Es tiempo de abandonar la queja y la cháchara pesimista reiterativa y sin sentido y empezar a tomar la responsabilidad de los cambios positivos de nuestra vida, dejar de vivir “en automático” y encontrar aquellas herramientas que nos sirvan para esa evolución que anhelamos, pero que muchas veces no perseveramos en alcanzar. Quizás sea más fácil soñar con algo que hacerlo realidad… Quizás prefiramos simplemente la comodidad de soñar……. que poner todo nuestro esfuerzo en probar las mieles de aquello que tanto promete… al menos en nuestras quimeras…
Sin darnos cuenta, la mayoría de las veces, nos dejamos arrastrar por el pesimismo o victimismo que pulula en el aire como una sanguijuela…… Entonces es tiempo de pararse y de tomar conciencia de nuestra forma de actuar. Es tiempo de “contagiarse” de la actitud ejemplar del pueblo japonés ante la desdicha. De cómo no muestran su desgarrante dolor en público por respeto a los demás, ya que según sus arraigadas costumbres, esas muestras de pesar afectarían nocivamente a la gente que estuviera a su alrededor. ¡Se acabó eso de hacer un circo con la leña del árbol caido! ¡La dignidad del samurai prevalece en la sangre de su descendencia!
Cuando alguien se queja de que “todo le pasa a él”, ahí está el ejemplo silencioso de Japón. Es cierto que hay situaciones muy dolorosas y desbordantes, pero también es real que hay herramientas para superar dichas pruebas de la vida. Si aceptamos que todo lo que nos ocurre es “aprendizaje” quizás tengamos más fuerzas para enfrentarnos a “lo que cada día trae la marea”…
Quizás nuestra falta de preparación para la adversidad radique en, de una manera inconsciente, querer ignorar lo “no placentero de la vida”, caer en el hedonismo, sin darnos cuenta de que los contratiempos son asignaturas obligatorias para todos y que madurar implica romper nuestra adicción a la armonía y participar con entereza en las tensiones del mundo.
Desde aquí una llamada de atención a los valores en los que educamos a nuestros niños. Sobreprotegerles y mimarles en exceso cubriéndoles de regalos para justificar nuestras ausencias solo les traerán penurias a la larga. Es una tarea complicada la de enseñar a los niños a caminar por la vida, pero los padres traen consigo la sabiduría de sus ancestros y sabrán encontrar la manera de verdaderamente hacer crecer a las generaciones futuras con fortaleza ante su camino iniciático.
La vida es la maestra que nos enseña a lo largo de todas las etapas qué tenemos que superar. Miremos donde miremos, ahí aparece una señal que nos indica un mensaje, cómo reaccionemos ante ese estímulo es ya elección de cada cual. El camino es solitario e independiente, aunque todos formemos parte de una gran red, de un macrocosmos, colectivo, somos seres individuales en nuestro microcosmos personal y tenemos libertad de decisión sobre cómo queremos que sea nuestro presente.
Prácticas como reiki, cristaloterapia, canto, masaje de sonido y un amplio abanico de herramientas nos ayudan a detectar bloqueos emocionales relacionados con sentimientos de la infancia, adolescencia y madurez no procesados. Se trata de “energía estancada” relacionada con cargas psicológicas como el stress y el miedo que una vez percibida, expresada y liberada nos hará sentir más ligeros para tomar las riendas de nuestra vida.
Dicen que ahí donde ponemos nuestra atención, ponemos nuestra energía, nuestra fuerza, si decidiéramos ponerlo en lo positivo, en lo que nos hace sentir bien, conectaríamos con esa plenitud que está dentro de nosotros, de todos y de cada uno. La transformación se habría realizado, habríamos salido de la crisálida y ya seríamos una mariposa con opción al vuelo y al néctar de las flores.
MARIA CICUENDEZ LUNA
PERIODISTA
Sin darnos cuenta, la mayoría de las veces, nos dejamos arrastrar por el pesimismo o victimismo que pulula en el aire como una sanguijuela…… Entonces es tiempo de pararse y de tomar conciencia de nuestra forma de actuar. Es tiempo de “contagiarse” de la actitud ejemplar del pueblo japonés ante la desdicha. De cómo no muestran su desgarrante dolor en público por respeto a los demás, ya que según sus arraigadas costumbres, esas muestras de pesar afectarían nocivamente a la gente que estuviera a su alrededor. ¡Se acabó eso de hacer un circo con la leña del árbol caido! ¡La dignidad del samurai prevalece en la sangre de su descendencia!
Cuando alguien se queja de que “todo le pasa a él”, ahí está el ejemplo silencioso de Japón. Es cierto que hay situaciones muy dolorosas y desbordantes, pero también es real que hay herramientas para superar dichas pruebas de la vida. Si aceptamos que todo lo que nos ocurre es “aprendizaje” quizás tengamos más fuerzas para enfrentarnos a “lo que cada día trae la marea”…
Quizás nuestra falta de preparación para la adversidad radique en, de una manera inconsciente, querer ignorar lo “no placentero de la vida”, caer en el hedonismo, sin darnos cuenta de que los contratiempos son asignaturas obligatorias para todos y que madurar implica romper nuestra adicción a la armonía y participar con entereza en las tensiones del mundo.
Desde aquí una llamada de atención a los valores en los que educamos a nuestros niños. Sobreprotegerles y mimarles en exceso cubriéndoles de regalos para justificar nuestras ausencias solo les traerán penurias a la larga. Es una tarea complicada la de enseñar a los niños a caminar por la vida, pero los padres traen consigo la sabiduría de sus ancestros y sabrán encontrar la manera de verdaderamente hacer crecer a las generaciones futuras con fortaleza ante su camino iniciático.
La vida es la maestra que nos enseña a lo largo de todas las etapas qué tenemos que superar. Miremos donde miremos, ahí aparece una señal que nos indica un mensaje, cómo reaccionemos ante ese estímulo es ya elección de cada cual. El camino es solitario e independiente, aunque todos formemos parte de una gran red, de un macrocosmos, colectivo, somos seres individuales en nuestro microcosmos personal y tenemos libertad de decisión sobre cómo queremos que sea nuestro presente.
Prácticas como reiki, cristaloterapia, canto, masaje de sonido y un amplio abanico de herramientas nos ayudan a detectar bloqueos emocionales relacionados con sentimientos de la infancia, adolescencia y madurez no procesados. Se trata de “energía estancada” relacionada con cargas psicológicas como el stress y el miedo que una vez percibida, expresada y liberada nos hará sentir más ligeros para tomar las riendas de nuestra vida.
Dicen que ahí donde ponemos nuestra atención, ponemos nuestra energía, nuestra fuerza, si decidiéramos ponerlo en lo positivo, en lo que nos hace sentir bien, conectaríamos con esa plenitud que está dentro de nosotros, de todos y de cada uno. La transformación se habría realizado, habríamos salido de la crisálida y ya seríamos una mariposa con opción al vuelo y al néctar de las flores.
MARIA CICUENDEZ LUNA
PERIODISTA