y enterarte de la verdad sobre cómo te quedan las cosas, con una levantada de ceja sabes si estás bien en ese jean, comer deli sin sentirte culpable, tomar cerveza sin pensar en la panza, hacer ejercicios sin tener que lucir esbelta, bailar hasta el amanecer sin estrés, vacilarte un fulano desconocido sin que sea pecado, entrar a un antro de perdición y sentirte segura… y lo más importante, reírte de ti misma sin sentirte expuesta a críticas.
Ya ahora puedo decir que un buen pana puede salvarte de muchas, aclararte cuando estás enredada, engreírte para hacerte sentir nena otra vez y quererte de la manera más rica. ¿Si terminas confundiéndote? Relax y pasa chévere. Si sale bien, pues terminas en una relación con alguien a quien adoras, y si termina mal, siempre aprenderás algo y vendrán otros amigos a hacer tu vida mucho más sencilla.