Vivir el presente es un reto, ya que desde siempre la mente humana suele aferrarse al pasado o a un futuro incierto; la frase trillada de “Vivir como si fuera el último momento de tu vida” ha sido dicha por infinidad de personas en momentos cruciales donde ese presente es maravilloso. Pero vivir el presente cuando hay una adversidad representa tener unas ganas enormes de adelantar el tiempo o atrasarlo para evitar cometer errores que modifiquen la trama de la película de nuestra vida.
Hay personas que dan la impresión de que no viven en el presente; se sienten atormentadas por un pasado que, aunque lo intenten, jamás podrán cambiar. Pero es más grave todavía tratar de vivir un futuro que es prácticamente incierto; y no obstante los esfuerzos por escudriñar en los laberintos de la mente, tratando de adivinar sus posibles realidades y desenlaces, no está en nosotros conocer ese futuro y, por lo mismo, tampoco podemos modificarlo a nuestro antojo.
Vivir en el presente es “estar”. Es vivir con plena conciencia esos momentos que transcurren mientras estás preocupado por lo que ya sucedió y no puedes cambiar, o por eventos o circunstancias que aún no ocurren.
Vivir el presente es disfrutar el aquí y el ahora. Si se le llama “presente” es precisamente porque es un regalo, un obsequio que todos recibimos desde que nacimos, pero que muchos ni siquiera lo abren durante sus vidas.
¿Crees que vale la pena desperdiciar gran parte del tiempo llenándonos la cabeza de pensamientos o temores de algo que probablemente nunca pasará? A veces creemos estar muy concentrados en algo, pero de pronto nuestra mente se invade de malos recuerdos del pasado y de miedos del futuro. Nuestra mente comienza a gobernarnos y nos domina en lugar de que nosotros seamos los que la controlemos.
Este momento que estás viviendo ahora, no se repetirá jamás; el reloj de nuestras vidas sigue en movimiento y se detendrá en algún segundo inesperado. Pero mientras llega ese momento, nos dedicamos a llenar nuestras horas con recuerdos, temores, amarguras que no valen la pena.
Es por eso que te recomiendo que vivas el presente, ¡vívelo con plenitud! Vive tus penas, vive tus alegrías, vive intensamente todos los acontecimientos de tu vida ya que el tiempo no perdona y no da marcha atrás.