¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

UN LUGAR PARA COMPARTIR TUS INQUIETUDES, PROBLEMAS, DUDAS, CONSEJOS, TEMAS DE ACTUALIDAD, BELLEZA, MODA, SALUD, SUPERACIÓN PERSONAL Y AYUDA MUTUA.


No estás conectado. Conéctate o registrate

A DARKER DREAM

3 participantes

Ir a la página : Precedente  1, 2, 3, 4  Siguiente

Ir abajo  Mensaje [Página 3 de 4.]

51A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 17 Dom 15 Mar 2009, 10:38

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Rayven estaba en la ventana de la torre del este, clavando los ojos en el cielo. Podía sentir el amanecer acercándose, sentir el sueño cadavérico tratando de alcanzarle, sentirse traspasado por la oscuridad que pronto le envolvería como un sudario.

Tocó su capa, sintió como se enroscaba más fuertemente a su alrededor, envolviéndolo como si fuera un capullo en vueltas de seda y terciopelo.

Rhianna le había visto en forma de lobo en el campo, el pelo erizado en su lomo, sus colmillos dejados al descubierto y ensangrentados. La imagen de su horror, su asco, había quedado grabada en su mente, y cada vez que cerraba los ojos la veía de nuevo.

Pues bien, meditó, volviendo la espalda a la ventana, eso era lo que había. Ahora no querría casarse con él. Sin duda abandonaría el castillo tan pronto como se despertara y no la detendría.

Sabiendo que nunca volvería a verla, abandonó la torre y logró llegar gracias a su tesón hasta su habitación.

Bevins se levantó de inmediato cuando su señor entró en el cuarto.

-“¿Cómo está?”. Preguntó Rayven.

-"Durmiendo tranquilamente, su Señoría".

Rayven asintió. -"Cuando hoy le pida salir de aquí, quiero que la ayude a empacar sus cosas, luego llévela a su casa, a donde pertenece".

-“¿Su señoría?”.

-"Fui un estúpido al pensar que podría haber algo entre nosotros".

-"Ella lo ama, su Señoría, estoy seguro de eso".

Rayven negó con la cabeza. -" Ella tiene un corazón blando. Me temo que solo es piedad lo que siente por a mí y no puedo vivir con eso. No me casaría con ella, sabiendo que solo siente lástima por mí, o teme lastimarme". Negó con la cabeza otra vez. -"Es hora de seguir adelante. Me iré de aquí la próxima semana”.

-“¿Va a marcharse?”.

-"Ya he permanecido aquí durante demasiado tiempo. Comience a empacar sus cosas, y las mías, también”.

-"Como Ud. desee, su Señoría, pero... "

La cabeza de Rayven se alzó rápidamente, mirando fijamente hacia la ventana. –“Esta amaneciendo" dijo, con voz apremiante. -"Hablaremos más tarde".

Bevins suspiró mientras veía a su señor abandonando la habitación. Era una pena, que esa horrible maldición le negara la única cosa que anhelaba lo único que podía hacerlo feliz. Y nunca había habido felicidad en la vida de su señor ni en la suya. Y probablemente, nunca la habría, filosofó tristemente.

-"Nunca quise hacerle daño”.

Bevins se giró abruptamente. -"Creí que estaba dormida, señorita".

-"Sentí su presencia y me desperté. Por qué él... ¿El lobo, era él? Me dijo que podía transformarse en un lobo, pero realmente no lo creí".

-"Sí, señorita, es la pura verdad".

Rhianna se incorporó y sujetó las mantas bajo sus brazos. –“¿Por qué lo hizo? ¿Matar a esas ovejas, quiero decir?”.

-"Es en esta forma en lo que se convierte cuando todo se vuelve demasiado doloroso para soportarlo. Hubo un tiempo en el que descargaba su cólera contra los mortales, pero no ha matado a nadie desde que estoy con él".

-"No quise lastimarle" dijo Rhianna de nuevo. -"Había olvidado que podía leer mi mente".

-"Es natural que le cause repulsión lo que él es".

-"Supongo que sí”.

-“¿Se marchará esta mañana?”.

-"No lo sé". Se quedó mirando hacia fuera de la ventana. Las cortinas estaban abiertas, y podía ver el comienzo de un nuevo día. El cielo era azul claro, salpicado con matices vívidos de oro, rosa y carmesí.

Él no había visto el sol desde hacía cuatrocientos años...

-"Bevins, necesitaría que me llevara al pueblo. Necesito algunos pinceles nuevos.

Ése despertó como siempre lo hacia., instaneamente, sus sentidos alerta explorando el castillo. Bevins estaba preparando la cena en la cocina. Un estofado condimentado con cebollas y tomillo.

¿Se había marchado? Incorporándose, buscó su presencia. Su fuerza vital le atrajo como una vela brillando en la oscuridad. Durante un momento, cerró sus ojos, sintiendo un alivio casi doloroso por su intensidad al saber que todavía estaba allí. Perversamente, se preguntó por qué no se había ido cuando tuvo la oportunidad.

Levantándose, se vistió rápidamente, luego bajó las escaleras apresuradamente, no siendo su paso más que un borrón de movimiento en la oscura escalera.

Cuando llegó abajo, hizo una pausa y aspiró profundamente.

Estaba en el comedor.

Sujetó su capa, frotando el suave terciopelo entre su pulgar y su dedo índice, preguntarse cómo podría enfrentarla después de lo de anoche. Aún no le había visto derrotado, cuándo la lujuria por la sangre le vencía, cuándo sus ojos estaban hundidos y ardiendo por la necesidad. No le había visto después cuando se parecía más a monstruo que a un hombre, cuándo su piel estaba estirada en capas delgadas y el hambre arañaba sus órganos vitales, pidiendo ser saciada.

Pero lo que había visto la pasada noche ya era suficientemente malo. Con sus emociones heridas a flor de piel y su profundo anhelo había tomado la forma de un lobo y había matado una de las ovejas. Había arrancado la garganta del animal, esperando así aliviar su frustración en un despliegue de violencia y derramamiento de sangre. En toda su vida, hasta esa anoche, nadie, salvo Bevins, le había visto hacer eso.

Aspiró profundamente, regañándose a sí mismo por su cobardía. En algún momento tenía que enfrentarla.

Alzó la vista cuando él entro en el cuarto. Su sonrisa era forzada y sus ojos reflejaron un tumulto de emociones: miedo, lástima, compasión, ansiedad.

-"Buenas noches, señor" dijo Bevins, quebrando el pesado silencio.

Rayven saludó con la cabeza de manera concisa, y Bevins salió del cuarto. Volvió un momento después llevando una pesada jarra de plata y una copa de cristal.

La mirada de Rhianna fue atraída hacia el grueso líquido rojo mientras Bevins llenaba la copa y la dejaba frente a su señor.

Rayven la miró mientras lentamente levantaba el vaso, deliberadamente, tomó un largo trago, saboreando el grueso sabor, ligeramente salobre del líquido caliente.

Aunque lo intentó, Rhianna no podo dejar de sentir un estremecimiento de repulsión mientras él bebía de golpe el contenido de la copa y depositaba el vaso vacío sobre la mesa.

Sin pronunciar una sola palabra, Bevins alzó la jarra y rellenó la copa.

Rayven levantó su vaso, su mirada atrapando la de Rhianna mientras clavaba sus ojos en ella sobre el cristal tallado.-“¿Por qué estás todavía aquí?”. Preguntó intempestivamente.

-"Porque deseo estar aquí, mi Señor" contestó, con voz apenas audible. -"Porque tu me necesitas”.

-"No te necesito a ti, ni a tu piedad" dijo, con voz afilada. -"No necesito a nadie".

-“¿No lo necesitas?”.

Él levantó la copa y consumió el contenido en un largo trago. –“Vete de aquí" dijo intempestivamente. -"Retirate de mi presencia. ¡Fuera de mi casa!”.

Rhianna se lo quedó mirando durante un momento, asombrada por la dureza en el tono de su voz, por la furia apenas reprimida que resplandecía en las profundidades de sus ojos de ébano. No se detuvo a preguntarse si su cólera estaba dirigida a ella o a sí mismo. Asustada y confundida, se levanto y huyo del cuarto.

El leve sonido de sus pasos subiendo rápidamente las escaleras resonó en sus oídos como si fuera un trueno.

-“¿Qué he hecho? murmuró roncamente.-” ¿Qué he hecho?”

-"Su Señoría, la boda tendrá lugar mañana por la noche".

Rayven se quedó mirando absorto su copa vacía. Unas pocas gotas del brillante líquido se habían quedado adheridas al cristal, recordándole a las lágrimas ensangrentadas. -"No puedo casarme con ella" dijo tristemente. -"No puedo permitirle que se case conmigo".

-"Su familia va a venir esta tarde".

-"Ocúpate de que se vaya con ellos".

-"Como Ud. desee, Señor".

Lentamente, Rayven se levantó y se dirigió hacia la ventana. Apartando a un lado las pesadas cortinas, miró con atención hacia fuera, a la oscuridad. Nunca la noche le había parecido tan oscura, tan vacía.

-"No puedo seguir sin ella". En respuesta a la pena en su voz, su capa se enroscó más apretadamente a su alrededor, pero por esta vez, la suave caricia de la prenda no logró calmarlo. –“¿Bevins, qué debo hacer?”.

-"Sobreviva, Señor, como siempre".

Lentamente, Rayven negó con la cabeza. -"No puedo". El recuerdo del único día en que ella había dormido junto él, emergió en su mente atormentándolo. Recordó que cuando se despertó, fue su dulce y sereno rostro lo primero que había visto. No podía soportar el pensar que nunca volvería e experimentar esa felicidad de nuevo.

Se giro. Con su capa formando remolinos a su alrededor y luego posándose suavemente sobre él de nuevo.

-"No puedo" murmuró roncamente, y salió del cuarto.

Mezclándose con las sombras, buscó abrigo en la oscuridad de la noche, y supo que nunca más volvería a encontrar refugio en las sombras.

Viajando a velocidad sobrenatural, dejó Millbrae Valley atrás, dirigiéndose hacia la ciudad. Vago en la oscuridad durante horas. Errando entre las calles de Londres llenas de niebla, se torturó observando a las parejas paseando. Escuchó su risa, se asomó a la ventana de una acogedora casa para ver a una madre cuidar a su bebé, vio a un padre consolando a un niño lloroso.

Siguiendo adelante, vio una joven pareja abrazarse a la luz de la luna. El perfume de su sangre, su pasión naciente, enardeció sus sentidos.

Paseó a lo largo de una tranquila calle residencial, haciendo pausas delante de una casa tras otra para escuchar las conversaciones de sus habitantes. Escuchó a niños riendo, a un marido riñendo con su esposa por el precio de una nueva gorra, oyó a una madre cantando una dulce nana a su hijita recién nacida.

Sonidos comunes.

Sonidos ordinarios.

Sonidos humanos.

Y sobre todo y por encima de todo, vio el rostro de Rhianna, oyó el suave tono de su voz.

Nunca antes había anhelado tanto ser mortal como esta noche. Nunca su existencia le había parecido tan vacía.

Paseó por las calles del East End, las fosas nasales llenas del perfume de seres humanos, el perfume empalagoso de una ramera, el hedor de cuerpos sin lavar cerca del muelle, la fragancia a polvo, jabón y tabaco fino mientras caminaba hasta la parte rica de la ciudad.

Fue a Park Lane, odiando a los ricos habitantes que comían y dormían en sus mansiones, esos miembros de la alta sociedad que pasaban sus días en la caza del zorro o yendo de compras por Bond Street. Despreciándose por ello, envidió a los jóvenes ricos que se levantaban por la mañana temprano para ir a pasear a caballo por Hyde Park, pasaban la tarde en sus clubs, y sus noches en la ópera en compañía de otros jóvenes igualmente ricos y mimados y bellas mujeres.

52A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 17 continuación Dom 15 Mar 2009, 10:39

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Y siempre la sangre llamándolo, tentándolo, gruesa, sustanciosa y caliente, llena de vida. Pero se rehusó a cazar, se rehusó a ceder a la necesidad vibrando a través de él. Dio la bienvenida al dolor, que le recordaba quien era, que hacia ya mucho tiempo que había perdido el derecho de amar a una mujer mortal.

Y luego olió el amanecer.

Juró por lo bajo, maldiciendo su estupidez, su cólera, que le había mantenido apartado de su casa durante demasiado tiempo.

El sol le persiguió a través de las calles, su calor burlándose de él, llenándolo de terror mientras pensaba lo que le sucedería si alcanzaba refugio antes de que la luz le encontrase.

Por un instante, pensó en rendirse al amanecer. ¿Si no podía tener a Rhianna, entonces para qué vivir? Pero un rayo de brillante y caliente luz dorada abrasó su mejilla izquierda, chamuscando la piel. El dolor, el hedor de su carne quemada, le espoleó.

Sintió el calor abrasador del sol en su espalda mientras atravesaba la puerta del castillo cerrándola de golpe tras él, luego corrió a gran velocidad subiendo las escaleras hacia la torre del este.

Respiraba pesadamente cuando llegó a su santuario. El lado izquierdo de su cara y su mano izquierda le abrasaban como si estuvieran ardiendo a fuego lento.

Con señales de dolor en su rostro, cerró la puerta tras él. Y luego lo vio, la salida del sol sobre un lago en la montaña. Los listones de brillante color salpicando el cielo del amanecer, brillantes tonos anaranjados, ocres y escarlatas. El lago, su superficie lisa como un espejo, reflejaba los colores del cielo. Muchas flores bordeaban el agua. Blancas, rojas y amarillas, rosadas y de color violeta, puras y frescas. Un pájaro azul estaba posado sobre la rama de un sauce, sus ojos oscuros tan brillantes que parecían vivos.

Clavó los ojos en la escena, olvidando la agonía en su carne chamuscada. Ella le había regalado la salida del sol, una de la que podría disfrutar sin temor.

Rhianna... Alzó la mano hasta su mejilla, asombrado cuando las puntas de sus dedos notaron la humedad. Clavó sus ojos en esa única lágrima roja en su dedo. Rhianna...

-“¿Mi señor?”.

¿Había atraído mágicamente su presencia con sus lágrimas? Tapó el lado izquierdo de su cara con su mano derecha y escondió la izquierda en los pliegues profundos de su capa. –“¿No te dije que te fueras?”.

-"No puedo dejarte" contestó quedamente. -"Prometí quedarme contigo durante un año y tu... " Se movió hacia él. -"Tu has prometido casarte conmigo".

Pasó silenciosamente por su lado, con la mano cubriendo su cara. –“¿Estás loca? ¿Por qué no te has ido?”.

-“¿Qué le ha ocurrido a tu rostro?”

-"Nada". Se giró de espaldas. Vete, Rhianna".

-"No te dejaré”.

-"Vete, ahora". Su mano izquierda se cerraba con fuerza bajo los pliegues de su capa. Cerró sus ojos y aspiró profundamente. El dolor de sus heridas aumentaba su hambre. Necesitaba sangre para cicatrizar sus heridas y la sangre de las ovejas no lo saciaría. Rhianna. –“¡Vete!”.

Se sobresaltó ante el contacto de su mano en la espalda. Podía sentir la oscuridad envolviéndolo. Pronto, sucumbiría al sueño oscuro de los no muertos.

-"¡Estas sufriendo!" exclamó. Presionando la mano contra su espalda. -"Lo puedo sentir”. Le sujetó por el hombro, tratando de girarlo hacia ella. Fue como intentar mover una montaña. –“¿Qué te ha ocurrido?”.

-"Nada. Sal, Rhianna. El amanecer... Debo descansar".

Decidida a saber lo que le ocurría, giró a su alrededor hasta quedar frente a él. Sus ojos ardían mientras la miraba, pero no se resistió cuando le aparto la mano de su cara.

-“¡Rayven!”. Un lado de su rostro estaba horriblemente quemado. Su piel estaba roja y en carne viva. –“¿Qué ha sucedido?”.

Soltó un largo suspiro que parecía contener todos los pesares del mundo. -"Anduve sin cuidado”.

-“¿Sin cuidado?”. Cerró con fuerza las manos para evitar tocarle.

-"Iba retrasado para llegar a casa. El sol... " Sus palabras se desvanecieron y se encogió de hombros.

-“¿El sol te hizo esto?”.

Él asintió, cansadamente.

-“¿Qué puedo hacer?”.

-"Déjame solo, Rhianna. Cicatrizará solo".

-“¿De veras lo hará?” Le miró dudando.

Él asintió de nuevo. Se desabrochó la capa y la lanzó sobre el colchón. –“Vete, Rhianna". Caminó ciegamente hacia la cama, su fuerza debilitándose mientras el sol se levantaba más alto en el cielo. Cayó sobre el colchón y cerró los ojos. -"Dile a Bevins que lo necesito”.

-"Si me dices lo que necesitas, te lo proporcionare yo misma”.

Gimió como si sufriera un gran dolor y luego negó con la cabeza. -"Trae a Bevins".

-“¿Necesitas sangre, para curarte, verdad? No supo qué la impulso a hacer esa pregunta, pero sabía que era la verdad.

-"Rhianna... Por favor. Ve a buscar a Tom".

Era la primera vez que le había oído usar el nombre de pila del otro hombre. En cierta forma, eso hizo que su necesidad pareciera aun más urgente. Él necesitaba sangre, y repentinamente necesitó darle la suya, ser ella la que aliviara su sufrimiento.

Fue hacia la cama y se sentó en el borde. Amablemente, apartó un mechón de su frente y luego acarició su mejilla ilesa.

Los párpados de Rayven se abrieron de repente. Por un momento, creyó que la despediría y luego, con un suspiro se giró hacia ella y tomó su mano. Sus movimientos fueron lentos, sus ojos con los parpados entornados mientras besaba su palma. Sus labios estaban fríos y secos, enviando escalofríos que recorrían su columna mientras lamía la suave piel de su muñeca. La contempló, sus ojos oscuros encendidos con un fuego interior, y luego la rodeó con sus brazos sujetándola, inmovilizándola como si fueran fríos barrotes de acero.

Sintió una repentina aprensión mientras sus labios rastrearon su cuello, tembló incontroladamente cuando su boca se cerró sobre la carne blanda. Hubo un dolor repentino, bien definido, pero antes de que pudiera emitir un solo gemido, el dolor fue absorbido de golpe por una oleada de placer raramente sensual.

Él estaba bebiendo su sangre. Debería sentirse asqueada, conmocionada, disgustada. En lugar de eso, sintió una corriente de satisfacción. Estaba necesitado y ella satisfacía su necesidad de la forma más íntima posible.

Una extraña languidez se apoderó de ella. Su boca era calida, extrañamente erótica, y se apretó mas a él, queriendo estar más cerca. Su lengua acarició su piel, una vez, dos veces. Ella gimió suavemente cuando la apartó.

-“¿Rhianna? ¡Rhianna"! La sacudió ligeramente. –“¡Contéstame!”.

-"No te detengas" se quejó.

El temor por su vida, le sacó del letargo que lo arrastraba hacia la oscuridad. Con un esfuerzo, se levantó sujetando a Rhianna contra él. Se quedó mirando fijamente con horror las dos marcas iguales que arruinaban la perfección de su garganta. ¿Qué había hecho?

¡Bevins! Su mente gritó el nombre.

Unos momentos más tarde, Bevins apareció en el portal.

-"Tráele algo para beber. ¡Apúrate!”.

Bevins salió tan rápidamente como había llegado. Minutos más tarde, regresó llevando una taza de té caliente con un buen chorro de brandy.

-"Rhianna, bebe esto". Rayven sujetó la delicada taza de porcelana china contra sus labios, su frente arrugada con preocupación mientras observaba como tragaba el contenido.

Rhianna se quedó sin aliento mientras tomaba un sorbo de coñac. Nunca había probado el alcohol, y el brandy dejó un rastro ardiente en su garganta hacia su estómago.

-"Bebe todo" urgió Rayven.

El calor la invadió mientras obedientemente se bebía el resto.

Rayven sonrió al regresar el color a las mejillas de Rhianna. –“¿Estás bien?” preguntó ansioso.

Ella hipó, luego le sonrió. –“¿Qué ha sucedido?”.

-"Me temo que he tomado más de la cuenta".

Bevins miró indignado a Rayven, sus ojos color café destellando coléricos mientras comprendía por qué Rhianna se veía tan pálida cuando había entrado en el cuarto, del por qué se mostraba desorientada y débil.

-“¡Usted no debió!” exclamó Bevins. –“¡Dígame que usted no usó a esta niña para apagar su diabólica sed!”.

Rayven apartó la mirada, incapaz de enfrentar la censura en el rostro de su criado. Por primera vez durante sus cuatrocientos años de vida, se sintió avergonzado por lo que había hecho.

-“¿Por qué no me llamó?”. Bevins preguntó, su voz con tono acusador. Miró las arreboladas mejillas de Rhianna. -"Una cosa es tomar un poco de vez en cuando. Eso, lo puedo entender. Pero esto, usarla como si fuera una de sus malditas ovejas"

La cabeza de Rayven se alzó de repente, sus ojos oscuros llenos de advertencia. -"Cállate" dijo concisamente -"O te silenciaré por siempre".

Bevins se tragó la aguda réplica que estaba a punto de surgir por su boca.

-"Fue idea mía" dijo Rhianna, alarmada por la tensión que vibraba entre los dos hombres. -"Me pidió que lo llamara, pero no lo hice".

-"Vea lo pálida que esta". Bevins dio un paso adelante, con la preocupación arrugando su frente. -"Usted ha tomado con demasiado".

Rayven negó con la cabeza. Él no había tomado lo suficiente como para ponerla en peligro. Solo era, que esta era la primera vez que había tomado un poco más de unas gotas.

Mascullando un juramento, volvió la cama, incapaz de oponerse durante más tiempo a la oscuridad que lo envolvía. -"Encárgate de ella... " ordenó, y luego la negrura le reclamó.

53A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 18 Dom 15 Mar 2009, 10:40

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Ella estaba durmiendo a su lado cuando el crepúsculo le liberó de su prisión de oscuridad. Su pelo estaba extendido por la almohada, un charco de oro contra la negra seda. Su brazo descansaba sobre su pecho, su cabeza sobre su hombro como si fuera una almohada. Una delgada pierna se enroscada entre las suyas.

El calor de su suave carne contra la suya, la fragancia de su pelo, el perfume de su sangre, le despertó con dolor entre un aliento y el siguiente.

¿Qué iba a hacer con ella? Rehusaba a dejarse intimidar por él, rehusaba abandonarlo cuando le daba la oportunidad. Anoche, cuando debería haber salido huyendo de su presencia, le había ofrecido el mismo ser de su vida. En toda su vida, ninguna otra mujer había ido a él voluntariamente, ni lo había mirado con amor. Ninguna había visto más allá del monstruo, solo al hombre que ansiaba liberarse de la oscuridad que se había apoderado de él.

Rhianna... Había buscado en su corazón y su alma y le había dado un regalo que no podía comprarse, el sol al que no se había atrevido a mirar durante cuatro siglos.

Girando la cabeza, Rayven estudió la pintura. Incluso en la oscuridad, podía verla; Los matices de tonos calientes que reflejaban la salida del sol, el azul del lago, los brillantes y atrevidos colores de las flores, los pájaros posados sobre las ramas de los árboles. Hacía tanto tiempo que no había visto las flores a la luz del día, el agua de un lago centelleando a la luz del sol. Había visto pinturas creadas por artistas magistrales, pero ninguno más bello que esta.

Rhianna...

Beso suavemente su mejilla. Le había regalado una nueva visión del sol. Si quedaba alguna pizca de honradez en su ser, a cambio le daría su libertad. La dejaría ahora, mientras dormía. Se marcharía y nunca la volvería a ver.

Pero no lo haría. No podía. En todos estos cuatrocientos años, ella era su única oportunidad de ser feliz. Esta noche sería su esposa. La mimaría y la amaría durante todo lo que quedaba de año, y luego la enviaría de regreso a su mundo, donde tenía su sitio. Su corazón, que creía tener duro como las paredes de piedra de su castillo, parecía desmoronarse de solo de pensarlo.

Con un somnoliento suspiro, se movió entre sus brazos, abrió sus ojos, y le sonrió. Tenía unos ojos tan bellos, meditó, de un azul como un cielo de verano.

-"Buenas noches, mi señor" dijo. Su voz áspera por el sueño le acarició como si fuera suave terciopelo.

-"Buenas noches, Rhianna".

-“¿Podemos tener un poco de luz?”.

Con un gruñido suave aquiescencia, miró fijamente hacia la vela al lado de la cama, la cual instantáneamente resplandeció con una suave luz. –“¿Así esta mejor?”.

-"Sí, gracias".

-"No te he dado las gracias por la pintura".

-“¿Te ha gustado?”.

-"Muchísimo". Las puntas de sus dedos acariciaron la suave curva de sus mejillas. –“¿Por qué no te has ido, cuando te pedí que lo hicieras?”.

-"Porque me necesitas, mi Señor, no importa cuánto lo niegues”.

-“¿Y por qué todavía estas aquí, a mi lado?”.

-"Una vez me dijiste que te había encantado ver que estaba a tu lado cuando despertaste”. Replicó cándidamente.-“¿Debería marcharme?”.

-"No". Su brazo se apretó mas fuertemente a su alrededor. –“¿No te asusta mi sueño cadavérico?”.

-"Un poco".

-"Eres una niña asombrosa".

-"No soy una niña, mi señor". Aunque supuso que comparada con sus años, realmente debía parecerle muy joven. -"Tu cara". Posó su mano sobre su mejilla, sus ojos agrandados por la extrañeza. Su piel, aunque todavía roja, no se veía tan mal como la noche anterior. –“Esta mucho mejor".

Rayven miró su mano. La horrible rojez de la quemadura había desaparecido, aunque la piel todavía no se había regenerado completamente. Otras lesiones cicatrizaban totalmente durante la noche, mientras dormía, pero las quemaduras siempre tomaban más tiempo.

-"Sin duda cuando vea mi rostro, todavía asustaré mas a tu madre".

-“¡La boda!”. Rhianna se irguió de golpe. –“¿Qué hora es?”.

-"Cerca de las seis".

-"¡Las seis! ¡Debemos estar casados a las siete! ¡Por qué no me despertaste más pronto!" exclamó, y luego se sonrojó furiosamente.

Rayven se rió suavemente cuando el color inundó sus mejillas. –“¿Así que, no has cambiado de opinión?”.

-"No, pero me tengo que ir". Se levantó y pasó una mano por su pelo.-"No podré estar lista a tiempo. Todavía tengo que bañarme, vestirme, peinarme... " Se agachó para depositar un suave beso en sus labios. -"Tengo que irme".

-"Tómate todo el tiempo que quieras, dulce Rhianna. Todavía no ha habido ninguna boda en la que no se haya tenido que esperar a la novia”.

La capilla estaba ubicada al otro lado del castillo. Estaba construida con piedra blanca y brillaba tenuemente a la luz de la luna llena. Una cruz de madera tallada estaba situada al un lado del arco de las dos puertas de entrada. Los sauces agitados, murmuraban secretos en la noche, mientras las sombras jugaban al escondite con la luna.

Permaneció en la oscuridad, su mirada fija en la capilla. Durante todos los años que había poseído el castillo, solo había estado una vez en su interior

Se giró rápidamente cuando un familiar perfume inundó su nariz. -"Señora". Se inclinó respetuosamente.

-“¿No puedo decir nada para persuadirle de que suspenda esta boda?”.

Rayven negó con la cabeza. -"Nada. Ella será mía".

-“¿Qué es usted?”.

Él apartó la mirada, para luego volver a mirarla fijamente. -"Amo a su hija, señora McLeod. Le juro que no le haré ningún daño".

-"No le creo”.

Él se encogió de hombros. -"Encuentro su preocupación bien intencionada, pero más bien tardía".

-“¿Por que?”.

-“¿Ha olvidado que su padre me la vendió?”.

Un rubor ardiente subió por las mejillas de Ada McLeod. –“¡Por supuesto que no lo he olvidado!”.

-"Podría conservarla conmigo por el resto de su vida" dijo Rayven quedamente. "No me escatime un solo año". Levantó su cabeza, sus sentidos examinando la brisa. -"Está aquí" dijo, y pasando rápidamente por el lado de la madre de Rhianna, desapareció en la oscuridad.

Entró en la capilla por una puerta lateral y tomó su lugar en el altar. La luz de una docena de altas velas llenaba el edificio de una suave luz anaranjada.

Dallon Montroy permanecía a su lado, con expresión solemne. Montroy, quien prefería llevar abrigos con matices brillantes de verde y oro, se veía casi apagado con un abrigo azul oscuro, una corbata a rayas, y pantalones de color ante.

Tom Bevins, estaba solemne y muy apuesto con su oscuro traje de color café con corbata de terciopelo negro, estaba sentado solo en el lado izquierdo del primer banco. La madre de Rhianna estaba sentada a la derecha. Brenna y Bridgitte, vestidas con trajes de de color lavanda y azul, estaban sentadas a ambos lados de su madre.

A Rayven no le pasaron desapercibidas las miradas furtivas que Bevins dirigía a Ada, o el débil rubor que cubrió sus mejillas cuando atrapó a Bevins mirándola.

El sacerdote tomó su lugar en el altar. Unos momentos más tarde, Aileen llegó caminando por el pasillo central, seguida por Lanna. Ambas llevaban vestidos de color rosa, ribeteados de oscuro terciopelo rojo.

Luego vio a Rhianna. El marido de Aileen, Creighton, la conducía hasta el altar, pero Rayven solo tenía ojos para Rhianna.

Llevaba un vestido de brocado de seda blanca. El corpiño era de corte cuadrado, las mangas largas y ceñidas. Un fino velo cubría su cara. Parecía un ángel, pensó, la misma esencia de la pureza y la luz.

Él era consciente de las lágrimas de Ada McLeod, de los celos que irradiaba Montroy en ondas de calor fuera que parecían arena ardiente del desierto. Sentía los deseos de felicidad de Bevins, las dudas del sacerdote.

La pequeña capilla parecía resonar con el sonido combinado de sus latidos y los pensamientos de los demás, retumbando en su cabeza, como un coro de voces no deseadas.

-“¿Por qué estás haciendo esto, hija? ¿En qué te fallé?”

-“Te quiero, Rhianna. Rezo para que seas feliz”.

“¿Sabe lo que está haciendo? ¿Es muy tarde para advertirla?”

-“Te perdí, Rhianna. Por favor ven a verme a menudo.

Sintió la preocupación de Ada McLeod, el corazón roto de Montroy, la ansiedad de Bridgitte, la sensación de pérdida del sacerdote, la curiosidad de Brenna mientras se preguntaba que es lo que le había sucedido en su mejilla, la esperanza de Aileen de que su hermana mayor fuera feliz, la certeza de Lanna de que ni por toda la riqueza en el mundo viviría en el castillo de Rayven, con su oscuro señor.

Aspiró profundamente y su nariz se llenó del perfume de la sangre fluyendo por sus venas.

Pero esta noche se había alimentado bien y el hambre estaba dormida en su interior.

Y entonces Rhianna estaba allí, a su lado, y bloqueó su mente a todo lo que no fuera la belleza de la joven que estaba a punto de convertirse en su esposa. Podía oír los rápidos latidos su corazón mientras le miraba. Su piel era suave y caliente, sus ojos brillaban con amor cuando colocó su mano sobre la de él.

Juntos se giraron hacia el sacerdote.

La ceremonia fue breve. Escuchó las palabras que los unían y pensó que en toda su vida nunca había oído palabras más bellas.

Luego finalizó la ceremonia y ella era suya. No pudo evitar el temblor en sus manos cuando apartó el velo de su cara. Nunca, en todos sus cuatrocientos años, había imaginado un momento como este. El tiempo perdió todo significado mientras la contemplaba, grabando su imagen en su mente y en su corazón para así poder recordar la serena belleza de su rostro cuando se hubiera ido.

-"Puede besar a la novia" repitió el sacerdote con un fuerte susurro.

Rayven inclinó la cabeza. Y luego, con un profundo sentimiento de adoración, rodeó a Rhianna con sus brazos y la besó. Te amo, dulce Rhianna. Juro amarte y respetarte mientras seas mía.

Rhianna le miró cuando él finalizó el beso. ¿Había imaginado su voz en su mente?

-"Te amo, dulce Rhianna" le dijo quedamente. -"Juro amarte y respetarte mientras seas mía”.

Repitió las palabras con serena intensidad, las mismas palabras que ella había oído en su mente. Antes de que pudiera reflexionar sobre lo que quería decir, su madre y sus hermanas la rodearon.

-"Felicitaciones, Su Señoría" dijo Dallon, ofreciéndole la mano a Rayven. -" Espero que usted y su esposa sean felices juntos".

-"Gracias, Montroy" Rayven contestó sinceramente. -"Sé lo duro que esto es para usted".

-"Ciertamente". Montroy fijó su mirada en Rhianna. Nunca la había visto más bella ni más joven. Ni más deseable. –“¿Le importa que bese a la novia?

-“Esa es la tradición, creo".

54A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 18 continuación Dom 15 Mar 2009, 10:40

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Con un asentimiento, Dallon se encaminó hacia Rhianna. -"Te deseo mucha felicidad" dijo, cogiéndola de las manos.

-"Gracias, Dallon".

Su mirada sostuvo la suya. –“¿Eres feliz? ¿Es esto lo que tu quieres, o lo que quiere él?”.

-"En verdad, Dallon, es lo que yo quiero. Nunca he sido tan feliz”.

-"Entonces me alegro, por tu bien". Se inclino para besar su mejilla y luego murmuró "si alguna vez necesitas algo, solo tienes que enviarme un mensaje y estaré aquí al instante".

-"Gracias, Dallon".

Tras un breve asentimiento, se giró y abandonó la capilla.

Bevins había preparado una cena para los invitados. Si alguien pensó que era extraño que el novio no comiera nada, nadie hizo ningún comentario.

Cuando la comida hubo finalizado, Aileen insistió en enseñarle el castillo a Creighton y le rogó a Rhianna, su madre y sus hermanas que les acompañaran, aunque estas ya lo habían visto.

Con un indefenso encogimiento de hombros, Rhianna se fue con ellos.

Sólo en el comedor, Rayven se recostó en su silla, una mano sujetando su copa de cristal. La vació de un solo trago, la llenó y se la bebió de nuevo.

Ella era su esposa. Pronto, la haría su esposa en el más íntimo sentido de la palabra. La sola idea lo asustaba como ninguna otra cosa nuca lo había hecho.

Llenó su copa por tercera vez, determinado a ahogar su hambre en un mar de sangre con la esperanza de que así su esposa estuviera segura entre sus brazos. –“¿He hecho lo correcto, Tom?”.

Bevins se quedó quieto en la puerta. Algunas veces, incluso después de cincuenta años, todavía le asombraba que su señor pudiera leer sus pensamientos, y sentir su presencia antes de entrar en el cuarto.

-·” ¿Su Señoría?”.

-"Estoy... " Aspiró profundamente mientras contemplaba las gotas rojas que brillaban tenuemente en el fondo de su copa -"... asustado".

-"Ella le ama. Confía en usted".

Rayven inclinó la cabeza. –“¿Pero, puedo yo confiar en mí mismo?”.

Bevins cruzó la habitación. Se arrodilló ante su señor y se arremangó la manga de su camisa extendiendo el brazo. -"Tome todo lo que usted necesite, Su Señoría".

Rayven señaló la copa vacía. -"Esto debería ser suficiente”.

-"Esta noche, la sangre de las ovejas puede que no sea lo suficientemente fuerte como para mantener su hambre bajo control".

Rayven inclinó silenciosamente la cabeza, admitiendo la verdad de las palabras de su criado. Y luego, humillado por la comprensión en los ojos de Bevins, avergonzado por la necesidad que le controlaba, sus dedos se cerraron alrededor de la muñeca del hombre.

-“¿Se han ido todos?” Rayven se levantó cuando Rhianna entró en el estudio.

-"Sí. ¿Por qué no saliste a despedirles?”.

Él bufó suavemente, recordando cómo le había mirado la madre de Rhianna, como si fuera un insecto que necesitara ser aplastado. -"Dudo que me echaran de menos”.

-“¡Rayven, qué cosas dices!”.

-"Tu madre no me soporta, mi dulce, y tus hermanas se apartan de mí como si fuera una mezcla de ogro y hechicero. Pensé que sería mejor, ahorrarles el tener que soportar mi odiosa presencia".

Ella quiso replicar, pero supo que sería inútil. Su madre se había pasado los últimos diez días intentando hacerle cambiar la decisión de casarse con el Señor del castillo; Sus hermanas aunque habían admitido que era realmente guapo, también temían que estuviera cometiendo el mayor error de su vida.

-"Te ves maravillosa, mi dulce Rhianna. El blanco te sienta perfectamente, ¿Pero que otro color podría llevar un ángel?”

-"Y el negro también te sienta bien a ti" contestó ella.

Sonrió mientras lo miraba. Su abrigo de fino paño negro acentuaba la anchura de sus hombros; Las solapas de terciopelo añadían un toque de elegancia. Llevaba una corbata negra, pantalones negros, y botas negras. El blanco de su fina camisa de lino hacía un maravilloso contraste.

-"En realidad, nunca en toda mi vida, he conocido a un hombre tan apuesto como tú".

Él se rió ahogadamente, suavemente mientras la levantaba en brazos y la llevaba escaleras arriba hasta la torre del este. –“¿Has conocido a muchos hombres en tu corta vida?”.

-"No, ni lo deseo. Tu eres lo suficientemente hombre para mí, mi señor".

-"No soy un hombre del todo" dijo quedamente, y enfatizó ese hecho abriendo la puerta de la torre con el poder de su mente.

Rhianna puso la mano sobre su boca mientras entraba en su dormitorio, y la depositaba en el suelo. -"No nos obsesionaremos pensando eso esta noche, mi señor marido".

Aparto la mano y la reemplazó con sus labios, besándole profundamente, apasionadamente. Ahora no necesitaba ser cuidadosa. Era su marido, y podía conmoverle con el contenido de su corazón. Para demostrárselo se presionó contra él, la seda de su traje crujiendo contra su ropa.

Suaves gemidos subieron por la garganta de Rayven cuando su lengua rozó su labio inferior, quedándose sin aliento ante la sorpresa cuándo le mordió.

-"Ten cuidado, amor" le aviso. -"No te gustaría lo que mi sangre te podría hacer".

Ella se apartó un poco para poder ver su cara. –“¿Qué me haría?”.

-"Suficiente cantidad te haría lo que yo soy, una criatura maldita para la eternidad, condenada a vivir por siempre en la oscuridad. Y tu no quieres ser eso, mi dulce”.

No le mencionó que para transformarla en lo que él era, primero tendría que beber de ella, llevarla hasta el borde de la muerte, o que luego tendría que beber su sangre maldita para regresar de la eternidad.

-"Seguro que un poco no me hará daño" comentó, repulsada pero intrigada por el pensamiento de degustar su sangre inmortal.

-"No". Un pequeño temblor de excitación le recorrió por la espalda mientras imaginaba sus dientes en su cuello.

-“¿Me ayudas a quitarme el vestido, mi señor?”.Pidió, sus ojos brillando con travesura.

-"Será un placer".

-"Eso espero" le replicó, y le dio la espalda para que pudiera desabrochar los diminutos botones de su cuello y bajárselo hasta la cintura.

Le sorprendió notar que sus dedos temblaban mientras empezaba con la tarea. Agachó la cabeza, besando su nuca, la suave cavidad entre sus hombros, mientras le quitaba el vestido y la ropa interior hasta que quedo de pie ante él con solo sus medias y sus zapatos.

Arrodillándose le quito los zapatos y luego deslizó sus manos sobre la curva de su pantorrilla. Hizo una pausa para masajear el hueco detrás de su rodilla, luego deslizó su mano hasta su muslo, demorándose allí un momento antes de sacarle lentamente la media. Luego hizo lo mismo en con su otra pierna.

Rhianna se estremeció de placer mientras sus manos acariciaban sus pantorrillas y sus muslos. Sus manos, aunque frías, hicieron rugir el deseo en sus entrañas.

Cuando se puso de pie, comenzó a desnudarlo con manos ansiosas y curiosas, mientras le quitaba el abrigo, el chaleco, la corbata y la camisa.

Sonrió al notar que su respiración se aceleraba con cada pieza de ropa que iba quitándole. Temblaba visiblemente cuando se quedó desnudo ante ella.

Con la cabeza ladeada, estudió al hombre que ahora era su marido. Era alto y delgado, de anchos hombros y estrechas caderas. Su piel era del color de la crema pálida, inmaculada, excepto por las quemaduras medio curadas en la mano y su mejilla izquierda. Sus piernas eran largas y su estómago liso y musculoso. Su aliento quedó atrapado en su garganta, y sintió sus mejillas arder cuando su mirada examinó rápidamente la parte que hacía de él un hombre. Por alguna razón, no había esperado que estuviera tan bien dotado.

Rayven se deleitó con el calor de la mirada de Rhianna en su carne desnuda. El toque de sus ojos era como el fuego, desterrando el frío y la oscuridad. Habían pasado más de cuatrocientos años desde que una mujer le había mirado con anhelo en lugar de terror... .

Dirigió su mirada hacia la cama, y le vino a la mente la imagen de la última mujer que había llevado allí. Incluso ahora, después de más que cuatrocientos años, podía ver sus ojos color café abiertos de par en par, llenos de terror. Su cuerpo, sin sangre, había estado casi tan blanco como las sabanas sobre las que yacía. Las gotas de sangre roja, brillante que habían caído de sus labios añadían una nota de color a la macabra escena.

Su deseo perdió vitalidad al recordarlo.

55A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 18 continuación Dom 15 Mar 2009, 10:41

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

-“¿Por qué esto? “Rhianna preguntó. -¿Qué ocurre?”

Él miró, la miró, sus ojos atormentados, llenos de pánico. -" Rhianna... No puedo... "

Ella supo inmediatamente de lo que tenía miedo. Pasando sus brazos alrededor de su cuello, atrajo su cabeza y le besó.

-"Estaré bien, esposo mío" dijo. -"No tengo miedo”.

-" Rhianna... "

Le besó de nuevo, sus manos deslizándose sobre su pecho, cada caricia un poco más atrevida, hasta que él estuvo dispuesto para ella, hasta que su temor fue ahogado por el amor que sentía por esta mujer que le había recibido en su corazón y en el santuario de su alma.

La llevó a la cama y la depositó respetuosamente. Durante un eterno momento, se quedó mirándola fijamente, grabando su imagen en su mente para recordarla a través del tiempo, cuando ya se hubiera ido y luego suavemente se situó sobre ella y se sumergió en el abrazo que le brindaba. La sentía entre sus brazos como el más suave y dulce vino, era como el vino, calida, intoxicante y dulce, supo que aunque viviera durante mil años, nunca olvidaría esta noche.

Rhianna susurró su nombre cuando todo pensamiento, toda razón, la abandonó, sumergida en un remolino de sensaciones. Se sintió amada, protegida, e incluso más que eso y supo que lo que compartía con Rayven iba más allá de cualquier experiencia que pudiera sentir en los brazos de un hombre mortal.

El amor y el deseo se mezclaban. Notó que se contenía, supo que le daba miedo lastimarla. Cerrando sus ojos, sintió como su alma se emparejaba como la suya y como su pasión florecía, dejó que su corazón hablara asegurándole su amor, prometiéndole que nunca más estaría solo.

Por un momento, se sintió sobrecogida por un alud de sentimientos que sabía eran los de él, el miedo a causarle dolor, la soledad de cuatro siglos, el constante anhelo por eso que le estaba prohibido, y luego, todo fue barrido por el mar de necesidad que surgió en ella, zambulléndose en ese abismo de éxtasis, gritando su nombre mientras se convulsionaba bajo él.

Después, sintió también el cuerpo de Rayven convulsionarse, le oyó murmurar su nombre mientras enterraba su rostro en el hueco de su cuello.

Segundos después sintió el rápido y afilado mordisco de sus dientes en su garganta, sintió una oleada de calor en su interior que la hizo estremecer de placer en cada fibra de su ser. Nunca había sentido un éxtasis tan exquisito. El calor se propagaba a través de ella. Iba a la deriva, flotando en un mundo nebuloso de sensaciones, ahogándose en un mar de seda acarminada...

-“¿Rhianna? ¿Rhianna?”.

Su voz la trajo de regreso a la realidad. Negó con la cabeza, queriendo hundirse más profundo en el capullo de larva de color escarlata.

-“¿Estás bien?”. Rayven preguntó ansiosamente. –“¿Te lastimé? ¿Rhianna? ¡Rhianna, háblame!”.

Lentamente, sus párpados se abrieron y le sonrió, sus ojos azules resplandecientes de placer. -"Mejor que en toda mi vida, mi señor esposo".

Débil de alivio, clavó los ojos en las dos diminutas heridas de su cuello. El hambre no le había avasallado. Él había tratado dulcemente su garganta, no la había agotado hasta el extremo de la muerte. Había tomado sólo un poco, un pequeño sorbo, y eso había sido suficiente. Un solo sorbo de su dulce ser había sido suficiente para apaciguar su sed infernal, al igual que hacerle el amor había satisfecho su deseo.

El alivio fluyó a través de él. Quizá había esperanza para ellos después de todo. Tiernamente, pasó su lengua sobre las diminutas heridas de su cuello. Desaparecerían por la mañana.

Rodando a su lado, abrazó a Rhianna, sosteniéndola contra él. El perfume almizcleño del amor inundaba el cuarto.

Rhianna suspiró con satisfacción mientras trazaba perezosos círculos en su pecho. -"Dime como fue al principio" le dijo -"Cuando fuiste hecho Vampiro”.

-"Ya te dije como fui hecho".

Ella se movió en sus brazos, dejando al descubierto sus senos que rozaban contra su pecho. -" Quiero saber más. Quiero saberlo todo".

Distraídamente, su mano acarició su pelo. -"Al principio, el hambre me poseyó. Estaba aterrorizado por el hambre, del dolor que me engullía cuando me abstenía. Maté y maté, una y otra vez".

Miró a Rhianna sin verla, recordando el comienzo como si hubiera sido ayer, lamentando las vidas que había tomado, las que podría haber ahorrado.

-"Una vez fui un caballero, un hombre de honor. Entonces, no era sino un monstruo absorbido por el miedo. Cada vida que tomé añadía una carga de culpabilidad a mi alma, o a lo que quedaba de ella. Odiaba en lo que me había convertido, odiaba asesinar, al hambre que era mi dueña. Anhelé la muerte, pero tuve miedo”. Él se rió suavemente, cruelmente. -"Yo, que una vez había sido un caballero sin igual, carecí del coraje para salir al sol y acabar con el infierno en el que vivía.

-"No fue hasta unos años más tarde, cuándo encontré Salvatore, del que aprendí que no tenía que matar para sobrevivir, que podía tomar sangre de un mortal sin acabar con su vida. Lysandra nunca me había contado eso, nunca se había tomado la molestia de explicarme que no hay que matar para apaciguar el hambre. Ella disfrutaba la cacería, el olor del miedo. La matanza”.

Sintió vieja cólera surgir en su interior cuando mencionó su nombre. Ella podía haberle explicado mucho más, haber hecho su transición de mortal a inmortal más fácil de soportar.

-"Me alegro de que te transformara en vampiro" susurro Rhianna acurrucándose más cerca de él.

-“¿Te alegras?” preguntó, con evidente sorpresa en su voz.

-"Sí". Rhianna le miró sus ojos y se vio reflejada en las negras profundidades. -"Si no te hubiera hecho lo que eres, habrías muerto hace mucho tiempo, y nunca te habría conocido”.

-"Te amo, Rhianna" murmuró, su voz llena de emoción. -"Nunca podrás imaginarte cuánto significas para mí".

-"Podrías demostrármelo, mi señor esposo" le dijo con sonrisa seductora.

Sus brazos se apretaron a su alrededor, como si tuviera miedo de que pudiera desaparecer de su vista.

-"Lo haré lo mejor que pueda" musitó, rozando sus labios. "Siempre que sea capaz".

56A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 19 Dom 15 Mar 2009, 10:42

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Rhianna se despertó poco después de las cuatro a la siguiente tarde, sus labios curvados en una sonrisa al recordar la noche anterior. Hacer el amor con Rayven había sido todo, y más, de lo que había esperado.

Rayven. Su marido. Después de encender la vela sobre la mesita de noche, se giró y sintió la sonrisa desvanecerse cuando le vio durmiendo a su lado.

Apenas respiraba, yacía como si estuviera muerto bajo las sabanas. La piel de su mejilla izquierda, una vez devastada por la luz trémula del sol naciente, casi estaba curada.

Lo miró durante un largo rato, una parte de su alegría disminuida al darse cuenta de lo que significaba estar casada con un vampiro. Nunca madrugarían por la mañana, ni verían salir el sol juntos; Nunca holgazanearían durante el desayuno; Nunca compartirían la alegría de ver a sus hijos crecer. Nunca podría acompañarla cuando fuera de compras al pueblo, o a pasear por una calle céntrica en mitad de la tarde.

Desde este día en adelante, tendría que pasar las horas diurnas sola, y ajustar sus días a los de él.

Inclinándose hacia adelante, presionó sus labios sobre su mejilla. Su piel, siempre fría, ahora todavía lo parecía más.

Apartándose, miro a su alrededor. No había ventanas en el cuarto, ninguna clase de luz, excepto la solitaria vela ardiendo inconstantemente en su mesa de noche.

Sintiéndose repentinamente prisionera Rhianna, se deslizó de la cama y se dirigió hasta donde pensaba que podría estar la puerta. Pasó sus manos sobre la suave piedra, sus movimientos se volvieron espasmódicos por la desesperación cuando no pudo encontrar la salida. ¡Tenía que estar allí! ¿Sino donde? Sintió una oleada de pánico cuando se dio cuenta de que no podía salir, que si bien la cámara contenía una cama y una mesa, era no más que una cripta.

Miró a Rayven, inmóvil como la muerte cubierto por una sabana de seda negra.

Vampiro. No muerto.

Sabía que nunca la lastimaría, sabía que no tenía nada que temer. Se recordó cuánto le amaba, el éxtasis que había encontrado en sus brazos la noche anterior, pero fue en vano. Un pánico irracional surgió en su interior, y no pudo pensar en nada más salvo en escapar.

-“¡Ayúdame!”. Golpeó con sus manos la fría pared. –“¡Ayúdame! ¡Bevins, por favor, quiero salir fuera!”.

La histeria subyacente en su voz, el rápido golpeteo de su corazón, penetró en el sueño cadavérico de Rayven. ¡Rhianna! Ella tenía miedo, estaba en peligro...

-" Rhianna... "

Se giró rápidamente al oír su voz, asustada al preguntarse cómo podía estar despierto cuando el sol estaba en lo alto. –“¡No puedo salir!”.

Con un esfuerzo, enfocó la atención en la trémula luz de la vela, peleando a través de estratos de oscuridad hacia la conciencia. Reuniendo toda la energía que pudo enfocó su mente hacia la puerta, y oyó su suspiro de alivio cuando ésta se deslizó abriéndose, y luego ella se fue.

Durante un eterno momento, clavó sus ojos en la puerta abierta y al cuarto vacío de más allá. Y luego la oscuridad le envolvió de nuevo.

Más tarde, sentada en su cuarto después de un relajante baño, Rhianna se dio cuenta de lo tonta que había sido al escapar de su presencia. El cuarto donde él pasaba el día, era sólo un cuarto, después de todo.

Con un sentimiento de timidez, se puso un camisón de seda de azul claro, se envolvió en una bata a juego, y subió por la escalera hasta la torre del este. Pasaría todo lo que quedaba del día a su lado, así estaría allí cuando se despertara.

Sonreía con anticipación al entrar, pensando en lo contento y asombrado que estaría al encontrarla allí, pero la puerta que conducía a la cámara interior estaba cerrada.

Cruzando el cuarto, encontró la señal en la pared y colocó su mano sobre ella, pero nada ocurrió. Empujó y luego golpeó suavemente, esperando que él la oyese, y luego lo llamó por su nombre.

-“¿Rayven?”. Presionó su oreja sobre la pared, pero solo pudo oír los latidos de su propio corazón.

Frunciendo el ceño, le llamó varias veces. Desalentada, fue hasta la ventana y observó las llamas carmesí del sol poniéndose. El color le recordó la sangre y la muerte, al color del vino tinto en su copa. Se había casado con un vampiro. Ese pensamiento, que debía haberle repelido, en realidad la llenaba de alegría. Era suya y pronto se despertaría para estar con ella de nuevo. La anticipación revoloteó profundamente en su corazón.

Se giró velozmente, cuando oyó abrirse la puerta. Rayven apareció en el portal. Iba vestido todo de negro desde la camisa hasta las botas, y su capa caía formando pliegues a su alrededor.

Rhianna sonrió cuando le vio, su corazón saltando un latido mientras lo inspeccionaba atentamente. ¡Qué bien parecido era, y cuánto le amaba!

-"Buenas noches, mi señor". Avanzó hacia él, pero se le congeló la sonrisa en los labios al percibir su helada expresión.

Su mirada la recorrió fríamente, como si fuera una desconocida. –“¿Qué haces aquí?”.

-"Quería estar contigo cuando despertaras".

Alzó una negra ceja, en un gesto de incredulidad. -"Lo encuentro tan difícil creer, señora, considerando su ansia de esta mañana por escapar de mi presencia".

Rhianna levantó su barbilla, determinada a hacérselo comprender. -"No era de ti de lo que quería huir”.

-“¿De veras? ¿Necesito recordarte que no había nadie más en la habitación?”.

-"Era de la habitación de lo que quería escapar, no de ti".

Él la estudio durante un momento, luego giró la cabeza, para mirar sobre su hombreo al cuarto tras él.

-“¿Qué fue lo que te asustó?”. Le preguntó, con voz sarcástica. “¿La cama? ¿El armario?”. Su mirada era dura y fría mientras la analizaba. –“¿La mesa, quizá?”.

-"Fue el cuarto" repitió. -"Me sentí atrapada porque no podía salir. No podía encontrar la puerta, y no hay ventanas, y... yo... Fue una estupidez, lo sé, pero no lo pude evitar".

El cruzó los brazos sobre su pecho, sus ojos como pozos oscuros clavados en los de ella. Cuando habló, su voz fluyó sobre ella como una amarga ola de oscura agua. –“¿Estás segura de que no fue el cadáver que había en la cama lo que te asustó tanto?”.

Lo estudió durante un momento, desalentada por su cólera, y luego se percató de que no era cólera lo que veía, sino un fuerte sentimiento de decepción y de agravio. –“¡Rayven, no lo hagas! Por favor, no lo hagas”.

-"No puedo cambiar lo que soy, señora, ni siquiera por ti".

-"No te he pedido que cambies".

-"Mírame, Rhianna. Esto es lo que soy".

Quiso apartar la mirada, salir del cuarto, alejarse del dolor que ella le había causado. En lugar de eso, se mantuvo firme y le devolvió su mirada.

Y le dejó ver como se veía a si mismo, como un hombre que vivía pero no envejecía, lo que era y lo que no era. Durante cuatrocientos años había sido un vampiro, y el hambre era todavía su dueña. Había aprendido a controlarla, pero no a doblegarla. Ahora la desató, dejó que surgiera dentro él hasta que supo que sus ojos ardían por la necesidad. Apartó hacia atrás sus labios para que pudiera ver los colmillos blancos afilados que había mantenido hasta ahora cuidadosamente escondidos de su visión.

Era una visión que había aterrorizado a muchos. Y también aterrorizó a Rhianna. Cada instinto que poseía la urgió a correr, a escapar de su presencia, de su casa y nunca regresar.

En lugar de eso, apretó los puños a ambos lados y se mantuvo firme, determinada a probar que no le tenía miedo, para así convencerlo de una vez por todas de que lo amaba, que no importaba lo que él fuera, siempre que también la amara.

Un sonido estrangulado que podría haber sido un gruñido o un sollozo retumbó profundo en su garganta. Avanzó un paso hacia ella, preguntándose si escaparía del cuarto. Vio sus ojos agrandarse mientras acortaba la distancia entre ellos, sintió su desasosiego. Podía oír los acelerados latidos de su corazón, veía el pulso latiendo en el hueco de su garganta, pero ella permaneció firme. Todo lo que sentía se reflejaba en las profundidades azules de sus ojos.

Aspirando profundamente, Rayven dominó la bestia voraz de su interior. Había dejado que ella lo viera tal como era. ¿Le abandonaría ahora? Una parte de él, esa que temía por su seguridad, deseaba que se fuera, pero al mismo tiempo la parte más egoísta de su naturaleza esperaba que se quedase. Podrías hacer que se quede. Descartó el pensamiento antes de que se formase completamente. No la retendría contra su voluntad.

-“¿Rhianna, vas a venir a mí?”.

-"Siempre, mi señor" le contestó trémulamente.

Apenas atreviéndose a creerlo, le tendió sus brazos y esperó.

Con más valentía de la que creía que ella poseía, avanzó los pasos que la situaron dentro de sus brazos.

Le miró, con el amor y la confianza brillando en sus ojos mientras él la rodeaba con sus brazos y luego, con un suspiro que parecía surgir de las mismas profundidades de su alma, descansó su mejilla contra su pecho y cerró sus ojos.

-“¿Me dejarías tener la puerta de la habitación abierta?” Le preguntó al cabo de un momento.

Tiernamente, acarició su pelo. -"Si lo deseas, que así sea mi dulce. Haré que Bevins instale una cerradura a ambos lados de la puerta de la torre, y tú tendrás las únicas llaves. Debes prometerme que cerraras con llave la puerta exterior si abandonas la cámara interior durante el día”.

-"Como quieras".

Él la sostuvo entre sus brazos por un interminable momento, deleitándose de su cercanía, reprendiéndose a sí mismo por su anterior arranque de furia. Le había costado muchos años adaptarse a ser Vampiro; Era un estúpido al pensar que Rhianna podría adaptarse a lo que él era en solo unos días. Pero tenían tan poco tiempo...

Sonrió cuando oyó su estomago gruñir. -"Ven" le dijo, tomando su mano, bajemos y veamos qué ha preparado Bevins para tu cena".

-"Tengo hambre" admitió. ¿No has comido nada durante todos estos años?”

-"Nada".

-“¿Lo has intentado?”.

Él asintió concisamente. Solo lo había intentado una vez. Esa había sido suficiente. Al poco tiempo después de haber sido transformado, antes de haber aceptado completamente lo que era, había entrado en una taberna y había ordenado una comida. Se había forzado a comer, aunque el olor de la carne guisada le disgustaba. Y luego había vomitado y se había sentido muy enfermo. No se había empeñado en comer comida sólida nunca más.

Rhianna suspiró y se encogió de hombros. -"No tiene importancia".

-“¿Preferirías cenar sola?”.

-"No" dijo rápidamente. -"Por favor no pienses eso. Es simplemente que Bevins es tan buen cocinero, que me gustaría que pudieras disfrutar lo que prepara".

Cuando llegaron al comedor, Rayven apartó su silla y luego tomó su lugar habitual frente a ella.

Pocos minutos más tarde, Bevins entró en el cuarto llevando una gran bandeja de plata que contenía un plato tapado, una jarra, una copa de cristal, una tetera de plata, y una taza de delicada porcelana china. Puso delante de Rayven la jarra y la copa, luego le sirvió la cena a Rhianna.

-"Gracias, Bevins" le dijo Rhianna sonriéndole. -"Huele de maravilla".

-"Gracias, señora".

57A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 19 continuación Dom 15 Mar 2009, 10:42

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

-"Bevins, quiero que instales un cerrojo en la puerta de la torre, por ambos lados y le des la llave a Rhianna".

-"Sí, Su Señoría. Lo haré mañana a primera hora".

Rayven había esperado que su esposa introdujera cambios su vida, y así lo hizo. Durante las semanas siguientes, transformó el interior del castillo, de un lugar oscuro, lúgubre, a una casa acogedora.

La chimenea de su habitación, que raramente era usada, ardía alegremente cada tarde, añadiendo calor e iluminando el cuarto que siempre había sido frío y oscuro.

Quitó el negro dosel y las oscuras sabanas de la cama. El nuevo dosel era de terciopelo azul oscuro con adornos de oro. Las sabanas nuevas eran de fino lino blanco, los almohadones del mismo terciopelo azul oscuro del dosel.

Puso una delicada lámpara de aceite con cristal de color ámbar para así poder leer en la cama.

Compró una pequeña mesa de madera de color cerezo y dos sillas alegremente tapizadas para poder sentarse delante de la chimenea por la tarde.

Gradualmente, sus ropas fueron depositadas lado de las suyas en el armario, al igual que sus zapatos, encontraba alegres medias de seda mezcladas con sus guantes y corbatas.

Su dormitorio, una vez frío y solitario como una tumba, pronto se convirtió en un cuarto vibrante lleno de vida como lo estaba su esposa.

Un anochecer sentando delante de la chimenea, esperando a Rhianna, se dio cuenta de nuevo de cuan solo y aislado del resto de la humanidad había vivido.

Y se preguntó si alguna vez en toda su vida podría dejarla marchar.

Ella había expresado el deseo de visitar Londres, donde nunca había estado, alojarse en un lujoso hotel, ir a ver una obra de teatro y cenar en uno de los restaurantes más de moda de la ciudad. Y Rayven, más profundamente enamorado con cada día que pasaba, no pudo negárselo.

Decidiendo que harían de ello unos días de vacaciones, empacaron unas pocas pertenencias y dos noches más tarde abandonaron el castillo.

Ella estaba emocionada ante la idea de pasar unos días en Londres. Rayven le había dicho que podía pasar el día yendo de compras, siempre que llevara a Bevins con a ella, y que podía comprar cualquier cosa que deseara para sí misma o para su familia.

Era el más generoso de los hombres, pensó mientras observaba el paisaje pasar como un borrón de árboles moteados de gris por la luna y las redondeadas colinas. El refugio del pueblo alojaba ahora a cinco mujeres, dos bebés, un viejo lisiado, y un niño huérfano de diez años, dándoles un techo donde vivir, camas limpias y comidas decentes. Porque Rayven había declarado que no creía en los indigentes, Rhianna había encontrado la forma en que todos aquellos que vivían en el refugio se ayudaran los unos a los otros. Las mujeres se turnaban para lavar y planchar, los viejos cuidaban de los bebés cuando sus madres estaban ocupadas, y el niño mayor recogía leña. Era un arreglo que satisfacía a todo el mundo.

Dejando a un lado, los pensamientos sobre el refugio, miró a su marido. La estaba observando con una sonrisa ladeada.

-“¿Por qué me miras así?” le preguntó.

-“¿Así, cómo, mi dulce?”.

-"Como si yo fuera un ratón, y tu un gato hambriento".

-"Quizá porque tengo hambre, y te ves muy sabrosa".

Un temblor de anticipación bajó por su columna, seguido por un pequeño escalofrío de aprensión. –“¿No comiste nada antes de salir de casa?”.

-"Un vaso de vino".

-“¿Y eso no te satisfizo, mi señor?”.

Negó lentamente con la cabeza. Ella podía sentir su mirada clavada en el pulso que latía en su garganta, podía sentir como su corazón comenzaba a palpitar más rápido al imaginarlo inclinado sobre ella, sus dientes clavándose en su tierna carne.

-"Rhianna... " Su voz era baja y ronca, y por debajo, como una sombra oscura, sintió un débil indicio de dolor.

-“¿Mi señor?”. Escondió sus manos en los pliegues de su falda para disimular su temblor.

Su mirada oscura encontró la suya. Vio el ruego implícito en las profundidades de sus ojos, supo que él no tomaría lo que ella no le ofreciera libremente. Habían hecho el amor a menudo durante las dos semanas de su matrimonio, pero no había bebido de ella de nuevo. Recordando que una vez le había dicho que necesitaba ocasionalmente sangre humana para sobrevivir, se preguntó si había buscado la nutrición en algún otro sitio. El pensamiento de Rayven recurriendo a otra mujer para satisfacer su necesidad de sangre la llenó de celos. Después de todo, ella era su esposa. Si él necesitaba sostenimiento, entonces ella se lo daría.

Inclinó su cabeza hacia un lado, concediéndole acceso fácil a su garganta.

Suavemente, sus dedos se cerraron sobre sus hombros mientras la rodeaba con sus brazos. Suspiró con deleite mientras sus labios rozaron la sensitiva piel a lo largo de su cuello. Cerró los ojos cuando sintió el afilado pinchazo de sus colmillos, se abandonó al placer sensual que fluía a través de ella.

Se apartó antes de tiempo, sus oscuros ojos llenos de preocupación. –“¿Rhianna?”.

Ella le miró con ojos nublados por el deseo. -"Seguramente no has podido tomar la suficiente en tan poco tiempo".

-"La suficiente". Acarició su mejilla, amándola por su voluntad de darle lo que necesitaba, despreciándose a sí mismo por estar a merced de lo que era, por tener que tomar la misma esencia de su vida para sobrevivir. -"Rhianna... " Quiso decirle lo preciosa que era para a él, cuánto significaba su generosidad, pero no había palabras suficientes como para expresar lo que sentía.

Se acurrucó contra él. -"Te amo, Rayven" le dijo y con un suspiro, se quedó dormida en sus brazos.

La observó mientras dormía, acariciando su pelo. Nunca antes se había dado cuenta de la enorme responsabilidad que acarreaba el amor.

Rhianna miró a su alrededor, incapaz de creer el esplendor que le rodeaba. Rayven había alquilado dos suites contiguas en el hotel más lujoso de Londres.

Mientras Bevins desempacaba sus pertenencias. Se paseó, admirando las pinturas, las lujosas alfombras, los ostentosos cortinajes. Rayven estaba sentado, mientras la observaba, con su boca torcida en sardónica diversión.

-“¿Te gusta?”. Le preguntó.

-"Oh, sí. Es precioso. ¿Qué haremos primero?”.

-"Lo que tu quieras, mi dulce".

-“¿Podemos dar un paseo?”.

-"Sí, si así lo deseas". Levantándose, se echo la capa sobre sus hombros, luego le ayudó a ponerse su abrigo. Era nuevo, hecho de terciopelo de un profundo color Borgoña.

Rhianna se miró en el espejo, complacida con su imagen. Parecía una mujer de la alta sociedad. Nadie, viéndola ahora, sospecharía jamás que había nacido en un pueblo pequeño y remoto, o que era la hija de un pobre campesino que había tenido que subastarla poder mantener al resto de su familia.

Estaba repentinamente ansiosa por salir de compras, por comprar regalos a su madre y sus hermanas. Vestidos nuevos, sombreros y quizá alguna pequeña fruslería. Lo único que arruinaba su excitación era el hecho de que Rayven no podría ir con ella.

De pie, detrás de Rhianna, Rayven sintió su corazón lleno de unas emociones que no había experimentado durante siglos –amor, celos, ternura y un deseo casi abrumador por protegerla-. Cerró fuertemente sus manos en puños dejándolas caer a ambos lados de su cuerpo, con el conocimiento de que de lo más necesitaba protegerla, era de sí mismo.

-“¿Listo?” Se le aproximó, con las mejillas encendidas y sus ojos resplandeciendo.

Con aprobación, él le ofreció su brazo y abandonaron el hotel.

Pasaron las siguientes dos horas deambulando por las calles de la ciudad. La mayor parte de las tiendas de Knights estaban cerradas por la noche, por lo que ella se sorprendió enormemente, cuando, cada vez que Rayven se daba un golpe en la puerta de una tienda, eran invitados a entrar.

-"Envié a Bevins con anterioridad a hacer algunos preparativos" le aclaró Rayven.

Se sentía como la realeza mientras paseaba por las tiendas más exclusivas de Londres. Solo tenía que mirar algo, preguntar lo que costaba, si a su madre le gustaría, o lo que su hermana pensaría, y era suyo. Compró un vestido para su madre a rayas de color marrón y oro, un sombrero para Aileen, un parasol para Lanna, una muñeca para Brenna y un osito de peluche para Bridgitte.

-"Pero no has comprado nada ti". Le comentó Rayven.

-"Yatengo todo lo que necesito".

-"Te escogeré algo para ti" dijo, y guiándola hasta una joyería, le compró un pequeño corazón de oro con un relicario colgado de una fina cadena.

-"Es bello" Rhianna exclamó suavemente. Se giró mientras él le colgaba la cadena al cuello.

Sus labios rozaron su nuca. -"Esto es para recordarte que mi corazón te pertenece" le susurró. Su aliento abanicó su piel, haciéndola estremecerse con anticipación deseando estar solos de nuevo.

Los dedos de Rhianna abrieron el relicario. -"Me gustaría tener un retrato nuestro para ponerlo dentro" le comentó al abandonar la tienda.

Rayven estuvo a punto de rehusar categóricamente, pero entonces vio el ansia en sus ojos. -"Quizás algún día".

Bevins les estaba esperando cuando regresaron al hotel.

-"Mi esposa ha hecho numerosas compras" comentó Rayven. Ayudó a Rhianna a quitarse el abrigo y a sentarse, luego se quitó la capa y la depositó a los pies de la cama. -"Deberían llegar mañana por la mañana".

-"Sí, su Señoría. Me encargaré de todo. ¿Desea alguna otra cosa?”.

-"No. Puede retirarse, no lo necesitaré más en toda la noche”.

-"Sí, Su Señoría". Con una leve reverencia en dirección a Rhianna, Bevins se marchó.

Rayven se situó detrás de Rhianna y comenzó a desabrochar su vestido. Ella se estremeció de placer cuando sus dedos rozaron su piel.

-"Eres tan bella" gimió, depositando suaves besos en sus hombros. Su vestido cayó al suelo. -" Tan cálida, tan viva... " Le quitó su ropa interior hasta que quedó desnuda ante él. -"No puedo creer que estés aquí, que seas mía”.

Ella se giró, pasó sus brazos alrededor de su cuello y acercó su rostro.

-"Puedes creerlo, mi señor Rayven" murmuró con voz ronca, y cubrió su boca con la suya.

Los brazos de Rayven rodearon su cintura, atrayéndola más cerca, deleitándose con el calor de su cuerpo, el fresco aroma de su piel, la suavidad de su pelo. Su pulsó latía lleno de calor y vida, embriagándolo con su cercanía. Sus latidos aumentaron cuando él profundizó su beso. El perfume de su deseo inundó sus fosas nasales; Podía oler la sangre dulce y caliente fluyendo por sus venas.

Sus manos temblaron de ansia cuando ella le quitó la ropa hasta que no hubo nada entre ellos excepto el deseo.

-"Rhianna... " Sólo pronunció su nombre, pero ella oyó las palabras que no podía decirle, percibió el amor en su voz, la necesidad, el miedo. Siempre el miedo, pensó, entristecida de que su amor estuviera manchado por eso.

Con una tranquila sonrisa, lo tomó de la mano y lo guió hasta la cama. Apartó las cubiertas y se sentó en el colchón atrayéndolo a su lado.

-"Ámame, mi amor". Le acarició la mejilla.-"Creo que moriré si no me besas”.

58A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 19 continuación Dom 15 Mar 2009, 10:43

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Lamentó la elección de las palabras tan pronto como estas salieron de sus labios. Aunque en silencio, oyó el eco de su respuesta en su mente: -“Y podrías morir si lo hago”.

Se acercó mas a él, amando el tacto de su piel desnuda contra la suya. Él se recostó en el colchón, llevándola con él, sus brazos rodeando su cintura en un abrazo desesperado, su boca cerrándose sobre la de ella, su lengua rozando la suya.

El deseo surgió dentro de ella, como una flor abriéndose al sol. Hundiendo sus dedos en su pelo, lo besó con todo el amor y la pasión de su corazón. Sus manos exploraron su cuerpo atrevidamente, tocando, aprendiendo lo que le hacía sonreír, lo que le hacía gemir con deleite.

Miró en las profundidades de sus ojos, sintió el calor de su deseo calentar hasta el mismo centro de su ser. Con un suave gemido, se dio la vuelta, llevándola con él hasta que ella yació debajo.

Con los ojos resplandeciendo con negros fuegos, se sepultó dentro de ella. El mundo pareció girar cuando sus cuerpos se unieron. Sus manos la acariciaron, encendiendo ascuas de placer dónde la tocaban. Él murmuró su nombre, con voz ronca.

Gritó al ser absorbida por una vorágine de sensaciones, – el frio tacto de las sabanas debajo de ella, el calor de los besos de Rayven, la suavidad de su piel, el fuego en su toque, el sonido ronco de su voz mientras murmuraba en su oído palabras en una lengua que no entendía-. Y siempre tenía la sensación de que él se contenía, que le daba miedo abandonarse al placer por miedo a lastimarla.

Gritó su nombre cuando las ondas de éxtasis la llevaron a la cúspide en una explosión de calor y color, cerró sus ojos cuando ríos de placer ondearon en su interior.

Sintió los dientes de Rayven raspando su garganta, sintió su última convulsión de placer. Una ferviente alegría surgió dentro de ella mientras estremecimientos de placer recorrían su cuerpo. El suspiró profundamente, y ella sintió como se relajaba.

-“¿Te lastimé?” .Le preguntó bruscamente.

-"No, mi señor". Le obligó a mirarla. -"Te amo, Rayven. Por favor no dejes que tu miedo a lo qué pueda ocurrir arruine lo que tenemos".

-"Rhianna, tu no lo entiendes... " Cómo podía explicarle cómo era, qué tan estrechamente ligada con su deseo iba su lujuria por la sangre, que nunca se libraría del miedo que le mortificaba, que durante toda la vida temería que el hambre dominara su autocontrol, que una noche su control se rompiera y él bebería y bebería hasta que la hubiera destruido.

-"Te quiero con todo mi corazón y mi alma" Le dijo de nuevo, mas enérgicamente esta vez. -"Por favor cree en eso".

Él se incorporó sobre sus codos y se quedó mirándola fijamente. ¿Era posible que su amor por ella fuera más fuerte que el hambre, que su amor por Rhianna la protegiera de su lujuria por la sangre? Tal vez ella estaba en lo cierto, filosofó. Un pequeño sorbo de su preciosa sangre aquietaba el hambre que su deseo enardecía.

-"No me da miedo lo que tú eres, mi señor. Creo en el poder de nuestro amor, pero tú también tienes que creerlo".

Sus palabras apaciguaron su alma atormentada, como ninguna otra cosa pudo hacerlo. Rodando sobre ella, la acunó entre sus brazos y la sujetó fuertemente.

-"Rezo para que tengas razón, mi amor" gimió.

-"Sé que la tengo. Te amo”.

-“Y yo a ti”. Cubrió a ambos con su capa, y la rodeó con sus brazos de nuevo.

Habían pasado varios siglos desde que se había atrevido a rezar, pero ahora cerró sus ojos y le imploró al Dios de su juventud que protegiera a la mujer que descansaba tan confiadamente entre sus brazos, aunque ello significara protegerla de sí mismo.

59A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 20 Dom 15 Mar 2009, 10:44

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Hacía ya dos semanas que estaban en Londres la noche en que Rayven alquiló un carruaje y fueron a pasear por Hyde Park, Rotten Row. Una vez había sido conocida como la ruta del rey, le explicó Rayven. El camino del rey. El parque una vez había pertenecido a la abadía de Westminster, agregó, pero Henry VIII lo había cerrado al público, lo había llenado de venados, y lo había utilizado como lugar de cacería real. El rey Charles, lo había abierto de nuevo al público en 1635.

Rhianna inclinó la cabeza mientras contemplaba el gran espacio verde. Rayven había estado vivo durante el reinado de Henry VIII. Y también había estado vivo cuándo Charles abrió Hyde Park.

-"Rhianna. ¿Rhianna?”.

-“¿Hmmm?”.

-“¿Te gustaría ir a cenar?”.

-“¿Qué?”.

Rayven giró su rostro hacia ella. -"Pareces ausente, mi dulce. ¿Ocurre algo malo?”

-"No, no pasa nada”.

Incapaz de evitarlo, Rayven dejó que su mente encontrara la suya. Reprimió un suspiro cuando siguió el camino de sus pensamientos, preguntándose si alguna vez aceptaría totalmente lo que él era.

-“¿Qué es eso que te molesta tanto?”. Le preguntó quedamente.

-“¿Molestarme?” Negó con la cabeza. -"Nada mi señor. Pero debes comprender, cuanto me asombro al darme cuenta de cuanto tiempo has vivido, y lo mucho que has visto".

Rayven asintió. Los reyes y las reinas habían llegado y se habían marchado, pero él había permanecido igual.

-“¿Qué me habías preguntado antes?”

-"Te pregunté si tenías hambre”.

-"Sí, un poco".

La llevó a cenar a The King’s Arms. Era un restaurante elegante, el más lujoso que ella había visto en toda su vida. Las mesas estaban cubiertas de finos mantelerías de lino blanco. Cristalerías ribeteadas en plata destellaban, añadiendo un toque de opulencia a todo. Cortinas de oscuro terciopelo rojo colgaban de las ventanas; Las sillas estaban tapizadas del mismo rojo oscuro.

Al recorrer con la mirada a su alrededor fijándose en los hombres y mujeres elegantes que ocupaban las mesas circundantes, Rhianna se preguntó lo que su madre pensaría si pudiera verla ahora.

Sentada allí, esperando ser servida, se dio cuenta de la mirada fija de Rayven sobre ella. Sintiéndose cohibida, paso su mano por su pelo, luego manoseó el relicario de oro de su garganta. ¿Pasa algo?

-"No". Negó con la cabeza, pensando en lo preciosa que era. El traje de noche de color malva que llevaba puesto hacia juego con el color de su pelo y su piel. El cuarto estaba lleno de mujeres vestidas a la última moda, pero ella las eclipsaba a todas.

-"Me estas mirando fijamente".

La esquina de su boca se curvó en una sonrisa mientras se le acercó a través de la mesa. -"Me temo que no puedo evitarlo. Eres la mujer mas encantadora de toda la sala".

Un débil rubor ascendió por sus mejillas. -"Gracias".

Él levantó su mano y sus labios besaron las puntas de sus dedos, y se preguntó cómo había podido vivir durante cuatro siglos sin ella. Ella le sonrió, y ya no echó de menos el sol. Ella se rió, y olvidó que la soledad había sido su constante compañera. Ella le tocó, y aquietó el hambre que le había atormentado durante tanto tiempo que apenas podía recordar cuando no lo había hecho. Rhianna.

Nunca había sido tan consciente del paso del tiempo, como lo era ahora. Cada día le acercaba más al momento de perderla, le acercaba más al momento en que él retornaría a su vida vacía, su cama vacía.

Y a pesar de ello, del mismo modo en que cada día hacía que su separación futura fuera más dolorosa, sabía que debía dejarla marchar. Sería cruel arrastrarla a una vida con él. Ella ya empezaba a cambiar su vida, para adaptarla a la suya. Se mantenía levantada hasta el amanecer para poder estar con él hasta que el sueño cadavérico le reclamaba. Aunque una vez fue madrugadora, dormía hasta más tarde cada día, perdiendo las horas preciosas de la luz del día. No quería obligarla a pasar su vida en la oscuridad. No quería privarla de la belleza del mundo diurno. Ella amaba el brillo del sol, las flores. No había luz del sol en la oscuridad de su mundo; Las flores de brillantes colores que amaba se desvanecían en oscuros tonos grises a la luz de la luna.

Rhianna pidió la cena; Él ordenó un vaso de vino tinto.

Justo había acabado de cenar cuándo Rayven oyó una voz familiar. Mirando hacia arriba, vio a Dallon Montroy abriéndose camino hasta su mesa.

-"Rayven" dijo el vizconde, inclinando su cabeza.

-"Montroy".

-"Rhianna". Dallon tomó la mano que ella le ofrecía y pasó sus labios sobre sus nudillos.

-“¿Cómo está, Dallon?” le preguntó, sonriéndole. Como siempre, él iba vestido impecablemente, negra levita con oscuros pantalones a rayas en un tono gris.

-"Muy bien, gracias. No necesito preguntar como esta usted" Dallon dijo, mirándola con admiración. -"Parece que la vida de casada le sienta admirablemente bien, y también a usted" dijo, dirigiendo su mirada a Rayven. –“¿Les importa que me siente con ustedes?”.

-"Claro que no" Dijo Rhianna.

Montroy se sentó en la silla al lado de Rayven. -¿Qué les trae a Londres?”.

-"Hemos venido de compras" dijo Rhianna dijo con una abierta sonrisa. -"Me temo que Lord Rayven estará arruinado cuando regresemos a casa”.

-"No se preocupe en absoluto por ello" dijo Dallon, riéndose ahogadamente. -"Estoy seguro de que podría comprar toda la ropa de la mitad de tiendas de la ciudad. ¿No es eso cierto, Su Señoría?”.

Rayven gruñó suavemente. -"Quizás".

-¿Qué le trae a Londres?”. Le preguntó Rhianna.

-"Negocios" contestó Montroy con una mueca de disgusto. -"Afortunadamente, pronto estarán concluidos. Planeo ir al teatro más tarde. Si no están ocupados, podrían venir conmigo a mi palco".

Rhianna miró interrogativamente a Rayven.

-"Lo que tu desees, mi dulce" contestó serenamente.

-"Creo que no", dijo Rhianna -"Pero muchas gracias por la invitación".

Dallon asintió, muy consciente de los celos de Rayven. Estaba a punto de irse cuando la melodía de un vals llenó el cuarto. Con un repentino sentimiento de imprudencia y curiosidad por ver si podía alterar la conducta eternamente fría de Rayven, dijo, -"Con su permiso” se dirigió a Rayven, -“Me gustaría bailar con Rhianna".

Un músculo se movió en la mandíbula de Rayven mientras luchaba por reprimir su temperamento. -"Quizá debería preguntárselo a ella”.

Rhianna miró a su marido. La tensión crepitaba entre los dos hombres como un tenso alambre. –“¿Mi señor?”

-"Como tu quieras, mi dulce" dijo Rayven.

-"Me encantaría bailar, si a ti no te importa".

Con una brusca inclinación de cabeza, Rayven dio su consentimiento. No quería que bailara con otro, especialmente no con Montroy, pero no podía bailar con ella, no aquí, dónde el pequeño salón de bailable estaba forrado con espejos dorados de arriba a bajo.

Montroy se levantó y le ofreció a Rhianna su brazo. Con una media sonrisa a Rayven, ella se puso de pie y colocó su mano en el brazo de Dallon.

Con las manos cerradas fuertemente en puños, Rayven les observó ir hacia la pista de baile. Los celos atenazaban su estomago mientras vigilaba cómo Montroy hacia girar a Rhianna alrededor de la sala. Las faldas de Rhianna formaban remolinos alrededor de sus tobillos; La luz de las lámparas hacia brillar su pelo como si fuera de oro. Qué bien se veían juntos, dos mortales en la flor de la vida, su piel enrojecida rebosante de salud, jóvenes corazones latiendo al unísono mientras giraban con el cuarto. No le pasó desapercibía la admiración en los ojos del vizconde, o la forma en que el hombre sonreía a Rhianna.

Está enamorado de ella, pensó Rayven. El saberlo lo llenó de un profundo deseo de matar, arrancarle el corazón a Montroy y tirarlo a un pozo profundo.

Aspiró profundamente, abriendo y cerrando sus manos, mientras observaba como volvían caminando hacia la mesa. Las mejillas de Rhianna estaban rosadas, sus ojos brillaban, cuando tomó asiento frente a él.

Con expresión neutra, Rayven levantó su copa y la vació de un solo trago.

-"Gracias, Dallon" dijo Rhianna.

Sonrió a Montroy, y Rayven fue consumido por el deseo de golpear al otro hombre, agarrar a Rhianna del brazo y gritar a todo el mundo que ella le pertenecía.

-"Ya me voy" dijo Dallon. Besó la mano de Rhianna y luego esbozó una reverencia en dirección a Rayven. -"Buenas noches, Su Señoría".

-"Montroy".

Dallon sintió un escalofrío repentino, como si una capa de fino hielo se hubiera formado en su columna vertebral, cuando su mirada encontró la de Rayven. Durante momento, no pudo moverse, no pudo respirar, apenas pudo pensar.

Después Rayven apartó la mirada, y el mundo estuvo de nuevo en su sitio.

Dallon negó con la cabeza, preguntándose si había imaginado el frío, o la advertencia tácita que había en los oscuros y diabólicos ojos de Rayven.

-"Buenas noches" dijo otra vez. Dando media vuelta, reprimió el deseo de escaparse corriendo del salón.

-“¿Disfrutaste de tu baile?”. Preguntó Rayven.

-"Sí, muchísimo" contestó Rhianna. -"Aunque hubiera preferido bailar contigo".

-"Otra vez será" dijo él. –“¿Estás lista para irnos?”.

Rhianna asintió, asombrada por su tono cortante y sus bruscas formas. Seguramente no podía estar furioso porque había bailado con Dallon.

Bevins les estaba esperando afuera con el carruaje. Echó un vistazo a la expresión en el rostro de Rayven y rápidamente abrió la puerta del carruaje. Sintió un atisbo de compasión por Rhianna mientras las ayudaba a subir al coche, inclinó la cabeza hacia Rayven y luego cerró la puerta tras ellos.

Fueron en silencio hasta el hotel. Rhianna permaneció mirando por la ventana, preguntándose qué había hecho para que él estuviera tan enojado.

-"Está enamorado de ti".

-“¿Qué? ¿Quién?”.

-"Montroy".

-" Eso es absurdo. Él no sabe nada de mí”.

-"El amor no se basa en el conocimiento" contestó Rayven quedamente. "Si así fuese, no estarías sentada aquí conmigo".

Rhianna se giró para enfrentarle. A pesar de la luz tenue, podía leer claramente su expresión. Sus ojos se llenaron de confusión y compasión. Qué tonta era, al pensar que le conocía porque le había contado algunas pocas cosas acerca de su vida, porque habían hecho el amor. Había hecho cosas de las que estaba avergonzado, cosas por las cuales su alma estaría para siempre condenada.

60A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 20 continuación Dom 15 Mar 2009, 10:44

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Su mirada se posó en ella, su corazón doliente por la gran distancia que les separaba. Ella no tenía ni idea del mal que subyacía en él. Si la hubiera tenido habría salido huyendo, gritando antes de permitirle que la tocara por primera vez. Era el epítome de la inocencia y de la bondad.

Lleno de auto-repulsión, cerró sus manos en puños apretados. Nunca debería haberla manchado con su contacto, nunca debería haber interferido en su vida.

Rhianna trató de alcanzar su mano y la apretó. -"Lo siento, mi señor, no quise hacerlo".

Rayven frunció el ceño. –“¿El qué?”

-"Lo que sea que haya hecho para contrariarte tanto".

-"Me has interpretado mal, Rhianna".

-“¿Qué es lo que ocurre entonces? ¿No me lo dirás?”.

Él contempló la confusión en sus ojos, llenos de un amor que vio reflejado en sus profundidades azules cristalinas apaciguando su cólera, sus dudas. Era suya. Durante un año. Y ya habían pasado más de tres meses. Nunca antes había pasado el tiempo tan rápidamente.

-"Dímelo" le urgió suavemente. -"Explícame cuanto me amas”.

Ella se acerco a él, rodeándole la cintura con sus brazos mientras le miraba fijamente. -"Te amo" le dijo fervientemente. -"Nunca lo dudes, mi señor. Te amo más de lo que nunca creí que poder amar en toda mí vida".

Con un silencioso gemido, la aplastó contra su pecho, su boca cerrándose sobre la de ella en un beso furioso que le dejó los labios amoratado. Su lengua se introdujo profundamente en su boca, mientras sus manos acariciaban su pelo, sus muslos, se demoraban sobre las curvas dulcemente redondeadas de sus pechos.

-"Desnuda tu alma" murmuró roncamente. -"Dime que eres mía para siempre”.

-"Tu sabes que lo soy" ella contestó, apenas capaz de hablar por los rápidos latidos de su corazón. -"Rayven, por favor, dime qué es lo que tanto te molesta.

-"Ahora no". La recostó sobre el asiento, sus manos explorando bajo sus faldas, levantando sus enaguas, apartando sus calzones.

-"Mi señor... Rayven... " Se quedó sin aliento cuando las puntas de sus dedos rozaron la sensitiva carne a lo largo de su muslo interior. -"El hotel... Pronto llegaremos".

-"No me hagas esperar, Rhianna. Te necesito. Ahora". Él se echó hacia atrás buscando su mirada, esperando que le rechazara.

Ella, con silenciosa aceptación, atrajo su cabeza y le besó. No sabía que demonios le atormentaban; sólo sabía que no podía rechazarle.

Se desabrochó nerviosamente sus pantalones, y al instante estaba encima de ella, su peso descansando sobre sus codos mientras se zambullía en su interior. Su aliento rozó su cara y su lengua barrió su boca, adentrándose en sus profundidades.

Fue rápido y feroz. Ella gimió una sola vez y luego se agarró firmemente a sus hombros como cuando el placer la barrió por entero. Sus manos y sus labios eran como relámpagos, dejaban brasas ardientes donde quiera que tocaran, hasta que la tormenta que había desatado en su interior, culminó en un éxtasis que la dejó sin aliento.

Él sintió la misma tormenta interior que ella, sus labios acariciándola, su voz llenada de adoración mientras le murmuraba palabras de amor. Ella sintió el pinchazo afilado de sus dientes como un si fuera una caricia, la repentina dulzura sensual explotó en su interior, mientras él se estremecía convulsivamente, luego yació inmóvil, su respiración rasposa y dispareja contra la curva de su garganta.

Acarició su pelo llena de ternura, con un sentimiento de plenitud. Era suave y sedoso. Le sintió temblar mientras sus manos acariciaban su nuca, le oyó mascullar algo ininteligible por lo bajo mientras se enderezaba.

Se abrochó los pantalones y reajusto su ropa interior, rápidamente y eficazmente, como si todos los días hiciera eso.

-"Lo siento” dijo bruscamente. -"Perdóname”.

-“No hay nada que perdonar".

-"Te tomé como un bruto".

Enderezándose, alisó su falda. -"Siento mucho que no lo hayas encontrado satisfactorio, mi señor esposo".

Él clavó los ojos en ella. –“¿A ti te satisfizo?”.

Rhianna asintió. Miró por la ventana hacia fuera, asombrada por el descubrimiento de que estaban en un camino vecinal. –“¿Dónde estamos?”.

-"Fuera de la ciudad".

-"Pero... " Sintió que el color subía por su rostro. -"Cómo sabía Bevins... "

-"Le hablé a su mente, mi dulce, y le dije que deseábamos dar un rodeo hasta casa".

-"Oh". Sus mejillas ardiendo con un rubor encendido al descubrir que Bevins sabía lo que habían hecho.

Una sonrisa jugueteó sobre los labios de Rayven mientras golpeó el techo del carruaje. Momentos más tarde, el coche dio media vuelta, regresando a Londres.

Rayven pasó los brazos alrededor de los hombros de Rhianna, y ésta se acurrucó contra él, suave y confiada como una niña. Un momento más tarde ya estaba dormida.

Cuando alcanzaron el hotel, la llevó hasta su suite. Ella murmuró algo ininteligible pero no se despertó mientras la desnudaba y la acostaba.

Por un momento, la observó como dormía, admirando el espesor de sus pestañas, la sensualidad de su boca, el halo dorado de su pelo.

Se desvistió, con la intención de unirse a ella en la cama; Luego, reacio de acostarse cuando estaba tan próximo el amanecer se acerco a la ventana y se quedó mirando la noche. Una vez, la oscuridad había sido su única compañera. Le había dado la bienvenida, sabiendo que su silenció escondía su fealdad del mundo. Y luego Rhianna había llegado a su vida, expulsando la oscuridad y la soledad, haciéndole desear una forma de vida que estaba para siempre perdida para él, arrebatada desde hacia siglos.

Cerrando sus ojos, presionó su frente contra el frió cristal e imaginó como sería ser mortal de nuevo. En su imaginación, se vio caminando de la mano de Rhianna a la luz del sol, la vio amamantando a su hijo, rodeado de niños.

Un fuerte dolor atravesó su corazón mientras daba la espalda a la ventana y golpeaba la mesa fuertemente con su mano. La mesa se derrumbó destrozada. Y una astilla se clavo profundamente en su palma.

-“¡Rayven!” Rhianna se incorporó en la cama, las sabanas fuertemente agarradas sobre su pecho mientras escudriñaba en la oscuridad. –“¡Rayven!”

-"Estoy aquí" contestó. –“Vuelve a dormir".

-“¿Qué ha sido ese ruido?”.

-"Nada".

Encendió la lámpara, luego se deslizó de la cama y se le acercó apresuradamente. Miró con preocupación la línea tensa de su mandíbula, luego se quedó sin aliento al ver la astilla de madera incrustada en su carne.

-“¿Qué ha sucedido?”. Se quedó mirándolo fijamente esperando una explicación.

Él negó con la cabeza, no queriendo decir nada, ciertamente no podía explicárselo.

-"Déjame ayudarte" dijo ella, tratando de alcanzar su mano.

-“¡No!” Mascullando un juramento, sacó bruscamente la astilla de su carne. La sangre roja, oscura fluyo abundante por la palma de su mano.

Sangre maldita. Sangre malvada.

No sabiendo qué fue lo que le imbuía a hacer tal cosa, ahuecó su mano y bebió la sangre de su palma, sintiendo un placer perverso al ver la expresión de horror que se reflejaba el rostro de ella.

Rhianna dio un paso hacia atrás, mirando fijamente. Él trataba de conmocionarla, asustarla. ¿Por qué?

Dando media vuelta, fue hasta la cómoda y remojó un paño en el agua, luego regreso hasta él. Sin ningún comentario, cogió su mano herida y presionó la tela fría contra su palma, sujetándola con fuerza entre sus manos.

-“¿No me dirás que ha sucedió?” Le preguntó quedamente.

Mientras la miraba, sintió como se diluía su cólera, vencida por el amor que vio brillando en sus ojos.

-"Estaba deseando" dijo bruscamente, “Deseando cosas que nunca podrán ser". Acarició su mejilla con su otra mano, sus nudillos rozando su carne. -"Deseando poder estar a tu lado a la luz del día, poder darte... " Él suspiró profundamente. -"Deseando poder darte un hijo".

"Oh, Rayven" susurró, -"Eso es lo que yo también espero con ilusión".

Lentamente, él negó con la cabeza. -"Eso nunca ocurrirá, Rhianna. No puedo tener hijos".

-“¿Por qué no?” Le preguntó con perplejidad. -"Tu puedes... " Un débil rubor ascendió por sus mejillas. -"Tu ya sabes".

-“¿Tú todavía no lo entiendes, mi dulce?”.

Él negó con la cabeza. -"Los muertos no pueden crear vida".

Ella le contempló, entristecida por el amargo pesar que había en las profundidades de sus ojos. Ciertamente no había ninguna palabra que pudiera consolarle, le llevo de regreso hasta la cama, lo envolvió entre sus brazos y lo acunó hasta que el amanecer lo absorbió en su profundo sueño.

No salió en todo el día. No le apetecía ir de compras, ni le apetecía encontrarse con otras personas. Siempre había dado por sentado la vida que tendría, asumiendo que se casaría, tendría hijos y los vería crecer y tener a sus propios hijos. Observaría el paso de las estaciones, contaría los años pasar, hasta que su vida finalizara.

¿Cómo era para Rayven, permanecer siempre igual mientras cambiaba el mundo a su alrededor, al igual que las personas? ¿Qué haría cuando Bevins se fuera? ¿Quién cuidaría de él? ¿Quién guardaría su casa mientras dormía su sueño cadavérico? Le había dicho que pronto tendría que abandonar el valle, que ya se había quedado demasiado tiempo. ¿Cómo se debía sentir, viendo a los otros hacerse viejos y morir, no atreviéndose a permanecer demasiado tiempo en un mismo sitio, no fuera que las personas se dieran cuenta de que él nunca cambiada, que los años que pasaban no hacían mella en él?

Sabía sin ninguna duda que la gente del valle destruiría a Rayven si supieran lo que era. Un vampiro. No muerto. Se suponía que era un monstruo, pero solo la había tratado con bondad. Ante sus ruegos, había provisto un refugio para los pobres y los sin hogar, insistiendo que no lo dijera a nadie lo que había hecho. Podía haber cazado en los aldeanos sin piedad, tomando lo que necesitaba para sobrevivir, pero sobrevivía con la sangre de las ovejas mezclada con vino, tomando sangre humana sólo cuando le era necesario, y sólo en pequeñas cantidades.

Debería estar asustada de él, estar consternada por lo que era, pero solo sentía piedad y compasión, y un abrumador sentimiento de amor que desafiaba la lógica o la razón. Le amaba y quería pasar el resto de su vida con él.

Pasó el día en su cuarto, observándole dormir, pensando en lo bello que era, necesitando tocarlo se recostó a su lado en la cama, su cabeza apoyada sobre su hombro.

Rayven se despertó al atardecer y encontró a Rhianna dormida en sus brazos. Todavía se asombraba por encontrarla allí cuando despertaba, especialmente después de lo que había sucedido la noche anterior. Durante siglos, no había habido nadie a su lado cuando despertaba de su sueño cadavérico. Nadie en su cama. Nadie en su vida que realmente le importara, excepto Bevins. Y entonces había comprado a su padre una joven de sucio rostro, y su mundo entero se había alterado. Había llevado otras mujeres al castillo. Ninguna que hubiera dejado huella alguna en su mente. Se habían convertido en un borrón sin cara en su memoria. No había movido nada en su interior, ni el afecto y menos el amor. No habían hecho que nada cambiara en su vida, no habían despertado ningún interés en él, a parte del sustento que sin darse cuenta le había provisto.

Rhianna. No había sido la primera joven que había llevado a su castillo, pero sabía que sería la última.

61A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 21 Dom 15 Mar 2009, 11:06

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Rhianna caminaba lentamente, ensimismada, por la calle.

Durante las tres semanas anteriores, Bevins la había llevado de excursión a varios lugares de interés. Habían ido al museo de cera de Madame Tussaud. A Rhianna le había sorprendido enterarse de que el museo había sido fundado en 1776. Había quedado fascinada por la semejanza que tenían las figuras de cera con los personajes reales y repelida ante la cámara de los horrores que reflejaba horripilantes episodios de la batalla de Trafalgar.

Bevins la había llevado a la catedral de St. Paul, que tenía cien años de antigüedad. La cúpula era impresionante, la nave de una belleza exquisita.

Se había quedado mirando con admiración la abadía de Westminster. Era allí, en ese magnífico edificio donde todos los reyes y reinas de Inglaterra habían sido coronados.

Habían ido a visitar la Torre de Londres, donde habían sido ejecutadas dos de las esposas del rey Enrique VIII, y Sir Thomas More y William Penn. Rhianna había temblado al imaginarse arrestada dentro de la Torre de Londres aguardando su ejecución. Había imaginado el miedo de estar arrodillada en la horca, esperando caer el hacha.

Habían pasado por el puente de Traitor, habían visto la Torre Sangrienta y la Wakefield Tower.

Habían ido de excursión a Trafalgar Square, a ver los cambios de guardia en Buckingham Palace, y todo el tiempo había deseado que fuese Rayven el que caminara a su lado, mostrándole los lugares.

Londres era una ciudad asombrosa, completamente diferente del tranquilo pueblo donde había pasado la mayor parte de su vida. Llena de actividad y bullicio –los sonidos incesantes de ruedas y cascos de caballos sobre el pavimento, las campanas de los panaderos, los gritos de los vendedores ambulantes, que vendían de todo, huevos, cuchillos, muñecas, veneno para ratas, libros etc.-. Los niños de la calle estaban por todos los sitios, transportando paquetes, sujetando los caballos a elegantes caballeros, yendo a buscar carruajes o haciendo rodar ruedas de carreta en la calle siempre con la esperanza de ganarse algún penique.

Hizo una pausa para mirar uno de los escaparates. Le parecía extraño estar sola, sin Bevins acompañándola silenciosamente. Había salido para efectuar un encargo, y aprovechó esa oportunidad para salir sola. Sin duda Bevins estaría furioso con ella cuando regresara al hotel, pero no había ido muy lejos y no planeaba alejarse demasiado.

Inclinó su cabeza hacia un lado, admirando uno de los sombreros exhibidos en el escaparate de la sombrerería. Era muy lindo, hecho de paja, adornado con flores de diversos colores, ribeteado con una cinta de color lavanda. No necesitaba otro sombrero; había comprado varios en las últimas semanas. Pero quería éste, y no había ninguna razón por la que no pudiera tenerlo. Rayven le había dado carta blanca para comprar cualquier cosa que deseara.

Estaba a punto de entrar en la tienda cuando vio a Dallon Montroy avanzando por la calle hacia ella. Las mujeres de ambos lados de la calle se detenían a mirarle mientras pasaba y no podía culparlas por ello. Mayores y jóvenes por igual le observaron mientras caminaba hacia ella. Presentaba una estampa realmente elegante con su abrigo de color verde y pantalones color ante. El sol formaba reflejos dorados sobre su pelo, haciéndolo parecer un príncipe de cuento de hadas.

-"Rhianna!" exclamó, cogiendo sus manos entre las suyas. -"Dichosos los ojos. Qué bella estas". Le sonrió, con ojos brillantes. -"Llevas un bonito vestido".

Ella se sonrojó con placer, mientras él la miraba con admirado atrevimiento. -"Gracias, Dallon. Yo también me alegro de verte".

Miró hacia el escaparate.-“¿Ves alguno que te guste?”.

Rhianna asintió. "Aquél" dijo, señalándolo. -"El de paja con los ribetes y las flores. Es muy lindo".

-"Pues entonces deberías tenerlo”. Le sonrió mientras le ofrecía su brazo.

-"En realidad no necesito otro sombrero" dijo, pero no protestó cuando la condujo al el interior de la tienda.

Dallon cogió el sombrero del escaparate, y se quedó a su lado cruzado de brazos mientras ella se lo probaba.

La tendera, una mujer con mucho busto y cara rojiza, resplandecía ante la perspectiva de una nueva venta, mientras Rhianna se miraba en el espejo.

-"Es perfecto, señora. Importado de Francia". La tendera miró a Dallon, y Rhianna pensó que la mujer creía que era su marido. –“¿Le sienta de maravilla a la señora, no cree usted?”.

-"Ciertamente" dijo Dallon. -"Nos lo llevamos”.

Rhianna miró su reflejo en el espejo, y negó con la cabeza. -"No, Dallon".

-"Quiero comprártelo" dijo, e ignorando sus protestas, pagó el sombrero, insistiendo en que se lo llevara puesto.

Contenta, Rhianna se ató las cintas bajo su barbilla.

-"Vamos" dijo Dallon, tomándola del brazo. -"Vamos a tomar un té, para que todo el mundo pueda ver lo bonita que te ves con tu nuevo sombrero".

Rhianna negó con la cabeza. -"De verdad, me gustaría mucho, pero no puedo".

-"Claro que puedes".

-"Tengo que volver a casa”. Miró hacia el sol poniente. Rayven se despertaría pronto y esperaría que estuviera allí. -"Rayven estará... "

-“¿Rayven estará qué?”.

-"Esperándome".

-"Déjale que espere, Rhianna. Tener uno poco de celos es bueno para un hombre".

-“¿Tu crees?”. Preguntó dudosamente.

-"Una sola taza de té" urgió. –“¿Qué mal puede hacer?”.

-"No puedo Dallon. Por favor, debo irme".

-“¿Qué ha hecho contigo Rhianna?” preguntó Montroy con voz preocupada. -"Eres su esposa, no su esclava. Tienes derecho a una vida propia, a amigos propios”.

-"Tu no lo entiendes"

-"Esperaba ser algo mas que un amigo para ti, Rhianna" dijo Dallon quedamente. -"Pero ahora eso es imposible".

“Dallon, no debes decirme estas cosas. No es correcto".

-"Lo sé y lo siento. Pero no puedo evitar sentir lo que siento". Sujeto su mano, deslizando su pulgar sobre sus nudillos. -"Por favor no me niegues el placer de estar unos pocos minutos en tu compañía".

Supo que debería rechazarlo, supo que Rayven estaría enojado si se enteraba, pero no podría ignorar la súplica en los ojos de Montroy, ni ignorar su oferta de amistad.

-“Esta bien" dijo. -"Pero debo estar de regreso al hotel antes de que oscurezca".

-"Lo estarás te lo prometo" dijo Dallon.

Pasaron una hora agradable hablando de cosas triviales. Le contó a Dallon sus excursiones por la ciudad; Él le habló del nuevo carruaje que había comprado, junto con un par de bellos caballos grises para arrastrarlo.

Sintiéndose feliz y relajada en su presencia, Rhianna se olvidó de la hora, hasta que se dio cuenta de que el sol ya se había puesto.

-"Es muy tarde" exclamó.

-"Te llevaré de regreso al hotel".

-“¡No! Adiós, Dallon. Gracias por el sombrero, y por el té". Poniéndose rápidamente en pie, agarró su bolso y salió del café.

Su corazón golpeaba aceleradamente y su frente estaba perlada de sudor, cuándo llegó al hotel. Forzándose a tomar un profundo aliento para tranquilizarse abrió la puerta de su dormitorio y entró.

Rayven estaba de pie en la ventana, mirando hacia afuera. Se dio la vuelta mientras ella cerraba la puerta. Su oscura mirada la recorrió de la cabeza a los pies.

-"Siento mucho haberme retrasado" dijo Rhianna. Dejando su bolso sobre una silla, alisó su falda y se quitó los guantes. –“¿Dónde está Bevins? Me gustaría pedirle algo de cenar".

-"He hecho el encargo por ti".

-“¿Oh?” Cruzó sus manos para calmar su temblor. -"Gracias".

-“¿Dónde has estado?”

-"He ido de compras... Me he comprado un sombrero nuevo. ¿Te gusta?”.

Asintió, su oscura mirada concentrada en su cara.

-"Creo que me refrescaré un poco”.

-"No me digas mentiras, Rhianna".

Ella tragó saliva, sus dedos apretaron los pliegues de su falda. -¿Mentiras, mi señor?”.

-"Has estado con Montroy de nuevo".

No había forma de negarlo. -"Sí. Tomamos el té juntos".

-“¿Dónde?”.

Él la observaba fijamente, sus ojos oscuros sin parpadear. Su frialdad la intimidaba.

-"En un salón de té calle abajo. Frente a la sombrerería".

Sus ojos se estrecharon furiosamente mientras cruzaba el cuarto hasta ella, tan cerca que podía sentir el calor de su aliento. –“¿Te compró él el sombrero?”.

Tragó, el miedo agarrotándole la garganta. -"¿Por... Por qué me dices eso?”.

-"Su perfume está en el sombrero, en tus manos. ¿Te lo compró, Rhianna?”.

-"Me vio admirándolo en el escaparate y lo compró para mí. Yo no quería pero él insistió”.

Un músculo se movió en su mandíbula. Había pasado la tarde con Montroy. Solos.

-"No pasó nada" dijo Rhianna. Posó su mano sobre su brazo para aplacarle. -"Tomamos té, eso es todo. Siento no haber estaba aquí cuando te despertaste. Por favor perdóname".

Él se volvió de espaldas, no queriendo que viera los celos que carcomían su alma. -"No hay nada que perdonar. No estas prisionera aquí, Rhianna. Es injusto por mi parte esperar que estés encerrada hasta el anochecer".

-"Oh, Rayven". Se acercó a él. Rodeando con los brazos su cintura, y recostando su mejilla contra su espalda, deseando poder aliviar el daño que le había causado.

-"Lo siento" dijo rígidamente.

-"No hay nada por lo que debas disculparte”.

-"Quisiera matarle" dijo bruscamente. -"Estoy celoso de cada hora, cada minuto, que puedas pasar con cualquier otro hombre".

-"No hay nada por lo que debas estar celoso. Dallon es simplemente un amigo, nada más. Y eso es lo que será toda mi vida".

-"Lo sé". Rayven aspiró profundamente y soltó el aire en un suspiro largo, lento. -"Nunca había estado enamorado antes" dijo, como si confesara un terrible secreto. -"Miró a Montroy y veo lo que yo podría ser si no hubiera deseado a Lysandra. ¿De qué vale vivir durante cuatrocientos años si uno tiene que vivir solo?”.

Una de sus manos cubrió la suya, su pulgar rozando suavemente su dorso.

-"Cuando fui joven, tuve sueños de gloria. Era el mejor del lugar. Tenía un nombre que los hombres respetaban y temían. Tenía tierras y riquezas, podía tener todas las mujeres que deseaba. Podría haber tenido una buena vida, una esposa e hijos. Pero lo arrojé todo por la borda por perseguir a una mujer que parecía un ángel y resulto ser el diablo".

-"Lo siento tanto, Rayven". Le beso el hueco en medio de su espalda. -"Pero te lo dije antes, y lo diré otra vez. Me alegro de que seas un vampiro. Si no hubieses encontrado a Lysandra, habrías muerto hace cientos de años y nunca te habría conocido".

62A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 21 continuación Dom 15 Mar 2009, 11:06

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Le rodeó y le enfrentó de cara, -"Te amo, mi señor marido" le dijo fervientemente. -"Me alegro de que me compraras a mi padre. Me has dado una maravillosa educación, ayudado a mi madre y a mis hermanas muchos mas de lo que hizo mi padre. –“Te amo" le dijo de nuevo. -"No hay nadie más, solo tú".

Con un suspiro, él la atrajo a sus brazos. -"No tienes ni idea de cuánto significas para mi, Rhianna" se quejó, -"Y me temo que no tengo suficientes palabras para explicártelo. Perdóname por mis celos. No tengo ninguna excusa excepto que nunca he amado antes a nadie".

Estaba de puntillas, queriendo besarlo, reconfortarlo, pero se apartó rápidamente, cuando oyó que golpeaban la puerta.

-"Tu cena ya está aquí" dijo Rayven.

-"Yo la cogeré”. Dándole un apresurado beso en la mejilla, fue a abrir la puerta.

Un joven vestido de camarero llevaba una bandeja cubierta. -¿Desea alguna otra cosa, señora?”.

-"No, gracias". Cerrando la puerta, llevó la bandeja hasta la mesa. –“¿Te sentarás conmigo mientras como?”.

Asintiendo, Rayven cruzó la habitación y se sentó frente a ella.

-"No me has dicho donde esta Bevins".

-"Me pidió la noche libre".

-“¿Oh?” Levantó la bandeja, y el aroma de carne de cordero asada y patatas llenó el cuarto.

-"Rhianna".

-Le miró y al instante se desvaneció su sonrisa. –“¿Qué?”.

La miró durante un largo momento y luego lentamente negó con la cabeza. -"Haces que me avergüence de lo que soy".

-“¿Avergonzarte? ¿Por qué?”.

Negó con la cabeza. ¿Cómo podía explicárselo cuando ni él lo entendía? Hacía tiempo que se había resignado a ser lo que era. Se forzaba a beber sangre de las ovejas, aun cuando no obtenía ningún placer de ello, negándose aquello que deseaba fervientemente, negando lo que él era. Se encerraba en su castillo, o en alguna otra de sus propiedades, manteniéndose alejado de los mortales, para protegerlos de sí mismo, permaneciendo así encerrado en su propia prisión. Se enorgullecía de sí mismo por haber aprendido a controlar el hambre aguda que le poseía, que le impelía a matar para alimentarse, habiendo así encontrado una cierta paz consigo mismo.

Y luego había comprado a Rhianna y se había dado cuenta nuevamente de lo profundo que era el abismo que lo separaba del resto del mundo. Su bondad y su luz hacían aun mayor el contraste con la oscuridad que moraba en su interior.

Se avergonzaba de las vidas que había tomado, la sangre que había derramado, del mal que habitaba en su interior, bajo control pero nunca completamente vencido. Aun no podría creer que ella le amara, sabía que no merecía su amor.

Sólo este año. Por favor, solo permíteme tener este año, y luego la dejaré ir.

-"Rayven, di algo”.

-“No hay nada que decir”.

-“¿Estas pensando en ello de nuevo, preocupándote por mí, por nosotros?”.

-"Creo que estás empezando a conocerme demasiado bien".

-“¿Has tenido algún momento de felicidad en tu vida durante estos cuatro siglos?”.

Él se recostó, recapacitando y luego asintió. -"Por supuesto".

-"Háblame de ellos".

Con un suspiro, comenzó a hablarle de su pasado.

Al principio, después de que hubo aprendido a controlar el hambre, cuando se había reconciliado con lo que era, había dado la vuelta al mundo. Viajado a las selvas africanas, las pirámides de Egipto. Había visitado Francia, España y Grecia, pasado un año en Sudamérica errando entre las ruinas de antiguas culturas. Durante todos esos años había aprendido a leer y se había aficionado a apreciar las palabras escritas.

También había aprendido a apreciar las bellas artes, había desarrollado afición por la música y por el teatro. Había cortejado a muchas mujeres bellas, aunque no se había permitido intimar con ninguna. Y cuando se cansó de ser un vagabundo, había regresado aquí, a la tierra donde había nacido, al lugar en que una desafortunada noche, su vida había cambiado para siempre.

Hacía cien años que era Vampiro cuando había comprado el castillo en lo alto de Devil Tree Mountain y se había apartado del resto de mundo. Y cada veinte o treinta años, cuando las personas empezaban a preguntarse acerca de él, se iba a otro sitio. Pero siempre regresaba.

Rhianna se recostó, suspirando. -"Has vivido tanto" se quejó. -"Hecho tantas cosas". Negó con la cabeza. -"Creía que estarías contento por todas las oportunidades que has tenido".

Él gruñó suavemente. -"¿De veras?". Cómo ella lo hacía, pensó que debería ser capaz de ver lo bueno e ignorar el resto. Quizá había vivido demasiado tiempo. Quizá era hora de terminar con su existencia, antes que la amargura que crecía en su interior le devorara.

Con la mandíbula fuertemente apretada, se levantó y trató de alcanzar su capa.

-“¿A dónde vas?”.

-"Afuera". Señaló su plato. -"Tu ya has tenido tu cena, y ahora yo debo ir a cazar la mía. Algo denso y caliente".

-"Lo estas haciendo de nuevo" dijo Rhianna acusadoramente. -"Estas tratando de impresionarme, haciéndome creer que eres un monstruo. ¿Por qué? ¿Por qué continuas haciendo eso?”.

-"Porque eso es lo que soy". Pasó una mano por su pelo, mientras la culpabilidad, el arrepentimiento y los remordimientos crecían en su interior. Ella sacaba lo mejor de él, pensó arrepentido, y también lo peor. Quería ser digno de su amor y por alguna oscura razón que no llegaba a entender, estaba tratando de provocar su odio.

-"Muy bien, mi señor" dijo coléricamente. Apartando la bandeja, se levantó y permaneció frente a él. -"Te crees un monstruo". Ladeó su cabeza y le mostró su cuello, exponiendo la curva de su garganta. "Demuéstralo”.

Él la miró como si hubiera perdido la razón. –“¿Qué estás haciendo?”.

-"Quiero que me demuestres la clase de monstruo que eres. Adelante, arráncame la garganta. Bebe hasta que no puedas más".

Se quedó mirándola fijamente, las ventanas de su nariz llenándose del aroma de su cólera. Podía oír la sangre circulando por sus venas, caliente y espesa, oír los rápidos latidos de su corazón.

Su mirada se quedo clavada en el hueco del pulso que latía en garganta. Se lamió los labios, recordando el dulce sabor de su sangre en su lengua.

-"Estoy esperando". Se quedó mirándolo, sus ojos azules desafiándolo a tomar lo que le ofrecía.

Sintió como sus colmillos se alargaban, sintió su rasposidad contra su lengua. Su respiración se hizo áspera, sus manos apretadas en fuertes puños mientras sentía como el hambre surgía en su interior, urgiéndole a envolverla en sus brazos, para beber y beber y beber.

Eso es lo que tú eres, le urgía su hambre. ¿Por qué luchar más?

Sus manos trataron de alcanzarla. Como si pertenecieran a otro, observó como sus dedos se curvaban sobre sus hombros. Ella era tan frágil, fácilmente la podría romper en dos. Lentamente, la atrajo más y más cerca, hasta que su rostro ocupó toda su visión. Sus ojos eran grandes, profundas piscinas azules llenas de amor, compasión y aceptación.

Aspiró profundamente, y olió el aroma de su miedo. Eso le golpeó duramente, venciendo el hambre en su interior.

-"Rhianna". Se sentó con un abrupto sollozo.

Atrayéndola hacia su regazo, la aplastó contra de él. -"Eres una muchacha insensata".

-"Solo me has demostrado que tengo razón, mi señor" le dijo, con su mano acariciando su mejilla. -"No eres un monstruo en absoluto".

Miró por encima su hombro cuando la puerta se abrió y Bevins entró en el cuarto.

-"Ah" dijo, aclarándose la voz. -"Perdónenme. No tuve intención de molestarles.

-"No pasa nada" dijo Rayven. Depositó a Rhianna en el suelo y se puso de pie. -"Iba a salir".

-“¿Necesitará usted alguna otra cosa esta tarde?”.

-"No, Bevins. Buenas noches".

-“Buenas noches, Su Señoría. Señora Rhianna”. Con una reverencia entró en el pequeño cuarto junto a su suite y cerró la puerta.

-"Has dicho que no te gusta la sangre de las ovejas" comentó Rhianna. –“¿Por qué no tomas de mí lo que necesites en lugar de eso?”.

Rayven negó con la cabeza. -"No". Su voz era ronca, no por la cólera, sino por la gratitud.

-“¿Y si insistiera?”.

-"No, Rhianna. Nunca te usaría así". Podría ocurrir que alguna vez necesitara su sangre para sobrevivir, un tiempo cuando él podría necesitar más que la pequeña cantidad de la que se daba el gusto cuando hacían el amor, pero no bebería de ella como bebía de otros, no la usaría para satisfacer su hambre, incluso aunque estuviera tentado a hacerlo.

Colocó sus manos sobre su pecho. –“¿Me permitirías que comiera langostas y hormigas si fuera innecesario?”.

-"No es lo mismo, mi dulce," dijo con arrepentimiento.

-"Por favor no me rechaces, Rayven. Es algo que quiero hacer por ti. Algo que necesito hacer".

Sin poder emitir ni una sola palabra, él negó con la cabeza.

-" Rayven... "

-"No, Rhianna. Agradezco tu oferta, estoy más agradecido de lo que puedas imaginar, pero no puedo aceptar".

Estudió su rostro, preguntándose por qué era tan terco. –“Muy bien, mi señor" dijo. -"Pero la oferta sigue en pie".

Él asintió. -"Estaré un tiempo fuera" dijo y recogiendo su capa, salió del cuarto.

Estaba dormida cuando regresó. Le había costado mas de lo usual encontrar a alguien adecuado para sus propósitos; Después de que hubo apagado su hambre, había paseado por Hyde Park, cómodo con la oscuridad.

Ahora, permaneció al pie de la cama, observándola durante un largo rato, maravillándose nuevamente por su generosidad de espíritu. Ninguna otra mujer en todo el mundo habría hecho tal oferta pensó y la amó más por ello. En ocasiones desesperadas había tomado sangre de Bevins, pero eso era en pago de una vieja deuda. Rhianna se la había ofrecido por amor.

Con un suspiro, permaneció delante de la chimenea, arropado en su capa mientras mirada fijamente la apagada chimenea. Un fuego nació a un parpadeo de sus ojos y permaneció con la mirada clavada en las llamas sin verlas.

¿Quién habría pensado que una joven podría efectuar tales cambios en su vida en tan poco tiempo?

¿Cómo podría alguna vez en toda su vida, dejarla marchar?

63A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 22 Dom 15 Mar 2009, 11:07

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Permanecieron en Londres otras dos semanas, y luego regresaron a Millbrae.

Rhianna sentía una creciente anticipación mientras el carruaje ascendía por la alta colina rodeada de niebla hacia el castillo. Una vez, la casa se había erigido como algo amenazador, frío y prohibido; Ahora era su casa.

Rayven la ayudó a bajar del carruaje, su mirada recorriendo las altas torres. Había tenido gran cantidad de residencias durante los últimos cuatro siglos; De todas ellas, Devil Tree Mountain y su sombrío castillo siempre habían sido su morada favorita, pero nunca había pensado en Castle Rayven como su casa hasta ahora. Hasta Rhianna.

Llevando a Rhianna en brazos, abrió la puerta principal y la depositó en el vestíbulo. -"Bienvenida a casa, Lady Rhianna".

Rhianna reía suavemente mientras la llevaba hasta el estudio.

Las semanas que habían pasado en Londres habían sido maravillosas. Las mejores de toda su vida. Había dormido al lado de Rayven durante el día, e ido a teatros y conciertos con él por la noche.

Dos veces le había pedido que tomara su sangre, no solo un sorbo, sino la suficiente como para apaciguar su hambre. Él no había querido, había discutido en contra, pero, al fin, le había convencido de que era algo que necesitaba hacer, que quería hacer. Y porque odiaba negarle nada, había accedido. La experiencia la había dejado débil como un bebé recién nacido, pero había encontrado una profunda satisfacción en poder alimentarle con la propia esencia de su vida.

Dejándola en el suelo, Rayven depositó un beso en su frente; Luego, con una mirada, encendió las lámparas y el fuego de la chimenea.

Podía oír a Bevins moverse por la casa, llevando sus cosas y las maletas de Rhianna al cuarto de la torre, haciendo otro viaje al carruaje para descargar las cosas que ella había comprado para su familia.

Rhianna permaneció delante de la chimenea, temblando en el frío cuarto hasta que Rayven pasó sus brazos a su alrededor, atrayéndola bajo los sedosos pliegues de su capa.

Con un suspiro de satisfacción, descansó su cabeza contra de su pecho y cerró sus ojos. Aquí era donde ella quería estar, donde tenía su sitio.

-“¿Cansada?”. Le preguntó.

-"En realidad, no". Le rodeó con sus brazos, queriendo estar más cerca, deseando con toda su alma penetrar en su interior y descubrir los secretos que rehusaba compartir.

-“¿Hambrienta?”. Le acarició el pelo ligeramente, sus sentidos vibrando por su cercanía.

-"No". Se apartó un poco para poder ver su rostro. –“¿Y tu?”.

Él le sonrió, sus ojos llenos de tanto amor que hizo su corazón se salta un latido.

-"No". Había tomado dos veces su sangre en las últimas dos semanas. No se atrevía a tomar más tan pronto, ni había ninguna necesidad.

Al principio, había rehusado beber de ella. Una cosa era saborear su dulzura en el cenit de la pasión, otra era utilizar su preciosa sangre para aquietar el hambre que ardía en su interior. Al fin, porque no podía negarle nada que estuviera en su poder, lo había hecho cuando ella se lo suplicó. Saborear la dulzura de su sangre había hecho que se percatara de nuevo de cuanto odiaba la sangre de las ovejas.

Ahora, le era difícil recordar que la había comprado para el solo propósito de aplacar su hambre. Milagrosamente, unos pocos sorbos de su preciosa sangre apaciguaban su hambre mucho más eficazmente de lo que habían hecho las incontables otras mujeres, mujeres cuyos nombres y caras ya no podía recordar.

-“¿Necesita usted alguna cosa esta noche?”, preguntó Bevins.

Rayven negó con la cabeza.

-"Le importaría a usted que yo…" Bevins se aclaró la voz. –"¿Le importaría si utilizo el carruaje esta tarde?”.

-"Claro que no," Rayven dijo, luego frunció el ceño. –“¿A dónde vas?”.

-"Yo... " Bevins se aclaró la voz. -"Creo que pasaré a ver a Mistress McLeod".

Rhianna miró por encima su hombro. –“¿Va usted a ver a mi madre?”.

-“¿Si usted tiene no tiene ninguna objeción, sí señora?”

-"No, claro que no" dijo Rhianna.

-" Yo, e... " Bevins pasó un dedo alrededor del interior de su cuello. -"Pensé que quizá a ella le gustaría saber que está usted bien".

-"Por supuesto" dijo Rhianna. -"Déle todos mis recuerdos. Y dígale que iré a verla pronto".

-"Así lo haré" dijo Bevins. -"Buenas noches, Su Señoría. Señora Rhianna". Con una leve reverencia, salió del cuarto.

-“¿Y bien?" dijo Rhianna -"¿Qué piensas de esto?”.

Rayven negó con la cabeza. Por primera vez, se le ocurrió que desconsideradamente, había condenado a Bevins a vivir la misma vida en soledad que él.

-"Nunca tuve intención de privar a Tom de llevar una vida normal" comentó. -"Y en realidad eso es lo que he hecho. He pasado tanto tiempo preocupándome por proteger mi existencia, que nunca me he dado cuenta de lo solo que ha debido sentirse durante todos estos años”.

-"Tenías buenas razones para preocuparte, mi señor" dijo Rhianna.

Rayven negó con la cabeza. -"Ha sido un abuso de mi parte. ¿Porqué no me he dado cuenta de ello antes?”.

Ada McLeod se apartó asustada ante la sorpresa cuándo vio a Tom Bevins en el umbral de su puerta. Su primer pensamiento fue que algo le había ocurrido a Rhianna.

-“¿Qué es lo que ocurre?”. Preguntó ansiosa. –“¿Qué es lo que ese monstruo le ha hecho a mi hija?”.

-"La Señorita Rhianna está muy bien, señora".

-"Gracias a Dios”. Miró atentamente por encima del hombro de Bevins. –“¿Vino con usted?”.

-"No, señora McLeod. Yo, justamente quise hacerle una visita y asegurarle que esta bien y... " Él tiró de su cuello, luego se aclaró la voz. -"Bastante bien".

-“¿Le gustaría entrar y sentarse un momento, Mr. Bevins?”. Preguntó Ada, alarmada por el repentino rubor de sus mejillas.

-"Sí, gracias, señora".

-“Entonces, entre".

Bevins la siguió hasta la cocina, sentándose en la mesa ante su invitación.

-“Le gustaría tomar una taza de té, Mr. Bevins?”.

-"Sí, gracias".

Sacando el bote del fuego, Ada llenó dos tazas. Puso una adelante de Bevins, y luego se sentó frente a él. No se encontraba a gusto teniendo al hombre en su casa, pero estaba ansiosa por oír noticias de su hija. –“¿Azúcar?”. Preguntó. –“¿Leche?”.

-"No, gracias, señora".

-“¿Entonces señor, qué le trae por aquí a estas horas?”.

-"Me preguntaba si usted podría darme permiso para, uh... "

-“¿Para qué?”.

-"Me gustaría muchísimo poder visitarla, señora McLeod".

-“¿Hácerme visitas?”. Ada clavó los ojos en él con incredulidad. Tenía cuarenta años y era la madre de cinco hijos. Hacia tiempo que había sobrepasado la edad en que los hombres la cortejaban.

-"Sí, señora".

Ada cruzó las manos en su regazo, sus mejillas ardiendo por la vergüenza. -"No sé qué decirle".

-"Diga que sí, señora McLeod".

Ada negó con la cabeza. -"No puedo darle permiso para visitarme, señor. Bevins".

-"Lo entiendo". Él negó con la cabeza. -"No, no lo entiendo. Creí que, esto es... ¿Por qué no?”.

Ada levantó su barbilla y lo miró directamente a los ojos. -"No me gusta el hombre para el que trabaja. No confío en él. Es malo. Ha hechizado a mi hija”.

Bevins negó con la cabeza. "Señora McLeod, yo le aseguro que los rumores que ha oído acerca de mi señor son falsos".

-"No le creo. Hay algo raro en él”. Negó con la cabeza. -"Desconozco lo que es, pero sé que no es como los demás hombres".

Bevins dejó escapar un suspiro de resignación.

-“¿Entonces usted también lo admite?”.

64A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 22 continuación Dom 15 Mar 2009, 11:08

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

-"Las costumbres de Su Señoría pueden parecerle extrañas, señora McLeod, pero es un buen hombre”.

-"Nunca he escuchado nada acerca de su bondad".

-"Las historias que se cuentan en el pueblo son mentiras" dijo Bevins, preguntándose como evitar hablar de su señor.

-"No pueden ser todo mentiras" replicó Ada. -"E incluso si lo son, sé por experiencia que la mayoría de las mentiras están basadas en algún elemento de verdad. Hay algo extraño en él, algo que no parece de verdad. Yo he vivido en el valle toda mi vida, y ni una sola vez he visto a ese hombre en el pueblo a la luz del día, ni se de nadie que lo haya hecho. Es un mal hombre el que rehuye la luz, el que no tiene amigos". Se quedó mirando tristemente su taza de té. -"Temo por el bienestar de mi hija.

Bevins se movió nerviosamente en su silla. -"Señora McLeod, puede que mi señor Rayven no pueda vivir como otros hombres, pero ama a su hija, y mientras esté con él no sufrirá ningún daño. Puedo prometérselo".

-"Usted le es muy leal".

-"Él salvó mi vida hace muchos años".

-“¿De veras?”.

-"Sí, señora". Bevins se puso de pie. -"Siento mucho haberla molestado, señora McLeod".

-"Buenas tardes, señor".

Bevins caminó hacia la puerta, luego se volvió, sabiendo que si no lo decía, nunca tendría el valor de hacerlo otra vez.

-"Señora McLeod, vine aquí esta noche porque... " Tomó un profundo aliento y concluyó rápidamente -"Porque estoy solo, y pensé que tal vez, si usted también esta sola, podría agradarle mi compañía. Sé que usted no aprueba a mi señor, pero ¿no puede dejar eso aparte y juzgarme a mí por lo que yo soy?”.

Ada se apartó asustada, sorprendida por su apasionada declaración. -"No sé qué decirle".

-"Volveré" dijo Bevins su coraje abandonándole tan rápidamente como le había llegado. -"Mi señora me pidió que le dijera que vendría a visitarla muy pronto".

-"Gracias" dijo Ada. Levantándose, siguió a Bevins hasta fuera de la cocina a la puerta principal de la casa. -"Déle a Rhianna mis recuerdos”.

-"Así, lo haré".

-“¿Sr. Bevins?”

-“¿Sí, señora?”.

-"Me sentiría muy honrada si que viniera a visitarme”.

Bevins se inclinó respetuosamente. -"Será un placer, señora".

Ada lo siguió estudiándolo con la mirada. El señor Bevins sabía muchas cosas de Castle Rayven y su oscuro señor. Si era cuidadosa y lista, podría saber los misterios que se ocultaban dentro de las paredes cubiertas de niebla del castillo.

-"Él está en casa" dijo Rayven.

Rhianna desvió la mirada de la labor que estaba bordando, sus ojos llenos de de curiosidad. -"No he oído nada".

Rayven sonrió; Un momento más tarde, Bevins entro en el estudio.

-“¿Sí, Su Señoría?”.

-"Creo que Rhianna desea hacerte una pregunta”.

“¿Sí, señoría?”.

Rhianna miró a su marido. La estaba observando, sus ojos oscuros brillando traviesa mente.

-"Me preguntaba si todo iba bien”.

Bevins asintió. -"Muy bien, señora".

-“¿Quiere sentarse, Tom?”. Le preguntó Rhianna señalando la silla frente a Rayven.

-"No, gracias, señora".

-“¿Fué bien la visita que le hizo a mi madre?”.

-"Sí, señora. Ella dijo... " El hombre se aclaró la voz. -"Dijo que podría visitarla de nuevo".

Rhianna se encontró con la divertida mirada de Rayven.

-"Eso, si usted no tiene ninguna objeción, señora".

-"No, claro que no". Rhianna sonrió a Bevins. -"Creo que usted y mi madre hacen una buena pareja".

-"Gracias, señora. ¿Necesitará alguna otra cosa esta tarde?”.

-"No", contestó Rayven por los dos. - "Puede retirarse".

-"Gracias, Su Señoría". Bevins se inclinó respetuosamente y salió del cuarto.

-“¿Siempre es tan formal?”. Preguntó Rhianna.

Rayven asintió. –“¿Por qué me lo preguntas?”.

-"Como habéis estado juntos durante tanto tiempo, me perece un poco extraña tanta formalidad, eso es todo. A estas alturas pensaba que erais amigos".

-"Le aclaré desde el principio que su amistad no era bienvenida".

-“¿Oh? ¿Por qué?”.

-"No he dejado que nadie se acerque a mí desde que me convertí en Vampiro", contestó quedamente. -"Nadie, excepto tu".

Levantándose de su silla, Rhianna fue a sentarse en su regazo. -"Me gustaría poder lograr que olvidaras el pasado" murmuró, acariciando su mejilla. -"Deseo poder hacerte feliz”.

-"Tu me haces feliz, mi amor" contestó. -"No lo dudes ni un momento".

-“¿Cómo puedo ayudarte, cuándo siempre pareces tan triste?”.

Sonrió débilmente. –“¿Parezco triste?”.

Rhianna asintió. -"Tratas de escondérmelo, pero puedo verlo en tus ojos, incluso ahora. ¿Qué es lo que tanto te preocupa mi señor marido?”.

Con un suspiro, la envolvió entre sus brazos y la acercó más a él, apoyando su cara sobre su pecho. ¿Qué era lo que más le dolía? Se preguntó. ¿El pensar que pronto tendría que liberarla de su promesa? ¿La certeza de que algún día se casaría con otro? ¿O el saber que se haría vieja y moriría mientras el permanecía igual para siempre?

-“¿Mi señor?”.

Aspiró profundamente, las ventanas de su nariz llenándose con el dulce aroma de su perfume, de su pelo, de su piel, de la sangre que era la misma esencia de su ser. El hambre y el deseo se agitaron en su interior.

-“¿Rhianna? Susurró su nombre suavemente, como un suspiro.

Ella depositó un beso para la parte superior de su cabeza. –“¿Sí, mi señor?”.

La soltó de entre sus brazos mientras maldecía la oscuridad de su interior, el hambre que le hacía ser débil. Se preguntaba como podía amarle, cuando pedía tanto de ella y a cambio, le devolvía tan poco.

Rhianna se apartó un poco para poder ver su rostro. –“¿Rayven?”.

-"Te necesito”.

Sonriendo, inclinó su cabeza hacia un lado, luego apartó su pelo sobre su hombro, dejando al descubierto su garganta. -"Toma lo que necesites, mi señor”.

Él se levantó de la silla en un ágil movimiento, llevándola en sus brazos como si ella no pesara nada.

-"Necesito más que eso, mi dulce Rhianna" contestó con voz ronca de emoción.

Posó sus labios sobre los de ella, luego la llevó velozmente arriba por la oscura escalera de caracol, su capa ondulando tras él como si fuera el mismo diablo.

Pronto fue obvio que Bevins estaba enamorado de la madre de Rhianna. Su paso era más ligero, y sonreía frecuentemente sin ninguna razón aparente. Y cada viernes por la tarde le preguntaba a Rayven si podía prestarle el carruaje el sábado por la noche.

-"Quizás pronto tendremos otra boda" Rayven filosofó mientras permanecían en la mesa después de cenar.

-"Tal vez" contestó Rhianna. Bevins había estado viendo a su madre todas las semanas desde hacía tres meses.

-“¿No piensas lo mismo?”.

Rhianna hizo un gesto vago con su mano. -"Yo creo... Es decir, parece como si... " Negó con la cabeza, no sabiendo como explicar exactamente lo qué pensaba.

-“Sigue”.

-"Creo que ella lo esta usando”.

Rayven frunció el ceño. –“¿Usando a Bevins? ¿Para qué fin?”.

-"No me hagas caso".

-"Dímelo, Rhianna".

No había forma de ignorar ese tono de voz, o la mirada en sus ojos.

-"Pues bien, ambos sabemos que nunca le has gustado. Ni confía en ti. Ha oído todas las habladurías. Creo que ve a Bevins porque espera que le cuente... " Miro hacia la delicada copa delicada de cristal en la mano de Rayven. -"Tu sabes".

-"Ya veo" comentó Rayven y se preguntó por qué esa posibilidad no se le había ocurrido antes.

Dejó la copa sobre la mesa, se echó hacia atrás, sus codos apoyados en los brazos de la silla, su barbilla descansando sobre sus manos dobladas. Él escruto a Rhianna pensativamente durante un largo momento. –“¿Qué crees que debería hacer al respecto?”.

-"No sé. Quizá deberíamos irnos de aquí".

-“¿Quieres marcharte?”.

Rhianna negó con la cabeza. -"No".

Su familia estaba aquí, la única familia que tenía. La única familia que tendría en toda su vida, ¿debería Rayven permitir que se quedara cuando el año finalizara?

-“¿Y si Bevins traiciona mi confianza, piensas que tu madre le creería?”.

Una leve sonrisa jugueteó sobre los labios de Rhianna. -"Creo que mi madre creería que eres el mismo demonio, mi señor marido".

-“¿Y tu qué piensas, mi dulce?”.

La sonrisa se desvaneció de los labios de Rhianna. –“¿Acerca de que?”.

Él se odió a sí mismo por preguntar, odió las continuas dudas que lo asaltaban. -"Has vivido conmigo aquí durante seis meses. He tomado tu inocencia, el mismo ser de tu vida. ¿Si te permitiera marcharte, te irías?”.

Lentamente, negó con la cabeza. -¿Todavía dudas de mí, mi señor? ¿Por qué no puedes creer en mi amor y en mí?”.

Una fugaz imagen de Rhianna y Montroy bailando juntos apareció en la mente de Rayven, dos jóvenes mortales, vibrantes de vida, salud y fuerza.

Él bajó sus brazos, sus manos cerradas fuertemente en su regazo mientras imaginaba a su esposa y al vizconde juntos, aborreciendo la idea del mismo modo que admitía que le parecía que estaban hechos el uno para el otro. Montroy amaba a Rhianna. Podría darle todo lo quisiera y necesitara, todo lo que merecía. Una casa, una familia, y un título todo envuelto en un manto de riqueza y respetabilidad.

Rhianna miró como las emociones hacían mella en el rostro normalmente impasible de Rayven. Vio las dudas que continuamente le asaltaban. Le había amado sin reservas, se le había ofrecido con toda su alma, incluso la misma sangre que corría por sus venas y eso no era suficiente. ¿Cómo podían pasar toda la vida juntos si se negaba a aceptaba el amor que le ofrecía?

65A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 22 continuación Dom 15 Mar 2009, 11:08

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Levantándose, dejó su servilleta sobre la mesa y abandonó el cuarto y salió del castillo.

Fuera, se quedó un instante mirando la oscuridad, luego echo a correr por el camino del jardín que conducía al laberinto.

Nunca creería que ella le amaba, nunca se creería digno de su afecto. Cuando llegara el momento, la echaría. Había esperado conseguir que la amara tan profundamente que le permitiera quedarse toda la vida. Apenas ahora se daba cuenta de lo tonta que era esa esperanza. ¿Por qué querría él ver como envejecía? Su piel se arrugaría, su pelo se pondría gris, pero él permanecería para siempre tal como era ahora, joven y viril, con los deseos de un joven.

Estaba jadeando cuando llegó al corazón del laberinto, sintiendo un fuerte pinchazo en su costado al respirar. Sin aliento se sentó en el banco de piedra y enterró la cara entre sus manos.

-"Rhianna".

Alzó súbitamente su rostro, sobresaltada al encontrarlo de pie ante ella, una silueta alta vestida de negro en la oscuridad de la noche. " Cómo... Cómo lo has hecho... Venir así... tan rápido?”.

Alzó una oscura ceja con gesto divertido.”¿De verdad quieres saberlo?”.

Por supuesto, pensó. Era un Vampiro. Una criatura de la noche. Capaz de trasladarse a velocidad sobrenatural.

Se arrodilló ante ella, su capa ondulando a su alrededor. -"Te amo, Rhianna," dijo, cogiendo sus manos. -"Con cada fibra de mi ser, con cada aliento de mi cuerpo, te amo”.

-"Pero sin embargo no crees que yo también te amo".

-"No merezco tu amor".

-"Pero lo tienes de todos modos".

-"Lo sé". Sonrió amargamente. -"Y es una pesada carga que soportar".

-“¿Una carga?”. El dolor que se reflejaba en sus ojos, destrozaba su corazón.

Asintió. -"Nunca debí traerte aquí, nunca debería haberte tocado”. Acarició su mejilla, dejó que las yemas de sus dedos se deslizaran por la graciosa curva de su garganta. -"Me atormenta el amarte tanto, el saber que pronto tendré que dejarte marchar". Aspiró profundamente. –“El saber que algún día te casarás con un hombre que sea digno de tu amor y darás a luz a sus hijos".

Rhianna negó con la cabeza. -"No tiene porque ser así”.

-"Ah, pero lo es, mi dulce. Tu proximidad me tienta enormemente. Está mal que te mantenga aquí, haciendo que vivas en las sombras. Necesitas vivir tal como debe ser y yo…". Miró el pulso que latía en el hueco de su garganta. -"Me he negado durante demasiado tiempo a ver lo que en realidad soy”.

-"Rayven, nos hagas esto". Acerco sus manos a su pecho, asustada por la desesperación que veía en sus ojos, por la resignación en su voz.

Ella es una mortal. Tómala. Toma lo que quieres. Lo que necesitas.

Se apartó, oponiéndose al hambre que aumentaba en su interior, oponiéndose al anhelo de beber y beber y beber, hasta emborracharse con su sabor, admitiendo, por primera vez, que había estado jugando a un juego peligroso. Se había engañado a sí mismo pensando que había vencido el hambre.

Había bebido la sangre de las ovejas y se había dicho a sí mismo que todo estaba bien.

Había comprado mujeres jóvenes y las había conservado en el castillo, bebiendo de ellas mientras dormían, enviándolas de regreso cuando ya había tomado todo cuanto podían darle.

Había tomado frugales sorbos de la sangre de Rhianna y se había felicitado a sí mismo por su autocontrol.

Y durante todo el tiempo se había estado engañando, diciéndose a sí mismo que ya no era un monstruo porque ya no mataba para sobrevivir.

Miró a Rhianna, con ojos ardiendo a fuego lento en la oscuridad de su mente. La necesidad y el hambre rugiendo en su interior, caliente y veloz como lava ardiente. Trató de luchar contra eso, y supo que, esta vez, no sería lo suficientemente fuerte. Supo que si la tomaba ahora, la destruiría y al hacerlo, se destruiría a sí mismo también.

-“¿Mi señor? ¿Rayven? ¿Estás bien?”.

-"Necesito a Bevins".

-“¿Estas enfermo, mi señor?”. Miró su rostro, alarmada por el brillo febril en sus ojos, su dificultosa respiración, la línea tensa de su mandíbula.

-"Bevins". Contrayendo el rostro con un gesto de dolor, se meció hacia atrás en sobre sus talones, sus manos cerradas en puños con fuerza. –“¡Bevins!”.

Rhianna clavó los ojos en él, su corazón latiendo aceleradamente con temor. Su capa se enrollaba fuertemente a su alrededor, como un capullo de terciopelo negro grueso. A la pálida luz de la luna, podía ver que el tejido ondeaba suavemente sobre su espalda y sus hombros, como si intentara confortarle.

Asustada por lo que veía, se levantó. Se giró rápidamente al oír pasos que se acercaban, dio un suspiro de alivio cuando vio a Bevins corriendo hacia ellos.

-“¿Qué ha ocurrido?”. Le preguntó.

Rhianna negó con la cabeza. -"No lo sé".

Bevins miro a Rayven, luego se arrodilló a su lado.-“Vuelva a la casa, señora" dijo mientras se arremangaba la manga de su camisa. “Váyase. Ahora".

-"No". Negó con la cabeza. -"Quiero ayudarle".

Bevins alzó la mirada hacia ella y vio su mirada preocupada. -"Es lo que él quiere" dijo Bevins quedamente.

Quiso replicarle, rogarle a Rayven que recurriera a ella para ayudarle. Si necesitaba nutrición, entonces ella quería ser quien se la proveyera. Quiso gritar ante lo injusto que era todo, ante lo que él era.

-"Rhi... ana. Vete". Su voz era áspera, debido al dolor que le atravesaba como finos puñales. -"Por favor vete".

-"Sí, mi señor". Se dio media vuelta y se marcho, su vista nublada por las lágrimas que ni siquiera se había dado cuenta que derramaba.

Bevins esperó hasta que Rhianna estuvo fuera de su vista, luego acercó su antebrazo a Rayven, hizo una mueca cuando sintió el afilado mordisco de los colmillos del vampiro que perforaron su muñeca. Apretó con fuerza su puño, preguntándose, como siempre lo hacía cuando la locura invadía a su señor, si Rayven podría dejar de alimentarse antes de que fuera muy tarde.

Vislumbrado la lujuria de la sangre que ardía como un fuego infernal en los ojos del vampiro, Bevins se marchó dando media vuelta, sabiendo que a su señor no le gustaba que lo observara, no le gustaba que nadie le viera cuándo el hambre le vencía, cuando el barniz de humanidad se diluía bajo la poderosa necesidad, el anhelo por sobrevivir.

Era una visión que Tom Bevins ya había visto con anterioridad, cuándo estuvo a punto de morir en un callejón oscuro cincuenta años atrás.

Una visión, imposible de olvidar.

66A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 23 Dom 15 Mar 2009, 11:09

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Rhianna se arrebujo bajo las cubiertas, escuchando el reloj dar la hora. Eran las cuatro y cuarto de la mañana, y Rayven todavía no había venido a la cama.

A medianoche, había bajado, esperando encontrarle en el estudio, pero el cuarto estaba oscuro y vacío.

Había encontrado a Bevins en la cocina. Sentado en la mesa, con una manta sobre sus hombros y un gran vaso de brandy en sus temblorosas manos. Sintiendo su mirada, había alzado la cabeza y luego apartado la mirada. Pero su expresión había silenciado las preguntas que pugnaban en sus labios. Era la expresión de un hombre que había vislumbrado las insondables profundidades del infierno, se había acercado lo suficiente como para sentir el calor de las llamas.

Se giró y se dirigió corriendo hacia la torre. Eso había sucedido hacía cuatro horas.

¿Dónde estaba Rayven?

Pronto amanecería.

¿Por qué no venía a la cama?

Levantándose, se envolvió una colcha alrededor de los hombros y abandonó la torre. El piso estaba frío bajo sus pies desnudos mientras bajaba por la escalera de caracol hasta el primer piso.

No había ninguna luz encendida.

Asiendo fuertemente la manta alrededor de sus hombros, fue lentamente hacia el estudio.

Supo que él estaba dentro tan pronto como puso su mano sobre el picaporte.

-“¿Mi señor?”. Abrió la puerta y miró atentamente hacia la oscuridad. –“¿Rayven?” Entró en el cuarto y cerró la puerta tras de sí. -"Sé que estas aquí adentro".

-“Regresa a la cama, Rhianna".

-"Estoy sola sin ti".

-"No puedo estar contigo esta noche".

-“¿Estás enfermo?”.

Él se rió suavemente, cruelmente. -"Nunca estoy enfermo, mi dulce. Sólo estoy enfermo de mente y espíritu".

Ella dic otro paso hacia él. -"Déjame ayudarte”.

-"No hay nada que puedas hacer, Rhianna".

-"Pero... "

-"Si de veras te importo tanto como dices, regresara a la cama". Aspiró bruscamente y luego soltó el aire poco a poco. -"Vete ahora, que estoy dispuesto, y soy capaz de dejarte ir".

-"Rayven, por favor... "

-"Déjame”.

Él habló con los dientes apretados fuertemente, su voz rasposa por el esfuerzo en mantener el control en su interior.

Con un grito estrangulado, se dio la vuelta y huyó del cuarto.

A la mañana siguiente su lado de la cama estaba vacío. Alarmada, se puso la bata y bajó corriendo.-“¡Bevins! ¡Bevins!”.

-“¿Sí, señora?” Salió de la cocina, visiblemente mejorado con respecto a la noche anterior.

-“¿Dónde está? No vino a la cama. El sol... " Negó con la cabeza, sus ojos agrandados ante el miedo a algo que no se atrevía ni a mencionar.

-"Está bien, señora".

-“¿Dónde está? Él no ha... " Aspiró profundamente. -¿No ha abandonado el castillo, verdad?”. No me ha abandonado. Las palabras, tácitas, parecían estar en el aire entre ellos.

-"No, señora".

Frunció el ceño.-“¿Pero si no está aquí, entonces dónde está?”.

Bevins vaciló un minuto, como si se preguntara si debía o no decírselo.

-"Dígamelo”.

-"Está en el sótano".

-“¡En el sótano!”.

La mirada de Bevins se aparto de la suya. -"A veces descansa allí".

-“¿En el sótano? ¿Pero por qué?”.

-"Me temo que eso sólo su señoría puede explicárselo".

Se dirigió hacia la puerta, pero entonces sintió la mano de Bevins sujetándola. -"A él no le gustará que vaya hasta allí”.

-"Soy su esposa y la señora del castillo" dijo Rhianna, sorprendida por el tono imperioso de su voz. -"No permitiré malentendidos entre Rayven y yo".

Bevins apartó la mano de su brazo y se inclinó respetuosamente. -"Como usted guste, señora Rhianna".

Le miró arrepentida, con una disculpa a punto de salir de su boca. Nunca había tratado a Tom como un criado y se avergonzaba de haberlo hecho ahora.

Bevins negó con la cabeza. -"No necesita disculparse, mi señora". Sacó una gran vela de un cajón y la encendió para ella. -"Necesitará esto". Metió la mano en su bolsillo y sacó una gran llave de latón. -"Y esto otro".

Tomando la vela y llave, Rhianna se marchó, su corazón latiendo acelerado en su pecho mientras bajaba el estrecho tramo de escaleras que conducía hasta el sótano.

Una oleada de aire frío la invadió cuando abrió la puerta. Durante un instante se paró en seco, mirando la oscuridad reinante. ¿Por qué prefería descansar allí abajo? ¿Qué es lo que encontraría allí?

Reuniendo coraje y recordándose que él era su marido, descendió los últimos escalones. Sujetando la vela en lo alto, vio varios botelleros bien surtidos, docenas de barriles y cajas, y una enorme caja cubierta de polvo.

Levantando la punta de su camisón con una mano, entro en el sótano. El aire estaba viciado, húmedo y mohoso. Las polvorientas telarañas colgaban de las paredes. El suelo era de dura tierra apisonada, y estaba frío bajo sus pies. Imágenes de peludas arañas y ratas surgieron en su mente.

Cuando llegó al extremo más alejado del cuarto, se detuvo. Y luego vio eso, una estrecha puerta de hierro a su izquierda.

Él estaba allí.

Con una temblorosa mano deslizó la llave en el cerrojo. Guardándola luego en el bolsillo de su bata, aspiró profundamente y abrió la puerta.

Reuniendo coraje, atravesó el umbral.

El cuarto estaba vacío excepto por el ataúd contra la pared al fondo. Un ataúd negro, con la tapa cerrada. Esculpido en la parte superior de la tapa había la imagen de un cuervo volando.

La bilis subió por su garganta cuando clavó los ojos en el ataúd.

¿No se supone que los vampiros deben pasar las noches dentro de un ataúd? Había preguntado ella una vez.

Y él había contestado que los encontraba estrechos y limitantes.

El terror se enroscó en su estómago como un trozo de hielo en invierno. Esto es lo que él era. Se lo había dicho de forma suficientemente explicita. Le había dejado ver su rostro desprovisto de toda humanidad. Y aun así no lo había entendido completamente, ni se lo había podido creer hasta ahora.

Con una determinación que nunca hubiese creído poseer, se forzó a sí misma a cruzar el cuarto y levantar la pesada tapa para poder ver dentro.

Estaba acostado sobre un lecho de blanco terciopelo. Su capa envuelta a su alrededor, el negro de su capa y de su pelo formaban un vívido contraste con el forro del ataúd.

Su marido. Un vampiro.

Él se movió, como si fuera consciente de su presencia, y su capa se enrosco más firmemente a su alrededor, como para protegerle.

Un gesto de dolor cruzó su cara, y luego una sola palabra murmurada salió de sus labios.

-"Rhianna".

Las lágrimas afluyeron a sus ojos y bajaron por sus mejillas. Provocadas por un desgarrado sentimiento de pesar y piedad, lágrimas de compasión por la profunda angustia de su alma. Las lágrimas fluyeron abundantemente, mojando su bata, goteando encima de la capa de Rayven. Las lágrimas rehusaban detenerse. Un río de lágrimas silenciosas que temió les ahogara a ambos.

Tenía la sensación de que él sabía que estaba allí. Podía sentir sus esfuerzos en la oscuridad, peleando por salir del sueño cadavérico que le atrapaba y ella supo que ahora no podría enfrentarle.

Al momento Bevins estaba allí a su lado, ofreciéndole su brazo, llevándola lejos de allí.

Él se despertó cuando el sol se ocultó, las ventanas de su nariz se llenaron de su perfume. Salió del ataúd, sus manos cerradas en puños con enojo. Ella había estado aquí. No había soñado su presencia mientras yacía indefenso a oscuras, el nunca soñaba. Ella había estado allí.

¡Bevins! ¡Ven aquí! ¡Ahora!

Se paseaba ansiosamente por el cuarto mientras esperaba a su criado, con la certeza de lo que debía hacer, atormentándolo en su interior como si de un afilado cuchillo se tratara. Cruzó rápidamente la puerta abierta del sótano.

Bevins le miró con aprensión. –“¿Su Señoría?”.

-"Me voy de aquí. Esta noche".

-"Empacaré sus cosas".

-"No. No me llevo nada". Miró atentamente a Bevins. -"Nada".

-“Muy bien. Enseguida estaré listo".

Rayven negó con la cabeza. -"No. Quiero que te quedes aquí, con... Con ella". No podía decir su nombre en voz alta, no ahora.

-"No entiendo".

-"No soy como los demás hombres, y ya no puedo engañarme a mí mismo durante más tiempo".

-"Su Señoría, quizá si no se mantuviera tan apartado. Quizá si fuera al pueblo alguna tarde y pasara más tiempo junto a la demás gente, si les dejara tratarle. Quizá si supieran que usted es el que financia el refugio, ayudaría a ahuyentar los rumores”.

-"No. Será mejor para Rhianna y para todos nosotros, si me voy". Rayven se marchó dando media vuelta, con los brazos cruzados sobre su pecho. -"Quiero que te quedes con ella mientras te necesite. Cuando ella ... " Suspiró profundamente. -"Cuándo haya encontrado a otro, te reunirás conmigo".

Algún otro, pensó cruelmente. Alguien como Montroy.

-"Sí, Su Señoría". Bevins se aclaró la voz. –“¿Le explicará todo esto usted mismo?”.

-"No". Rayven negó con la cabeza, despreciándose a sí mismo por su cobardía. -"Necesitaré lápiz y papel".

-"Sí, Su Señoría".

Rhianna alzo la vista del libro que estaba leyendo, sonriendo impacientemente, pero no era Rayven el que había en el portal. Era Bevins.

-“¿Qué ocurre?”- Preguntó alarmada por la sombría expresión en el rostro de Bevins. –“¿Ha ocurrido algo malo?”.

67A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 23 continuación Dom 15 Mar 2009, 11:10

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Bevins le tendió una hoja de papel. -"Esto es para usted, señora".

-“¿Una carta?”. Se levantó mientras caía el olvidado libro de su regazo,

Cogió rápidamente la misiva de la mano de Bevins. Recibir una carta por la noche sólo podía indicar malas noticias.

Clavó los ojos en el papel como si nunca antes hubiera visto una carta, luego lentamente la abrió, su corazón cayó en picado cuando vio el sello de Rayven.

Con una reverencia, Bevins salió del cuarto.

Cruzando el cuarto, Rhianna se sentó en el borde de la cama, la cama que había compartido con Rayven, y permaneció mirando en el blanco sobre, con la cabeza de un cuervo impresa con lacre rojo como la sangre.

Finalmente, con manos temblorosas rompió el sello.

Rhianna

No puedo fingir más. Estos pasados seis meses contigo han sido los más felices de mi existencia. Nunca sabrás la alegría que has traído a mi existencia, pero no puedo quedarme más tiempo contigo. Tu proximidad apacigua mi alma del mismo modo que enardece la demoníaca hambre dentro de mí, un hambre que temo ya no puedo controlar.

El castillo es tuyo. Haz con él lo que quieras. Bevins se quedará contigo mientras le necesites. Es mi deseo que me olvides y encuentres a otro hombre. Montroy sería un buen marido, un hombre que puede darte la clase de vida que mereces.

Perdóname por decirle esto en una carta, pero soy tan cobarde, que no puedo decírtelo personalmente por temor a que me convenzas de quedarme. Hacer eso podría poner tu vida y tu alma, en peligro, y esto es algo que nunca haría.

Sé que te recordaré siempre y te amaré hasta mi último aliento.

Siempre tuyo, Rayven

Ella clavó los ojos en las palabras, borrosas por las lágrimas, incapaz de creer que la había abandonado, que nunca le volvería a ver.

No supo cuánto tiempo estuvo sentada allí, mientras silenciosas lágrimas corrían por sus mejillas, manchando el escrito que tenía en sus manos. Se había marchado.

-“¿Señora?”.

Le costó gran esfuerzo levantar la cabeza. Bevins estaba esperando en el vano de la puerta, su expresión sombría, sus ojos llenos de comprensión.

-"El barón Montroy está abajo, señora".

-"Ahora no puedo verle".

-"Me temo que él insiste".

-“Echalo”.

-"Él no se irá". Bevins aspiró profundamente. -"Dice que Rayven le pidió que viniera".

¡Rayven! Quizá Montroy sabría a dónde había ido. -"Esta bien".

Se levantó, una mano sujetando fuertemente la carta. Siguió a Bevins por las escaleras, sin importarle que sus ojos estuvieran rojos e hinchados por las lágrimas. Estaba más allá de la vergüenza, de que le importara lo que cualquiera pudiera pensar.

Montroy estaba en el saloncito delantero, de espaldas a la chimenea. Juró por lo bajo cuando Rhianna entró, luego velozmente cruzó el cuarto y la sostuvo entre sus brazos.

Ella no se resistió, simplemente se quedó allí, desesperada como una niña perdida.

-"Rhianna". Tomándola de la mano, la condujo hasta una silla cerca de la chimenea. Aun sabiendo que iba contra las normas del decoro se sentó y la depositó en su regazo, acunándola como si fuera un bebé que necesitara consuelo.

Ella se acurrucó contra de él, su cara sepultada en el hueco de su hombro.

Los amortiguados sollozos sacudieron sus delgados hombros; Sus lágrimas mojaron su abrigo. Murmurando suaves palabras de consuelo, acariciaba su espalda, maldiciendo interiormente a Rayven por su cruel abandono.

Había encontrado a Rayven en Cotyer la noche anterior.

-"Abandono Millbrae" le había dicho sin ningún preámbulo. -"Quiero que usted cuide de Rhianna".

Le había costado un instante encontrar la voz para preguntarle. –“¿A dónde vais?”.

-"Eso no importa".

-“¿Cuándo volveréis?”.

-"No lo sé. Quizá nunca".

-"No lo entiendo".

Un brillo de sardónica diversión había cruzó por los ojos de Rayven. -"No se lo puedo explicar, Montroy, pero quiero que me de su palabra de que cuidará de ella".

Dallon se había quedado mirando los ojos de Rayven, esos oscuros ojos que le habían inquietado tanto durante años. No había ningún indicio de peligro acechando ahora, ninguna arrogancia, sólo un profundo dolor que no podía ocultar. -"Usted sabe que lo haré".

Rayven había inclinado la cabeza. -"Sea bueno con ella" le había dicho, y luego, con su capa ondulando a su alrededor había abandonado el cuarto.

Dallon asombrado se había preguntado si todo eso era real.

-"Me ha abandonado”.

La voz de Rhianna trajo de vuelta a Montroy al presente. -"Lo sé".

-“¿Por qué?”. Le miró, el dolor de sus ojos le recordaba la angustia que había visto reflejada en los de Rayven.

-"No lo sé" Montroy contestó suavemente. Sacando un pañuelo de lino de su bolsillo del abrigo, secó las lágrimas de sus mejillas.

-"Creí que me amaba”. Miró la carta todavía fuertemente apretada en su puño. -"Me dijo que me amaba”.

-"Él lo hace" dijo Montroy. -"Estoy seguro de ello".

Le miró como si le viera por primera vez. –“¿Por qué estas aquí?”.

-"Rayven me pidió que viniera. No quería que estuvieras sola".

-“¿El te envió? ¿Tu le viste?”. La esperanza brilló en sus ojos. –“¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Dónde está ahora?”.

-"Se ha ido, Rhianna. No me dijo a donde o por qué, sólo que se iba".

Sufrió al observar como la esperanza moría en sus ojos, y la desesperación la inundaba de nuevo. Sufrió por saber que amaba otro.

-“¿Rhianna, qué puedo hacer?”.

-“¿Hacer?”. Clavó sus ojos en él inexpresivamente.

Se estremeció en sus brazos cuando una nueva oleada de lágrimas inundó sus ojos. La observo llorar con impotencia, vio como las silenciosas lágrimas inundaban de nuevo sus ojos y caían por sus mejillas.

Al cabo de un rato, se desmayó contra él, y él la sostuvo, sus manos acariciando su pelo, su espalda, preguntándose si en toda su vida volviera alguna vez a sonreír de nuevo.

Escudriñando las sombras que se alzaban en el exterior, Rayven miró por la ventana, vigilando. Un dolor le atravesaba el corazón como si le hubieran clavado una estaca mientras escuchaba sus lágrimas y sabía que él era la causa.

-"Te amo, mi dulce Rhianna" gimió.

Y había sido el amor lo que le había hecho marchar, escapar a través de la noche lejos de la única mujer que había amado en toda su vida.

Los días pasaron, pero Rhianna apenas se daba cuenta de ello. Los pasaba caminando por el jardín, recordando las noches que había paseado a la luz de la luna con Rayven. Comió ante la insistencia de Bevins, aunque no tenía apetito. Tomaba largas siestas y se acostaba temprano porque solo era allí y en sueños cuando su marido venía a ella.

Montroy iba a visitarla cada día, evidentemente preocupado ante el aspecto de sus ojos, su voz, el toque distante de su mano. No se entrometía en su pena, no le decía que no llorara ni se acongojara. Aceptaba sus deseos cuándo quería estar sola, la abrazaba cuando le pedía consuelo, enjugaba sus lágrimas cuando lloraba. Y durante todo el tiempo, esperaba a que aceptara su amor, solo rogaba que llegara un día en que le amara tan profundamente como había amado al oscuro señor del castillo.

Y algunas veces cuando lloraba, cuando el dolor en sus ojos hacía que su corazón se contrajera de angustia, sabía que con gusto aceptaría verla reunida de nuevo con Rayven si eso la hacía sonreír de nuevo.

68A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 24 Dom 15 Mar 2009, 11:11

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Cazaba entre las sombras de la noche, desahogando su furia y su pena en el derramamiento sin control de sangre inocente. Acechaba su presa implacablemente, alimentándose de su miedo, dejando que su presa viera lo que era, dejándole ver el deseo de matar en sus ojos, sonriendo mientras dejaba al descubierto sus colmillos. Sufría, como nunca lo había hecho durante los cuatro siglos de su existencia, y quería lanzar un golpe tras otro, esperando que al infligir dolor en los otros, poder aliviar él suyo propio.

Cazó presas como no lo había hecho desde que fue hecho Vampiro, cazó hasta que el aroma a sangre y miedo se pegó a su piel, a su ropa, se infiltró en cada uno de sus poros.

Había olvidado cuan embriagador era, beber y beber y beber, hasta que se saciaba de la sangre de la vida, hasta que su corazón latía al mismo ritmo que la desafortunada alma en su abrazo, hasta que su cuerpo se alzaba pletórico por la fuerza vital del otro. Ah, el beber hasta no poder más, beber la vida de alguien, sus esperanzas y sus sueños y sus memorias, su mismo ser.

Se negaba a considerar los principios morales de ello. ¿Qué necesidad tenía él de tener principios morales? No era humano, era un Vampiro, una raza aparte. Las leyes de los hombres no significaron nada para él. Los hombres apresaban y mataban animales indefensos para alimentarse. Los vampiros hacían de los hombres sus victimas. Nadie hacía presa del Vampiro.

Durante demasiado tiempo había intentado negar lo que era, negar la necesidad que ardía en su interior, negar el exquisito placer que sólo podía obtener al beber la sangre de los mortales. Cuan cercano se sentía a todos aquellos que cazaba cuando los acunaba en su abrazo oscuro. Qué agradecido se sentía por la fuerte oleada de energía que fluía por sus venas, llenándolo de vitalidad, haciéndolo sentir de nuevo como un vampiro joven, recién hecho.

Y a pesar de que bebía hasta saciarse, nunca agotaba a sus víctimas hasta el extremo de la muerte. Aunque era fuerte su sed, no podía hacerlo. Rhianna tenía la culpa. Ella podría entender su necesidad de sangre; pero nunca aprobaría el que tomara una vida. Y aunque nunca la volviera a ver, no podía ser peor de lo que ella creía que era.

Se deleitaba en la oscuridad que lo inundaba, todos sus sentidos alertas, sonidos de la noche que los mortales nunca oían – la suave salpicadura de una gota de lluvia cayendo sobre la hierba húmeda por el rocío, el sonido de un ratón andando sigilosamente entre las sombras. Veía la belleza escondida en la oscuridad de la noche, las sombras y formas cambiantes de un mundo dormido.

Durante semanas, vagó por las sombras de la noche, una figura obsesiva silenciosa haciendo presa de cualquiera lo suficientemente incauto como para cruzarse su camino.

Ahora estaba cazando. Nubes oscuras cubrían la luna y las estrellas, prometiendo lluvia antes del amanecer. Había poca gente en las calles, una pareja de ancianos dirigiéndose a su casa, un padre y un hijo parados en un portal, una joven pareja caminando de la mano, mirándose fijamente a los ojos ignorantes de la tormenta que se avecina.

Y entonces vio una joven que bajaba corriendo por una oscura calle, su pelo ondeando al viento, los tacones de sus zapatos golpeando los guijarros.

Voló con las alas de la noche, silencioso como un búho acechando su presa, hasta que estuvo a su lado su mano tapando el grito que se escapaba de su boca.

El aroma de su miedo se entremezclaba con el de su esencia misma. Podía oír los frenéticos latidos de su corazón, oír como la sangre fluya a través de sus venas.

Se dobló sobre ella, su capa envolviéndolos, como las alas de un gran pájaro negro. Y entonces vio sus ojos. Ojos azules llenos de un indecible terror. Ojos de un azul como el cielo de verano, azules como los de Rhianna...

Con un juramento, se apartó, sacudido en lo más profundo de su ser. Se vio tal como Rhianna le vería, no mejor que un monstruo enmascarado en forma humana, una bestia salvaje incapaz de controlar el anhelo horrible de su interior.

Lleno de vergüenza y odiándose a sí mismo, borró su memoria de la mente de la joven, luego desapareció de su vista como si fuera un borrón de terciopelo negro.

Después de esa noche ya no cazó a ningún humano más. Se refugió en una cripta llena de un pestilente olor a carne putrefacta y flores secas. Acurrucado en un rincón, con la capa envolviéndolo permaneció mirando fijamente la oscuridad.

Era un Vampiro. Un no muerto. Estaba en donde pertenecía.

Los días pasaron en un sueño sin discernimiento, las noches parecían más largas de lo que recordaba. Las noches cuando el hambre ardía en sus venas, cuando desgarraba sus órganos vitales, cuando, buscando alivio, cortaba profundamente su carne buscando nutrición.

En el mundo exterior, el tiempo seguía su curso. Las estaciones pasaban una tras otra. Los mortales nacían y morían. Pero él siempre permanecía igual.

El dolor se convirtió en su constante compañero, dañándolo en su interior, urgiéndolo a salir a cazar. Los fantasmas surgían a su lado en la tumba con agudos gritos de dolor que desgarraban su alma, sus rostros distorsionadlas por el miedo cuando miraban sus ojos y solo veían la muerte en ellos. Muchos fantasmas vinieron a atormentarle, con sus ojos vacíos llenos de acusación. ¿Realmente había matado a tantos en tiempos pasados?

Sus rostros hacía mucho tiempo que habían sido olvidados, todos menos el del primer mortal que había matado. Entonces era un vampiro joven dominado por el hambre aguda que le urgía ser saciada, ignorante del modo de existir de los de su clase. Había encontrado a la mujer caminando apresuradamente por una calle oscura. Ella había notado su presencia mucho antes de que su mano se cerrada alrededor de su brazo. Nunca olvidaría el horror que vio en sus ojos, o el sonido de su voz, desesperada por el miedo cuando le rogaba por su vida. Él no había querido lastimarla, no había querido matarla, pero el hambre le había dominado, produciéndole un dolor insoportable. Torpe en su prisa, sus colmillos se habían clavado en la carne blanda de su garganta. Su sangre había fluido a chorros hacia su boca, caliente con vida. Y junto con la sangre, había saboreado una de sus lágrimas. Horrorizado y avergonzado, había depositado su cuerpo en el suelo. La expresión de sus ojos le había atormentado durante más de un siglo.

Se envolvió mas fuertemente entre los pliegues de su capa, buscando escapar, buscando paz. Maldijo el hambre que carcomía sus órganos como si estuvieran ardiendo bajo las llamas del mismo infierno, se maldijo por lo que él era, maldijo a Rhianna por hechizarle, para darle a saborear lo que nunca podría tener. Y, por encima de todo, maldijo a Lysandra...

¡Lysandra!

Durante todos estos años, ella se había mantenido apartada, pero siempre próxima. A menudo había notado su presencia pero como todos los vampiros, ella era desconfiada con otros de su clase. Nunca le había buscado, ni él tampoco había ido a buscarla, pero en los primeros días después de que él había sido hecho, a menudo había pensado en encontrarla, en destruirla por lo que le había hecho. Lysandra... Ella le había transformado en lo que era; Si había alguna cura, entonces ella la conocería. En caso de que no la hubiera, buscaría su destrucción en manos de la que le había transformado.

Mascullando un juramento, cerró sus ojos y envió sus pensamientos a la noche.

-"Rayven". Lysandra sonrió precavidamente, gratamente sorprendida al encontrarlo esperándola en su saloncito después de levantarse. –“¿Qué es lo que te trae por aquí?”.

Sintió una ondulación en el aire mientras ella reunía todo su poder. -"No quiero hacerte daño".

Cruzando el cuarto, cogió sus manos. Ella era el vampiro más viejo que conocía, pero se veía exactamente igual que la última vez que la había visto, su lustroso pelo negro recogido en gruesos mechones rizados sobre su cabeza, su mirada oscura como negras piscinas de ébano bajo gruesas pestañas, su piel pálida como el alabastro, con una resplandeciente translucidez.

-"Siempre tan bella" murmuró.

-"Como tu" ella contestó. Alzó una pálida mano hasta su pelo, alisándolo por encima de su frente. -¿Pero por otro lado, nosotros nunca cambiamos, verdad?”.

-"No" dijo él secamente. -"Nunca".

-" Pero sin embargo... estas muy delgado, mon petit. ¿Qué te ha ocurrido?”.

-"Nada". Soltó sus manos rápidamente, y metió las suyas en los bolsillos de sus pantalones. -"Quiero saber si hay una cura para lo que somos".

-“¿Una cura?”. Alzó una delicada ceja en signo interrogante. -"Haces que esto parezca una atroz enfermedad".

-"Es una maldición y quiero liberarme de ella".

Lysandra frunció el ceño. –“¿Para qué? Te ves suficientemente próspero, si exceptuamos esa pequeña cuestión de tu alimentación". Sus ojos se estrecharon. –“¿No te has alimentado recientemente?”.

-"Ese no es un asunto de tu incumbencia" dijo agudamente. Aspiró profundamente. -"Dime" dijo. –“¿Hay alguna forma de acabar con esto?”.

“¿Quizás un paseo a la luz del sol?”. Ella sugirió, con el asomo de una sonrisa bordeando sus labios.

-"No juegues conmigo, Lysandra. Quiero una respuesta".

-"No sé de ninguna cura".

Sus manos se cerraron en apretados puños mientras ella hablaba. -"Entonces quiero que me destruyas”.

Ella pasó un dedo sobre su mejilla. –“¿Realmente ha llegado a ser tan desagradable la vida?”

-"Ya no puedo soportar lo que soy. Me ha costado demasiado".

Ella le estudió con una directa mirada y luego sonrió. -"Te has enamorado de una mortal".

No era una pregunta, sino una afirmación sin ninguna aprobación ni condena.

Él no se molestó en negarlo. -"Sí".

-"No hay necesidad de acabar con tu existencia, Rayven. Simplemente transfórmala".

-"No".

-“¿Abandonarías la inmortalidad por esa mujer?”.

-"No te burles de mí, Lysandra. ¿Tu nunca has estado enamorada?”.

-"Me dejas asombrada, Rayven. No creía que nuestra especie fuese capaz de sentir nada semejante a una emoción humana".

-"Ojala fuera eso cierto”. Pasó una mano por su pelo. -"Ya no puedo soportarlo más. Quiero que acabes conmigo. Ahora".

-“¿En vez de eso, por que no te quedas aquí conmigo?”. Le sugirió. -"Podríamos cazar juntos". Puso las manos sobre su pecho y le contempló con ojos ardientes y oscuros. Sus manos se deslizaron tentadoramente hasta su cintura. -"Y juguetear juntos".

El apartó lenta y deliberadamente sus manos de su cuerpo. -"No vine aquí a buscar un compañero de caza ni de cama, sólo una forma de acabar con lo que soy".

Clavó los ojos en ella, observando la diversidad de emociones que cruzaron por su rostro, la decepción porque él no cazaría por la noche con ella, enojo porque había despreciado su afecto y una pizca de confusión porque no podía entender su deseo por acabar con su existencia.

Y también la lujuria por la sangre aumentando en sus ojos, superando todas las otras emociones. Sus labios se retrajeron con una fiera sonrisa, exponiendo sus colmillos.

Pensó en un repentino instante de temor y arrepentimiento, que nunca volvería a ver a Rhianna, y luego mostró su garganta, preguntándose como sería sentir los dientes de Lysandra rasgando su carne de nuevo después de tantos años.

-“¡No!” Rhianna se despertó gritando. –“¡Rayven, no lo hagas!”.

Un instante después Bevins irrumpió en el cuarto con una vela enfocando el rostro de Rhianna. En estas últimas semanas, desde que Rayven la había abandonado había perdido mucho peso. Tenía sombras oscuras bajo los ojos, ojos llenos de tristeza. Bevins temía por su salud, pero nada de lo que él ni Montroy hicieran o dijeran, había podido apaciguar su pena.

-“¿Qué ocurre?”. Le preguntó, escudriñando las sombras del cuarto, buscando la causa de sus gritos.

-“Rayven... " Le miró con grandes ojos aterrorizados. -"Él está en peligro”.

Bevins depositó el candelabro sobre la mesa al lado de la cama. –“Ha sido solo una pesadilla, señora".

-"No". Negó con la cabeza. -"No, era real”.

69A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 24 continuacíón Dom 15 Mar 2009, 11:11

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

-"No es nada. Estoy seguro de que él está bien".

-"No". Negó con la cabeza otra vez. –“¿No puedes sentirlo?”

-“¿Sentir el qué?”.

-"Él quiere morir". Gritó el nombre de Rayven en voz alta. -"No viviré sin él". Se quedo mirando la noche con ojos vacíos, sus puños cerrados fuertemente. –“¡Me has oído Rayven, no viviré sin ti!”.

Sollozó su nombre una vez más y luego se desmayó sobre la cama.

-"Señora". Bevins se acercó asustado por la falta repentina de color en su cara, la palidez de su piel. La sacudió ligeramente, la sacudió de nuevo al no obtener respuesta. –“¡Rhianna!”.

Tembló cuando una fría brisa barrió el cuarto y supo en su corazón, que ella tenía razón. Rayven trataba de acabar con su existencia.

Y Rhianna iba a encontrarse con él.

-"Aquí no" dijo Lysandra. Pasó sus largas uñas a lo largo de su cuello. -"Ven".

Él siguió a Lysandra hasta su guarida, se tendió en el sofá de terciopelo rojo que era el único adorno del cuarto exceptuando el ataúd de caoba pulida.

Lysandra se sentó a su lado, sus colmillos al descubierto, respirando con dificultad y anticipación. Bebería su sangre, reduciéndola drásticamente hasta el extremo de su muerte, y al hacerlo obtendría la fuerza que él había acumulado durante los últimos cuatro siglos. Y cuando estuviera demasiado débil para poder resistírsele le llevaría afuera y lo dejaría allí. El sol haría el resto, consumiendo con llamas cualquier prueba de que él hubiera existido jamás.

Él se quedó mirando fijamente a Lysandra. Sus ojos negros ardían con hambre. Su capa se ciño más cuando sintió la mano de Lysandra sobre su pelo, acariciándolo ligeramente e imaginó que era otra mano, la mano de Rhianna.

Rhianna... Rhianna...

Notó el suave aleteo del aliento de Lysandra contra su mejilla, sintió sus labios, fríos como un viento de invierno, cuando lo besaron. Fríos pensó, cuando los de Rhianna siempre habían sido tan cálidos.

Se sobresaltó cuando las manos de Lysandra se cerraron sobre sus hombros, inmovilizándolo. Se había olvidado de lo fuerte que era ella.

Rhianna... Rhianna...

-"Hazlo" dijo cerrado sus ojos.

Aguantó el temor que se alzó en su interior cuando sintió el pinchazo de los colmillos de Lysandra en su garganta. Hubo un dolor punzante, la sensación de la sangre siendo extraída de su cuerpo. Se forzó a relajarse. Esto era lo que quería, un fin para su miserable existencia, el dulce olvido de la eternidad.

Sintió como se hundía en un remolino de niebla roja, como se iba debilitando más y más. La oscuridad le iba envolviendo placenteramente y agradeció el que ella hubiera decidido ser amable y no cruel.

Era justo, que él encontrara el olvido en los brazos de quien le había hecho lo que era.

Pequeños temblores atravesaron su cuerpo. El frío le devoró. Rhianna... Rhianna... Nunca la vería de nuevo, nunca volvería a sentir su calor, ni a verla sonreír. Empezó a luchar contra del instinto de conservación que quería asumir el control de su cuerpo. Sintió que las manos de Lysandra se cerraban fuertemente sobre sus hombros cuando trató de escapar de su agarre, sintió su capa envolviéndose más a su alrededor, acunándolo y supo que el fin estaba cercano.

¡Rayven! ¡Rayyen! No viviré sin ti. Su voz, se abrió paso en su mente, gritando. Rayven, regresa a mí.

Trató de abrir sus ojos, trató de abrirse paso a la fuerza a través de las capas de sofocante oscuridad que le arrastraban hacia la eternidad, pero carecía de la fuerza suficiente. Sus latidos eran lentos y pesados en su pecho. Desde lejos, oyó voz de Lysandra.

-"Espero que al otro lado encuentres la paz que buscas".

Quiso hablar con ella, decirle que había cambiado de opinión, que Rhianna le necesitaba, pero estaba exánime, indefenso. Tuvo la sensación de estar en movimiento y supo que Lysandra le llevaba afuera. Le llevó sin esfuerzo alguno, trasladándose a velocidad sobrenatural a través de las oscuras calles.

Sintió el viento frió en su rostro como la misma muerte, mientras ella le llevaba lejos de su casa, fuera de la ciudad, a un cementerio abandonado hacía mucho tiempo. El sol le encontraría allí, le encontraría y le destruiría, no dejando ninguna huella.

Se dio cuenta de que Lysandra se agachaba sobre el, sintió el roce de sus labios por última vez. Pudo oír el sonido de sus pasos cuando se giró y se alejó dejándolo solo en la quietud de la noche, para encontrar el amanecer en soledad.

Rhianna...

Flotaba ingrávido, indefenso, en un mar de oscuridad que no tenía ni principio ni fin. El perfume de la tierra húmeda invadía las ventanas de su nariz, recordándole la esencia de la vida, todo aquello que ahora estaba perdido para siempre.

¡Rayven! Vuelve a mí.. No viviré sin ti... .

La voz de Rhianna hizo eco en su mente, repetidas veces, llenando su alma de un profundo arrepentimiento al comprender que al tratar de acabar con su vida, le había fallado.

Las horas pasaron. Empezó a temblar incontrolablemente. Se enrosco sobre sí mismo, envolviéndose más apretadamente en su capa. La voz de Rhianna martillada en su cabeza, rogándole que no la abandonara.

Rayven, no me dejes... . Por favor... . Vuelve a mí.. ..

Los latidos de su corazón retumbaban en su mente, haciéndose cada vez más débiles, hasta que latieron a su mismo ritmo y supo que cuando la muerte le llegara, también le llegaría a ella.

Rhianna... Rhianna... -"Perdóname... "

70A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 25 Dom 15 Mar 2009, 11:12

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Durante un tiempo, pareció como si ella fuera a recobrarse. Su apetito había aumentado. Se levantaba de la cama durante periodos de tiempo cada vez más largos; Le pidió a Montroy que la acompañara hasta el laberinto donde pasaba horas contemplando los rosales, y las estatuas del cuervo y el lobo.

Allí parecía que se sentía en paz y durante un tiempo, Montroy creyó que ella había aceptado el hecho de que Rayven se había ido. Ahora, pensaba, ahora vendrá a mí y podemos empezar nuestra vida juntos.

Pero no fue así.

Sin razón aparente, y repentinamente empezó a debilitarse cada vez más. A medida que pasaban los días cada vez estaba más débil. Su madre y sus hermanas vinieron a verla, le traían dulces que tentaran su apetito, haciéndole te caliente, sonriendo sin ganas mientras le contaban noticias sobre el embarazo de Aileen, esperando que el pensar en una nueva vida la sacaría de las profundidades de su desesperación.

Pero todo fue en vano. Ella los miraba con ojos sin vida al mismo tiempo que les aseguraba que pronto estaría mejor.

Montroy llamó a su médico, pero el hombre sólo negó con la cabeza, afirmando que su mal no era físico.

Ada llamó al sacerdote, quien primero puso una mano sobre la cabeza de Rhianna, y luego se apartó prometiendo que encendería una vela y rogaría por el bienestar de su alma.

-"Ella desea morir". Ada se levantó del lado de la cama de su hija, mirando fijamente su pálido rostro.

Montroy asintió. -"Me temo que tiene usted razón, señora". Maldijo suavemente, preguntándose si cuando Rayven la abandonó había previsto que esto ocurriría.

-"Todo es por culpa de ese monstruo," dijo Ada cruelmente. -"Le ha echado una maldición.

Montroy iba a empezar a objetar algo. No creía en la magia fuera blanca o negra. Pero pensó en todos los rumores que había oído acerca de Rayven, las habladurías, las especulaciones. Alguna vez, se había reído de todo eso no haciéndoles caso. No había seres monstruosos acechando en la noche, bebiendo la sangre de otros. Pero entonces miró el pálido rostro de Rhianna en el oscuro cuarto, con sombras bajo sus ojos, sus mejillas hundidas y se preguntó si después de todo no podrían ser ciertos todos esos rumores.

Se sentó sobre su cama, sujetando su mano, mientras Ada McLeod urgía a su hija para que tomara un poco de té, sintió como su odio aumentaba hasta convertirse en algo con vida propia cuando vio el vació en la una vez brillante mirada de Rhianna. La oyó susurrar el nombre de Rayven, con voz apenas audible, antes de que cayera desplomada sobre las almohadas.

Reprimiendo un sollozo, Ada se volvió de espaldas a la cama. Bevins se materializó entre las sombras. Durante un momento, la observó llorar y luego, necesitando consolarla, se adelanto para abrazarla. Por un instante se quedo rígida entre sus brazos, pero luego se hundió en ellos desconsolada. Sintiéndose un poco avergonzado, le acarició el pelo y limpio las lagrimas de su rostro.

Montroy sintió un nudo en su garganta cuando escuchó a Ada McLeod llorando por su hija.

Se llevó la mano de Rhianna a los labios y le besó palma, temiendo en lo más profundo en su corazón, que ella nunca se recuperara.

-"Maldito seas Rayven" masculló. -"Espero que tu alma arda en el mismísimo infierno”.

Él se despertó cuando el sol se ocultó. Quedándose mirando la oscuridad de la cripta, recordó cómo había salido a buscar su muerte y cuando casi ya lo había conseguido, había descubierto que quería vivir.

Había estado gravitando al borde de la muerte su piel empezando a ponerse rígida. Próximo a la eternidad, había sentido el nuevo amanecer, había oído la voz de Rhianna, cada vez más débil, haciendo eco en su mente, rogándole que no la abandonara y había sabido que, si moría, ella también lo haría. Y era una carga demasiado pesada para soportar. Había estado preparado para acabar con su vida, pero no podía acabar con la de ella, no cuando ella apenas había empezado a vivir.

Con una fuerza de voluntad que creía no poseer, se había arrastrado hasta la cripta en la cual ahora yacía. La puerta estaba parcialmente abierta y había pasado con dificultad a través de la estrecha rendija. Los goznes oxidados habían rechinado ruidosamente, gritando como un alma atormentada, mientras arrastraba la puerta para cerrarla por dentro y luego al respirar las ventanas de nariz se llenaron de un mohoso olor a muerte, había gateado hasta una esquina y había caído en un sueño profundo.

¿Cuántas veces habría salido el sol desde que se había refugiado aquí?, Se preguntó. ¿Diez? ¿Veinte? Había perdido la cuenta.

Su estómago rugió hambriento cuando vio los pequeños cuerpos peludos de ratas y ratones que yacían esparcidos en el suelo de la tumba. Su sangre, con lo repulsiva que pudiera ser, le había mantenido vivo, eso y su necesidad en continuo aumento por ver a Rhianna de nuevo.

Ella se estaba muriendo. Podía sentirlo, su vitalidad perdiéndose junto con su voluntad por vivir, y supo que él era el culpable. Estaban vinculados por la sangre que compartían. Pero, a diferencia de él, ella estaba sometida a la debilidad de la carne.

Salvatore, ayúdame...

Cerró sus ojos, y vio la imagen del Vampiro en su mente. Salvatore. Delgado, con pelo negro peinado hacia atrás, sus ojos color café oscuro llenos de la sabiduría que da la edad.

Rayven sonrió débilmente. Salvatore no se parecía en absoluto a lo que uno se espera debe ser un Vampiro. Un hombre tranquilo, con un fino bigote y rasgos distinguidos. Un hombre que sabía lo que era y lo aceptaba.

Ser Vampiro no es para los débiles, le había dicho Salvatore una vez. La eternidad puede ser muy aburrida si uno no conserva su buen humor. Debes mantenerte al mismo paso que el mundo, o te querrás anclado en el pasado. Puedes ser un monstruo, beberte toda la sangre y quitar la vida de otros, o no. La elección depende de ti... .

Con un esfuerzo, se levantó, pasó una mano por su pelo, sujetó su capa alrededor de sus hombros.

Esta noche, por primera vez desde que había buscado la muerte, cazaría por las calles de la ciudad. Y luego volvería a ella y le rogaría su perdón.

Si no llegaba demasiado tarde.

71A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 26 Dom 15 Mar 2009, 11:13

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Las torres del Castillo se alzaban amenazadoras ante él, cubiertas como siempre con una espesa capa de niebla gris. Oscuras nubes se deslizaban en el cielo, prometiendo tormenta antes de que la noche llegara a su fin.

Durante un momento, descansó entre las grises sombras. Antes había cazado por las calles del pueblo, pero había sido en vano. Por primera vez en cuatrocientos años, sus poderes le habían fallado. Desesperado por conseguir alimento, se había nutrido de una cabra flaca y huesuda que había encontrado atada detrás de una de las casas de campo.

Demasiado débil para usar sus poderes sobrenaturales, había ido andando a paso lento por la carretera sinuosa hasta la cima de la montaña de Devil Tree, cuando llegó a la cima apenas le quedaba nada de la poca fuerza obtenido al beber de la cabra.

Cerrando sus ojos, apoyó la cabeza contra la húmeda pared de piedra del castillo. Por un momento, pensó en salir de nuevo al campo y matar algunas ovejas, pero el deseo de ver a Rhianna, cerciorarse de que todavía vivía, era mayor que su hambre.

Apartándose de la pared, subió las escaleras hasta la puerta del castillo. La puerta se abrió al golpearla.

Entró en el oscuro vestíbulo, sus sentidos buscando en los cuartos. Bevins estaba en la cocina. Rhianna estaba arriba. Aspiró un profundo aliento y su perfume lo envolvió con una sensación confortable y familiar, al igual que hacían los pliegues de su capa.

Y luego oyó las voces. De Montroy. De Ada. La voz de un hombre que no reconoció.

Caminando silenciosamente, subió las escaleras pasando por el corredor tenuemente iluminado hasta la habitación que Rhianna había usado antes de mudarse a su cuarto de la torre.

Se paró ante la puerta. Se sintió decepcionado, al ver que ella ya no dormía en su cama en el cuarto de la torre, y al mismo tiempo agradecido de que no hubiera revelado su lugar de descanso a los demás.

-"No va a mejorar". Era la voz de Montroy, llena de una fría desesperación.

-"Quizá deberíamos llevarla al hospital de Londres". La voz de Ada estaba enronquecida por las lágrimas.

-"No pueden hacer más por ella allí, de lo que nosotros estamos haciendo aquí" dijo el desconocido. -"Podría ser peligroso moverla, especialmente con la tormenta al caer. Si no está mejor por la mañana, la sangraré de nuevo".

¡Desangrarla! Mascullando un juramento, Rayven puso su mano en el pomo y abrió la puerta.

Las conversaciones terminaron abruptamente al entrar en la cámara. De un simple vistazo se hizo cargo de la situación: Ada McLeod de pie a un lado de la cama, pasaba el rosario con gesto preocupado; Montroy y otro hombre que Rayven asumió debía ser el médico estaban a los pies de la cama.

Rayven cruzó la habitación, su atención enfocada en Rhianna. El hedor a ajo, con el que se creía ahuyentaba a los malos espíritus, inundó las ventanas de su nariz mientras se acercaba a la cama. Se creía que también ahuyentaba a los vampiros, pero pensó que nada podría alejarle de su lado.

Ella yacía como si ya estuviera muerta, su rostro tan pálido como la almohada en la que reposaba. Su pelo esparcido sobre la almohada como si fueran rayos de sol. Había sombras púrpuras bajo sus ojos; Sus mejillas estaban hundidas. Un fuerte olor a sangre se desprendía de un tazón que había sobre la mesa al lado de la cama. La sangre de Rhianna, todavía caliente. Su estómago rugió dolorosamente cuando el hambre aumento en su interior.

-“¡Es él!”. Ada exclamó, con voz llenó de repulsa. -"Es el quien le ha hecho esto".

El médico colocó su mano sobre el hombro de Ada. -"Señora McLeod... "

-“¡Brujo!”. Apartó la mano del doctor de su hombro e hizo el signo de la cruz para prevenir el mal. –“¡Hijo del demonio! ¡Sal fuera de aquí!”.

Demasiado tarde, Rayven se dio cuenta de que Montroy se había colocado detrás de él. Al intentar girarse, sintió un fuerte golpe sobre su cabeza cuando el vizconde le golpeó con el atizador de la chimenea. Gruñó mientras caía de rodillas.

Montroy lo golpeó de nuevo con el atizador, tirándolo al suelo y forcejeando logró inmovilizarlo con la ayuda del doctor.

Sabiendo que era inútil, Rayven luchó contra el vizconde que lo sujetaba. Con una fiera mueca en sus labios, maldijo salvajemente cuando su vista comenzó a empañarse, hasta que no hubo más que oscuridad, una oscuridad interminable que le llevaba a la inconsciencia.

Despertó en una profunda oscuridad como una tumba. Durante un momento, no supo dónde estaba y luego se dio cuenta de que era su ataúd. El sentimiento de alivio fue rápidamente seguido por un profundo miedo cuando trató de levantar la tapa y no pudo. Empujó la tapa de nuevo, con el pánico dándole más fuerza, pero la tapa permaneció fuertemente cerrada. Arrugó su nariz ante el fuerte olor a ajo.

¡Bevins! ¡Ven a mí!

Cuanto lo siento, Su Señoría, pero no puedo.

Explícate.

Saben lo que es usted. Durante su enfermedad, Lady Rhianna sufrió una fiebre muy alta. Mientras estuvo inconsciente, habló de usted, de lo que usted es. Traté de decirles que eso era absurdo, delirios de una mente febril, pero la señora McLeod la creyó. Quiere destruirlo cuando llegue la mañana.

¿Y Montroy?

Rayven maldijo interiormente, recordando cómo el vizconde le había golpeado con el atizador de la chimenea.

No parece que este demasiado convencido de ello.

¿Rhianna? Háblame de Rhianna.

No le han dicho nada de su regreso, Su Señoría.

¿Está Montroy, contigo?

Sí, Su Señoría.

Debes convencerle para que me suelte. Dile que Rhianna morirá sin mi ayuda.

Lo intentaré, Su Señoría. ¿Está usted bien?

Rayven gruñó suavemente. Necesito alimentarme un poco, contestó, pensando que ese era seguramente el eufemismo más grande de todos los tiempos.

Cortó la aligación entre ellos, después cerró los ojos. Suspiró profundamente varias veces, tratando de reprimir el pánico que aumentaba en su interior. Nunca le habían gustado los lugares oscuros y pequeños; Era una de las razones por las que nunca descansaba en su ataúd. El pensar que podría estar atrapado para siempre dentro de el, le llenaba de terror, pero después sonrió con arrepentimiento, si Ada McLeod se salía con la suya, entonces lo de para siempre acabaría con la llegada de amanecer por la mañana.

Sus ojos se abrieron de golpe cuando oyó el sonido de pasos que se acercaban mientras bajaban por las escaleras del sótano. ¡Montroy! Hubo una pausa ante la puerta, y el crujir de la madera contra la piedra cuando puerta se corrió quedando abierta.

-“¿Rayven, me puedes oír?

-"Te oigo”.

-“¿Entonces es verdad?”.

-“¿Tu que crees?”.

-"Creo que esto explicaría muchas cosas" dijo Dallon concisamente.

-"Debes dejarme salir”.

-"Creo que no”.

-"Vamos, Dallon, en verdad no puedes creer que sea un vampiro". Rayven apretó sus puños en un esfuerzo al intentar que su voz sonara tranquila. -"Seguramente, si fuera el monstruo que crees, entonces nada que lo que tu pudieras hacer me detendría”.

-"Nunca te he visto comer" dijo Montroy. -"Nunca te he visto a la luz del día".

-"Lo puedo explicar fácilmente".

-"¿Y esto... ?" Montroy se estremeció mientras clavó sus ojos en la negra y brillante superficie del ataúd, con el cuervo a tamaño natural esculpido en la madera. ¿Era su imaginación, o eran los ojos del pájaro que le seguían? –“¿Me puede también explicar fácilmente lo de este ataúd?”.

-"Debes liberarme, Montroy. Rhianna me necesita".

-"El doctor dice que se está muriendo. La voz del vizconde vaciló en la última palabra. -"Que ha perdido las ganas de vivir".

-"Yo la puedo ayudar" dijo Rayven con voz llena de desesperación. -"Pero debes dejarme salir de aquí. Ahora".

-“¿Cómo?” Dallon preguntó. –“¿Cómo la puedes ayudar cuando el médico dice que está desahuciada?”.

Rayven maldijo la debilidad que le quitaba sus poderes. Si estuviese lo suficientemente fuerte, fácilmente podría haber dominado la voluntad de Montroy a la suya. Pero en primer lugar si el hubiera estado lo suficientemente fuerte, el hombre no le habría derrotado en la lucha anterior.

-"Dallon, debes soltarme antes de que sea demasiado tarde. Antes de que el sol se alce en el horizonte. Antes de que Ada McLeod venga a por mi cabeza. –“Escúchame," dijo, conservando la calma. -"Hace años que me conoces. Has hablado con Rhianna muchas veces. ¿Se ha quejado alguna vez de mí? ¿Me ha acusado de maltratarla? ¿He dicho o hecho en toda mi vida cualquier cosa para hacerte pensar que la dañaría a ella o a cualquier otra persona?”.

-"No" Dallon contestó lentamente. -"Ella siempre te ha alabado”.

-"Ella me necesita" dijo Rayven incapaz ya de ocultar mas la urgencia en su voz. -"Necesita saber que estoy aquí".

Se tensó cuando oyó a Montroy cruzar la habitación, vacilando con cada paso que daba.

-"Nadie más puede ayudarla" dijo Rayven. -"Por favor, te lo ruego. Debes dejarme salir de aquí antes de que sea muy tarde".

Contuvo el aliento cuando sintió la mano de Montroy sobre la tapa de su ataúd. Sí, pensó. ¡Hazlo, maldita sea!

Dallon se quedó mirando fijamente el ataúd. Era un hombre instruido. No había lugar en sus pensamientos para nada que no pudiera ser explicado por los hechos o por la lógica. Nunca había creído en las habladurías que corrían por el pueblo sobre vampiros, nunca había creído ni en fantasmas ni en duendes. En algunas ocasiones, había sentido escalofríos al mirar directamente los ojos de Rayven, una sensación de poder controlado, de peligro esperando ser desatado. Pero eso no tenía nada que ver con que Rayven fuera un monstruo y todo con el hecho de que el señor del castillo fuera un hombre rico, poderoso, confiado y arrogante.

Dallon tomó un aliento profundo, deseoso de arriesgar su seguridad, si con ello había alguna oportunidad de salvar la vida de Rhianna.

-"Quiero tu palabra, Rayven, júrame que no le harás daño”.

-"La tienes”.

-"O cualquier otra cosa”.

Rayven vaciló sólo un momento. –“Te doy mi palabra”. Esperó, abriendo y cerrando las manos nerviosamente mientras Montroy tomaba una decisión.

Después de unos minutos que parecieron horas, oyó el ruido inconfundible de pesadas cadenas arrastrándose y el crujido de los clavos al arrancarlos de la madera.

Habían sellado bien su lugar de descanso, Rayven filosofó. Habían enrollado el ataúd con pesadas cadenas, luego habían clavado la tapa sellándola con clavos de plata, sin duda. Él sonrió torcidamente. ¿También lo habían rociado con agua sagrada?

Rayven entrecerró los ojos ante el brillante resplandor de una vela al levantar Montroy la tapa.

Dallon juró suavemente, cruzándose frente a Rayven cuando este se levantó.

72A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 26 continuación Dom 15 Mar 2009, 11:14

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Sintiéndose como si hubiera sido rescatado del mismo infierno, Rayven salió del ataúd.

Gruñó suavemente cuando el olor a ajo llenó sus ventanas de nariz. Mirando hacia abajo, vio el suelo lleno de ellos.

Dallon Montroy se apartó, sintiendo cómo el color abandonaba su rostro cuando los profundos ojos negros de Rayven encontraron su mirada.

-"Es verdad" exclamó Montroy, su mano cerrándose alrededor del martillo.-“Todo es verdad".

-"Ciertamente" convino Rayven. Miró la gruesa cruz de oro colgando alrededor del cuello de Montroy. -"Eso no te protegerá”.

-"Me diste tu palabra”.

-"Así lo hice". Rayven pasó su capa alrededor de sus hombros, luego se acercó amenazante a Montroy. Podía oír la sangre fluyendo en las venas del hombre, oír los rápidos latidos de su corazón.

Aspiró profundamente, oliendo el aroma de la sangre, despertándose su hambre.

Montroy se apartó hacia atrás hasta que rozó la pared. -"Me diste tu palabra" repitió, con su pulso latiendo salvajemente mientras escrutaba los ojos de Rayven. Ojos enrojecidos como carbón ardiendo con fuegos infernales, ardiendo en su mente, consumiendo en llamas sus esfuerzos por resistirse. Trató de apartar la mirada, trató de alzar su brazo para golpearlo con el martillo. Pero no podía apartar su mirada ni reunir la fuerza necesaria para levantar su brazo.

-"Perdóname" gimió Rayven y sujetando el brazo izquierdo de Montroy, hundió sus colmillos en la blanda carne de la muñeca del vizconde.

Montroy indefenso, cerró los ojos, sorprendido de apenas sentir dolor. El martillo se deslizó inadvertidamente de su mano.

El hambre bramó en el interior de Rayven, pero reunió la suficiente fuerza de voluntad para dominarla. Tres largos tragos, una cantidad suficiente para apaciguar el hambre antes de ir hasta Rhianna.

Aspiró profundamente, tranquilizado al disminuir su hambre. Después de lamer la herida en la muñeca del vizconde, y unas pocas gotas de sangre caídas, soltó el brazo de Montroy y se marchó.

Subiendo las escaleras del sótano de dos en dos, se apresuró hasta la cámara de Rhianna.

Bevins estaba allí, atado de brazos y manos a una robusta silla de madera. Recibió con una sonrisa a Rayven cuando entró en el cuarto. -"Me alegro de verle, Su Señoría".

-"Y yo también a ti" contestó Rayven de manera concisa. Con un movimiento de muñeca, puso en libertad a Bevins. -“Desházte de Montroy y luego tráeme un vaso de vino".

-"Sí, Su Señoría".

Alzando a Rhianna en sus brazos Rayven abandonó el cuarto, subiendo velozmente por la escalera que daba a la torre del este. Había adelgazado mucho, pensó. Sus latido eran lentos, su pulso disparejo.

Entró en el cuarto cerrando la puerta tras de sí, luego depositó cuidadosamente a Rhianna en su cama. La cubrió con las sábanas, su corazón desgarrado por el dolor mental y físico que le había causado.

-“¿Rhianna? ¡Rhianna!”.

Ella gimió suavemente, luego sus párpados se levantaron. –“¿Rayven?”.

-"Estoy aquí, mi amor".

Ella trató de sonreír, pero el esfuerzo fue demasiado grande. -"Quédate... Por favor... "

-"Nunca te abandonaré de nuevo. Te lo juro". Sentado sobre el borde de la cama, acercó su muñeca a su boca y abrió su vena con los dientes. -"Toma debes beber esto".

Ella clavó los ojos en él, sin comprender.

Mascullando un juramento, presionó la muñeca sangrante sobre su boca. -"Bebe, Rhianna".

Sus ojos se agrandaron cuando se dic cuenta de lo que él quería, y luego negó con la cabeza.

-"Bebe, Rhianna. Es la única manera".

Su voz la envolvió, suave como algodón, exigiendo su conformidad. Ella no quería obedecerle, pero estaba indefensa contra el oscuro poder de sus ojos. Cuando acercó su muñeca a sus labios de nuevo, trago varias veces.

Lo suficiente para restaurar su salud, sin embargo él ansiaba darle más, para pasarla por el camino de la mortalidad a la inmortalidad, para conservarla a su lado para siempre. Pero en el mismo momento en que cruzó el pensamiento por su mente, supo que ella le odiaría por ello. Y a pesar de ello... Cerró sus ojos, al sentir el calor de su boca en su carne, la sensación de su sangre fluyendo a través de ella. Qué éxtasis sería beber de ella hasta llevarla al extremo de la muerte y hacerle luego beber la suya a cambio, para así ser suya para siempre. Con un gemido, apartó su muñeca y pasó su lengua sobre la herida para cerrarla. -"Ahora duerme".

-"No".

-"Estaré aquí cuando despiertes".

-"Tu... ¿Me lo prometes?”.

-"Te lo prometo".

-"Abrázame”.

Con un gemido estrangulado, la rodeó con sus brazos y la sostuvo hasta que se durmió. -"Perdóname" susurró. Una sola lágrima ensangrentada cayó sobre su mejilla, y se la enjugó, despreciando todo lo que él era, el dolor que le había causado. -"Por favor, mi amor, perdóname”.

Cuando estuvo dormida, la recostó de nuevo sobre la cama y la tapó con su capa.

Un momento más tarde, Bevins entró en el cuarto llevando una jarra y una copa. Sin palabras, llenó el vaso y se lo dio a su señor.

-“¿Dónde está Montroy?”. Preguntó Rayven.

-"Le envié a su casa. Pero no quiso irse".

-“¿Está bien?”.

-"Parecía un poco aturdido".

Rayven asintió. -"Hablaré con él más tarde. ¿Dónde está Ada?”.

-"Se fue a su casa temprano esta tarde”. Dijo que volvería mañana para, ah... ". Bevins pasó un dedo por su garganta. -"He cerrado las puertas del castillo, Su Señoría. Nadie le molestará”.

-"Bien hecho”. Rayven bebió un sorbo de la copa, miró fijamente el vaso, y luego tomó otro trago. –“¿Qué es?” preguntó.

Bevins aclaró su garganta, preguntándose si había cometido un grave error. -"Un poco de vino, Su Señoría". Vaciló, mientras un escalofrió lo recorría cuando le devolvió la mirada a su señor. –“Mezclado con una gran cantidad de sangre".

-“¿De quien?”

-"De la señora Rhianna. El doctor me pidió que me deshiciera de ella".

Rayven se quedó mirando fijamente la copa durante un largo momento y luego, lentamente, casi respetuosamente, bebió el líquido rojo y caliente. Él sintió como su fuerza y sus poderes regresaban, mientras su sangre se dispersaba en su interior, llenándole de un familiar calor. Pero eso no era suficiente para reemplazar las semanas de pasadas sin alimentarse.

Su mirada se concentró en Bevins, Rayven depositó la copa sobre la bandeja.

-“¿Su Señoría?”.

-"Lo siento”.

Con aprobación, Bevins se arremangó su manga de la camisa y tendió su brazo.

Estaba soñando, soñando con Rayven. Soñando que él estaba allí a su lado, sosteniéndola cerca. Podía sentir su aliento sobre su mejilla, oír su voz murmurando que la amaba, mendigando su perdón.

Con un suspiro, se acurrucó bajo las cubiertas, esperando que el sueño nunca acabara.

-“¿Rhianna?”.

Sonrió mientras el sonido de su voz la acariciaba. Había soñado con él todas las noches desde que la había abandonado, pero nunca como ahora. Parecía tan real.

Pasó la manta sobre su cabeza para bloquear la luz, frunció el ceño cuando sus dedos tocaron terciopelo y seda.

Se quedó sin aliento mientras sus ojos se abrieron repentinamente y se quedó mirando fijamente su rostro. –“¡Rayven!”.

Él le sonrió, sus bellos ojos oscuros llenos de amor.

-“¿Estas aquí? ¿Estas realmente aquí?” Tentativamente, pasó la mano por su mejilla. Su piel era fresca y suave bajo las yemas de sus dedos. -"Dime que no estoy soñando.

-"No estas soñando, mi dulce". Cogió su mano y la llevó a sus a sus labios.

-"Estabas en peligro”. Atrapó su mano entre las suyas y la presionó sobre su corazón. -"Lo podía sentir, aquí dentro. Querías morir. Te estabas muriendo".

-"Y tu decidiste morir conmigo".

Rhianna asintió. -"No quiero vivir sin ti, mi amor".

El cerró sus ojos como si estuviera sufriendo profundamente.

-“¿Rayven? ¿Qué pasa? ¿Qué es lo que ocurre?”.

-"Nada, mi dulce. Tengo la intención de asegurarme de que hagas todo lo que desees, todo lo que mereces”.

-“¿Mi señor?” Ella le contempló, preguntándose por qué sus palabras de seguridad la habían dejado repentinamente inquieta.

-“Duermete, Rhianna".

-“¿Me abrazarás?”.

Ocultó el dolor que lo embargaba mientras la atrajo entre sus brazos y la sujetó hasta que se durmió, con la certeza de que en breve debería dejarla marchar.

En la última hora antes del amanecer, Rayven logró llegar por medio de voluntad hasta la hacienda de Montroy.

Un trueno retumbó en el cielo; la lluvia empezó a caer con intensidad. Se apretó más su capa a su alrededor, deseando estar de regreso a su cuarto, sosteniendo a Rhianna entre sus brazos. Pero ya tendría tiempo suficiente, cuando hubiera terminado con el asunto que le traía hasta allí.

La casa de Montroy estaba oscura, todas las puertas ventanas cerradas.

-"No me dejaras entrar fácilmente" Rayven masculló. Sonriendo abiertamente, fue a la parte de atrás de la casa dónde, con un movimiento de su mano, hizo saltar el cierre de la puerta trasera.

Andando silenciosamente, subió por las escaleras hasta la habitación donde dormía Montroy y entró.

Durante un momento, contempló a Montroy y luego, usando su poder, habló en la mente de Dallon, ordenándole que olvidara todo lo que había ocurrido con Rhianna, que olvidara que Rayven había tomado su sangre, y que alguna vez en la vida hubiera creído que Rayven era un vampiro.

Recuerda sólo que somos amigos, y que amo a Rhianna, ordenó Rayven. Si alguien te pregunta, me has visto cenar en tu mesa, me has invitado a tu casa, y nos hemos encontrado en el club, y nunca me has visto hacer nada diferente a los demás hombres.

Se sintió momentáneamente arrepentido al asegurarse de borrar todo lo necesario en la mente del vizconde, pero no había otra opción. La otra alternativa era destruir al hombre, y no podía hacer eso.

Dejó la casa de Montroy tan silenciosamente como había llegado. Su siguiente parada fue en la casa de Ada McLeod. No era tan fácil manipular la mente de Ada. Su odio y su desconfianza levantaban una barrera que fue difícil de derribar, pero, al final, Rayven lo consiguió, borrando de su memoria la enfermedad de su hija y su intención de destruirle.

73A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 26 continuación Dom 15 Mar 2009, 11:14

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Satisfecho con haber hecho lo correcto, dejo la casa y regresó al castillo.

Hizo una pausa antes de alcanzar la cima de la montaña. El castillo se levantaba como una alta mole de piedra gris oscura y madera envejecida, la niebla siempre presente gravitaba sobre él como si fuera el aliento de un hada, brillando la luz de luna sobre las torres de color plata.

Cerró la puerta de la habitación, se desvistió, y se deslizó en cama al lado de Rhianna. La atrajo hasta sus brazos, su corazón rebosando de emoción cuando ella murmuró algo ininteligible y luego se acurrucó confiadamente junto a él, el calor de su cuerpo calentando su cuerpo, alejando el frío de la noche.

Ah, Rhianna, pensó mientras acariciaba suavemente su pelo. ¿Sabes cuánto te amo? ¿Cuánto te necesito?

Gimió suavemente mientras ella se acercaba más a él. Su cercanía excitó su deseo, enardeció su hambre, el hambre maldita, que cada vez surgía con más fuerza desde que había regresado a su lado. ¿Estaba perdiendo el control porque le había dado su sangre, o era que el monstruo ya controlaba su alma?

Depositó un beso en su mejilla y sintió como sus colmillos se alargaban. Sería tan fácil tomarla mientras dormía y beber y beber, para transformarla en lo que él era. Entonces sería realmente su compañera por siempre, para siempre.

¡No! Gritó la palabra en su mente. No podía, no la condenaría a una vida de oscuridad.

Con gran esfuerzo, aquietó el hambre, preguntándose, como lo había conseguido y por cuánto tiempo más podría mantenerla bajo control.

74A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 27 Dom 15 Mar 2009, 11:15

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Rhianna se despertó lentamente, con una maravillosa sensación de bienestar en su interior cuando abrió los ojos y vio a Rayven yaciendo a su lado. Anteriormente el verle yaciendo a su lado, como si estuviera muerto la había asustado un poco. Pero nunca más. Él no estaba muerto, sólo durmiendo.

Una sonrisa calentó tiernamente su corazón cuando acarició su mejilla con las yemas de sus dedos, y luego se inclinó y besó sus labios. Él estaba aquí, y eso era todo lo que importaba.

Le miró placidamente durante un rato, su visión la llenaba de una alegría inexpresable. Apartó de su frente un negro mechón de pelo, resiguió la línea de sus cejas, la débil y pálida cicatriz de su mejilla.

Él no se movió, pero, en su corazón, sabía que se daba cuenta de su toque, de su presencia.

-"Duerme tranquilo, mi señor marido" murmuró.

Levantándose, se puso una bata sobre su camisón y abandonó el cuarto, deteniéndose antes de salir de la torre para cerrar la puerta por fuera.

Encontró a Bevins abajo, sentando en la mesa de cocina, sorbiendo una taza de té.

-“¡Señora!”. Sobresaltado al ser tomado por sorpresa, Bevins se levantó inmediatamente. -"Lo siento, no me di cuenta de que usted estaba arriba. ¿Le preparo el baño?”.

-"Luego. Por favor, siéntate, Bevins. ¿Te importa si te hago compañía?”.

Bevins frunció el ceño. -"No es correcto señora".

-"Oh". Con los hombros hundidos se giró para marcharse.

-“¡Señora, espere!”. Bevins acercó una silla. -"Por favor, siéntese. ¿Le gustaría tomara a una taza de té? ¿Un bollo?”.

-"Sí, gracias". Le sonrió mientras le preparaba el té con azúcar y le añadía leche. –“¿Crees Bevins que son realmente necesarias tantas formalidades entre nosotros?

-“¿Perdóne, señora?”.

-“¿Por qué no me llamas solo Rhianna?”.

-"Me temo que eso no sería lo correcto" contestó Bevins, sentándose frente a ella. -"Lord Rayven... " Cogió su taza y se quedó mirando su contenido. -"Me temo que a él no le gustaría”.

-"Tal vez podrías llamarme Rhianna cuando estemos solos”.

-"No lo creo, señora".

-"Esta bien, Tom. No quiero que te sientas incómodo".

Rhianna terminó su té y luego se levantó.-“¿Te importaría prepararme el baño?”.

-"Será un placer, señora. ¿Querrá desayunar después?”.

-"Sí, gracias".

Más tarde, Rhianna le pidió a Bevins que la llevara a ver a su madre.

Ada los recibió en la puerta de su casa. -"Rhianna, qué bien te ves" le dijo. Le dio un abrazo a Rhianna y sonrió calurosamente a Bevins. –“Entrad, entrad”.

Rhianna miró a Bevins y que frunció el ceño desconcertada por el alegre estado de ánimo de su madre.

Ada los llevó al saloncito. -"Siéntense los dos. ¿Puedo traerte algo de beber? ¿Limonada, una taza de té?”.

-"La limonada estará bien, mama. ¿Dónde están las chicas?”.

-"Han ido al pueblo a visitar a Aileen. Sentirán no haber estado. ¿Sr. Bevins, puedo traerle algo de beber "?

-"Sí, muchas gracias, señora McLeod. Limonada también estaría bien”.

-“¿Quieres que te ayude, mama?” Preguntó Rhianna.

-"No, hija. Solo será un minuto".

Rhianna miró a Bevins y negó con la cabeza. -"Creí que estaría enfadada”.

Bevins asintió. Era obvio que algo extraño estaba pasando. Y cada vez que ocurrían sucesos extraños, Lord Rayven siempre estaba detrás de ellos.

Pasaron una hora con Ada, charlando del clima, del embarazo de Lanna y del nuevo enamoramiento de Aileen. Ada preguntó por Rayven, expresando su pesar de que no hubiera podido acompañar a Rhianna, urgiéndola a que lo trajera la próxima vez.

-"No lo entiendo" comentó Rhianna cuando Tom y ella se marcharon a su casa. Mi madre nunca ha ocultado el hecho de que Rayven le desagrada. ¿A usted que le ha parecido todo esto?”.

-"No lo sé, señora" Bevins contestó. -"Quizá Lord Rayven sepa algo".

-“¿Por qué habría de saberlo?”.

-"Quizá debería preguntarle”.

-"Esta usted muy misterioso Tom".

-"Sí, señora".

-“¿Qué es no lo que no quiere decirme?”.

Una expresión afligida se reflejó en su rostro. -"Señora, por favor".

-"Oh, esta bien" mascullo Rhianna y luego lo miró astutamente. –“¿Le ha dicho él algo?”.

Bevins emitió un profundo suspiro. -"Él tiene poderes, señora".

-“¿Poderes para hacer qué?”.

-"Creo que quizá Lord Rayven ha borrado ciertas cosas de la memoria de su madre”.

Rhianna se echo hacia atrás con asombró. –“¿Puede él hacer eso?”

Bevins asintió. -"Por favor no le diga que yo se lo conté”.

-"No lo haré. ¿Lo hace muy a menudo?”.

-"No podría decirlo, señora".

Rhianna se recostó sobre el asiento ensimismada, hasta su casa.

Se puso un traje de terciopelo verde oscuro para cenar. Era uno de sus vestidos favoritos, con un profundo escote en uve y mangas acampanadas ribeteadas con fino hilo irlandés. La falda era suave y acampanada y oscilaba graciosamente a su alrededor cuando se movía.

Antes de salir de su cuarto, se miró al espejo estudiando su imagen. Ante la expectativa de encontrarse con él, sus ojos brillaban de excitación y sus mejillas estaban suavemente sonrosadas. Había dejado su pelo suelto porque una vez Rayven le había dicho que lo prefería de ese modo.

Volviendo la espalda al espejo, salió corriendo de su cuarto y subió por las escaleras de la torre. Él se despertaría en un momento, y quería estar allí.

Entró corriendo en su cuarto. Todavía estaba dormido. Se sentó al borde de su cama y cogió su mano.

Los latidos de su corazón se aceleraban al medida que el sol se ponía y ella sintió como la fuerza de la vida fluía a través de él, fuerte y segura como un río rugiente. Un momento más tarde, sus párpados se abrieron.

Rhianna le sonrió. -"Buenas noches, marido mío” le dijo suavemente, y se inclinó para besarle.

Su mano pasó alrededor de su nuca, acercándola mientras él profundizaba su beso. Con un suspiro, Rhianna se derritió contra él, sus manos rozaron su pecho desnudo, deslizándose lentamente por su vientre hacia abajo.

Él se quedó sin aliento mientras su mano le acariciaba y al instante siguiente sin saber exactamente cómo podía haberlo hecho tan rápido, ella yacía desnuda debajo de él sintiendo el roce de las frías sabanas bajo su espalda y su aliento acariciando su mejilla.

-"Rhianna... Rhianna... " Repetía una y otra vez su nombre, incapaz de detenerse, incapaz de resistir el deseo de enterrarse profundamente en su interior, de hacerla suya. El aroma de su sangre le tentaba, inflamando su hambre.

Ella gimió suavemente, sus manos moviéndose desasosegadamente sobre su espalda y sus hombros mientras él se movía en su interior. Sintió que sus labios acariciaban sus pechos, y luego el afilado pinchazo de sus dientes en su piel.

Experimentó una oleada de placer sensual y cuando él no se detuvo, y bebió y bebió de nuevo, ella se enfrió de repente con temor.

-"Rayven... "

-“¡Rhianna, pídeme que me detenga!”.

Él la contempló a través de una niebla roja mientras el hambre y el deseo se mezclaban como una sola cosa, rugiendo en su interior como si surgieran del mismo infierno amenazando con arrasar todo lo que encontrara en su camino.

Rhianna se echó hacia atrás para mirarle, indefensa y vulnerable. Miró sus ojos, negros como la noche, refulgiendo sobre los suyos y supo en ese momento, que estaba mirando a la muerte frente a frente.

-“¡Rhianna!”.

Oyó el miedo en su voz, el dolor subyacente mientras el hambre se enroscaba en su interior, amenazando con consumirlos a ambos. Temiendo por su propia vida, retrocedió al ver la agonía en su rostro.

-"Rhianna... ¡Ayúdame!” Ahora el respiraba pesadamente, aterrorizado por que el hambre le venciera y la destruyera.

-"Te amo”. Murmuró repetidamente las palabras, sabiendo que nunca habían significado tanto. Sabiendo él que nunca había necesitado tanto oírlas y creer en ellas.

Con un grito ronco, la apartó de él, agarró su capa, y salió del cuarto.

-“¡Rayven!”.

El sonido de su voz le siguió escaleras abajo. Hizo una pausa para pasar la capa alrededor de sus hombros, y luego salió corriendo, más rápido de lo que los ojos mortales podían apreciar, escapando de la única mujer a la que había amado en toda su vida, del aroma de su sangre, de la confianza de sus ojos.

-“¡Estúpido!” Gritó al viento la palabra que le perseguía a través de la noche. –“¡Estúpido!”.

Era un tonto al pensar que podría tenerla, que podía tomar su sangre y darle a ella la suya y a pesar de ello podría negar lo que era. Qué idiotez, al pensar que podría vivir como un mortal, que podría mantener el hambre siempre a raya. No era un hombre, no había sido un hombre desde hacía casi cuatrocientos años. Era un vampiro, y todos los deseos del mundo no podrían cambiar eso.

Ahora sabía lo que tenía que hacer. Sólo había una forma de mantener a Rhianna a salvo del monstruo. Sólo una forma de protegerla de lo que él era. Se levantaría temprano mañana por la noche. Se alimentaría bien para que la dulzura de Rhianna no le tentara. Borraría la memoria de su mente, y luego saldría al encuentro del sol. Ante la imposibilidad de vivir sin ella, daría la bienvenida a la muerte.

Buscó cobijo en una profunda cueva al lado de la montaña del árbol del Diablo. Cubierto con su capa, permaneció mirando al vacío. Al atardecer, saldría a buscar a Rhianna. Pasaría una última noche en su compañía, la sostendría entre sus brazos y luego mientras ella estuviera durmiendo borraría su memoria. Montroy le daría todas las comodidades que el dinero podía comprar. La cuidaría y la amaría; Con el tiempo, le daría un hijo. El pensar en Rhianna acariciando a Montroy le causó un profundo dolor en el fondo de su corazón. Pero era la única manera de asegurarse de no destruirla. Ya no confiaba en sí mismo, no se sentía lo suficientemente fuerte para resistirse al deseo de pasarla al lado oscuro.

Con la llegada del amanecer, se acomodó en la tierra húmeda, pasó su capa sobre su cabeza, y esperó a que la oscuridad lo envolviera por última vez.

-“¿Salvatore?". Pensó al borde del sueño, -"¿Cómo has sobrevivido durante tanto tiempo sin perder la razón?”.

75A DARKER DREAM - Página 3 Empty Capitulo 27 continuación Dom 15 Mar 2009, 11:15

Martha.

Martha.
staff del foro
staff del foro

Se despertó una hora después de la puesta del sol e inmediatamente supo que no estaba solo en la caverna.

-"Nunca hubiera creído que fueses tan dormilón".

La voz, despreocupada y familiar, fluyo sobre él.-“¿Salvatore? ¿Eres tu?”.

Una suave risa llenó la cueva. -"Rayven, amigo mío, ha pasado demasiado tiempo".

Rayven se levantó y tapó su desnudez con la capa. Ahora podía ver al otro vampiro apoyado negligentemente contra la pared de la cueva, sus brazos cruzados sobre su pecho. –“¿Qué te trae por aquí?”.

-"Tu, por supuesto. ¿Qué otra cosa me traería hasta este lúgubre lugar?”.

-"No te entiendo".

-“Tu me llamaste, ¿no es verdad?”.

Rayven frunció el ceño y luego asintió.

-"Habría venido antes, pero….” Salvatore se encogió de hombros enfáticamente. -"Estaba descansando cuando oí tu llamada". Sonrió. -"Tu ya me entiendes, me tomó algún tiempo para recuperar mis fuerzas".

Rayven asintió. Eso era lo que hacían los más viejos, reposar en la tierra cada cien años más o menos.

-"Entonces, amigo mío, dime que es lo que tanto te perturba”.

Con pocas palabras, Rayven le habló de Rhianna a Salvatore, de su temor por su seguridad, de su deseo creciente de transformarla en lo que él era, y la seguridad de saber que ella le odiaría si lo hacía.

-"Para ella ya no es seguro estar a mi lado". Miró a su amigo con ojos atormentados. -"Y tengo pocas ganas de seguir viviendo sin ella".

-“¿Así que tienes la intención de destruirte?”.

-"Es la única forma".

-"No" Salvatore contestó suavemente. -"Hay otra".

-“¡Explicamela!”.

-“¿Deseas renunciar a la oscuridad, ser mortal de nuevo?”.

Ser mortal otra vez. ¿Era eso posible? ¿Realmente quería serlo? ¿Todavía le amaría Rhianna si él fuera mortal? Ella conocía la seducción de su sangre de vampiro, el poder subyacente que envolvía todo lo que hacía y decía. ¿Sería posible que le quisiera si sólo fuera un hombre?

-"Sí, si tú verdaderamente lo deseas”.

Él pensó en su vida sin ella, y luego en como sería compartir una vida entera con ella, cada uno de sus días. –“¿Cómo? ¿Cómo puedo hacerlo?”.

-"Es muy peligroso, amigo mío, y a menudo fatal".

-"Es un peligro que estoy dispuesto a correr".

-“¿En verdad deseas abandonar la inmortalidad por esa mujer?”.

Rayven asintió. -"Por favor, Salvatore, dime lo que debo hacer".

-"Primero me gustaría conocer a esta mujer".

-" Salvatore... "

-"No puede hacerse ahora mismo, amigo mío. Tenemos tiempo".

Rhianna bajó corriendo las escaleras para reunirse con él. Le pasó los brazos alrededor de su cuello, acercándolo, sin darse cuenta de la presencia del otro hombre.

-“¿Dónde estabas? ¿Dónde has estado? He estado tan preocupada".

-"Estoy bien, mi dulce" le dijo Rayven. Miró por encima de su hombro a Salvatore. -"Por favor, sigan, como si no estuviera".

-"Disculpe" dijo Rhianna mirando fijamente al hombre de pie entre las sombras del portal. -"No le había visto".

Salvatore se inclinó respetuosamente. -"Señora".

-"Rhianna, éste es Salvatore. ¿Recuerdas que te hablé de él?”.

Ella asintió, mientras un repentino escalofrió le recorrió la columna. Salvatore era un vampiro, se lo había dicho Rayven, un vampiro muy viejo y muy poderoso.

Una débil sonrisa jugueteó en los labios de Salvatore. -¿Le molesta que esté aquí, mi señora?”.

-"No". Era una mentira, y todos lo sabían.

-"Ven conmigo, Rhianna" dijo Rayven. -"Salvatore si nos disculpas, solo será un momento”.

Rhianna siguió a su marido escaleras arriba, con mil preguntas en su mente.

Se sentó en el borde de la cama, mirando a Rayven mientras él se vestía. –“¿Por qué esta aquí?”.

-"Le necesito. Se vistió rápidamente, luego se arrodilló a sus pies y la cogió de las manos. –“¿Rhianna, me amarías igual si yo fuera mortal?”.

-“¿Qué es lo que quieres decir?”.

-“¿Si yo pudiera ser humano de nuevo, todavía me amarías, querrías entonces pasar toda la vida conmigo?”.

-"Por supuesto". Ella le miró ceñudamente. –“¿Por qué no habría de hacerlo?”.

-"Hay un cierto poder intangible e inherente en los vampiros. Tú no puedes darte cuenta, pero allí está. A algunas mujeres les atrae el poder, pero no el hombre en sí".

-“¿Rayven, qué es lo que estas tratando de decirme?”.

-"Salvatore me ha explicado que hay una forma de poder volver a ser mortal de nuevo".

Ella clavó los ojos en él por un momento, luego le paso los brazos alrededor de su cuello y lo abrazó fuertemente. –“¡Eso sería maravilloso! ¿Cómo puede hacerse?”.

-"No lo sé". Él ahuecó su cara entre sus manos y la besó dulcemente, sintiendo agitarse el hambre en su interior ante el olor a la vida. –“Vamos a enterarnos”.

-"En realidad es sorprendentemente simple" dijo Salvatore. "Unas pocas palabras, un derramamiento de sangre... " Sus oscuros ojos color café se posaron con hastío en Rayven. -"La fe es la que lo hace posible".

-"Parece demasiado fácil".

-"Aquí es donde entra la fe, amigo mío”.

-"Debemos hacerlo ahora, esta noche" dijo Rayven. Ya no podía esperar más. No sabía por qué el hambre le atormentaba tan fuertemente. ¿Era porque le había dado su sangre a Rhianna? Había creído que, después de cuatrocientos años podía controlar el hambre, pero ahora sabía que eso nunca había sido cierto. El hambre siempre sería su dueña. Podía detenerla, podía ser saciada, pero nunca sería dominada.

-"Debe hacerse en una iglesia, tan cerca del amanecer como sea posible" dijo Salvatore.

Rayven asintió, aunque no pudo evitar pensar que un cementerio sería un lugar más adecuado en donde llevar a cabo un ritual para un no muerto.

Salvatore colocó su mano sobre el hombro de Rayven. -"Debo hacer unos pocos preparativos. Nos encontraremos en la capilla una hora antes de la salida del sol". Miró a Rhianna. -"Debes venir tú solo".

-"No" dijo Rhianna. -"Yo también quiero estar allí”.

-"Lo siento, señora, pero ningún mortal puede estar presente”.

-"Pero... "

-"Ustedes seguramente querrán pasar juntos estas horas".

-“¿Quiere decir, que podrían ser las últimas, no es verdad?”.

-"Cabe esa posibilidad, mi señora". Salvatore puso la mano sobre su hombro, en un gesto de simpatía y afecto, luego miró a Rayven. -"Una hora antes del amanecer, amigo mío. No te retrases".

-"Allí estaré.

Rhianna esperó hasta que estuvieron a solas, luego cogió a Rayven de la mano. -"No hagas esto".

-"Debo hacerlo".

-"No. Transfórmame en lo que tú eres. Hazlo ahora".

-"No, Rhianna. Tu no lo deseas, y me odiarías por ello".

-"Entonces sigamos como hasta ahora. Por favor, Rayven, estoy muy asustada”.

-"No podemos continuar tal como estamos" dijo Rayven con la fuerte convicción en su interior. -"Ya no puedo seguir controlando mi hambre". Incluso ahora podía sentirla creciendo, alzándose en su interior, urgiéndole a pasarla al lado oscuro, a beber de su dulzura hasta que se hubiera saciado de ella. Sentía a la bestia rugiendo profundamente en su interior, sentía sus garras arañando por su libertad.

-"No permitiré que lo hagas" dijo Rhianna. -"Ha dicho que es peligroso”.

-"Tu también estas en peligro, Rhianna".

Ella se quedó mirándolo fijamente, sus ojos brillaban enrojecidos con una luz infernal. -"No lo entiendo. ¿Quién te ha hecho esto?”.

-"Esto es lo que soy, Rhianna, lo que siempre he sido. No puedo resistirme a ello por mucho tiempo más".

-"Rayven... "

Él levantó su mano, rozó con sus labios la palma. Hubiera deseado hacerle el amor, pero no se atrevía a aprovechar esta última oportunidad. El hambre siempre se despertaba con mayor intensidad en los momentos de pasión.

-"Ve a buscar a Bevins" dijo, con su voz ronca. -"Quédate con él. Él te cuidará”.

-"No. Por favor déjame quedarme contigo hasta que llegue la hora".

-"Vete, Rhianna. Te lo ruego, si me amas lo suficiente, déjame solo".

-"Te amo. Siempre te amaré" lloró ella.

-"Entonces vete. Por Favor, Rhianna".

Odiándose por su cobardía, asustada por lo que podría ocurrir si lo desafiaba, abandonó el cuarto.

Salvatore le estaba esperando dentro de la capilla. Llevaba puesta una capa de un profundo azul oscuro con una gran capucha. Sujetaba una pequeña taza de madera entre en sus manos.

-"Debes confiar en mí para poder hacer esto" dijo Salvatore. -"Cualquier duda por tu parte puede ser fatal".

Rayven asintió.

-"Bebe todo esto".

-“¿Qué es?”.

-"Una antigua mezcla hecha de ajo, un poco de dedalera, un pellizco de musgo, los pétalos secos de una rosa blanca, milenrama y lavanda y unas gotas de acónito. Y suficiente cantidad de vino tinto para poder hacerlo sabroso".

-¿Esperas que lo beba?”.

Salvatore asintió con expresión solemne.

Rayven tomó la taza, la olisqueó, arrugó su nariz con desagrado, y bebió de un trago el contenido. –“¿Ya está?”.

-"Esto es sólo el comienzo. La poción debe purificar tu sangre. Ahora viene la parte mas dura. Quítate la camisa, y acuéstate sobre el altar".

Contenido patrocinado



Volver arriba  Mensaje [Página 3 de 4.]

Ir a la página : Precedente  1, 2, 3, 4  Siguiente

Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.