Querida amiga:
Sé que estás sufriendo a causa del trato que te da tu marido. Tal vez ni te das cuenta de que eres una mujer maltratada, y yo quiero ayudarte. ¿Me dejas?.
Mis palabras pensarás en principio que te hacen daño y seguramente dejarás de leer en algún momento; pero volverás a hacerlo, porque en el fondo sabes que tengo razón.
Crees que te quiere a pesar de sus insultos, de sus amenazas, de sus golpes y de sus desprecios, porque después llora, dice que se arrepiente, que no sabe qué le pasa y te pide perdón, prometiéndote que nunca más lo volverá a hacer. Cuando le oyes decir que te quiere, tu sensibilidad sale y lloráis juntos abrazados, incluso piensas que tú tuviste parte de culpa, porque en cierta forma lo provocaste al llevarle la contraria o al reprocharle que llegó tarde o que bebió demasiado. Llegas a compadecerlo pensando que fuiste injusta, porque es un buen hombre, pero no está bien, algo le pasa en su cabeza.
Pasan unos días tranquilos y vuelve a suceder y vuelves a pensar que todo iba bien y que lo estropeaste, porque si hubieses estado como aquellos días, en que no te quejabas ni protestabas, todo hubiese seguido igual.
No te das cuenta de que no tienes culpa alguna. No hay nada que justifique una paliza, ni hay nada que justifique la humillación, ni hay nada que justifique un trato así. Aun en el caso de que tú hubieses hecho algo mal, no sería justificable. ¿O acaso tú haces lo mismo con él?. Como mucho, sólo te defiendes; pero casi ni a eso llegas.
Tu cara refleja sufrimiento, triste, con ojeras, y ese nerviosismo que te acompaña es producto del miedo, miedo a que en cualquier momento explote de nuevo; estás en alerta constante.
No te dejes maltratar más, por favor. Ni tú ni nadie lo merece, y quien pega una vez pega dos y tres y cuatro..., y quien insulta, amenaza, controla tu vida, te veja,...no cambia, lo repetirá. No puedes permitirlo, amiga. Tu vida es muy valiosa y puedes encontrar la paz y la alegría que te faltan.
Si no eres capaz de dar el paso de dejarlo para siempre -porque para siempre tiene que ser, pues de otra forma volverás a lo mismo-, busca ayuda en profesionales o, al menos, consúltales. No necesitas dinero: te atenderán gratuitamente.
Piensa también en tus hijos, que están viviendo esa pesadilla de ver a su padre atacando a su madre. Ellos sufren también, y es muy posible que en un futuro tu hija sea una mujer maltratada y tu hijo un maltratador, porque esas conductas se aprenden.
Piensa en ti. No aguantes más. Tu vida puede ser muy diferente o seguir así. Tú decides.
No tengas vergüenza, porque nadie se va a asustar; no eres la única a quien le sucede. Lo vergonzoso es el comportamiento de él.
Te va a costar, amiga mía, pero te aseguro que ese esfuerzo merece la pena: imagínate un futuro sin miedo, sin gritos, con tranquilidad. Te lo mereces.
Sé que estás sufriendo a causa del trato que te da tu marido. Tal vez ni te das cuenta de que eres una mujer maltratada, y yo quiero ayudarte. ¿Me dejas?.
Mis palabras pensarás en principio que te hacen daño y seguramente dejarás de leer en algún momento; pero volverás a hacerlo, porque en el fondo sabes que tengo razón.
Crees que te quiere a pesar de sus insultos, de sus amenazas, de sus golpes y de sus desprecios, porque después llora, dice que se arrepiente, que no sabe qué le pasa y te pide perdón, prometiéndote que nunca más lo volverá a hacer. Cuando le oyes decir que te quiere, tu sensibilidad sale y lloráis juntos abrazados, incluso piensas que tú tuviste parte de culpa, porque en cierta forma lo provocaste al llevarle la contraria o al reprocharle que llegó tarde o que bebió demasiado. Llegas a compadecerlo pensando que fuiste injusta, porque es un buen hombre, pero no está bien, algo le pasa en su cabeza.
Pasan unos días tranquilos y vuelve a suceder y vuelves a pensar que todo iba bien y que lo estropeaste, porque si hubieses estado como aquellos días, en que no te quejabas ni protestabas, todo hubiese seguido igual.
No te das cuenta de que no tienes culpa alguna. No hay nada que justifique una paliza, ni hay nada que justifique la humillación, ni hay nada que justifique un trato así. Aun en el caso de que tú hubieses hecho algo mal, no sería justificable. ¿O acaso tú haces lo mismo con él?. Como mucho, sólo te defiendes; pero casi ni a eso llegas.
Tu cara refleja sufrimiento, triste, con ojeras, y ese nerviosismo que te acompaña es producto del miedo, miedo a que en cualquier momento explote de nuevo; estás en alerta constante.
No te dejes maltratar más, por favor. Ni tú ni nadie lo merece, y quien pega una vez pega dos y tres y cuatro..., y quien insulta, amenaza, controla tu vida, te veja,...no cambia, lo repetirá. No puedes permitirlo, amiga. Tu vida es muy valiosa y puedes encontrar la paz y la alegría que te faltan.
Si no eres capaz de dar el paso de dejarlo para siempre -porque para siempre tiene que ser, pues de otra forma volverás a lo mismo-, busca ayuda en profesionales o, al menos, consúltales. No necesitas dinero: te atenderán gratuitamente.
Piensa también en tus hijos, que están viviendo esa pesadilla de ver a su padre atacando a su madre. Ellos sufren también, y es muy posible que en un futuro tu hija sea una mujer maltratada y tu hijo un maltratador, porque esas conductas se aprenden.
Piensa en ti. No aguantes más. Tu vida puede ser muy diferente o seguir así. Tú decides.
No tengas vergüenza, porque nadie se va a asustar; no eres la única a quien le sucede. Lo vergonzoso es el comportamiento de él.
Te va a costar, amiga mía, pero te aseguro que ese esfuerzo merece la pena: imagínate un futuro sin miedo, sin gritos, con tranquilidad. Te lo mereces.