,"Dicen que el amor no sabe de leyes ni reglas, dicen que cuando eres bendecido con el amor, no puedes escapar de él.
Para algunos el amor es cosa de cuento, pero para otros el amor es irremplazable tanto como respirar..."
...Cada vez que él la miraba por esa ventana, no podía creer la belleza de aquella mujer, sus bellos ojos azulados, su brillante cabello, y esa sonrisa que iluminaba hasta el más oscuro de los días.
Era costumbre de él mirar hacia la ventana, mientras ella frente al espejo peinaba su rizado cabello.
Cada día era la misma rutina, él en aquel jardín, y ella en su habitación.
Cada vez que terminaba de peinarse, la bella joven se acercaba a la ventana y le daba los buenos días a ese bello rosal, que parecía sonreirle.
El rosal esperaba siempre ese saludo, para él no era rutina, era la fuerza que necesitaba para vivir.
Aquel rosal la amaba, desde la primera vez que la vió aparecer frente a la ventana.
Todos los días le regalaba 29 rosas, con las que ella adornaba su habitación, y mágicamente las rosas algunos días eran blancas y otros días eran rojas.
En ningún otro lugar las rosas eran más bellas que en ese jardín.
Aquel rosal crecía fuerte y vigoroso como queriendo alcanzar la ventana.
Para el rosal no existía nada más importante que esa bella mujer, y así pasaban los días de aquel enamorado...
Una mañana la ventana de aquella habitación permaneció cerrada, el rosal apenado y extrañado, esperó y esperó pero aquella ventana seguía cerrada.
Muy congojado, dejó que sus rosas se marchitaran en él. Ya no era el mismo rosal bello y fuerte que adornaba aquel jardín, ya ni siquiera nacían de él sus preciosas rosas, y las que nacían se deshojaban con facilidad, como cual lágrima cae por las mejillas de alguien que llora a mares.
Lo que el rosal no sabía era que aquella dama tenía una grave enfermedad, y cada día era una lucha constante por vivir.
Ya no era la radiante mujer de antaño, su rostro estaba demacrado, sus mejillas antes sonrosadas, ahora permanecían pálidas.
Ya no eran los mismos ojos azules, ahora a cada segundo se apagaban más y más.
Y La suerte estaba echada, ya ninguna cura había para ella.
Un día, la mujer pidió acercarse a la ventana por última vez.
Pese a lo débil que estaba, nadie fue capaz de negar aquella voluntad.
Cuidadosamente la llevaron al borde de la ventana, de inmediato la suave brisa saludó aquel rostro, y ella inhaló profundamente, llenando sus pulmones de aquel aire matinal.
Los rayos del sol revitalizaron aquel cabello regresando el brillo perdido.
Y así fué como el rosal pudo verla nuevamente, él ya no era aquel bello rosal que la mujer conocía.
Pero mágicamente de un segundo a otro, del rosal nacieron las más grandes rosas que jamás nunca habían crecido en el mundo.
Esa fue la manera de demostrarle su amor y alegría al verla.
Ella al ver aquella mágica obra, sonriendo le dió sus buenos días y esta vez agregó un gracias.
Por un momento su bello rostro fue radiante como los días pasados, y el rosal la amó mas que nunca antes.
Y esa fué la última voluntad de la mujer en esta vida.
Ese mismo día ella dejó este mundo, no sin antes pedir que la despidieran con un ramo de aquellas hermosas rosas.
Y fue la abuela de la joven, quien bañada en llanto cortó cada una de las 29 rosas.
El rosal fué quedando despojado y mientras era bañado con las lágrimas de la anciana, comprendió todo lo ocurrido con su amada, y al ser cortada aquella última rosa, el rosal se entregó a la muerte.
La abuela cumpliendo la voluntad de su nieta, deposito en su pecho el ramo de 29 rosas, y así tal cual ese día, se mantienen aún sin marchitar...
"El paradero de esa tumba nadie lo sabe, puede estar en cualquier parte.
En esta ciudad o en otra, o quizás más allá del mar...Quien sabe.
Pero se dice que en aquella tumba, ha nacido un nuevo rosal, más grande que ninguno en el mundo, y que nunca marchita sus rosas.
Permanece fuerte y orgulloso, mientras vigila celosamente el cuerpo de su amada , quien junto al mágico ramo de 29 rosas, se mantiene sin corromper y así estará por siempre.
Porque el verdadero amor es así, una vez que florece nunca marchita, en cualquier sitio y en cualquier lugar, y para cualquier ser
Como lo fué incluso para un rosal..."