Ya lo dice la sabiduría popular: “el amor del corazón, lo mata la palmazón”. Y aunque nos parezca que esto es cosa del pasado, las estadísticas indican que el dinero sigue siendo un tema escabroso (y, hay que decirlo, muy poco romántico) que causa dos veces más peleas que el tema del sexo, por ejemplo.
Siendo un tema tan delicado y tan potencialmente letal para la relación, no queda más que tocar el tema a profundidad. En esta ocasión hablaré de cómo manejar el tema cuando existe un desbalance de poder entre un miembro de la pareja a causa del dinero. Y digo desbalance de poder porque en la relación de pareja, como en cualquier otro escenario, el dinero ES poder.
Las circunstancias pueden variar: Él trabaja. Ella no. Él está desempleado. Ella mantiene el hogar. Uno gana más que el otro o la familia de uno tiene más dinero que la familia del otro. Pero al final el resultado es el mismo: quien gana el dinero es por lo general, quien quiere establecer las prioridades cuando se trata de cubrir la lista de gastos. Este es campo fértil para inseguridades, malos entendidos, pleitos y resentimientos.
Muy pocas cosas son tan eficaces en generar resentimiento como el sentirse inferior ó el que le hagan sentirse inferior al otro. Si uno trae el dinero a casa debe intentar manejar el tema con mucha sensibilidad. Si por otro lado, uno es quién no tiene el dinero, debe entonces estar preparado para el estrés y tensión que esto pueda conllevar. Esto es inevitable, incluso en las parejas más estables.
El problema puede ser inevitable, pero podemos intentar equilibrar la balanza de poder. Una manera bastante exitosa de lograr este equilibrio es que aquel que gane más dinero delegue las decisiones al que gana menos dinero.
Sucede que la mente es maravillosa y que muchas veces el otorgar el poder a otro es la mejor manera otorgarle poder a la relación. Otorgarle el poder a la relación por encima del individuo fortalece mucho a la pareja. No hay que olvidar nunca que la gratitud y la humildad son herramientas claves en el crecimiento de la pareja. Hay que ponerlas en práctica.
Psicologa Ana Salgado Tello