LA PACIENCIA
Desde niños habían sido grandes amigos. Uno de ellos era un mandarín y le
habían ofrecido un puesto oficial muy importante. Estaba muy preocupado por
la inmensa responsabilidad que tenía que adquirir con semejante cargo, por
lo que decidió llamar a su amigo de la infancia para que viniera a verle.
Cuando llegó, le contó todo lo ocurrido. 'Tú que eres un hombre tan sabio y
equilibrado -le dijo- podrías darme algunos consejos para manejar de la
mejor manera esta nueva situación?
El amigo, inmediatamente, le respondió: 'Sé siempre muy paciente. Suceda lo
que suceda, sé paciente. Ejercítate sin descanso en desarrollar la
paciencia. Este es el mejor consejo que puedo brindarte'.
'Tienes razón', convino el mandarín. 'Seré paciente, muy paciente. A partir
de ahora mismo comenzaré a practicar la paciencia'.
Los dos amigos se encontraban a gusto tomando una taza de té, cuando el
amigo le repitió: 'paciente, muy paciente, no lo olvides'.
'No lo olvidaré', le aseguró el mandarín, 'seré paciente'.
Transcurrieron unos minutos.
'Paciencia, mucha paciencia. No lo olvides'.
'Sí, sí, la tendré, ya te lo dije'.
Cuando se estaban despidiendo, el visitante insistió por última vez:
'Paciencia, necesitas mucha paciencia, ¿de acuerdo?'. El mandarín,
desesperado, le gritó: '¿Es que acaso me tomas por un estúpido? Deja de
repetirme lo mismo, ¡me estás sacando de quicio!'.
El amigo, serenamente, le dijo: *'Me complace ver cómo te ejercitas en la
paciencia'.*
Entonces, el mandarín se sintió avergonzado, pero muy agradecido, porque
sabía que su amigo le había sometido a una importante prueba. Lo abrazó y le
dijo: '¡qué difícil es ser paciente!'.
Nunca olvidó la lección y se desempeñó paciente y exitosamente en su cargo.
La vida constantemente nos pone a prueba, y cada vez que decimos que ya
sabemos algo, no pasa mucho tiempo hasta que nos veamos en una situación que
nos permite poner en práctica lo que aprendimos, para saber si es cierto que
lo aprendimos.
La paciencia es una cualidad maravillosa que genera sentimientos de
fortaleza, integración y equilibrio interior. Ella nos impulsa a actuar con
más conciencia, nos lleva a ser más reflexivos al momento de actuar, y a
tolerar y aceptar las diferencias de los demás.
Cuando tenemos paciencia, somos capaces de esperar, de aceptar, de reunir la
fortaleza necesaria y de tener la mejor disposición para afrontar y resolver
las situaciones difíciles de la vida. Además, desarrollamos la capacidad de
evitar repetir las mismas reacciones o actuaciones impulsivas y equivocadas
que tuvimos en el pasado.
La paciencia nos permite mantener una buena actitud y un mejor estado de
ánimo, frente a lo inesperado que pueda presentarse en nuestra vida
cotidiana.
Desde niños habían sido grandes amigos. Uno de ellos era un mandarín y le
habían ofrecido un puesto oficial muy importante. Estaba muy preocupado por
la inmensa responsabilidad que tenía que adquirir con semejante cargo, por
lo que decidió llamar a su amigo de la infancia para que viniera a verle.
Cuando llegó, le contó todo lo ocurrido. 'Tú que eres un hombre tan sabio y
equilibrado -le dijo- podrías darme algunos consejos para manejar de la
mejor manera esta nueva situación?
El amigo, inmediatamente, le respondió: 'Sé siempre muy paciente. Suceda lo
que suceda, sé paciente. Ejercítate sin descanso en desarrollar la
paciencia. Este es el mejor consejo que puedo brindarte'.
'Tienes razón', convino el mandarín. 'Seré paciente, muy paciente. A partir
de ahora mismo comenzaré a practicar la paciencia'.
Los dos amigos se encontraban a gusto tomando una taza de té, cuando el
amigo le repitió: 'paciente, muy paciente, no lo olvides'.
'No lo olvidaré', le aseguró el mandarín, 'seré paciente'.
Transcurrieron unos minutos.
'Paciencia, mucha paciencia. No lo olvides'.
'Sí, sí, la tendré, ya te lo dije'.
Cuando se estaban despidiendo, el visitante insistió por última vez:
'Paciencia, necesitas mucha paciencia, ¿de acuerdo?'. El mandarín,
desesperado, le gritó: '¿Es que acaso me tomas por un estúpido? Deja de
repetirme lo mismo, ¡me estás sacando de quicio!'.
El amigo, serenamente, le dijo: *'Me complace ver cómo te ejercitas en la
paciencia'.*
Entonces, el mandarín se sintió avergonzado, pero muy agradecido, porque
sabía que su amigo le había sometido a una importante prueba. Lo abrazó y le
dijo: '¡qué difícil es ser paciente!'.
Nunca olvidó la lección y se desempeñó paciente y exitosamente en su cargo.
La vida constantemente nos pone a prueba, y cada vez que decimos que ya
sabemos algo, no pasa mucho tiempo hasta que nos veamos en una situación que
nos permite poner en práctica lo que aprendimos, para saber si es cierto que
lo aprendimos.
La paciencia es una cualidad maravillosa que genera sentimientos de
fortaleza, integración y equilibrio interior. Ella nos impulsa a actuar con
más conciencia, nos lleva a ser más reflexivos al momento de actuar, y a
tolerar y aceptar las diferencias de los demás.
Cuando tenemos paciencia, somos capaces de esperar, de aceptar, de reunir la
fortaleza necesaria y de tener la mejor disposición para afrontar y resolver
las situaciones difíciles de la vida. Además, desarrollamos la capacidad de
evitar repetir las mismas reacciones o actuaciones impulsivas y equivocadas
que tuvimos en el pasado.
La paciencia nos permite mantener una buena actitud y un mejor estado de
ánimo, frente a lo inesperado que pueda presentarse en nuestra vida
cotidiana.