…¡Pero no se lo digas a nadie! .
El chisme es un hábito frecuente en muchos y ocasional en otros, pero sin lugar a dudas todos lo hemos practicado. Se “chismea” a nivel familiar, social y profesional. Se practica desde la niñez hasta la edad adulta, y sin distinción de sexo, credo o religión. Afirmar quién es más chismoso, si el hombre o la mujer, es un gran reto. Pero puedo asegurarte que los hombres no nos quedamos atrás. ¡Nos encanta el chisme!
Aunque muchos lo nieguen, la mayoría de las personas disfrutan de la sensación de contar o escuchar un rumor en el que esté involucrado algún conocido. Por eso los programas que tienen actualmente más audiencia, son los de chismes y escándalos de los famosos.
Escuchar un chisme puede ser una actividad relajante y hasta divertida: “-¿A que no sabes a quién me encontré y con quién?” “-¿Qué crees que me dijo tu amiga cuando la vi?”, y como ésas, tantas cosas que compartimos con ligereza y hasta con cierto gusto.
Justificado por ciertos sociólogos, el chisme es como un pegamento, es una poderosa arma que puede hacer que estemos dentro o fuera de un círculo social.
Pudiera parecer algo increíble, pero un estudio realizado por el doctor Robin Dubar, llegó a la conclusión de que cuando estamos chismeando secretamos endorfinas, que son consideradas como las hormonas de la felicidad, ya que combaten malestares y disminuyen el dolor. Por lo tanto, chismear puede tener para muchos el mismo efecto que se tiene al reír a carcajadas, o disfrutar ciertos alimentos como el chocolate.
Dime qué criticas y te diré de qué careces –dice el refrán-. Ese es precisamente el mismo principio que se aplica a los chismes, ya que el temor de enfrentarnos a nuestra propia realidad nos hace ver sólo lo que sucede a nuestro alrededor. Es mejor criticar lo que pasa a mi lado que lo que sucede dentro de mí. Por lo tanto, el fenómeno del chisme como apetecible objeto de consumo, es un claro reflejo de la incapacidad para mirarnos a nosotros mismos y resolver nuestra propia vida.
Por supuesto que es más fácil huir de la realidad, interfiriendo en la imagen y en las decisiones de otros, que enfrentar nuestros propios demonios y la responsabilidad de transformar nuestra propia existencia. Por otra parte, no olvidemos que la envidia es un factor clave en muchas personas que practican el hábito de hablar de los demás: “-Es más fácil criticarte y juzgarte buscando razones por las cuales a ti te va bien y a mí no”.
¿Cómo reaccionar cuando estás en una reunión y literalmente se están comiendo vivo al que no está presente? Eso dependerá de tus principios y valores. He aquí algunas de las reacciones:
1. Entrar a la inercia del chisme sabroso, y agregar o simplemente escandalizarte por lo que tus “castos” oídos escuchan. De esta manera, serás muy bien aceptado en ese grupo.
2. Convertirte en un chismoso más dañino, de esos que quieren sentirse redimidos y escudarte diciendo que a ti no te gusta hablar mal de nadie, pero… al escuchar el comentario te escandalizas y al final dices: “-Mira, yo mejor ni te digo lo que se de él, porque si yo hablara”… O sea, que estás insinuando algo sin decirlo y eso es peor. Estás dando a entender que lo que sabes es mucho peor que lo que escuchas ahí. Dejas la duda…
3. Enojarte contra quienes están chismeando: “-¡Ya me voy a de aquí, bola de víboras”! No te recomiendo mucho esa estrategia, porque te aseguro que saliendo de allí, seguirá tu turno en la mesa del desprestigio.
4. Sin molestarte, levantarte o irte discretamente a otro lugar por un momento. Con esta leve acción estás insinuando que no te interesa escuchar o que no estás de acuerdo en lo que ahí está sucediendo. Tu imagen se incrementará favorablemente.
5. Escuchar el chisme y luego decir algo positivo o mencionar las cualidades que tú conoces de la persona en cuestión. “-Lo que yo sé de él es que es un excelente padre de familia”. “-Me asombra lo que me dicen, pero lo que yo he visto es que es sumamente profesional en el trabajo”. Reaccionar así hará igualmente que tu imagen se vea favorecida y que eres una persona digna de confianza.
Para finalizar quiero compartir contigo una historia: Un hombre fue a consultar a un gran sabio. Le dijo que sentía un arrepentimiento y un dolor inmensos, ya que durante algún tiempo había ofendido gravemente a un amigo inventando muchas cosas acerca de él, y había hablado tan mal, que inclusive lo había desprestigiado al grado forjarle una pésima imagen ante la gente.
“-Señor sabio, -le suplicaba-. Dígame qué puedo hacer para quitarme este arrepentimiento que siento! El sabio lo escuchó pacientemente y luego le dijo: “-Ve por un saco lleno de plumas y avienta al aire una por una durante todo el día, y mañana vuelves”. El hombre se retiró feliz por lo simple de la acción. Al día siguiente regresó y le dijo: “-¡Listo, maestro! ¿Ahora qué tengo que hacer para sentirme mejor? El sabio le dijo: “-Ahora ve a recoger una a una las pequeñas plumas que arrojaste al viento. El hombre, entristecido le dijo: “-Eso es algo imposible maestro”. El viejo le respondió: “-Así fue lo que hiciste al blasfemar a tu amigo, un daño irreparable. Ve a implorar su perdón y promete no volver a hacerlo”.
No olvidemos que los chismes son actos de violencia; que aunque no implican agresión física directa, si afectan lo esencial en cada uno de nosotros.
¡Ánimo!
FUENTE:
Dr. César Lozano