Anoche me levanté con una sed tremenda y fui a la cocina por agua.
Sobre el mueble de mi cocina vi un caminito de hormiguitas negras. Venían de la ventana y se dirigían a un festivo montón de pedacitos de galleta que yo había dejado indebidamente.
Las hormiguitas iban y venían, bien organizadas. Unas seguían el camino hacia las galletas, una tras otra, jamás iban dos juntas ni en montón; una sigue a la otra. Lo mismo las que venían de regreso, ya con la galletita a cuestas.
Tuve un pensamiento malévolo. No las maté, ni mucho menos! no por Dios! No soy tan cruel, pero quise ver qué sucedía si les interrumpía el “camino”.
Pasé mi dedo atravesando el camino, limpié con una servilleta húmeda la mesa por donde pasé mi dedo.
Las hormiguitas de inmediato caminaron para todos lados, sin rumbo fijo.
Las hormiguitas que venían detrás no supieron para donde seguir caminando. Todas se desparpajaron. Nadie sabía para dónde caminar. No sabían donde estaban las galletas o dónde estaba su salida por la ventana.
Quién fue entonces la que decidió el camino? Dónde estaba la hormiguita que encontró por primera vez las galletas?
Pensé que el desorden era el resultado de la sorpresa y buscaban protegerse , pero que al pasar el miedo volverían a organizarse, pero nunca retomaron el camino. Esperé un rato más y no volvieron a hacer su fila.
Por qué las hormigas no fueron capaces de reorganizarse? No son capaces de buscar el camino o Solamente “deben” seguir las órdenes de la hormiga lider?
Somos hormigas en la vida?
Que nos pasa cuando nos interrumpen nuestro camino? Somos capaces de recuperarlo? O el miedo nos descontrola, nos paraliza y perdemos el rumbo?
Alguna vez has perdido el camino y no volviste a encontrar el rumbo hacia la galletita?
Con cariño,
Mel.
Sobre el mueble de mi cocina vi un caminito de hormiguitas negras. Venían de la ventana y se dirigían a un festivo montón de pedacitos de galleta que yo había dejado indebidamente.
Las hormiguitas iban y venían, bien organizadas. Unas seguían el camino hacia las galletas, una tras otra, jamás iban dos juntas ni en montón; una sigue a la otra. Lo mismo las que venían de regreso, ya con la galletita a cuestas.
Tuve un pensamiento malévolo. No las maté, ni mucho menos! no por Dios! No soy tan cruel, pero quise ver qué sucedía si les interrumpía el “camino”.
Pasé mi dedo atravesando el camino, limpié con una servilleta húmeda la mesa por donde pasé mi dedo.
Las hormiguitas de inmediato caminaron para todos lados, sin rumbo fijo.
Las hormiguitas que venían detrás no supieron para donde seguir caminando. Todas se desparpajaron. Nadie sabía para dónde caminar. No sabían donde estaban las galletas o dónde estaba su salida por la ventana.
Quién fue entonces la que decidió el camino? Dónde estaba la hormiguita que encontró por primera vez las galletas?
Pensé que el desorden era el resultado de la sorpresa y buscaban protegerse , pero que al pasar el miedo volverían a organizarse, pero nunca retomaron el camino. Esperé un rato más y no volvieron a hacer su fila.
Por qué las hormigas no fueron capaces de reorganizarse? No son capaces de buscar el camino o Solamente “deben” seguir las órdenes de la hormiga lider?
Somos hormigas en la vida?
Que nos pasa cuando nos interrumpen nuestro camino? Somos capaces de recuperarlo? O el miedo nos descontrola, nos paraliza y perdemos el rumbo?
Alguna vez has perdido el camino y no volviste a encontrar el rumbo hacia la galletita?
Con cariño,
Mel.