El perdón se ha convertido en un tema de interés científico, promovido por la psicología positiva, ya que influye en el bienestar del ser humano. En la dinámica del perdón, una de las partes se siente agredida, dañada o perjudicada por la otra, que, de forma intencionada o sin ánimo de haber transgredido ninguna norma o regla de convivencia, ha generado un malestar. Evidentemente, hay situaciones más difíciles de perdonar que otras, dependiendo del daño generado al perjudicado. No es comparable, por ejemplo, el perdón de un padre al asesino de su hijo al perdón que pueda merecer quien haya mentido o engañado.
Una investigación llevada a cabo en Argentina, en el año 2006, por la fallecida doctora en psicología María Martina Casullo indicó que las mujeres perdonan más que los hombres (95% frente al 88%, respectivamente). Ellas perdonan para ser perdonadas, y consideran el perdón como un indicador de inteligencia. Los hombres suelen perdonar para olvidar y poder seguir adelante.
Según Javier Camacho (2010), es importante saber que el perdón no tiene que ser necesariamente un acto verbal o una formalidad. Se trata de un estado mental que se consigue a partir del trabajo personal e individual, e implica lograr el desarrollo de una actitud comprensiva y flexible por parte de la persona ofendida; no incluye necesariamente que quien haya provocado el daño pida disculpas.
Guardar rencor causa más dolor y malestar físico a quien lo sufre que a la persona que lo lastimó, y a la vez, une más a estas personas de lo que el agredido quisiera. Por ello, el hecho de perdonar plantea beneficios como: 1. Niveles de estrés más bajos, al reducir las cantidades de cortisol y, por tanto, la ansiedad. 2. Sistema inmune más fuerte contra las infecciones. 3. Sistema cardiovascular más sano, a partir de ritmos cardiacos y presión arterial más bajos. 4. Descenso del dolor, tanto emocional como físico, reflejado en menor intensidad de malestares crónicos. 5. Restauración de patrones de sueño, gracias a la producción de serotonina. 6. Reducción de las probabilidades de padecer cáncer. 7. Mayor esperanza de vida.
Quien perdona se libera de un vínculo de apego negativo con aquella experiencia traumática, dando fin a un ciclo de dolor personal y abriendo la posibilidad a ser perdonado en otra ocasión.
Como dijo Buda: “Aferrarse a la ira es como tomar un carbón ardiente con la intención de arrojárselo a alguien; es uno quien se quema”.