MITOS Y VERDADES
Adoptando una postura realista y objetiva, puede afirmarse que el adulterio o infidelidad tiene distinta consideración y efectos para el hombre y para la mujer, así bien lo ilustra el dicho español que dice: "Los hombres llevan la fama y las mujeres cardan la lana". En este aspecto gran influencia han tenido el cine, la literatura y la cultura popular; a través de los cuales se ha sustentado el estereotipo del macho viril que busca la infidelidad; en su contrapartida, se ha estigmatizado que la mujer sólo en circunstancias límites se ve empujada a ella.
Los especialistas coinciden en que no hay hombre ni mujer que sea plenamente fiel en pensamiento. Por muy virtuosa y leal que sea una persona, la infidelidad de pensamiento es instintiva e inevitable. Será difícil probarlo, pero es innegable que nadie es inocente de traición de pensamiento. Recuérdese la defensa de Jesús de la mujer sorprendida en adulterio: "El que esté sin culpa, que tire la primera piedra" (Juan 8:3-8).
Por lo general, "el hombre infiel busca sexo y la mujer persigue sentimiento". En efecto, los psicólogos opinan que el hombre busca el sexo fuera de la pareja y le daña más la infidelidad sexual, aún sin sentimiento de amor, es decir, que su compañera se acueste con otro. Por su lado la mujer busca sentimiento fuera de la pareja y le hiere más el engaño sentimental, aún sin sexo, o sea, que su cónyuge ame a otra.
Existen otros mitos sobre este tema, como que un adulterio siempre acaba con el matrimonio. Falso, ya que un número considerable de parejas superan la crisis producida y salen fortalecidos de esta experiencia. Aquellas personas que creen que todo se acabó con esta deslealtad - cuando existe la posibilidad y las condiciones de reiniciar la relación -, se niegan la oportunidad de aprender de los errores.
Suele creerse que el amor impide que la infidelidad ocurra. Sin embargo, en relaciones donde hay mucho amor también puede presentarse. El amor disminuye las probabilidades, pero no garantiza la total fidelidad. Así como tampoco lo asegura la intensa vida sexual que pueda llevar un matrimonio. Personas que se llevan bien en la cama pueden ser infieles por otras carencias, por encontrarse en una ocasión de alto peligro, cediendo ante la tentación o bien por sentimientos como venganza, resentimiento o simple curiosidad que propicien este tipo de aventuras.
Según el sexólogo José Manuel González "la primera infidelidad es como la pérdida de la inocencia y deja huella muy difíciles de borrar: puede que la relación nunca vuelva a ser la de antes, pero no siempre para mal. A veces la aventura da pie para rehacer una relación más sincera". El doctor González añade que para ello el "arrepentido" debe evitar cualquier contacto con el amante y disponerse a responder todas las preguntas que le haga su pareja. En vez de dejar el tema sin hablarlo, hay que sacarlo a relucir para recuperar la intimidad emocional. El sexólogo termina por afirmar que "ambos estarán curados cuando puedan incluso bromear sobre ello, es decir, cuando ya lo han asimilado y se sientan a gusto. Difícil, pero no imposible".
El temor de muchas personas es el perdonar y que luego se vuelva a repetir la situación. Quienes han cometido este engaño y sienten arrepentimiento, optan por enmendarse, terminan con la historia cuando se dan cuenta del dolor que han provocado y valoran su unión por sobre la aventura.
Según investigaciones sobre el adulterio sólo el 10% de las personas que dejaron a sus parejas por otras continúa indefinidamente con ellas. Cuando se acaba el embrujo de lo prohibido y se instala la rutina, se suelen producir los mismos roces que se tenían con la anterior pareja a la que se fue infiel.
"El perdón es el máximo acto de libertad"
Extracto de una entrevista realiza a Javier Sadaba catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, especialista en Filosofía de las Religiones y Bioética. Cuenta en su libro El Perdón (1992):
_Usted ha dedicado uno de sus libros a tratar el tema del perdón desde una
perspectiva estrictamente filosófica...
perspectiva estrictamente filosófica...
_Me pase mas de un año buscando material filosófico sobre el perdón, y me produjo una sorpresa tremenda encontrarme con que no hay prácticamente nada.. Yo quiero defender que el perdón puede ser una virtud moral y sin embargo siempre se la considera algo relacionado con el mundo de la religión, más concretamente con el mundo judeo-cristiano.
Pero la idea de perdón, la idea de gracia, de poder del soberano, la idea de alguien que en un momento determinado ejerce esta actitud caritativa, se piensa que es religiosa. Y es verdad que viene de ahí, pero yo al perdón lo interpreto como una auténtica soberanía de uno mismo, es decir, el máximo acto de libertad con el cual yo, porque me da la gana, perdono a otro.
En la tradición judeo-cristiana, el perdón esta relacionado en buena medida con el olvido. Olvidar las penas, los deudores, es la condición del perdón...
_No, si uno olvida no ha perdonado. Se ha dicho que hay una paradoja en el perdón, y realmente la hay, y es difícil salir de ella. Si el perdón es justo, entonces ya no es perdón, es justicia.. Y precisamente perdono porque no olvido, porque si olvido ciertamente no tiene ningún mérito.
_¿Para usted el perdón es aplicable como virtud social? _No, creo que es una virtud fundamentalmente individual. Por encima de todo creo que (antes lo he dicho y lo repito) es cierto acto de máxima libertad del yo.
LEY DEL PERDON
PERDONAR ES UN ACTO LIBERADOR, exclusivo de los seres espiritualmente superiores. Se logra sólo después de enfrentar el dolor, valorar el costo y regalar cuanto perdimos.
La IRA es un fuego que quema repentinamente como reflejo sano de todo ser humano que ha sido afectado por otro.
El perdón verdadero son las cenizas de la ira extinta.
El PERDON es la aceptación pacífica de los hechos, la conciencia de que todo lo ocurrido nos ha dado mayor madurez, la renovación del amor propio y del amor a Dios.
Al PERDONAR, se es capaz de bendecir al agresor, brindarle ayuda desinteresada y desearle sinceramente lo mejor.
La mejor manera de extraer de nuestra alma el veneno que nos inyectan otras personas es perdonado.
Quien perdona no le hace ningún favor a su agresor, se lo hace a sí mismo.
Fuente: Vivir en pareja