Creo que es nostalgia, no supe dónde colocar esto, es tremendamente aburrido, pero solo sé que debía ser hoy.
Comenzó hace dos años cuando me separe del hogar, fue una cuidad distinta, personas distintas, escenarios completamente diferentes, al inicio fue duro adaptarse pero pronto todo comenzó a tomar orden, tenía nuevas amistades, en lo laboral en un inicio fue desesperante, pero ningún esfuerzo es en vano y pronto fui mejorando, hasta un breve romance tuve en ese lugar con un chico que en gran parte logro amenizar el escenario, era todo tan perfecto para ser real o al menos para que así permaneciera; de pronto ocurrió un problema y tuvieron que transferirnos, él dijo que todo estaría bien, que permaneceríamos juntos. Terminamos en ciudades distintas y hasta el día de hoy, jamás volvió a buscarme. Él no me amaba.
Un nuevo viaje y un lugar desconocido, eso pensé cuando llegue al nuevo destino, estaba molesta por todo lo ocurrido y me prometí hacer mi mayor esfuerzo para que esta vez nada saliera mal, nada me distraería del camino. Ahí lo conocí, debo decir (no para justificarme, sino porque esa era la única verdad) que jamás me intereso como un hombre, fuimos afines desde un inicio, solo fueron dos semanas que llevábamos conociéndonos, sabía que su madre había muerto y que tenía una relación codependiente con su novia, cosas que no a todos les decía, parecía que nos conocíamos desde siempre. Aquella tarde estaba tan cansada y ciertamente, cometí un error, recibí una enérgica llamada de atención, no me había dado cuenta que él estaba ahí cuando todo sucedió, y creí que como amigo me reconfortaría pero en vez de eso se burló, por segunda vez en el día volvía a errar, jamás terminas de conocer a una persona, mucho menos en solo dos semanas, estuve todo el día molesta con él, pero más conmigo porque me dolía su actitud y fui yo quien mal interpreto todo.
Por la noche llego a mi departamento, eso fue extraño porque creí que le había dejado en claro que no quería verlo más, pero fingía muy bien que nada lo desconcertaba y hacía lo que él quería, si él podía jugar ese juego, ¡yo también! Fuimos a una fiesta y en toda la noche ni siquiera platicamos, éramos compañeros de trabajo, solo eso. ¡Vaya!, el resto me cuesta describirlo, habían sido tantos cambios y este nuevo trabajo era a un más difícil, la depresión y el alcohol nunca han sido buenos compañeros; sabía que había tomado mucho y me despedí, jamás lo vi salir detrás de mí, me percate solo en el camino cuando coloco su chaqueta en mis hombros, ¡claro que la rechace!, caminamos por varios minutos sin hablar hasta que comenzó a interrogar, sabía que estaba molesta pero no comprendía porque, “¡Nada!” (la respuesta universal de que sin duda, algo pasa), ante su insistencia le confesé que había mal interpretado nuestra relación laboral pues lo creí en poco tiempo un amigo, ese era mi error no de él. Entonces se detuvo, me miro a los ojos, me sostuvo por los hombros y sin más dijo “¡no somos amigos!...” eso extrañamente me dolió, continuo “porque un amigo jamás haría esto”, me beso.
No estaba segura de que eso fuera lo correcto, no sabía si ese beso que entonces me daba y que duro apenas un breve segundo era lo que yo quería, pero pareció ser agua en medio del desierto, y yo tenía tanta sed. Omitiré tantas palabras, y solo agregare que a la mañana siguiente la resaca y yo no amanecimos solas, sabía que había hecho todo mal.
Los días que vinieron intente esquivarlo, pero entonces él comenzó a tener esos “accidentes”, como cuando su mano resbalaba hasta la mía, cuando su mano rosaba mi pierna, cuando se le olvidaba algo en la habitación en la que yo estaba, etc, etc. Él seguía con su novia y por lo que me había contado sabía que no la dejaría, yo no necesitaba una relación así. Fue insistente, persistente, se valió de tantas artimañas pero aun tambaleante me mantuve en mi postura, entonces termino con ella.
Era la media noche y estábamos en el trabajo, lo observe mirar tantas veces su reloj hasta que este marco la hora exacta del siguiente día y entonces se acercó me pidió que me pusiera de pie y me abrazo, “¡Feliz cumpleaños¡” susurro y luego canto a mi oído el tema de mi banda favorita y sustituyo el nombre de la chica por el mío (hasta el momento, no tolero escucharla), para la noche, de aquel mismo día preparo una reunión con nuestros amigos, jamás me sentí tan feliz, todo comenzaba a mejorar. Pero realmente jamás mejoraba, él ya había bebido lo suficiente y cuando fui a buscarlo… a un no sé cómo me sostuve; le dijo “porque los amigos no hacen esto” y la beso.
El mes entero fue un infierno, la chica a la que había besado no se le separaba ni un solo segundo, él no me dió ni una sola explicación, ¡Ja!, que tontería desayunabamos los tres juntos, comiamos los tres juntos y desaparecian a la hora de la cena, "¿Has notado que los dos llegan juntos y con la misma ropa de ayer?", ni esos comentarios me estremecieron tanto como cuando la vi llegar por un ultrasonido porque creía que estaba embarazada. Aquella gota no derramo el vaso, estallo el cristal.
Lo deje porque era obvió que no sentía nada por mi y porque yo no quería vivir así, ¡que hipocrita soy!, si me dolió tanto que se fuera. No duro ni un mes su relación, después del falso embarazo no toleraban estar en la misma habitación y yo tuve que respirar hondo cada vez que nos encontrabamos los tres en algun pasillo. Una vez más los "accidentes" iniciaron, su celular accidentalmente enviaba mensajes al mío, accidentalmente él se quedaba hasta tarde el día que me tocaba laborar, accidentalemente lucia molesto cada vez que algún otro hombre se me acercaba...
Nunca comprendí aquel dicho "Si amas a alguien dejalo ir, si vuelve es tuyo". ¿Mío?, yo no lo quería como pertenencía, le dí en todo momento la libertad de elegír, aun cuando las pruebas en las que nos puso siempre terminaban doliendome más a mí, creo que nunca comprendió realmento lo tanto que lo quería.
Fue un último intento, el desesperado que se hace cuando sabes que estas apunto de sumergirte para no volver a la superficie nunca más, aquella noche nos miramos a los ojos, no tolero el silencio y subio el volumen a aquella canción que tanto nos gustaba (ahora no creo que nos apetesca a ninguno), fueron tantas horas en esa posé hasta que roso mi mejilla, la beso, se levanto de la cama y escuche la puerta cerrarse detrás de él. Sabía que jamás lo volvería a ver. Él no me amaba, creo que jamás lo hizo, hoy es su cumpleaños y aunque no lo merece nunca lo olvido, pero estoy segura que esta será la última vez que escribo de él.
Disculpen, pero que buen deshaogo.
Comenzó hace dos años cuando me separe del hogar, fue una cuidad distinta, personas distintas, escenarios completamente diferentes, al inicio fue duro adaptarse pero pronto todo comenzó a tomar orden, tenía nuevas amistades, en lo laboral en un inicio fue desesperante, pero ningún esfuerzo es en vano y pronto fui mejorando, hasta un breve romance tuve en ese lugar con un chico que en gran parte logro amenizar el escenario, era todo tan perfecto para ser real o al menos para que así permaneciera; de pronto ocurrió un problema y tuvieron que transferirnos, él dijo que todo estaría bien, que permaneceríamos juntos. Terminamos en ciudades distintas y hasta el día de hoy, jamás volvió a buscarme. Él no me amaba.
Un nuevo viaje y un lugar desconocido, eso pensé cuando llegue al nuevo destino, estaba molesta por todo lo ocurrido y me prometí hacer mi mayor esfuerzo para que esta vez nada saliera mal, nada me distraería del camino. Ahí lo conocí, debo decir (no para justificarme, sino porque esa era la única verdad) que jamás me intereso como un hombre, fuimos afines desde un inicio, solo fueron dos semanas que llevábamos conociéndonos, sabía que su madre había muerto y que tenía una relación codependiente con su novia, cosas que no a todos les decía, parecía que nos conocíamos desde siempre. Aquella tarde estaba tan cansada y ciertamente, cometí un error, recibí una enérgica llamada de atención, no me había dado cuenta que él estaba ahí cuando todo sucedió, y creí que como amigo me reconfortaría pero en vez de eso se burló, por segunda vez en el día volvía a errar, jamás terminas de conocer a una persona, mucho menos en solo dos semanas, estuve todo el día molesta con él, pero más conmigo porque me dolía su actitud y fui yo quien mal interpreto todo.
Por la noche llego a mi departamento, eso fue extraño porque creí que le había dejado en claro que no quería verlo más, pero fingía muy bien que nada lo desconcertaba y hacía lo que él quería, si él podía jugar ese juego, ¡yo también! Fuimos a una fiesta y en toda la noche ni siquiera platicamos, éramos compañeros de trabajo, solo eso. ¡Vaya!, el resto me cuesta describirlo, habían sido tantos cambios y este nuevo trabajo era a un más difícil, la depresión y el alcohol nunca han sido buenos compañeros; sabía que había tomado mucho y me despedí, jamás lo vi salir detrás de mí, me percate solo en el camino cuando coloco su chaqueta en mis hombros, ¡claro que la rechace!, caminamos por varios minutos sin hablar hasta que comenzó a interrogar, sabía que estaba molesta pero no comprendía porque, “¡Nada!” (la respuesta universal de que sin duda, algo pasa), ante su insistencia le confesé que había mal interpretado nuestra relación laboral pues lo creí en poco tiempo un amigo, ese era mi error no de él. Entonces se detuvo, me miro a los ojos, me sostuvo por los hombros y sin más dijo “¡no somos amigos!...” eso extrañamente me dolió, continuo “porque un amigo jamás haría esto”, me beso.
No estaba segura de que eso fuera lo correcto, no sabía si ese beso que entonces me daba y que duro apenas un breve segundo era lo que yo quería, pero pareció ser agua en medio del desierto, y yo tenía tanta sed. Omitiré tantas palabras, y solo agregare que a la mañana siguiente la resaca y yo no amanecimos solas, sabía que había hecho todo mal.
Los días que vinieron intente esquivarlo, pero entonces él comenzó a tener esos “accidentes”, como cuando su mano resbalaba hasta la mía, cuando su mano rosaba mi pierna, cuando se le olvidaba algo en la habitación en la que yo estaba, etc, etc. Él seguía con su novia y por lo que me había contado sabía que no la dejaría, yo no necesitaba una relación así. Fue insistente, persistente, se valió de tantas artimañas pero aun tambaleante me mantuve en mi postura, entonces termino con ella.
Era la media noche y estábamos en el trabajo, lo observe mirar tantas veces su reloj hasta que este marco la hora exacta del siguiente día y entonces se acercó me pidió que me pusiera de pie y me abrazo, “¡Feliz cumpleaños¡” susurro y luego canto a mi oído el tema de mi banda favorita y sustituyo el nombre de la chica por el mío (hasta el momento, no tolero escucharla), para la noche, de aquel mismo día preparo una reunión con nuestros amigos, jamás me sentí tan feliz, todo comenzaba a mejorar. Pero realmente jamás mejoraba, él ya había bebido lo suficiente y cuando fui a buscarlo… a un no sé cómo me sostuve; le dijo “porque los amigos no hacen esto” y la beso.
El mes entero fue un infierno, la chica a la que había besado no se le separaba ni un solo segundo, él no me dió ni una sola explicación, ¡Ja!, que tontería desayunabamos los tres juntos, comiamos los tres juntos y desaparecian a la hora de la cena, "¿Has notado que los dos llegan juntos y con la misma ropa de ayer?", ni esos comentarios me estremecieron tanto como cuando la vi llegar por un ultrasonido porque creía que estaba embarazada. Aquella gota no derramo el vaso, estallo el cristal.
Lo deje porque era obvió que no sentía nada por mi y porque yo no quería vivir así, ¡que hipocrita soy!, si me dolió tanto que se fuera. No duro ni un mes su relación, después del falso embarazo no toleraban estar en la misma habitación y yo tuve que respirar hondo cada vez que nos encontrabamos los tres en algun pasillo. Una vez más los "accidentes" iniciaron, su celular accidentalmente enviaba mensajes al mío, accidentalmente él se quedaba hasta tarde el día que me tocaba laborar, accidentalemente lucia molesto cada vez que algún otro hombre se me acercaba...
Nunca comprendí aquel dicho "Si amas a alguien dejalo ir, si vuelve es tuyo". ¿Mío?, yo no lo quería como pertenencía, le dí en todo momento la libertad de elegír, aun cuando las pruebas en las que nos puso siempre terminaban doliendome más a mí, creo que nunca comprendió realmento lo tanto que lo quería.
Fue un último intento, el desesperado que se hace cuando sabes que estas apunto de sumergirte para no volver a la superficie nunca más, aquella noche nos miramos a los ojos, no tolero el silencio y subio el volumen a aquella canción que tanto nos gustaba (ahora no creo que nos apetesca a ninguno), fueron tantas horas en esa posé hasta que roso mi mejilla, la beso, se levanto de la cama y escuche la puerta cerrarse detrás de él. Sabía que jamás lo volvería a ver. Él no me amaba, creo que jamás lo hizo, hoy es su cumpleaños y aunque no lo merece nunca lo olvido, pero estoy segura que esta será la última vez que escribo de él.
Disculpen, pero que buen deshaogo.