Aquí voy una vez más, a rememorar algo antiguo y que en su momento no fue para nada gracioso, hasta el día de ayer tampoco lo fue. ¡Pues bien!, en mi presentación comente que actualmente estoy titulandome, ayer con la neurona seca, los ojos ardiéndome por el uso de esta maquina, siendo las tres de la mañana o quizás aun más temprano, sin sueño pero tampoco sentía las ganas ni la fuerza de continuar, pues a esas horas lo único que podía obtener de mi cerebro, era la nada. Me recosté en la cama sin siquiera poder cerrar los parpados y me puse a recordar las palabras de una amiga, que en igual situación me comentaba: "No sé porque nos piden una tesis, ya nos preparamos cinco años en la universidad, le servimos por dos años como esclavos al gobierno, mal pagados, mal tratados, mal alimentados y con el peligro mortal de ser asesinados, violados, masacrados en un lugar donde ni ellos se atreven a ir. Deberían hacer conciencia y decir: ¡pobres tontos!, hay que darles un titulo y una cédula, ¡Total!, con este gobierno jamás conseguirán trabajo." Aquella vez reímos, y estoy segura que las dos rogamos por dentro porque sus palabras no fueran para nada ciertas.
Eso me hizo continuar recordando, varios años atrás desde que inicio todo esto, pero justo me detuve a la mitad de mi vida y una frase me distrajo: "¿A cual?, ¿La bonita o la fea?", a esas horas de la madrugada aquello llego como un balde de agua fría, sonreí aunque me sentí molesta aun por aquel recuerdo. En la secundaria había una compañera y ambas compartíamos el mismo nombre, para referirse a alguna de las dos primero era pronunciado nuestro nombre y luego el titulo: la "Bonita" y la "fea", ¿cuál creen que era mi adjetivo? Era gracioso, porque nos separaban un millar de rasgos, como por ejemplo (y quizás ¡sí!, sea por presunción) yo obtenía el cuarto mejor promedio en toda la escuela y el segundo en clase, mientras ella... bueno, ella seguía siendo bonita. Para nada creo que la inteligencia este peleada con la belleza, tan solo, no sé, yo sé que comprenden cual es mi punto.
Para la preparatoria todo fue un poco mejor, supongo que tuve suerte al encontrar personas con un verdadero criterio, alguna vez en un concurso del colegio nos integraron en grupos según nuestras habilidades. Un concurso consistía en maquillaje artístico en grupo, un compañero que actualmente se dedica a las artes plásticas en aquel tiempo realizo un trabajo impresionante en nosotros, pero la chica que debía calificar comento: "¡que horror!, parece que los han sacado a todos de un circo en ruinas", recuerdo muy bien las palabras de mi compañero: "la belleza se da según percepciones y criterio, es una pena que la tuya sea tan raquítica", fue obvio que no ganamos el concurso, y la chica se hizo enemiga de todo nosotros.
Durante la universidad, la enfermedad ganaba fuerza, se me catalogo en un pequeño grupo, "el grupo de las feas". Se me excluyo al igual que el resto de las chicas que conformaban tal grupo, ¡odie tanto la universidad!, no solo por ese pobre criterio, si no porque comencé a notar cosas que antes no fueron tan notorias o descaradas. "Haber, usted la bonita de atrás, responda esta pregunta...", la chica solo sonrió, se disculpo de la forma más tonta argumentando que el día anterior no había tenido tiempo de estudiar porque su mamá y ella habían ido al salón de belleza, "no se preocupe (sonreía el "profesor"), esta noche quizás haya más suerte, si quiere yo puedo darle algunas recomendaciones después de clase", no fue la sonrisa en el bello rostro de aquella mujer, ni las cejas en la expresión de aquel patético hombre sugiriendo un encuentro secreto después de clases (aunque de secreto no tenía nada), fue mi risa la que atrajo las miradas, para antes de que él pudiera echarme de la clase por charlatana, yo ya estaba de pie y tenia todo dentro de mi bolso. Todo valió la pena, el que me reprobara en aquella clase y me hiciera perder un semestre, ver que niñas como ella obtenían una excelente calificación sin tomar si quiera un libro, los gritos de mi padre cuando argumentaba que al menos ella era lista pues con un buen promedio competiría por un empleo que yo ni si quiera vislumbraría, las amenazas del profesor que además era el que se encargaba de poner el jurado y dar el tema de tesis, cada una de esas cosas valió la pena cuando vi la expresión de aquel profesor cuando le dije: "estar aquí afuera es lo mismo que estar adentro de su clase, pierdo tiempo y no aprendo nada", para mi padre la bomba fue: "espero que la sonrisa de ella sepa curar un cáncer, una diabetes, una hipertensión, de alguno de tus familiares".
En lo laboral no fue nada distinto, cuando nos repartimos en equipos y me toco con la chica más hermosa del grupo, ahí supe que tendría problemas. Aquel fue un día de tantos, me toco un turno de 34 horas, apenas si había probado bocado la noche anterior, y mi hora de salida había pasado hace horas y yo continuaba ahí, como si quisiera imponer el nuevo record de más horas laboradas (para quien pudiera importarle). "¿Y tu compañera?", eso no fue extraño, lo escuchaba a cada cinco minutos ("espere, la tengo aquí en la bolsa", je je siempre quise responder así), el enojo solo me hacía encogerme de hombros, "¿estas de guardia?", un resoplo salía antes de responder que llevaba casi 40 horas seguidas sin dormir, sin comer y sin sentarme, "Ya vete... (decía aquel hombre que se sentía mal al ver mi cansancio por haber hecho todo el trabajo por el cual a él pagaban, yo me conformaba con la limosna de "salario de estudiante" que no alcanzaba a pagar ni rentas, ni comidas, ni el medicamento para la gastritis que provocaba tanto ayuno, ni mucho menos las terapias del psicólogo, como se burlaba un compañero), oye pero antes ayúdame con la sonda de este paciente, con el alta del de la nueve, con el expediente del que falleció, y de camino cuando te vayas, te llevas los laboratorios del niño de la cuatro". Mi compañera se la pasaba en la oficina del jefe, cuando hacia su aparición no había reprimenda, tan solo invitaciones al cine o por un café para olvidar que se había desaparecido por horas del servicio, "no te preocupes por el trabajo, no te acuso con el jefe si nos vemos al rato en el cine, al fin el trabajo ya lo hizo ella...", la tonta, la que a nadie le importaba su esfuerzo, la fea.
"No te estreses, a él solo le gusta porque ella es bonita tu le gustas por como eres, eso es mejor, ¿no?", ¡Dios!, no sé que clase de confort podría dar aquella frase, pero hasta el chico que me gustaba me había engañado con la chica linda del trabajo, "además, él era considerado un galán en la universidad, deberías estar agradecida porque se fijara en ti..." (lo admito, mis malas amistades). Respiro, como lo hice en aquel momento...
Aquel día dieron las cuatro y entregue el informe de todo el trabajo que había realizado, "¡Bien!, ¿en realidad hiciste todo eso?", solo sonreí pues ya se me consideraba alguien ruda y agresiva en mis comentarios, "me voy, termine mi turno", me despedí del jefe de guardia quien se apresuro a detener mi partida "¡Oye!, pero faltan algunos pendientes, las notas de la cama uno a la seis, y sondas, y etc, etc.", creo que ahora concuerdo con la descripción agresiva en la que se me catalogaba, "Nos repartimos el trabajo en la mañana, esos no son mis pacientes y de hecho solo faltan notas las cuales no les ayudan a ellos a mejorar en nada, quizás pueda discutirlo con mi compañera en la hora del café o en la sala del cine", las carcajadas por el resto del personal no se hicieron esperar, me lleve una pésima nota del servicio pero aun así valió tanto la pena.
Una vez más escribo tanto, no digo nada, no es de interés y ocupe su tiempo. Se despide la fea que cree que una tesis es el mayor problema en la vida que ha enfrentado, yo sé que ustedes entendieron el punto. Saludos...
Eso me hizo continuar recordando, varios años atrás desde que inicio todo esto, pero justo me detuve a la mitad de mi vida y una frase me distrajo: "¿A cual?, ¿La bonita o la fea?", a esas horas de la madrugada aquello llego como un balde de agua fría, sonreí aunque me sentí molesta aun por aquel recuerdo. En la secundaria había una compañera y ambas compartíamos el mismo nombre, para referirse a alguna de las dos primero era pronunciado nuestro nombre y luego el titulo: la "Bonita" y la "fea", ¿cuál creen que era mi adjetivo? Era gracioso, porque nos separaban un millar de rasgos, como por ejemplo (y quizás ¡sí!, sea por presunción) yo obtenía el cuarto mejor promedio en toda la escuela y el segundo en clase, mientras ella... bueno, ella seguía siendo bonita. Para nada creo que la inteligencia este peleada con la belleza, tan solo, no sé, yo sé que comprenden cual es mi punto.
Para la preparatoria todo fue un poco mejor, supongo que tuve suerte al encontrar personas con un verdadero criterio, alguna vez en un concurso del colegio nos integraron en grupos según nuestras habilidades. Un concurso consistía en maquillaje artístico en grupo, un compañero que actualmente se dedica a las artes plásticas en aquel tiempo realizo un trabajo impresionante en nosotros, pero la chica que debía calificar comento: "¡que horror!, parece que los han sacado a todos de un circo en ruinas", recuerdo muy bien las palabras de mi compañero: "la belleza se da según percepciones y criterio, es una pena que la tuya sea tan raquítica", fue obvio que no ganamos el concurso, y la chica se hizo enemiga de todo nosotros.
Durante la universidad, la enfermedad ganaba fuerza, se me catalogo en un pequeño grupo, "el grupo de las feas". Se me excluyo al igual que el resto de las chicas que conformaban tal grupo, ¡odie tanto la universidad!, no solo por ese pobre criterio, si no porque comencé a notar cosas que antes no fueron tan notorias o descaradas. "Haber, usted la bonita de atrás, responda esta pregunta...", la chica solo sonrió, se disculpo de la forma más tonta argumentando que el día anterior no había tenido tiempo de estudiar porque su mamá y ella habían ido al salón de belleza, "no se preocupe (sonreía el "profesor"), esta noche quizás haya más suerte, si quiere yo puedo darle algunas recomendaciones después de clase", no fue la sonrisa en el bello rostro de aquella mujer, ni las cejas en la expresión de aquel patético hombre sugiriendo un encuentro secreto después de clases (aunque de secreto no tenía nada), fue mi risa la que atrajo las miradas, para antes de que él pudiera echarme de la clase por charlatana, yo ya estaba de pie y tenia todo dentro de mi bolso. Todo valió la pena, el que me reprobara en aquella clase y me hiciera perder un semestre, ver que niñas como ella obtenían una excelente calificación sin tomar si quiera un libro, los gritos de mi padre cuando argumentaba que al menos ella era lista pues con un buen promedio competiría por un empleo que yo ni si quiera vislumbraría, las amenazas del profesor que además era el que se encargaba de poner el jurado y dar el tema de tesis, cada una de esas cosas valió la pena cuando vi la expresión de aquel profesor cuando le dije: "estar aquí afuera es lo mismo que estar adentro de su clase, pierdo tiempo y no aprendo nada", para mi padre la bomba fue: "espero que la sonrisa de ella sepa curar un cáncer, una diabetes, una hipertensión, de alguno de tus familiares".
En lo laboral no fue nada distinto, cuando nos repartimos en equipos y me toco con la chica más hermosa del grupo, ahí supe que tendría problemas. Aquel fue un día de tantos, me toco un turno de 34 horas, apenas si había probado bocado la noche anterior, y mi hora de salida había pasado hace horas y yo continuaba ahí, como si quisiera imponer el nuevo record de más horas laboradas (para quien pudiera importarle). "¿Y tu compañera?", eso no fue extraño, lo escuchaba a cada cinco minutos ("espere, la tengo aquí en la bolsa", je je siempre quise responder así), el enojo solo me hacía encogerme de hombros, "¿estas de guardia?", un resoplo salía antes de responder que llevaba casi 40 horas seguidas sin dormir, sin comer y sin sentarme, "Ya vete... (decía aquel hombre que se sentía mal al ver mi cansancio por haber hecho todo el trabajo por el cual a él pagaban, yo me conformaba con la limosna de "salario de estudiante" que no alcanzaba a pagar ni rentas, ni comidas, ni el medicamento para la gastritis que provocaba tanto ayuno, ni mucho menos las terapias del psicólogo, como se burlaba un compañero), oye pero antes ayúdame con la sonda de este paciente, con el alta del de la nueve, con el expediente del que falleció, y de camino cuando te vayas, te llevas los laboratorios del niño de la cuatro". Mi compañera se la pasaba en la oficina del jefe, cuando hacia su aparición no había reprimenda, tan solo invitaciones al cine o por un café para olvidar que se había desaparecido por horas del servicio, "no te preocupes por el trabajo, no te acuso con el jefe si nos vemos al rato en el cine, al fin el trabajo ya lo hizo ella...", la tonta, la que a nadie le importaba su esfuerzo, la fea.
"No te estreses, a él solo le gusta porque ella es bonita tu le gustas por como eres, eso es mejor, ¿no?", ¡Dios!, no sé que clase de confort podría dar aquella frase, pero hasta el chico que me gustaba me había engañado con la chica linda del trabajo, "además, él era considerado un galán en la universidad, deberías estar agradecida porque se fijara en ti..." (lo admito, mis malas amistades). Respiro, como lo hice en aquel momento...
Aquel día dieron las cuatro y entregue el informe de todo el trabajo que había realizado, "¡Bien!, ¿en realidad hiciste todo eso?", solo sonreí pues ya se me consideraba alguien ruda y agresiva en mis comentarios, "me voy, termine mi turno", me despedí del jefe de guardia quien se apresuro a detener mi partida "¡Oye!, pero faltan algunos pendientes, las notas de la cama uno a la seis, y sondas, y etc, etc.", creo que ahora concuerdo con la descripción agresiva en la que se me catalogaba, "Nos repartimos el trabajo en la mañana, esos no son mis pacientes y de hecho solo faltan notas las cuales no les ayudan a ellos a mejorar en nada, quizás pueda discutirlo con mi compañera en la hora del café o en la sala del cine", las carcajadas por el resto del personal no se hicieron esperar, me lleve una pésima nota del servicio pero aun así valió tanto la pena.
Una vez más escribo tanto, no digo nada, no es de interés y ocupe su tiempo. Se despide la fea que cree que una tesis es el mayor problema en la vida que ha enfrentado, yo sé que ustedes entendieron el punto. Saludos...