Cuando tomamos una decisión pensamos que es la mejor opción que tenemos en el momento. Confiamos que es lo mejor para nosotras.
Pero las decisiones cambian con el paso del tiempo, con el cambio de circunstancias y con nuestra propia madurez podemos ir descubriendo mejores opciones a la decisión que habíamos tomado.
Somos mujeres, somos valiosas… y podemos cambiar nuestras decisiones.
Lo más difícil de tomar una decisión es superar el miedo a errar, nos dejamos dominar por los “Y si…”: ¿Y si sale mal? ¿Y si esto no es lo indicado? ¿Y si no funciona? Las decisiones que tomamos, las tomamos porque creemos que son lo mejor para el momento que vivimos, sin embargo, las decisiones tienen unas etapas, un ciclo de vida que hay que seguir, puesto que debemos ser conscientes que con el paso de los días cambiamos, y lo que queríamos hace unos meses puede no ser lo mismo que queremos ahora.
Con el paso del tiempo, debemos ir ajustando las decisiones que tomamos a las fluctuaciones de nuestro camino. Lo inteligente es no quedarse obsoletas y asumir los riesgos que la vida nos va exigiendo.
Tus decisiones cambian, lo que te convenía hace un tiempo, puede que no te convenga hoy: trabajar en aquella empresa ya no es tan agradable, vivir en otro lugar ya no te resulta tan interesante, los planes que tenías antes ya no los crees adecuados, no deseas continuar en esa relación de pareja… Tú ya no eres la persona del ayer, ahora eres mejor, tienes más experiencias y más aprendizajes. La asertividad de las decisiones que tomes dependerá de tu balanza interna, asegúrate de renovarte y direccionar tus pensamientos hacia una resolución sabia y consecuente con las pruebas que te encuentres en tu devenir.
Pero las decisiones cambian con el paso del tiempo, con el cambio de circunstancias y con nuestra propia madurez podemos ir descubriendo mejores opciones a la decisión que habíamos tomado.
Somos mujeres, somos valiosas… y podemos cambiar nuestras decisiones.
Lo más difícil de tomar una decisión es superar el miedo a errar, nos dejamos dominar por los “Y si…”: ¿Y si sale mal? ¿Y si esto no es lo indicado? ¿Y si no funciona? Las decisiones que tomamos, las tomamos porque creemos que son lo mejor para el momento que vivimos, sin embargo, las decisiones tienen unas etapas, un ciclo de vida que hay que seguir, puesto que debemos ser conscientes que con el paso de los días cambiamos, y lo que queríamos hace unos meses puede no ser lo mismo que queremos ahora.
Con el paso del tiempo, debemos ir ajustando las decisiones que tomamos a las fluctuaciones de nuestro camino. Lo inteligente es no quedarse obsoletas y asumir los riesgos que la vida nos va exigiendo.
Tus decisiones cambian, lo que te convenía hace un tiempo, puede que no te convenga hoy: trabajar en aquella empresa ya no es tan agradable, vivir en otro lugar ya no te resulta tan interesante, los planes que tenías antes ya no los crees adecuados, no deseas continuar en esa relación de pareja… Tú ya no eres la persona del ayer, ahora eres mejor, tienes más experiencias y más aprendizajes. La asertividad de las decisiones que tomes dependerá de tu balanza interna, asegúrate de renovarte y direccionar tus pensamientos hacia una resolución sabia y consecuente con las pruebas que te encuentres en tu devenir.