Innumerables son las historias, novelas y películas que terminan cuando la pareja se une y sella su amor con un apasionado beso.
Innumerables son las historias, novelas y películas que terminan cuando la pareja se une y sella su amor con un apasionado beso; entonces aparece la palabra fin, como si ahí terminara la historia.
La realidad de la vida cotidiana se perfila hacia el lado opuesto: cuando una pareja decide unir sus vidas, es cuando da inicio la verdadera historia de amor o desamor, según sea el caso.
Los primeros meses o años de convivencia son fundamentales: por un lado la pareja puede seguir de "luna de miel", son todo amor y ternura, pero por otro lado, está el conocerse realmente tal y como son, adaptarse a las costumbres, el carácter e incluso las manías del otro.
Aparece también en escena el factor económico: administrar los ingresos de uno o ambos, prepararse para eventualidades, etc. Nada tiene de romántico realizar los pagos pendientes o limitarse en algunas compras porque no hay presupuesto.
La base de cualquier relación amorosa, sea de amistad o entre una pareja, es el amor, el respeto y la confianza.
Sin estos tres elementos básicos la relación puede tornarse débil y vulnerable ante las crisis y eventualidades que toda pareja enfrenta.
Si los cimientos son sólidos, firmes, fuertes, así será también la capacidad de resistencia de esa relación ante cualquier situación que implique problemas para la pareja.
Son muchos y muy variados los aspectos que se desprenden del amor, el respeto y la confianza y que hacen que una relación de pareja sea sólida y estable, entre ellos están la tolerancia, la empatía, la actitud positiva, el saber escuchar, aceptar los errores y reconocerlos ante el otro, la comprensión, la ternura, la complicidad.
Toda relación de pareja implica también alianza entre ambos, compromiso con el otro, compartir los pensamientos y sentimientos más íntimos, es decir, con la pareja se tiene no sólo intimidad sexual, sino también afectiva.
Esto los llevará a visualizarse envejeciendo juntos. La vida de soltero cambia al vivir y convivir en pareja.
Aunque muchos hombres y mujeres desean con vehemencia encontrar una persona con quien compartir su vida, lo cierto es que al momento de hacerlo les resulta muy difícil adaptarse a la convivencia en pareja.
En ocasiones, lo mas importante para una persona es ser amado que amar; la depresión en uno o ambos miembros de la pareja torna la convivencia muy difícil y conflictiva, con pocos momentos de interacción positiva; sentir el compromiso como una amenaza; seguir pensando en lo individual, mas que visualizarse en pareja; la lucha por el poder; competencia y/o envidia profesional, social, laboral; problemas de carácter y/o adicciones; intervención de terceros, ya sea familiares políticos o amistades; la llegada de los hijos sin planeación conjunta, o bien, la dificultad para lograr un embarazo.
Cuando la pareja logra construir una relación sólida, estable, fuerte, los embates, tanto del exterior como los inherentes a la pareja, podrán ser soportados y superados de la mejor manera: compartiendo los problemas y trabajando juntos para resolverlos.
La inmadurez es otro de los factores que influyen en el fracaso de las parejas. Cuando un par de jóvenes de 20 años de edad o menos inician su vida en pareja, frecuentemente lo hacen por un embarazo imprevisto, por desear huir del ambiente familiar violento o difícil, por desafiar a los padres, por idealización de la pareja o de la vida en pareja.
En esto influyen en gran medida los medios de comunicación, ya que muestran novelas rosa en donde las parejas, sin mayor esfuerzo, vivieron felices para siempre.
Nada mas alejado de la realidad. La madurez se considera la edad de la razón, independientemente de la edad cronológica.
Es decir, una persona madura tendrá mas conocimiento de sí misma, de sus capacidades, de sus dificultades, de sus necesidades, por lo que la idealización, presente en todo enamoramiento, tenderá a ser menor, percibiendo a la pareja en forma mas realista y con mayor probabilidad de construir una relación sólida, estable y duradera.
El éxito o fracaso de la pareja va a depender por un lado, del aspecto individual que cada persona aporte a la relación, es decir, rasgos de carácter, historia personal y familiar, hábitos, costumbres, etc., y como se de la interacción entre ambos; por otro, del contexto social, familiar, laboral, profesional, religioso, cultural y económico en que se forma la pareja.
La vida en pareja, con todas sus complejidades, implica trascender, crecimiento personal, satisfacción de necesidades mutuas, experiencias placenteras.
El fracaso de una pareja implica sufrimiento, soledad, desesperanza, temores, baja autoestima.
El compromiso entre la pareja y la disposición de ambos en la construcción de la relación, marcarán el camino a seguir en la historia, sea ésta de amor verdadero y profundo o bien, una historia de desamor y sufrimiento.