Ser vulnerable
Ser vulnerable no es ser débil.
Al contrario, sólo una persona firme y madura puede
permitirse conocer su propia vulnerabilidad,aceptarla y dejar que se sepa.
La persona débil oculta su debilidad, evita los ataques y
erige defensa para protegerse y poder huir.
Una armadura pesada siempre esconde un carácter débil.
Durante mis estudios de matemáticas tuve ocasión de observar
a profesores de todo tipo.
El mejor de todos ellos era un verdadero sabio en la
materia, lo sabía todo y lo entendía todo, era genial en sus demostraciones y
encantador en sus constantes equivocaciones al hacer los cálculos más
sencillos.
Recibía de buena gana cualquier sugerencia.
Sabía la asignatura y mucho más que la asignatura, y sabía
que sabía, y sabía que nosotros sabíamos que sabía, y eso le permitía mostrar
su ignorancia llegado el caso, en vez de tratar de disimular un error con
falsos pretextos.
Era abiertamente vulnerable, y lo era precisamente porque
estaba seguro de sí mismo.
La confesión de vulnerabilidad nos abre a relaciones
amistosas con otras personas, ya que ellas son tan vulnerables como nosotros.
En la debilidad se esconde la fuerza, y éste es el principio
de salvación en todos los órdenes.
Ser vulnerables quiere decir confesar sentimientos, admitir
que no somos indiferentes a la alabanza o al desprecio, a la comodidad o a la
molestia, al éxito o al fracaso; quiere decir revelar el mal humor así como el
bueno y saberse y declararse víctimas de la envidia y el enfado y el desánimo y la ansiedad.
Ser vulnerable quiere decir que no siempre nos sentimos
felices, no siempre estamos de buen talante, no siempre nos dominamos, no
siempre estamos seguros de lo que hacemos y porqué lo hacemos.
Ser vulnerable quiere decir ser humano.
“Dinámica de las relaciones humanas”- Carlos G. Vallés
Ser vulnerable no es ser débil.
Al contrario, sólo una persona firme y madura puede
permitirse conocer su propia vulnerabilidad,aceptarla y dejar que se sepa.
La persona débil oculta su debilidad, evita los ataques y
erige defensa para protegerse y poder huir.
Una armadura pesada siempre esconde un carácter débil.
Durante mis estudios de matemáticas tuve ocasión de observar
a profesores de todo tipo.
El mejor de todos ellos era un verdadero sabio en la
materia, lo sabía todo y lo entendía todo, era genial en sus demostraciones y
encantador en sus constantes equivocaciones al hacer los cálculos más
sencillos.
Recibía de buena gana cualquier sugerencia.
Sabía la asignatura y mucho más que la asignatura, y sabía
que sabía, y sabía que nosotros sabíamos que sabía, y eso le permitía mostrar
su ignorancia llegado el caso, en vez de tratar de disimular un error con
falsos pretextos.
Era abiertamente vulnerable, y lo era precisamente porque
estaba seguro de sí mismo.
La confesión de vulnerabilidad nos abre a relaciones
amistosas con otras personas, ya que ellas son tan vulnerables como nosotros.
En la debilidad se esconde la fuerza, y éste es el principio
de salvación en todos los órdenes.
Ser vulnerables quiere decir confesar sentimientos, admitir
que no somos indiferentes a la alabanza o al desprecio, a la comodidad o a la
molestia, al éxito o al fracaso; quiere decir revelar el mal humor así como el
bueno y saberse y declararse víctimas de la envidia y el enfado y el desánimo y la ansiedad.
Ser vulnerable quiere decir que no siempre nos sentimos
felices, no siempre estamos de buen talante, no siempre nos dominamos, no
siempre estamos seguros de lo que hacemos y porqué lo hacemos.
Ser vulnerable quiere decir ser humano.
“Dinámica de las relaciones humanas”- Carlos G. Vallés