Índice
"Las Patronas’, como se les conoce a estas luchadoras, esperan pacientes el paso de ‘La Bestia’ para aventar botes con agua y bolsas con un poco de comida; ropa y medicinas de vez en cuando van incluidos.
Son un grupo de 14 personas que desde hace más de 20 años apoyan a centroamericanos colgados en el tren con el sueño de llegar a Estados Unidos.
Malena Vázquez es una de esas mujeres que están al pendiente del paso de los viajeros. En entrevista con Diario de México USA, platicó cómo es un día en la comunidad que despierta sólo para ayudar: “Nosotras sabemos que en el tren vienen los migrantes y nos necesitan.
Desde temprano nos levantamos y preparamos comida para ellos. Vienen de lejos y aún les falta camino”.
Con su labor han logrado que los reflectores volteen los ojos hacia los indocumentados en su paso por México.
“No tenemos dinero, sembramos en una hortaliza, tenemos verduras para poder cocinar”, agrega Malena.
‘Las Patronas’ defienden los derechos humanos de sus hermanos al darles un poco de seguridad, valor y no permitir que la policía los extorsione o mande de regreso a su país.
Male, como la conocen en la comunidad, tiene 18 años de su vida dedicada a esta labor que le deja la satisfacción de ayudar. Por eso se siente orgullosa de que su grupo haya recibido el sábado en Morelos el Premio Nacional de Derechos Humanos Sergio Méndez Arceo: “Es algo que nos ayuda a seguir brindando este apoyo. Que se sepa que ya no estamos haciéndolo solas y que hay gente que ya se dio cuenta y nos admira”, dijo.
“Sólo tratamos de darles esperanza. Salen de sus países para buscar una mejora en sus familias así que esto como dicen mis compañeras es un llamado que Dios nos hace para ayudar a hacerles menos pesado todo”, agregó la defensora.
Tras confesar que ha estado a punto de renunciar a su labor por falta de recursos, asegura que los mara-salvatrucha son un problema menor para los aventureros pues en nuestro país viven un infierno al caer en manos de sicarios, la migra y la policía ‘extorsionadora’.
Recuerda que en una ocasión auxilió a un hombre que iba amputado de una pierna pero por más que le insistió para que se quedara, se fue a bordo del tren del sueño americano después de ser atendido.
Tampoco olvida cuando otro apuñalado en agradecimiento por su ayuda, decidió trabajar tres años en el campo; ahora vive en Oregon. Logró llegar.
En esta tierra veracruzana de la que dicen “ya no sirve para nada”, se dan las mujeres valientes que luchan todavía por la integridad y supervivencia de los seres vivos. Un premio bien ganado que se entrega sólo a combatientes sociales que de manera independiente e incansable se comprometen con los derechos humanos.
Son un grupo de 14 personas que desde hace más de 20 años apoyan a centroamericanos colgados en el tren con el sueño de llegar a Estados Unidos.
Malena Vázquez es una de esas mujeres que están al pendiente del paso de los viajeros. En entrevista con Diario de México USA, platicó cómo es un día en la comunidad que despierta sólo para ayudar: “Nosotras sabemos que en el tren vienen los migrantes y nos necesitan.
Desde temprano nos levantamos y preparamos comida para ellos. Vienen de lejos y aún les falta camino”.
Con su labor han logrado que los reflectores volteen los ojos hacia los indocumentados en su paso por México.
“No tenemos dinero, sembramos en una hortaliza, tenemos verduras para poder cocinar”, agrega Malena.
‘Las Patronas’ defienden los derechos humanos de sus hermanos al darles un poco de seguridad, valor y no permitir que la policía los extorsione o mande de regreso a su país.
Male, como la conocen en la comunidad, tiene 18 años de su vida dedicada a esta labor que le deja la satisfacción de ayudar. Por eso se siente orgullosa de que su grupo haya recibido el sábado en Morelos el Premio Nacional de Derechos Humanos Sergio Méndez Arceo: “Es algo que nos ayuda a seguir brindando este apoyo. Que se sepa que ya no estamos haciéndolo solas y que hay gente que ya se dio cuenta y nos admira”, dijo.
“Sólo tratamos de darles esperanza. Salen de sus países para buscar una mejora en sus familias así que esto como dicen mis compañeras es un llamado que Dios nos hace para ayudar a hacerles menos pesado todo”, agregó la defensora.
Tras confesar que ha estado a punto de renunciar a su labor por falta de recursos, asegura que los mara-salvatrucha son un problema menor para los aventureros pues en nuestro país viven un infierno al caer en manos de sicarios, la migra y la policía ‘extorsionadora’.
Recuerda que en una ocasión auxilió a un hombre que iba amputado de una pierna pero por más que le insistió para que se quedara, se fue a bordo del tren del sueño americano después de ser atendido.
Tampoco olvida cuando otro apuñalado en agradecimiento por su ayuda, decidió trabajar tres años en el campo; ahora vive en Oregon. Logró llegar.
En esta tierra veracruzana de la que dicen “ya no sirve para nada”, se dan las mujeres valientes que luchan todavía por la integridad y supervivencia de los seres vivos. Un premio bien ganado que se entrega sólo a combatientes sociales que de manera independiente e incansable se comprometen con los derechos humanos.
