En momentos de dolor o dificultad, las palabras transmitidas a los demás se convierten en una especie de luz mágica que nadie sabe de donde viene pero que alivia todos y cada uno de nuestros males. Es entonces cuando sabemos mejor que nunca, que la falta de comunicación, de palabras, sume al ser humano en la oscuridad más perpetua, aquella que seca poco a poco el espíritu y que deja morir al alma.
Las mujeres chinas lo saben bien, por eso en momentos en que fueron excluidas de la cultura y de la posibilidad de alfabetizarse no se quedaron de brazos cruzados y dieron vida al Nü Shu una escritura única y misteriosa en China con más de dos mil caracteres, crearon a través de ella fuertes vínculos afectivos y una "Hermandades Juradas" que se encargaron de transmitir aquellos sentimientos que a diario parecían estar vetados para las sometidas campesinas analfabetas, el “Nü Shu” fue para ellas las salvación, sólo las mujeres lo entendían y su traducción lo dice claramente: “escritura de mujeres”.
En el condado de Jiangyong, en la región china de Hunan, las mujeres se han comunicado a lo largo de los años y de manera secreta a través de un sistema caligráfico que consta de unos dos mil caracteres y que los hombres nunca han podido entender ya que les estaba prohibido, el Nü Shu. Esta lengua milenaria que no solo se escribía sino que además se hablaba y se cantaba, constituía un poderoso legado que las madres transmitían a las hijas a modo de ajuar lingüístico.
Muchas mujeres aprendían el lenguaje de niñas algo que les serviría para cuando se casaran ya que el Nü Shu, se usaba inicialmente para la escritura de las "Cartas del tercer día", folletos escritos sobre tela en los que las mujeres transmitían consejos a sus hijas sobre el matrimonio. Estas cartas se enviaban a las novias tres días después de la boda. En ellas se recogían las enseñanzas básicas en un momento de la vida muy duro para ellas, ya que habría de dejar su aldea y comenzar una vida nueva con un hombre desconocido al que nunca habían visto.
El Nü Shu era una lengua poética, muy sutil y sus caracteres tenían trazas más elegantes, simpáticas y personalizadas que los del mandarín. A través de canciones o bordado en pequeños textos en útiles femeninos que más tarde pasaban a diversas generaciones de la misma familia, esta lengua de mujeres se convirtió pues en el vehículo con el que las generaciones más antiguas de mujeres chinas transmitían sus conocimientos de la vida a las que estaban empezando a vivir. Hoy se conservan diarios y abanicos con reflexiones íntimas, consejos, correspondencia en incluso descripciones de bombardeos y guerras que tuvieron lugar.
Algunas de las frases que conservamos en Nü Shu como "Los hombres se atreven a salir de casa para enfrentarse al mundo exterior, pero las mujeres no son menos valientes al crear un lenguaje que ellos no pueden entender" o "Debemos establecer relaciones de hermanas desde la juventud y comunicarnos a través de la escritura secreta "nos hablan de un momento en el que la mujer estaba marginada dentro de su mundo social, pero no por ello dejaba de manifestarse a través de su propio código.
El Nü Shu hoy
Aunque en septiembre de 2004 murió a la edad de 98 años, Yang Hunai, la última mujer china que dominaba el Nü Shu a la perfección, el gobierno chino, consciente de la riqueza cultural que supuso la aparición de esta lengua, está poniendo todo su empeño en conservar y proteger todos aquellos documentos redactados en Nü Shu. Para ello “El Jardín de Nü Shu” en Jianyong ha puesto en marcha un aula educativa así como una serie de "cartas del tercer día" que han sido regaladas a la institución por diversas mujeres. Dos maestros de Nü Shu tratan de enseñar a unos treinta o cuarenta estudiantes los entresijos de esta lengua milenaria.
Además las prendas, documentos y otros hallazgos sobre la lengua china de mujeres se conservan en el primer museo dedicado al Nü Shu, construido gracias a la fundación Ford e inversiones de Hong Kong.
El Nü Shu nos habla del progreso, valentía y recursos de las mujeres chinas. Su aparición es un gran ejemplo de superación ante las desigualdades, ya que no solo sirvió como cauce de expresión a muchas mujeres que sufrían la discriminación más absoluta, sino que les ayudó a sobreponerse a unos tiempos en los que les habían enseñado que comunicarse era solo un “cosa de hombres”.
Las mujeres chinas lo saben bien, por eso en momentos en que fueron excluidas de la cultura y de la posibilidad de alfabetizarse no se quedaron de brazos cruzados y dieron vida al Nü Shu una escritura única y misteriosa en China con más de dos mil caracteres, crearon a través de ella fuertes vínculos afectivos y una "Hermandades Juradas" que se encargaron de transmitir aquellos sentimientos que a diario parecían estar vetados para las sometidas campesinas analfabetas, el “Nü Shu” fue para ellas las salvación, sólo las mujeres lo entendían y su traducción lo dice claramente: “escritura de mujeres”.
En el condado de Jiangyong, en la región china de Hunan, las mujeres se han comunicado a lo largo de los años y de manera secreta a través de un sistema caligráfico que consta de unos dos mil caracteres y que los hombres nunca han podido entender ya que les estaba prohibido, el Nü Shu. Esta lengua milenaria que no solo se escribía sino que además se hablaba y se cantaba, constituía un poderoso legado que las madres transmitían a las hijas a modo de ajuar lingüístico.
Muchas mujeres aprendían el lenguaje de niñas algo que les serviría para cuando se casaran ya que el Nü Shu, se usaba inicialmente para la escritura de las "Cartas del tercer día", folletos escritos sobre tela en los que las mujeres transmitían consejos a sus hijas sobre el matrimonio. Estas cartas se enviaban a las novias tres días después de la boda. En ellas se recogían las enseñanzas básicas en un momento de la vida muy duro para ellas, ya que habría de dejar su aldea y comenzar una vida nueva con un hombre desconocido al que nunca habían visto.
El Nü Shu era una lengua poética, muy sutil y sus caracteres tenían trazas más elegantes, simpáticas y personalizadas que los del mandarín. A través de canciones o bordado en pequeños textos en útiles femeninos que más tarde pasaban a diversas generaciones de la misma familia, esta lengua de mujeres se convirtió pues en el vehículo con el que las generaciones más antiguas de mujeres chinas transmitían sus conocimientos de la vida a las que estaban empezando a vivir. Hoy se conservan diarios y abanicos con reflexiones íntimas, consejos, correspondencia en incluso descripciones de bombardeos y guerras que tuvieron lugar.
Algunas de las frases que conservamos en Nü Shu como "Los hombres se atreven a salir de casa para enfrentarse al mundo exterior, pero las mujeres no son menos valientes al crear un lenguaje que ellos no pueden entender" o "Debemos establecer relaciones de hermanas desde la juventud y comunicarnos a través de la escritura secreta "nos hablan de un momento en el que la mujer estaba marginada dentro de su mundo social, pero no por ello dejaba de manifestarse a través de su propio código.
El Nü Shu hoy
Aunque en septiembre de 2004 murió a la edad de 98 años, Yang Hunai, la última mujer china que dominaba el Nü Shu a la perfección, el gobierno chino, consciente de la riqueza cultural que supuso la aparición de esta lengua, está poniendo todo su empeño en conservar y proteger todos aquellos documentos redactados en Nü Shu. Para ello “El Jardín de Nü Shu” en Jianyong ha puesto en marcha un aula educativa así como una serie de "cartas del tercer día" que han sido regaladas a la institución por diversas mujeres. Dos maestros de Nü Shu tratan de enseñar a unos treinta o cuarenta estudiantes los entresijos de esta lengua milenaria.
Además las prendas, documentos y otros hallazgos sobre la lengua china de mujeres se conservan en el primer museo dedicado al Nü Shu, construido gracias a la fundación Ford e inversiones de Hong Kong.
El Nü Shu nos habla del progreso, valentía y recursos de las mujeres chinas. Su aparición es un gran ejemplo de superación ante las desigualdades, ya que no solo sirvió como cauce de expresión a muchas mujeres que sufrían la discriminación más absoluta, sino que les ayudó a sobreponerse a unos tiempos en los que les habían enseñado que comunicarse era solo un “cosa de hombres”.