Una de las mayores fuentes de desgaste de energía es el de tomarnos lo que nos dicen de manera personal. Tal vez una crítica (bien o mal intencionada) o un comentario puede hacernos trastabillar y generar un sinfín de dudas y de preguntas en nuestra cabecita… ¿Quieres vivir con mayor tranquilidad y libertad? Pues acá te explico cómo.
La gente tiene el derecho de decir lo que le plazca, siempre y cuando lo haga con el debido respeto. A menudo, cuando nos dicen algo que no nos agrada, solemos perder tanto tiempo en probar que tenemos razón, en hacerles ver a los demás su error y en llegar a un acuerdo, que luego de semejante desgaste de energía quedamos exhaustas.
Piensa que cada persona habla conforme a su propio mundo, según sus propias creencias y vivencias. Cuando alguien emite una opinión o un comentario, lo hace desde su propio punto de vista, desconociendo el nuestro en su gran mayoría. En muchos casos, trata de imponernos su modo de ver las cosas (o eso nos parece). Si entramos en este juego, el problema lo tendremos nosotros, no ellos, y se generará por permitir que la opinión o el juicio de otras personas nos influyan al punto de afectar nuestros patrones de comportamiento.
Ofenderte por lo que te dicen es, en ciertas ocasiones, no respetar el punto de vista ajeno, y demostrar inseguridad. El otro puede creer o percibir lo que mejor le parece. Si estás convencida de lo que haces y de tus creencias, tomarás las opiniones de otros individuos como lo que son, opiniones externas, que les pueden funcionar o no a ellos.
En vez de enfrascarte en un esfuerzo denodado por tener razón para convencer al otro, te propongo que, simplemente, lo escuches, trates de comprender qué quiere decir con sus palabras, entables una conexión, prestes atención a la respuesta que estás recibiendo y apuestes a una comunicación fluida, desde una posición más relajada, sin tomarte nada en forma personal.
Esto te permitirá disponer de una mayor energía y tranquilidad en tu vida. ¡Inténtalo unos días, y luego cuéntame cómo te va!
Con cariño,
Mel.[/i]
La gente tiene el derecho de decir lo que le plazca, siempre y cuando lo haga con el debido respeto. A menudo, cuando nos dicen algo que no nos agrada, solemos perder tanto tiempo en probar que tenemos razón, en hacerles ver a los demás su error y en llegar a un acuerdo, que luego de semejante desgaste de energía quedamos exhaustas.
Piensa que cada persona habla conforme a su propio mundo, según sus propias creencias y vivencias. Cuando alguien emite una opinión o un comentario, lo hace desde su propio punto de vista, desconociendo el nuestro en su gran mayoría. En muchos casos, trata de imponernos su modo de ver las cosas (o eso nos parece). Si entramos en este juego, el problema lo tendremos nosotros, no ellos, y se generará por permitir que la opinión o el juicio de otras personas nos influyan al punto de afectar nuestros patrones de comportamiento.
Ofenderte por lo que te dicen es, en ciertas ocasiones, no respetar el punto de vista ajeno, y demostrar inseguridad. El otro puede creer o percibir lo que mejor le parece. Si estás convencida de lo que haces y de tus creencias, tomarás las opiniones de otros individuos como lo que son, opiniones externas, que les pueden funcionar o no a ellos.
En vez de enfrascarte en un esfuerzo denodado por tener razón para convencer al otro, te propongo que, simplemente, lo escuches, trates de comprender qué quiere decir con sus palabras, entables una conexión, prestes atención a la respuesta que estás recibiendo y apuestes a una comunicación fluida, desde una posición más relajada, sin tomarte nada en forma personal.
Esto te permitirá disponer de una mayor energía y tranquilidad en tu vida. ¡Inténtalo unos días, y luego cuéntame cómo te va!
Con cariño,
Mel.[/i]