No es que ya no pueda caminar, es que siento metales de tristes recuerdos atravesarse en madrugada. Es que mis ojos ante mi situación se empañan, no es que si la vida es hermosa, sino todo aquello horrible que aparece, que aqueja, que oprime. Y luego sentir el corazón exprimirse ante tu repentino adiós, y no voluntario, ¿Quién lo decidió? ¿Quién cambio mi vida a un tormento de dolor y de interrogantes aun sin respuestas? y si las hay, que alguien confiese, que hable; porque ya no soporto vivir sin verte, sin tus carisias, tus abrazos y tu amor único y fehaciente.
Desde tu ida, la vida es una incierta, y mi penumbra aun creciente, y ya hace tantos años, pero es que todo me recuerda a ti. Una linda canción, una bella flor, un suceso, o un tropiezo, y no te veo. ¡Cuánto lo deseo! Poderte ver tan solo unos minutos, no hay cosa que mas anhele, quiero tanto verte y sentir un tierno abrazo de ti madre querida, que ya no estas en cuerpo, pero tu recuerdo y tu bella alma se siguen adentrando en mi corazón, recordándome tus consejos, tu alegría. He de superarme y obtener logros cada día, para hacerte sentir orgullosa donde quiera que estés.
Sin discutir tanto con ese a quien llaman Dios, a quien una vez culpé de tu muerte. Pues el que todo lo puede no escuchó mis tantos rezos y te llevó, te alejó de mi lado. ¿Quién comprende la vida ciertamente? Si existe alguien, que me explique estos sucesos, tan tristes, tan dolientes. Porque sinceramente aun no hallo consuelo y me dirán que la vida sigue, y es cierto; pero cuan ardua es sin mi madre, ¿quien ocupa su lugar, sus abrazos, su calor sincero y único, cuándo lograré superarlo? Si es que se supera.
Tan solo he de seguir en esta cruel y fría vida, teniéndote en recuerdos y en mi corazón. Anhelando ocurra un milagro de poder verte aunque sea solo un minuto. ¡Un minuto! Tan solo verte, como cuando me arropabas en las noches, o al levantarme cada mañana. Deseo volver a apreciar tu sonrisa sincera, y es que es tan fuerte este dolor que puede más que yo. Te extraño tanto, si que te extraño.
Madre querida, he sufrido y sufro ante tu muerte, mas se que caminas a mi lado y ello me da fortalezas a seguir, por ti y por mi, por mi padre que ha cumplido tu deseo de mantenernos unidos a mi y a mis hermanos; y por ese amor de madre que es interminable, a casi 10 años de tu ida puedo comprobarlo, porque si aun estoy de pies, es por ese amor que me acompaña, tu eterno amor de madre.
Espero algún ángel lea esta carta y cumpla mi deseo de volver a vete.
Autor: Francisco J. Cartagena Mendez
El Jimagua