Rosaura Barahona
13 Sep. 07
Nacieron
en la última parte del siglo 20. Viven en una transición provocada por muchas
revoluciones: la mediática, la cibernética, la sexual y la político-social. Las
crisis han sido y son parte de su realidad cotidiana.
Los anticonceptivos y la revolución sexual les permiten tener relaciones
sexuales sin casarse. Posponen la edad de la boda y la llegada de los hijos
(que son menos). Los homosexuales, las lesbianas, los bisexuales, los
transexuales salen a la luz, exigen respeto y, por fin, se integran al panorama
social. Hablan de todo, sin tapujos.
Los privilegiados estudiaron y soñaron con una carrera que ayudara a cambiar el
mundo. Los no privilegiados vieron crecer el abismo entre su mundo y el otro,
cuando el campo se terminó y los salarios se degradaron. Los obreros que antes
comían tres platos del portaviandas, hoy se conforman con un refresco y una
bolsa de fritos. Nutrirse es misión imposible; matar el hambre, consigna para
sobrevivir.
Presenciaron la caída del muro que algunos interpretaron como un nuevo amanecer
de paz y armonía. Los suspicaces intuyeron que al faltar el totalitarismo
resurgirían las rencillas, los resentimientos y las luchas reprimidas, pero no
resueltas. Y resurgieron.
La frivolidad es su norma de vida: si no es espectáculo que divierta no vale la
pena. Los artistas, los de verdad y los de paja (creados por los medios), valen
por el dinero que generan, no por su talento. Incluso los no artistas serán
famosos durante 15 minutos, anunció Warhol.
El narcomundo, infierno o paraíso, es omnipresente.
La juventud, la delgadez, el dinero y el consumismo son los nuevos dioses de su
olimpo. Las arrugas, las canas, el cansancio, un cuerpo normal, no usar
accesorios o ropa de marca son pecados imperdonables que los condenan al
ostracismo social.
Importa discutir y defender los valores, no ponerlos en práctica. La doble
moral (aceptada tácitamente) construye un sólido edificio sobre tales
cimientos.
El catolicismo pasa de ser refugio espiritual a distinción clasista. Dime con
qué grupo estás y te diré por qué escala crees que llegarás al cielo. Los
sacerdotes se vuelven mortales y la parafernalia eclesiástica, junto con la
jerarquía, se ven obsoletas y rancias.
El capital cambia de inversión a especulación. El mundo dice que se globaliza
(sólo una parte se puede dar ese lujo) y se agrava la polarización entre el
primer y el tercer mundos.
México sigue empantanado, a pesar de la alternancia iniciada por el presidente
más tonto de nuestra historia. Los insaciables partidos se enriquecen y se
adueñan del País. La impunidad sigue imperando en nuestras vidas. Para qué
denunciar, si no sucede nada.
El empleo deja de ser de planta y con prestaciones. Sus contratos son
temporales aunque duren 10 años, pero no acumulan antigüedad ni prestaciones.
Trabajan jornadas dobles sin pagos extras bajo la espada de Damocles: "Hay
cientos esperando tu puesto". La ley los protege, pero se hace de la vista
gorda cuando las empresas se salen con la suya.
La mayoría quiere primero tener y luego ver si puede ser. Al casarse desean
empezar con todo. Un solo sueldo no alcanza. La pareja debe trabajar. Hay que
integrar las tareas domésticas y la intensa vida social. Si llegan los hijos, a
buscar guarderías. Corren todo el día. Uno para un lado, la otra, para el otro.
Se reencuentran en la noche, siempre cansados.
El estrés, la presión alta, los infartos y la depresión son familiares
cercanos. Consumen Prozac como antes consumíamos "salvavidas".
Carro del año, vacaciones al sitio de moda, colegios caros (no necesariamente
buenos), la acción en un club difícil de pagar, la casa en la colonia debida y
el conservadurismo a flor de piel. Qué flojera Chiapas: son todos pobres e
indígenas.
Hable usted con ellos y compruébelo: están exhaustos. Si pudieran, dormirían
una semana completa. Les falta sueño y les sobra cansancio de tanto correr
tratando de morder su propia cola. Es la generación joven agotada.
Antes de morirse, deberían detener su tiovivo y bajarse a respirar, a ver las
montañas, a dar gracias por estar vivos y a comerse un helado sin hacer nada.
La vida también es eso.
Respuestas
interesantes
Rosaura Barahona
18 Sep. 07
A
veces escribo sobre cuestiones que me inquietan aunque los medios no se ocupen
de ellas. A menudo la respuesta es inesperada, como sucedió con
"Generación agotada". Muchos lectores, salvo uno, sintieron que
hablaba de ellos y dijeron cosas muy interesantes. Comparto fragmentos de
algunos textos. Espero no haber eliminado nada esencial.
T.
Almanza: "Para nosotros, los que apenas entramos en los 30, la vida parece
cada vez más complicada: una carrera sin fin y sin destino. Parece que estamos
obligados a ser una generación inculta. No sabemos hablar más que de marcas,
gadgets, coches y posiciones económicas. Somos un tapón de sidra, resultado de
no saber sopesar las cosas importantes de la vida. Creo que es obligación
nuestra revertir un poco esta situación".
E.
Acha dice: "Muchos nos queremos bajar de este tiovivo, pero no vemos por
dónde aventarnos sin salir muy lastimados. En fechas recientes he visto casos
(cinco este verano) de amistades que cambiaron su lugar de residencia en
búsqueda de un mejor trabajo, o de uno que les permita estar más cerca de la
familia...".
K.
Cepeda: "Pertenezco a la generación agotada. Desde que nací estoy viendo
crisis. He reflexionado mucho sobre cosas como las frivolidades y el consumismo
que nos arrastran. Con las prisas, la rutina y la influencia de tantas cosas,
olvidamos lo más importante, lo que de verdad vale: estar sano, vivo, tener
familia, amigos y poder disfrutarlos, compartir el tiempo con ellos".
Daniel
Marcelo: "¡Deberíamos empezar a hacer un movimiento de 'Slow Down' aquí,
realmente hace falta! ¡Tenemos que darnos tiempo para disfrutar más de la vida!
El problema es que en esta ciudad hay pocos espacios para eso. Todo está
rodeado de cemento gris, no es una ciudad para salir a caminar, no hay respeto
al peatón, todo está lleno de smog, cada vez más tráfico, la gente maneja muy
mal, hay mucho ruido".
E.
Villarreal añade: "El artículo nos describe y nos desnuda como sociedad.
Cuando yo estudié medicina en los años 80 todos queríamos salvar vidas, ser
cardiólogos, cirujanos, oncólogos. El idealismo juvenil. Hoy, la tercera parte
de mis alumnos quieren ser cirujanos plásticos para agrandar los senos a
mujeres que requieren que les agranden el cerebro y la autoestima".
Lucinda:
"Somos la generación arrogante que se cree superior a Dios. Nosotros
despreciamos los domingos. Es otro día más de la semana: todo está abierto, se
trabaja, se compra, se vende, se estudia... Olvidamos que hasta Él
descansó".
H.
M.: "Leí su editorial y me dolió verme reflejado como si fuese una crónica
de cualquiera de mis días. Mi único refugio ha sido hasta ahora mi esposa y mi
pequeña hija de 8 años, lo más valioso que tengo. La vida se me escurre aprisa
y no es fácil ganarse la vida trabajando honestamente. Para eso se necesitan
muchas horas de trabajo y menos de estar con la familia. Hace poco tuve
vacaciones. Decidí hacer absolutamente nada. ¿Resultado? Nos divertimos mucho.
Fue terapéutico. Estoy recuperando poco a poco esas pequeñas manifestaciones de
vida. Estoy quitándome la pus de encima".
Cecilia:
"Vengo de regreso de intercambio. Anduve por Argentina y, claro, hay mucho
más mundo que en Monterrey. Aquí la vida es puro estrés y competencia, cosa
buena y mala a la vez. Es curioso cómo muchos de nosotros competimos por ser
mejores que los demás, sin siquiera analizar si realmente es lo que deseamos".
Marcela:
"En lo personal decidí salirme de ese juego de locos e irme con mi esposo
e hija al norte, a Montreal, donde estoy tratando de empezar una nueva vida,
sin grandes lujos, pero sin grandes presiones. El sábado nos sacaron de
Wal-Mart a las 5:30 p.m. porque ya iban a cerrar. Les dije que en Monterrey
abrían 24 horas y me vieron como si estuviera loca (ahora que duermo
plácidamente desde las 10:00 p.m., creo que sí lo estaba). Prefiero empezar
desde abajo en un país que valora el esfuerzo, a seguir con mi hermosa oficina
en las grandes corporaciones donde vales por cómo te vistes o el auto que
tienes, pero no tienes la libertad de vivir si te sales del esquema diseñado
para ti o la tranquilidad de disfrutar lo poco que tienes al alcance".
Ustedes
tienen la palabra.