Les dejo un capitulo del libro que me paresio muy bueno.
Capitulo II
Los primeros días pude explorar la habitación en la que estaba. En realidad, exploraba la parte del cuarto que abarcaba mi campo visual inmóvil. Había en el techo una lámpara de luz neón, destartalada que parecía que estaba a punto de caer.
Del lado derecho de mi cama había un gancho del que colgaba un frasco de suero, que la enfermera cambiaba todos los días, mas a la derecha alcanzaba a ver un tubo que contenía un fuelle negro que bajaba y subía al ritmo de lo que ahora identificaba ya como “mi respiración”.
Del lado izquierdo distinguía un complicado aparato con varios interruptores, focos y gráficas. Después me enteré de que estaba encargado de controlar mi respiración, los latidos de mi corazón y los nutrientes que me eran suministrados a través de un tubo que iba directo a mi estómago. Detrás del aparato se veía una parte de la ventana que era para mi un tormento. La luz que entraba todas las mañanas lastimaba mis pupilas, me despertaba y me traía siempre de regreso al infierno en que me encontraba. El dolor físico no era nada comparado con el dolor que me causaban mis propios pensamientos. La impotencia, la culpa, el rencor, el miedo y la imposibilidad de expresar mis emociones, todo se juntaba en mi mente y me enloquecía. Cada día rogaba por no volver a despertar, porque esa maquina que me mantenía vivo dejara de funcionar y acabara ya con mi sufrimiento.
¿Quién le da derecho a estos doctores a mantenerme aquí? ¿De que puede servir ya mantenerme vivo? ¡Soy una maldita planta incapaz de moverme o expresarme! La impotencia se apoderaba de mi y se convertía en odio. Odio por los que me mantenían vivo, odio por la vida misma. La enfermera tenía razón, mas valdría haberme muerto. Y, sin embargo, todos los días entraba con su cara de miedo a cambiar el suero que me alimentaba. A pesar de que me creía inconsciente nunca me miraba a los ojos. Checaba apresuradamente todos los tubos que iban de mi cuerpo a la maquina y salía lo mas rápido que podía. Cada día que la veía llegar le rogaba en mi mente que se olvidara ya de cuidar de mi, ¿Qué no se da cuenta que no me hace ningún favor manteniéndome vivo?.
¡Hey!, ya deja eso le suplicaba mi mente, si te da tanto miedo verme ya no vengas mas, simplemente déjame morir. Pero una y otra vez la veía hacer su rutina y dejarme aquí.. vivo, una y otra vez… una y otra vez…
¡Maldita sea, ya que se acabe esto por favor! ¡Por favor alguien haga algo, alguien que me ayude! ¡Ya no quiero seguir viviendo!
Mas vale que te vayas acostumbrando, porque parece que vas a estar ahí un buen rato oí de repente que alguien me hablaba. Pero… no había nadie en mi habitación. En que situación tan jodida te metiste. La extraña voz insistía.. ¿Quién eres? ¿Eres un ángel? Conteste asustado. De alguna forma me di cuenta de que la voz no provenía del exterior ¡Ja! Eres el peor de los ateos, y ahora crees en Dios y en toda su corte celestial? No juegues. ¿Pero como puedes saber lo que estoy pensando? ¿me volví loco? Eso es mas probable. ¿Entonces no es real? Mira no puedo decirte nada que tu no sepas ya. Tal vez después sabrás quien soy.
Pero… ¿Laura esta bien? ¿Por qué no vienen mis padres a verme? ¿Cuándo voy a morir? ¿Es esto un castigo? Que necio eres hombre nada se yo que tu no sepas. Pues de poco me sirves entonces. Si quieres me voy…. ¡No por favor!! No te vayas.
En ese momento recordé que Laura siempre hablaba de guías espirituales, con los cuales uno puede comunicarse si medita lo suficiente. Eso a mi me parecían patrañas. A mi también me lo parecen contesto la voz pero lo de guía me gusta. ¿Podía acaso un guía espiritual ser tan sarcástico y grosero? Mira si no te caigo bien me voy y se acabo, No, no te molestes solo quiero comprender lo que pasa. Mejor hubieras tratado de comprender lo que pasaba antes de la estupidez que cometiste. Solo quería escapar y librarme de mis problemas ¡Ja!, querías escapar de tus problemas y te convertiste en un esclavo. ¿Un esclavo? Así es no puedes moverte ni expresarte, es mas no puedes quitarte la vida si quisieras. Y tu has venido a hacerme sentir peor le conteste. ¿Qué he venido? Yo siempre he estado contigo, el problema es que nunca me quisiste escuchar, además nadie puede hacerte sentir nada.
¡Que estupidez! ¿Como que nadie puede hacerme sentir nada? Mis padres siempre me hacían enojar, mis hermanos me hacían sentir menos, mis parejas constantemente me desilusionaban y me herían.
-Mira, te lo voy a explicar mejor.. Antes de estar aquí, eras completamente libre, nadie ni nada tenía poder sobre ti. Tenias la oportunidad de hacer cualquier cosa que te propusieras, eras el dueño de tu vida.
-Y ¿qué tiene eso que ver con mis sentimientos?
-Calma, ¿qué prisa tienes? Después de todo tenemos mucho tiempo para pensar y platicar.
-Te digo que eres un sarcástico.
-Continuemos. Eras libre también de pensar lo que tú quisieras y por lo tanto, de elegir tus sentimientos.
- Como que elegir mis sentimientos?
-Si, tus sentimientos vienen y sólo pueden venir de tus pensamientos, así es como funciona:
Piensas en algo triste y te pones triste, piensas en algo que te molesta y te enojas, crees que los demás pueden herirte o desilusionarte o hacerte sentir mal pero, nadie puede meterse en tu mente y hacerte pensar ni sentir nada.
Aun en este momento, los demás podrán mover tu cuerpo y hacer lo que quieran con él, incluso, podrían apagar esa máquina que te mantiene vivo pero, en tu mente, aún tienes el control.
-Dijiste que no podías decir nada que yo no supiera ya.
-Pues lo único que prueba esto, es que no eres tan tonto como pensabas.
-Otra vez los insultos.
-No es un insulto, en realidad te creías un tonto, además te creías una víctima, siempre culpando a los demás y a las circunstancias de lo que iba mal en tu vida.
-Pues sí, mi vida no era fácil, además con la familia que me tocó y para acabar, tuve mala suerte.
- pobrecito de ti! Cuando hablas así, te imagino como un esclavo de tu pasado, de los deseos de otras personas, de las circunstancias y de la suerte.
- se supone que yo tenía control de todo lo que pasaba? ¿Qué se supone que yo podía controlar a los demás?
-No tenías control sobre lo que pasaba, pero tenias y tienes control sobre lo que pasa en tu mente. Tú eres quien decide qué pensamientos tener y cómo reaccionar ante cualquier situación.
-Sí como no, ¿cómo podía yo reaccionar de forma positiva ante todos los problemas que tenía?
-Tenías la opción de verlos como problemas o como obstáculos a vencer, como una maldición o como un reto. ¿Si tú no eras quien decidía como reaccionar, ¿quién lo hacía?
-Ya me estás haciendo enojar, así que ¿el único culpable de todo lo que me pasa soy yo?
-Tú mismo te estás haciendo enojar, además, no se trata de culpar a nadie. Sin embargo, dime... ¿quién movía tu mano aquella vez que le pegaste a Laura? ¿Quién la movía cuando te servías una copa tras otra?
¿Quién puso en tu boca esas pastillas que te trajeron aquí?
Me sentía a punto de estallar, supongo que expresar nuestras emociones nos sirve como una válvula de escape y yo no podía ni llorar siquiera, estaba furioso por lo que me decía mi guía y lo peor, es que tenía razón en todo lo que me decía.
Por suerte, algo sucedió que distrajo mi atención: la puerta se abrió y entró una enfermera. Esta vez, no era aquella mujer fría que acostumbraba a cambiar el suero que me alimentaba. Se acercó a mi cama y se inclinó para verme.
Noté mucha tristeza en sus ojos verdes, su pelo rubio caía constantemente sobre su rostro y ella lo empujaba con sus dedos hacia atrás de las orejas. Estuvo observándome por unos segundos y pude leer su nombre en el gafete del hospital: Esperanza.
-Hola - me dijo.
-Hola Esperanza -imaginé contestarle.
-Pobrecito de ti, mira como estás.
-Pues ya ves como es la vida
-seguía yo la conversación en mi mente.
Me acarició el pelo y me dijo: -no te preocupes, yo te voy a cuidar.
-Muchas gracias -pensé.
-Ella está mucho más cerca de ser un ángel que yo -comentó mi guía- ¡además es linda!
Cuidadosamente cambió el suero, arregló los cojines bajo mi cabeza y revisó que los aparatos a mi alrededor, funcionaran correctamente.
-Hasta mañana -dijo, antes de salir.
-Hasta mañana -imaginé contestarle.
- Hasta mañana guapa!!!
-gritó mi guía en mi cabeza.
Capitulo II
Los primeros días pude explorar la habitación en la que estaba. En realidad, exploraba la parte del cuarto que abarcaba mi campo visual inmóvil. Había en el techo una lámpara de luz neón, destartalada que parecía que estaba a punto de caer.
Del lado derecho de mi cama había un gancho del que colgaba un frasco de suero, que la enfermera cambiaba todos los días, mas a la derecha alcanzaba a ver un tubo que contenía un fuelle negro que bajaba y subía al ritmo de lo que ahora identificaba ya como “mi respiración”.
Del lado izquierdo distinguía un complicado aparato con varios interruptores, focos y gráficas. Después me enteré de que estaba encargado de controlar mi respiración, los latidos de mi corazón y los nutrientes que me eran suministrados a través de un tubo que iba directo a mi estómago. Detrás del aparato se veía una parte de la ventana que era para mi un tormento. La luz que entraba todas las mañanas lastimaba mis pupilas, me despertaba y me traía siempre de regreso al infierno en que me encontraba. El dolor físico no era nada comparado con el dolor que me causaban mis propios pensamientos. La impotencia, la culpa, el rencor, el miedo y la imposibilidad de expresar mis emociones, todo se juntaba en mi mente y me enloquecía. Cada día rogaba por no volver a despertar, porque esa maquina que me mantenía vivo dejara de funcionar y acabara ya con mi sufrimiento.
¿Quién le da derecho a estos doctores a mantenerme aquí? ¿De que puede servir ya mantenerme vivo? ¡Soy una maldita planta incapaz de moverme o expresarme! La impotencia se apoderaba de mi y se convertía en odio. Odio por los que me mantenían vivo, odio por la vida misma. La enfermera tenía razón, mas valdría haberme muerto. Y, sin embargo, todos los días entraba con su cara de miedo a cambiar el suero que me alimentaba. A pesar de que me creía inconsciente nunca me miraba a los ojos. Checaba apresuradamente todos los tubos que iban de mi cuerpo a la maquina y salía lo mas rápido que podía. Cada día que la veía llegar le rogaba en mi mente que se olvidara ya de cuidar de mi, ¿Qué no se da cuenta que no me hace ningún favor manteniéndome vivo?.
¡Hey!, ya deja eso le suplicaba mi mente, si te da tanto miedo verme ya no vengas mas, simplemente déjame morir. Pero una y otra vez la veía hacer su rutina y dejarme aquí.. vivo, una y otra vez… una y otra vez…
¡Maldita sea, ya que se acabe esto por favor! ¡Por favor alguien haga algo, alguien que me ayude! ¡Ya no quiero seguir viviendo!
Mas vale que te vayas acostumbrando, porque parece que vas a estar ahí un buen rato oí de repente que alguien me hablaba. Pero… no había nadie en mi habitación. En que situación tan jodida te metiste. La extraña voz insistía.. ¿Quién eres? ¿Eres un ángel? Conteste asustado. De alguna forma me di cuenta de que la voz no provenía del exterior ¡Ja! Eres el peor de los ateos, y ahora crees en Dios y en toda su corte celestial? No juegues. ¿Pero como puedes saber lo que estoy pensando? ¿me volví loco? Eso es mas probable. ¿Entonces no es real? Mira no puedo decirte nada que tu no sepas ya. Tal vez después sabrás quien soy.
Pero… ¿Laura esta bien? ¿Por qué no vienen mis padres a verme? ¿Cuándo voy a morir? ¿Es esto un castigo? Que necio eres hombre nada se yo que tu no sepas. Pues de poco me sirves entonces. Si quieres me voy…. ¡No por favor!! No te vayas.
En ese momento recordé que Laura siempre hablaba de guías espirituales, con los cuales uno puede comunicarse si medita lo suficiente. Eso a mi me parecían patrañas. A mi también me lo parecen contesto la voz pero lo de guía me gusta. ¿Podía acaso un guía espiritual ser tan sarcástico y grosero? Mira si no te caigo bien me voy y se acabo, No, no te molestes solo quiero comprender lo que pasa. Mejor hubieras tratado de comprender lo que pasaba antes de la estupidez que cometiste. Solo quería escapar y librarme de mis problemas ¡Ja!, querías escapar de tus problemas y te convertiste en un esclavo. ¿Un esclavo? Así es no puedes moverte ni expresarte, es mas no puedes quitarte la vida si quisieras. Y tu has venido a hacerme sentir peor le conteste. ¿Qué he venido? Yo siempre he estado contigo, el problema es que nunca me quisiste escuchar, además nadie puede hacerte sentir nada.
¡Que estupidez! ¿Como que nadie puede hacerme sentir nada? Mis padres siempre me hacían enojar, mis hermanos me hacían sentir menos, mis parejas constantemente me desilusionaban y me herían.
-Mira, te lo voy a explicar mejor.. Antes de estar aquí, eras completamente libre, nadie ni nada tenía poder sobre ti. Tenias la oportunidad de hacer cualquier cosa que te propusieras, eras el dueño de tu vida.
-Y ¿qué tiene eso que ver con mis sentimientos?
-Calma, ¿qué prisa tienes? Después de todo tenemos mucho tiempo para pensar y platicar.
-Te digo que eres un sarcástico.
-Continuemos. Eras libre también de pensar lo que tú quisieras y por lo tanto, de elegir tus sentimientos.
- Como que elegir mis sentimientos?
-Si, tus sentimientos vienen y sólo pueden venir de tus pensamientos, así es como funciona:
Piensas en algo triste y te pones triste, piensas en algo que te molesta y te enojas, crees que los demás pueden herirte o desilusionarte o hacerte sentir mal pero, nadie puede meterse en tu mente y hacerte pensar ni sentir nada.
Aun en este momento, los demás podrán mover tu cuerpo y hacer lo que quieran con él, incluso, podrían apagar esa máquina que te mantiene vivo pero, en tu mente, aún tienes el control.
-Dijiste que no podías decir nada que yo no supiera ya.
-Pues lo único que prueba esto, es que no eres tan tonto como pensabas.
-Otra vez los insultos.
-No es un insulto, en realidad te creías un tonto, además te creías una víctima, siempre culpando a los demás y a las circunstancias de lo que iba mal en tu vida.
-Pues sí, mi vida no era fácil, además con la familia que me tocó y para acabar, tuve mala suerte.
- pobrecito de ti! Cuando hablas así, te imagino como un esclavo de tu pasado, de los deseos de otras personas, de las circunstancias y de la suerte.
- se supone que yo tenía control de todo lo que pasaba? ¿Qué se supone que yo podía controlar a los demás?
-No tenías control sobre lo que pasaba, pero tenias y tienes control sobre lo que pasa en tu mente. Tú eres quien decide qué pensamientos tener y cómo reaccionar ante cualquier situación.
-Sí como no, ¿cómo podía yo reaccionar de forma positiva ante todos los problemas que tenía?
-Tenías la opción de verlos como problemas o como obstáculos a vencer, como una maldición o como un reto. ¿Si tú no eras quien decidía como reaccionar, ¿quién lo hacía?
-Ya me estás haciendo enojar, así que ¿el único culpable de todo lo que me pasa soy yo?
-Tú mismo te estás haciendo enojar, además, no se trata de culpar a nadie. Sin embargo, dime... ¿quién movía tu mano aquella vez que le pegaste a Laura? ¿Quién la movía cuando te servías una copa tras otra?
¿Quién puso en tu boca esas pastillas que te trajeron aquí?
Me sentía a punto de estallar, supongo que expresar nuestras emociones nos sirve como una válvula de escape y yo no podía ni llorar siquiera, estaba furioso por lo que me decía mi guía y lo peor, es que tenía razón en todo lo que me decía.
Por suerte, algo sucedió que distrajo mi atención: la puerta se abrió y entró una enfermera. Esta vez, no era aquella mujer fría que acostumbraba a cambiar el suero que me alimentaba. Se acercó a mi cama y se inclinó para verme.
Noté mucha tristeza en sus ojos verdes, su pelo rubio caía constantemente sobre su rostro y ella lo empujaba con sus dedos hacia atrás de las orejas. Estuvo observándome por unos segundos y pude leer su nombre en el gafete del hospital: Esperanza.
-Hola - me dijo.
-Hola Esperanza -imaginé contestarle.
-Pobrecito de ti, mira como estás.
-Pues ya ves como es la vida
-seguía yo la conversación en mi mente.
Me acarició el pelo y me dijo: -no te preocupes, yo te voy a cuidar.
-Muchas gracias -pensé.
-Ella está mucho más cerca de ser un ángel que yo -comentó mi guía- ¡además es linda!
Cuidadosamente cambió el suero, arregló los cojines bajo mi cabeza y revisó que los aparatos a mi alrededor, funcionaran correctamente.
-Hasta mañana -dijo, antes de salir.
-Hasta mañana -imaginé contestarle.
- Hasta mañana guapa!!!
-gritó mi guía en mi cabeza.