El "experimento del siglo", que pretende desentrañar los orígenes del universo y responder a las grandes incógnitas de la física moderna,
comienza hoy en la Organización Europea de Física Nuclear (CERN).
Tras más de 20 años de investigación, 10.000 millones de euros invertidos y el trabajo de 10.000 científicos de 80 países, dos haces de mil millones de protones cada uno, acelerados a una velocidad próxima a la de la luz, circularán por un túnel circular de 27 kilómetros de largo y en algún momento se chocarán.
Cuando dichas partículas colisionen, se reproducirán los instantes posteriores al Big Bang, el momento de la creación del universo, hace 13.700 millones de años, una recreación producida ahora por los humanos y
que ayudará a entender cómo funciona nuestra galaxia.
Los protones circularán por el Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por
sus siglas en inglés) de la CERN, el mayor del mundo, situado a 100 metros bajo tierra en Ginebra, cerca de la frontera con Francia.
Para poder "retener" la información que las colisiones produzcan, el LHC
cuenta con cuatro detectores, Atlas, Alice, CMS y LHCb, que captarán
millones de datos que, posteriormente, deberán ser analizados durante
años.
Esa es parte de la magia del experimento: se realizará, se aplaudirá como un evento magno nunca antes logrado, pero no desvelará ninguna información concreta hasta pasados varios años.
La información será de tal magnitud que, para poder estudiarla, se distribuirá entre los distintos centros de investigación que forman la red de cálculo del acelerador.
Hoy, los haces de protones circularán a una velocidad de 7 TeV (teraelectrovoltios), después de haber "viajado" y colisionado con éxito
a velocidades menores.
comienza hoy en la Organización Europea de Física Nuclear (CERN).
Tras más de 20 años de investigación, 10.000 millones de euros invertidos y el trabajo de 10.000 científicos de 80 países, dos haces de mil millones de protones cada uno, acelerados a una velocidad próxima a la de la luz, circularán por un túnel circular de 27 kilómetros de largo y en algún momento se chocarán.
Cuando dichas partículas colisionen, se reproducirán los instantes posteriores al Big Bang, el momento de la creación del universo, hace 13.700 millones de años, una recreación producida ahora por los humanos y
que ayudará a entender cómo funciona nuestra galaxia.
Los protones circularán por el Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por
sus siglas en inglés) de la CERN, el mayor del mundo, situado a 100 metros bajo tierra en Ginebra, cerca de la frontera con Francia.
Para poder "retener" la información que las colisiones produzcan, el LHC
cuenta con cuatro detectores, Atlas, Alice, CMS y LHCb, que captarán
millones de datos que, posteriormente, deberán ser analizados durante
años.
Esa es parte de la magia del experimento: se realizará, se aplaudirá como un evento magno nunca antes logrado, pero no desvelará ninguna información concreta hasta pasados varios años.
La información será de tal magnitud que, para poder estudiarla, se distribuirá entre los distintos centros de investigación que forman la red de cálculo del acelerador.
Hoy, los haces de protones circularán a una velocidad de 7 TeV (teraelectrovoltios), después de haber "viajado" y colisionado con éxito
a velocidades menores.