He aquí una breve explicación de la concepción freudiana del chiste, como mecanismo de liberación de represiones del inconsciente... ¡y a contar chistes se dijo!
Sigmund Freud escribió el libro El chiste y su relación con el inconsciente, cuando en medio de su investigación de los sueños, le resultó llamativa la similitud entre las estructuras de los chistes y las asociaciones que se hacen en los sueños. En el libro, Freud explica cómo el chiste, al igual que los sueños, constituyen un sistema de descarga para expresar los pensamientos y deseos más profundos.
Para Freud, el chiste constituye una puerta de entrada a lo inconsciente; aunque mantiene semejanzas con el humor y la comicidad, en tanto que los tres tienen efecto risible y placentero, el chiste goza de unas características específicas, tales como la técnica y la tendencia.
El chiste nos libera de tener que reprimir ciertas ideas o sentimientos que no son fácil aceptar, por ejemplo la muerte de alguien. Freud pone el ejemplo de un funeral, donde una persona hace un chiste sobre la persona fallecida, no por burlarse de él, sino como un mecanismo para evadir el sentimiento de dolor que le causa la muerte del ser querido.
Así funcionan los chistes
Para liberar una represión mediante el chiste, existe un obstáculo interno y uno externo. El interno está dado por un sentimiento íntimo generado antes o durante el hecho en cuestión. El obstáculo externo puede ser algún poder superior u otra persona, a la cual va dirigido el agravio. Aquí entra a tener pertinencia el componente social, si se logra contar el chiste obteniendo aceptación social por medio de la risa generalizada, se habrá liberado exitosamente la presión porque se habrá expresado una opinión inconsciente sin necesidad de causar agravios.
La pertinencia, validez y gracia de un chiste está determinada por su capacidad de extraer ciertas represiones del subconsciente, mediante representaciones, juegos de palabras, imágenes verbales, entre otras expresiones que hacen juegan con el reconocimiento y el recuerdo, acciones que tienen lugar en e inconsciente.
Decir un chiste en el momento preciso tiene mucha más efectividad porque se presenta una identificación colectiva con un sentimiento específico. Si en un momento determinado un grupo de personas siente pudor u odio, por ejemplo, contar un chiste que ponga en evidencia esa situación o ponga en ridículo a la persona objeto de odio, será más gracioso que si se cuenta en otro contexto, precisamente porque es el punto máximo de liberación de represión del inconsciente. Una vez se ha realizado toda la descarga represiva del inconsciente, el chiste pierde su gracia.
El chiste y la audiencia
El chiste genera la misma reacción en el oyente, una liberación de represiones del inconsciente, sobre todo con el chiste tendencioso, aquel que acude a la ironía, la obscenidad o la sátira y tiene como fin la agresión o la provocación.
Según Freud, los chistes que apelan a la desnudez, también llamados chistes verdes, son una manera de liberar la presión de la libido del inconsciente; para que tenga más efectividad es necesario que en la audiencia haya al menos otro hombre y una mujer, el rechazo femenino es lo que hace más gracioso.
De igual manera ocurre con los chistes políticos o religiosos. Acuden al ridículo para expresar pensamientos previos que se tienen acerca del tema y buscan identificación por parte de la audiencia para poder expresar pensamientos reprimidos mediante la burla.
La función de la risa
Hacer un chiste genera placer porque reduce el gasto psíquico que genera la represión, generada por lo que no podemos expresar. La risa en los oyentes es la descarga final, genera excitación anímica y alivia la represión que se tiene en el inconsciente. La risa para Freud es una suerte de camino terapéutico para liberar cargas.
La risa que se produce en los oyentes es muestra de complicidad del contexto planteado por el chiste, es una forma de aceptación social de lo expresado en el chiste, en muchos casos es una muestra de identificación con lo dicho. Por medio de la risa se libera finalmente la presión inconsciente de todo el grupo y por eso se genera el placer.
Fuente: Fiscia
Para Freud, el chiste constituye una puerta de entrada a lo inconsciente; aunque mantiene semejanzas con el humor y la comicidad, en tanto que los tres tienen efecto risible y placentero, el chiste goza de unas características específicas, tales como la técnica y la tendencia.
El chiste nos libera de tener que reprimir ciertas ideas o sentimientos que no son fácil aceptar, por ejemplo la muerte de alguien. Freud pone el ejemplo de un funeral, donde una persona hace un chiste sobre la persona fallecida, no por burlarse de él, sino como un mecanismo para evadir el sentimiento de dolor que le causa la muerte del ser querido.
Así funcionan los chistes
Para liberar una represión mediante el chiste, existe un obstáculo interno y uno externo. El interno está dado por un sentimiento íntimo generado antes o durante el hecho en cuestión. El obstáculo externo puede ser algún poder superior u otra persona, a la cual va dirigido el agravio. Aquí entra a tener pertinencia el componente social, si se logra contar el chiste obteniendo aceptación social por medio de la risa generalizada, se habrá liberado exitosamente la presión porque se habrá expresado una opinión inconsciente sin necesidad de causar agravios.
La pertinencia, validez y gracia de un chiste está determinada por su capacidad de extraer ciertas represiones del subconsciente, mediante representaciones, juegos de palabras, imágenes verbales, entre otras expresiones que hacen juegan con el reconocimiento y el recuerdo, acciones que tienen lugar en e inconsciente.
Decir un chiste en el momento preciso tiene mucha más efectividad porque se presenta una identificación colectiva con un sentimiento específico. Si en un momento determinado un grupo de personas siente pudor u odio, por ejemplo, contar un chiste que ponga en evidencia esa situación o ponga en ridículo a la persona objeto de odio, será más gracioso que si se cuenta en otro contexto, precisamente porque es el punto máximo de liberación de represión del inconsciente. Una vez se ha realizado toda la descarga represiva del inconsciente, el chiste pierde su gracia.
El chiste y la audiencia
El chiste genera la misma reacción en el oyente, una liberación de represiones del inconsciente, sobre todo con el chiste tendencioso, aquel que acude a la ironía, la obscenidad o la sátira y tiene como fin la agresión o la provocación.
Según Freud, los chistes que apelan a la desnudez, también llamados chistes verdes, son una manera de liberar la presión de la libido del inconsciente; para que tenga más efectividad es necesario que en la audiencia haya al menos otro hombre y una mujer, el rechazo femenino es lo que hace más gracioso.
De igual manera ocurre con los chistes políticos o religiosos. Acuden al ridículo para expresar pensamientos previos que se tienen acerca del tema y buscan identificación por parte de la audiencia para poder expresar pensamientos reprimidos mediante la burla.
La función de la risa
Hacer un chiste genera placer porque reduce el gasto psíquico que genera la represión, generada por lo que no podemos expresar. La risa en los oyentes es la descarga final, genera excitación anímica y alivia la represión que se tiene en el inconsciente. La risa para Freud es una suerte de camino terapéutico para liberar cargas.
La risa que se produce en los oyentes es muestra de complicidad del contexto planteado por el chiste, es una forma de aceptación social de lo expresado en el chiste, en muchos casos es una muestra de identificación con lo dicho. Por medio de la risa se libera finalmente la presión inconsciente de todo el grupo y por eso se genera el placer.
Fuente: Fiscia