Existe en nuestra personalidad una zona conflictiva donde uno no está satisfecho, donde uno está viendo el lado negativo de las cosas, como dejándose llevar por ellas. Muchas veces, cuando se entra en conflicto con otra persona por lo general nos ponemos a la defensiva: pensamos que si el otro habla de una determinada manera es para molestarnos, que si nos mira de otra forma es porque nos falta el respeto, es decir, entramos en una especie de “paranoia” que nos hace aislarnos del otro.
Entonces, allí es importante ver cómo es mi mirada, porque, de acuerdo a la forma de mi mirada hacia el otro, así va a ser el conflicto que voy a tener. Si uno empieza a pensar “esta persona quiere pelear conmigo”, entonces ante cualquier cosa que ella haga uno se va a defender, pero debemos entender que fuimos nosotros los que atacamos primero, lo hicimos en la propia mente, de una manera sutil.
Por eso, tenemos que ser conscientes de que todos tenemos zonas internas de fragilidad, zonas que tenemos que cuidar, manejar y curar, porque si tenemos estas zonas de sufrimiento, de dolor o de fragilidad y viene una persona que toque esas zonas, uno la va a atacar. En la medida en que hay fragilidad, frente a cualquier cosa que otra persona nos diga, nos haga, nos toque o nos mire vamos a reaccionar con violencia y vamos a culpar al “otro” cuando, en realidad, nosotros somos quienes tenemos el problema.
Entonces, allí es importante ver cómo es mi mirada, porque, de acuerdo a la forma de mi mirada hacia el otro, así va a ser el conflicto que voy a tener. Si uno empieza a pensar “esta persona quiere pelear conmigo”, entonces ante cualquier cosa que ella haga uno se va a defender, pero debemos entender que fuimos nosotros los que atacamos primero, lo hicimos en la propia mente, de una manera sutil.
Por eso, tenemos que ser conscientes de que todos tenemos zonas internas de fragilidad, zonas que tenemos que cuidar, manejar y curar, porque si tenemos estas zonas de sufrimiento, de dolor o de fragilidad y viene una persona que toque esas zonas, uno la va a atacar. En la medida en que hay fragilidad, frente a cualquier cosa que otra persona nos diga, nos haga, nos toque o nos mire vamos a reaccionar con violencia y vamos a culpar al “otro” cuando, en realidad, nosotros somos quienes tenemos el problema.