Siempre existen señales que nos avisan que algo raro pasa, nuestra pareja no se comporta igual con nosotros y al pedir explicaciones obtenemos respuestas como "la culpa la tiene el estrés del trabajo", "últimamente estoy más cansado o cansada que de costumbre". Veamos si las señales se ajustan de alguna manera a estos cambios:
- Tu pareja cambia de hábitos sexuales, de repente ya no quiere mantener relaciones o por el contrario, quiere mantenerlas de forma muy diferente o poco habitual.
- Empiezas a notar que tu pareja se arregla mucho más, intenta parecer más joven, más atractivo o atractiva, cuando nunca conseguiste que cambiara un mechón de pelo hacia el otro lado. ¿Qué ocurre aquí?
- Hobbies desconocidos, ahora de repente prefiere escuchar "hip hop" cuando antes lo máximo que escuchaba era el serial de las cinco en la radio. Cuanto menos, hay que considerar que el cambio es raro.
- Llega a casa mucho más tarde, más reuniones, más trabajo... muchas excusas que antes no se daban casi nunca. Y si preguntas al respecto contesta con vehemencia, poniéndose a la defensiva.
¿Cómo debemos actuar en estos casos?
Sólo hay dos posibles soluciones: Una es no afrontar el problema y creer que no pasa nada y otra es plantarle cara a la situación.
- Lo mejor es sentarte frente a tu pareja y plantear tus dudas acerca de su fidelidad.
- Si lo niega todo pero tú continuas teniendo sospechas, toma las medidas precisas para probar si existe o no esa relación.
- Afrontada la situación y con las cartas sobre la mesa, sólo nos quedan dos opciones: perdonarle o pedirle el divorcio.
- Perdonar no es nada fácil ya que siempre rondará el fantasma de la infidelidad por encima de la relación y el divorcio puede hacer que se trunquen muchas expectativas de una vida en común.
diferencia: Si la infidelidad se debió a un momento de soledad o de
confusión y sólo fue sexo, tal vez haya una posibilidad de comenzar de
nuevo, mientras que si la infidelidad se alarga en el tiempo y es más
emocional que sólo un momento de placer, entonces debemos replantear
una situación que se tambalea en sus cimientos.