En los últimos años ha habido un importante desarrollo de la aplicación de la musicoterapia en medicina, manifestado de manera evidente por el aumento de investigaciones publicadas, el interés mostrado por los médicos y la atención de los medios de comunicación en varios países. Este auge es debido por un lado a la creencia generalizada de que la mente, el cuerpo y la influencia del entorno social en el paciente están íntimamente relacionados y por otra parte a la convicción de muchos de que el paciente tiene una parte activa en el tratamiento y prevención de la enfermedad.
La musicoterapia aparece como una técnica no intrusiva y no adictiva, que ayuda al paciente a conseguir la salud usando experiencias musicales y la relación que se desarrolla a través de ellas (Bruscia, K.). En este proceso sistemático, la relación y la experiencia musical actúan como fuerzas dinámicas de cambio, facilitando la expresión emocional del sujeto, su desarrollo comunicativo y la adaptación e integración a su nueva realidad social. Por todo ello, la musicoterapia se nos presenta como una técnica útil para atender las necesidades psicológicas del paciente oncológico, trabajando los síntomas y objetivos de intervención planteados con anterioridad.
Qué es la musicoterapia
“La musicoterapia es la aplicación científica del sonido, la música y el movimiento a través del entrenamiento de la escucha y la ejecución sonora, integrando así lo cognitivo, lo afectivo y lo motriz, desarrollando la conciencia y potenciando el proceso creativo. Así podemos:
Facilitar la comunicación.
Promover la expresión individual.
Favorecer la integración social" .
En términos generales podríamos decir:
La música como medio de expresión y de comunicación favorece el desarrollo emocional, mejora de un modo considerable las percepciones, la motricidad y la afectividad de la persona.
La musicoterapia favorece la manifestación de tensiones, problemas, inquietudes, miedos, bloqueos, etc. actuando como alivio y disminuyendo la ansiedad.
La música suscita a la actividad, moviendo a la acción aceptada, que conlleva goce y satisfacción tanto a nivel individual como grupal.
Estimula nuestros receptores sensoriales propioceptivos, táctiles y auditivos.
Se consigue mayor equilibrio psicofísico y emocional. Consigue que se establezca una comunicación a través del arte y ésta es más inmediata y profunda que la palabra.
Funciones de la música.
La música es una forma de arte valorada a lo largo de toda nuestra vida. Este hecho, que puede ser disfrutado y valorado por personas de todas las edades contribuye a su flexibilidad como herramienta terapéutica. Hay otras maneras en las que la música demuestra ser un arte flexible y utilizable.
Modifica algunas respuestas psicofisológicas que se registran en diferentes parámetros: ritmo cardíaco, amplitud respiratoria, reflejo psicogalvánico, etc.
Fomenta la relación y socialización a través de la experimentación y ejecución conjunta.
Expresión emocional y comunicación.
El sonido de la música nos recuerda o refleja emociones y acontecimientos no musicales. (Punto de vista referencial).
Sin embargo, a veces podemos dar una respuesta emocional a una música que no hemos oído antes.
Son las características estructurales de la propia música, como oposición a las asociaciones extramusicales, las que provocan sentimientos y emociones. (Punto de vista expresionista).
Según la teoría del psicólogo Daniel Berlyne nuestros sentimientos serán, agradables si la música está en un nivel óptimo o ideal de complejidad o familiaridad.
Representación simbólica.
Además de comunicar emociones, la música lleva significado simbólico. Los símbolos expresados con la música actúan diferente según el contexto cultural.
Socialización.
La música es la más social de todas las artes, ha sido experiencia común de todos los tiempos. En sí misma es una poderosa influencia integradora, aporta un sentimiento de orden, de tiempo y de continuidad, los sonidos que penetran dentro del grupo son percibidos por todos, creando un clima emocional.
Goce estético y diversión.
La música consta de ambos sentidos en todas las culturas y ambas funciones cumplen necesidades humanas importantes. Según E. Thayer Gaston, el envolvimiento en una experiencia musical que contenga un valor estético puede contribuir por sí misma a la mejora de la autoestima y autorrealización.
Principios fundamentales de la música y su uso en musicoterapia
La música es lenguaje del tiempo, es decir, nos aplica su tiempo a quienes la oímos. Es activa, fluyente, sin marcha atrás posible, discursiva y ordenada: su sentido nace por la ordenación de los sonidos. La música se ordena según un principio general de repetición, con tres ideas básicas de organización musical: la simetría, el contraste y la variación. De esta manera surge el ritmo, la melodía y las secuencias; todo ello es el fundamento de la forma de la música.
Nuestra memoria reproduce la forma, o sea, sigue los recorridos que dibujan los sonidos. El compositor puede sorprendernos, provocarnos, jugar con nosotros, pues nuestra misión como oyentes es la de relacionar unos con otros los momentos de la obra y seguir expectantes una dirección.
Nosotros no podemos explicar lo que quiere decir la música. Ella pregunta y responde sin que nosotros sepamos qué; accedemos a un nivel de entendimiento intuitivo y sensible, sólo su contenido está abierto a interpretación, ya que el significado de la música asoma por el juego que se establece entre sus elementos. El código de signos del que se sirve no nos expresa nada fuera de sí mismo, incluso tenemos la necesidad del conocimiento de dicho código, de su retórica y vocabulario si queremos comprender lo que nos expone.
"La música no es pura pintura de sentimientos ni es tampoco pura forma, sino que son ambas cosas", nos decía acertadísimamente Eduard Hanslick. Del mismo modo, toda obra musical, por muy abstracta que sea, es susceptible de suscitar evocaciones poéticas o de imágenes por parte de un oyente imaginario. Nunca debemos olvidar que la música, arte y ciencia a la vez, es un tipo de expresión universal que nos habla íntimamente a cada uno de nosotros, y que su campo de expresión no conoce límite alguno: puede expresar tanto tragedia como serenidad, alegría o tristeza; esa expresión emotiva es transmitida por medio de símbolos que liberan la función auditiva, tanto emocional, como afectiva e intelectualmente. Yehudi Menuhin, ante la insistente pregunta: "¿Qué significa para usted la música que interpreta?", Solía contestar: "La diferencia fundamental entre la música y el lenguaje hablado es que las palabras se refieren, ante todo, al mundo que nos rodea; la música, en cambio, se refiere especialmente a nuestro ser interior".
Hay músicas que se nos presentan a veces como una trama de ideas literarias y/o imágenes mentales, que se evocan o recuerdan por medio del sonido: son las descriptivas o de programa (incluso hay compositores que bosquejan de antemano un plan emocional que sus oyentes deberán revivir). Otras son impresionistas o sugestivas: simplemente con un título pictórico o literario, definen un estado de ánimo (recordemos, por ejemplo que a Schumann se le ocurrían los títulos después de hacer cada una de las Escenas de niños).
La música goza de propiedades únicas para conmovernos tanto emotiva como físicamente, de filtrarse por lo más íntimo de nuestra razón, de asombrar a nuestro cerebro y abrir las puertas hacia la maquinaria que rige nuestros sentimientos y emociones. "El misterio del hombre tiene en la música su clave soterrada de sentido", dice Claude Lévi-Strauss. "La música es nodriza de la lógica por su condición de pre-lenguaje", comenta Trías. No cabe duda, para adentrarnos en el conocimiento de nosotros mismos y de los demás, en la comunicación con nuestros semejantes, en la apreciación del mundo y de sus manifestaciones, la escucha de la música juega un papel educativo de suma importancia que rebasa el objetivo musical para colocarse en el de las relaciones humanas.
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