PAREJAS DE INFIELES AL FRACASO
En otra investigación, también realizada por Agostini, sobre una muestra de 112 parejas formadas producto de una infidelidad, el 72% de ellas fracasó. Según lo sostuvo Agostini, "se tiende a elegir el mismo tipo de persona y caer en la misma clase de errores. Repiten la historia y lo más probable es que fracasen, sin aprender de sus errores".
Otro dato importante es que incluso hasta científicamente se ha tratado de encontrar el gen de la infidelidad, sin resultados positivos hasta el momento. Lo que sí se ha comprobado, desde el punto de vista fisiológico, es que todas las relaciones, incluso aquellas producto de una traición, cuando se basan sólo en la atracción sexual o en términos de pasión, su duración tiene un máximo de cuatro años, a partir de los cuales está comprobado que el interés decae y los conflictos se incrementan, haciendo muy difícil sobrellevar una estructura afectiva armónica con la pareja que tanto se deseó al principio.
La figura del amante puede a su vez ser, bien un episodio meramente transitorio, o bien algo serio y con indicios de permanencia. Tengamos en cuenta, que según las estadísticas, el 37% de las infidelidades son aventuras de una sola noche y apenas el 12% de ellas duran más de un año.
En la decisión del paso hacia la infidelidad ha de sopesarse no sólo el brillo placentero de un flirteo o una "canita al aire" con un cuerpo nuevo, sino el futuro de esa nueva relación que nace y que puede amargar la vida de los tres implicados.
Testimonios:
LOS HOMBRES TAMBIÉN PERDONAN
En una sociedad machista como la chilena, una infidelidad femenina es mucho más difícil de sobrellevar que cuando el infiel es un hombre. La mujer se hace merecedora de una condena social que la estigmatiza y la daña en su honor. Por su parte, el varón víctima del engaño, queda en una posición muy incómoda respecto del estereotipo de "macho dueño de su hembra" y debe cargar con el peso social que significan los llamados "cuernos" de una traición.
En una sociedad machista como la chilena, una infidelidad femenina es mucho más difícil de sobrellevar que cuando el infiel es un hombre. La mujer se hace merecedora de una condena social que la estigmatiza y la daña en su honor. Por su parte, el varón víctima del engaño, queda en una posición muy incómoda respecto del estereotipo de "macho dueño de su hembra" y debe cargar con el peso social que significan los llamados "cuernos" de una traición.
En el siguiente testimonio, la pareja entrevistada hizo prevalecer el deseo de reiniciar el proyecto común iniciado el día en que se unieron como marido y mujer. Luchar contra todo el dolor y desencanto que significó la infidelidad de Daniela.
Después de tener a su único hijo, la relación se hizo rutinaria, como suele suceder cuando no se cultiva, había carencia de comunicación.
Daniela comenzó a sentir la falta de algo. Santiago era un tanto distante y poco cariñoso. Apareció la persona que ofrecía más oído a sus necesidades afectivas, ella se deslumbró y cayó en las redes de un encantamiento fugaz, y según lo reconoce hoy, "idealicé una vía de escape que finalmente era sin salida".
Ella comenta: "La persona con quien me enredé, parecía ser lo que yo buscaba, pero... Son momentos en que uno se deja llevar, creía que él sí me iba a escuchar y darme el afecto que yo necesitaba, pero me equivoque y fue un error que tuve que pagar caro".
Al enterarse del engaño Santiago se fue de la casa. Permanecieron cuatro años separados, aunque ella nunca convivió con su amante, cada uno trató de seguir con su vida, unidos fuertemente por el lazo que significaba su hijo.
Santiago manifiesta que durante el tiempo que vivió sin Daniela, siempre tuvo la esperanza de que ella iba a recapacitar: "Luche por ella, tuve que hacer un trabajo de reenamoramiento por la mujer que amaba... Lo ocurrido creo que fue por un desfase en nuestro caminar de pareja, obviamente fue lamentable y doloroso, pero sucedió. Cuando llegaba y cerraba la puerta sentía la soledad, el dolor de un engaño, pero por otra parte se despertaba en mi un aliciente en el amor que nunca murió en mi".
Por su parte Daniela agrega: "Actualmente nuestra relación íntima como pareja es mucho mejor que antes de separarnos. Para llegar a este punto se requiere de mucho amor, cariño delicadeza y, sobre todo, comunicación. Antes nunca hablamos de los gustos en la cama, hoy, incluso eso ha mejorado una enormidad, el deseo de ir explorando… Con esfuerzo nos situamos en el presente con la idea de continuar juntos, convencidos que ambos creíamos en esta apuesta que incluía el perdonar una infidelidad y ser capaces de dar vuelta la página y dejarlo atrás".
Daniela tomó el arrepentimiento y Francisco el perdón como despertadores de aquel amor, que como él lo afirma, "estuvo dormido durante el tiempo que duró su separación". Al parecer la alerta dio resultado. En estos dos años de reencuentro, no han dejado de usar al "amor" como pila de larga duración para continuar en un proceso diario de reconstrucción de la armonía de pareja.
Fuente: Vida en pareja.