Disfrutar de los cumplidos
Una de mis amigas vivió durante varios años en los Estados Unidos. Al poco tiempo de llegar, una colega de trabajo le preguntó: "Dime Mabel, ¿por qué cuando alguien te dice que tu blusa es bonita o que estás muy elegante, no dices solamente ¡gracias! como todo el mundo?" "Todo el mundo", en este caso específico, se refería a las mujeres sajonas a quienes desde muy pequeñas se les enseña a agradecer cualquier elogio ya que el mismo es considerado un regalo de parte de la persona que lo dice.
Mabel, como casi todas nosotras las mujeres latinas, optaba por sobre explicar el motivo del elogio. "¡Pero si me salió baratísimo en liquidación!", "¡Ay, no me digas! me parece que me hace gorda..." "Es viejísimo, lo compré como tres años atrás." "Me lo regalaron, yo no uso esta marca porque es carísima." He intentado averiguar de dónde surge esta modalidad nuestra de justificarse ante un elogio pero no encuentro la respuesta. Puede ser que tengan que ver los siglos de tradición judeocristiana de culpa o quizás un pretendido perfil bajo que compense cierta exuberancia que nos caracteriza por extrovertidas y latinas (o por inseguras). No sé.
El siperismo
Te dicen que te queda muy bien el peinado y contestas: "Sí, pero me lo cortaron demasiado, o el color quedó demasiado oscuro, o me hicieron demasiado reflejos." Te elogian porque se te ve más delgada: "Sí pero, en realidad quisiera bajar dos kilos más, la ropa me queda apretada." Te comentan: "Este plato es una delicia", "Sí, pero no me salió tan bien como otras veces" Sí, pero...
¿No lo has dicho tú misma o lo has escuchado miles de veces? Lo hacemos todas, como si estar lindas y elegantes, usar algo original o cocinar bien, temas por los que nos desvivimos con frecuencia, fueran motivo para sentir culpa y merecer castigo.
Basta de explicaciones, por favor
Ha llegado el momento de convencernos de que si lo que llevamos nos salió barato somos geniales porque ahorramos dinero; si es de hace tres años quiere decir que compramos algo bueno, durable y que no pasa de moda, sabemos comprar; si tenemos algo de marca es porque nos gusta y podemos permitírnoslo ya que para eso trabajamos. Si nos dicen que estamos delgadas es que nos hemos controlado con la comida, o hemos caminado más o hemos ido al gimnasio, motivos suficientes para estar contenta con nosotras mismas. Además, como no es un mérito propio tener ojos bellos o pelo hermoso sino que es pura suerte genética, ante un cumplido basta con alegrarnos, sonreír y agradecer. Como haría una sajona.
¿Por qué no?
Si se nos ocurre salir con un vestido a rayas rojas y blancas, un sombrero verde con una pluma violeta y zapatos amarillos porque nos gusta, no precisamos explicar nada. Lo importante es sentirnos bien, bellas y capaces de despertar admiración. Dice María Palleres que no debemos estar todo el tiempo pendientes de los ojos de los demás. Finalmente, quizás debamos de animarnos a decir "Sí, me moría por tener esto y me lo compré, me gusta esto y lo hago, amo esta ropa y me la pongo", sin esperar la aprobación ajena como si de eso dependiera la circulación de nuestra sangre. Basta ya de temer estar equivocadas o parecer poco informadas o poco fashion. Es más fácil agradecer a quienes nos gratifican con un cumplido que, por otra parte, no emitirían si no lo sintieran.
En realidad sería bueno enseñarles a nuestras niñas latinas, desde muy pequeñas, a agradecer los cumplidos como hacen las sajonas que de modales saben algo. Mientras tanto, deberíamos andar por el mundo tranquilas, sonrientes y disfrutando. Sin explicar nada. Es mejor ir por el mundo festejando que explicando.
Por: Daniela Di Segni.
Una de mis amigas vivió durante varios años en los Estados Unidos. Al poco tiempo de llegar, una colega de trabajo le preguntó: "Dime Mabel, ¿por qué cuando alguien te dice que tu blusa es bonita o que estás muy elegante, no dices solamente ¡gracias! como todo el mundo?" "Todo el mundo", en este caso específico, se refería a las mujeres sajonas a quienes desde muy pequeñas se les enseña a agradecer cualquier elogio ya que el mismo es considerado un regalo de parte de la persona que lo dice.
Mabel, como casi todas nosotras las mujeres latinas, optaba por sobre explicar el motivo del elogio. "¡Pero si me salió baratísimo en liquidación!", "¡Ay, no me digas! me parece que me hace gorda..." "Es viejísimo, lo compré como tres años atrás." "Me lo regalaron, yo no uso esta marca porque es carísima." He intentado averiguar de dónde surge esta modalidad nuestra de justificarse ante un elogio pero no encuentro la respuesta. Puede ser que tengan que ver los siglos de tradición judeocristiana de culpa o quizás un pretendido perfil bajo que compense cierta exuberancia que nos caracteriza por extrovertidas y latinas (o por inseguras). No sé.
El siperismo
Te dicen que te queda muy bien el peinado y contestas: "Sí, pero me lo cortaron demasiado, o el color quedó demasiado oscuro, o me hicieron demasiado reflejos." Te elogian porque se te ve más delgada: "Sí pero, en realidad quisiera bajar dos kilos más, la ropa me queda apretada." Te comentan: "Este plato es una delicia", "Sí, pero no me salió tan bien como otras veces" Sí, pero...
¿No lo has dicho tú misma o lo has escuchado miles de veces? Lo hacemos todas, como si estar lindas y elegantes, usar algo original o cocinar bien, temas por los que nos desvivimos con frecuencia, fueran motivo para sentir culpa y merecer castigo.
Basta de explicaciones, por favor
Ha llegado el momento de convencernos de que si lo que llevamos nos salió barato somos geniales porque ahorramos dinero; si es de hace tres años quiere decir que compramos algo bueno, durable y que no pasa de moda, sabemos comprar; si tenemos algo de marca es porque nos gusta y podemos permitírnoslo ya que para eso trabajamos. Si nos dicen que estamos delgadas es que nos hemos controlado con la comida, o hemos caminado más o hemos ido al gimnasio, motivos suficientes para estar contenta con nosotras mismas. Además, como no es un mérito propio tener ojos bellos o pelo hermoso sino que es pura suerte genética, ante un cumplido basta con alegrarnos, sonreír y agradecer. Como haría una sajona.
¿Por qué no?
Si se nos ocurre salir con un vestido a rayas rojas y blancas, un sombrero verde con una pluma violeta y zapatos amarillos porque nos gusta, no precisamos explicar nada. Lo importante es sentirnos bien, bellas y capaces de despertar admiración. Dice María Palleres que no debemos estar todo el tiempo pendientes de los ojos de los demás. Finalmente, quizás debamos de animarnos a decir "Sí, me moría por tener esto y me lo compré, me gusta esto y lo hago, amo esta ropa y me la pongo", sin esperar la aprobación ajena como si de eso dependiera la circulación de nuestra sangre. Basta ya de temer estar equivocadas o parecer poco informadas o poco fashion. Es más fácil agradecer a quienes nos gratifican con un cumplido que, por otra parte, no emitirían si no lo sintieran.
En realidad sería bueno enseñarles a nuestras niñas latinas, desde muy pequeñas, a agradecer los cumplidos como hacen las sajonas que de modales saben algo. Mientras tanto, deberíamos andar por el mundo tranquilas, sonrientes y disfrutando. Sin explicar nada. Es mejor ir por el mundo festejando que explicando.
Por: Daniela Di Segni.