Los sueños, o productos oníricos, siempre han interesado al público, a las personas, y no tanto al investigador, por considerarlos un producto sin sentido o un problema sin solución (sin embargo, se ha comprobado que el contenido de los sueños puede servir como señal que nos anuncie la proximidad de una crisis psicótica). Las cuestiones que despierta el sueño son distintas en uno y otro caso. Como investigador, interesa sobre todo su poder curativo, su utilidad para conocer mejor a una persona o como ayuda para el tratamiento, y desde este punto de vista se estudia.
La gente sin embargo, desde su punto de vista, plantea cuestiones diferentes, aunque no menos interesantes:
"¿Tienen significado los sueños?",
"¿Cuántas veces soñamos en una noche?",
"¿Por qué unas personas sueñan mucho y otras apenas sueñan?",
"¿Qué función cumplen los sueños?",
"¿Por qué olvidamos los sueños con tanta facilidad?",
"¿Es cierto que el sueño es más profundo y reparador cuando no soñamos que cuando lo hacemos?",
"¿Por qué unos sueños son tan complicados y otros aparentemente tan sencillos?",
"¿Los sueños pueden predecir el futuro?", etc.
Vamos a intentar responder a algunas de estas preguntas.
Antes de nada se ha de hacer una precisión importante. Existe una tendencia, natural por otro lado, a considerar los sueños como algo ajeno a nosotros:
Por un lado están los sueños y por otro estamos nosotros mismos. Sin embargo, los sueños somos nosotros mismos. Es una manifestación de nosotros mismos. Son algo así como una fotografía nuestra realizada desde unos parámetros de ángulo, velocidad, luz, etc., distintos de los habituales. Para afirmar esto se parte de la base de que nuestra consciencia nos permite ver sólo una parte de nosotros, el resto permanece oculto. En todos nuestros actos hay una manifestación de nuestro ser completo, tanto de la parte conocida como de la parte que no lo es. En los sueños también. Sin embargo, en la vigilia nuestra parte consciente está más activa, y sólo nos damos cuenta de esta parte. Cuando dormimos, la parte consciente también lo hace, aunque eso sólo significa que está más relajada, no que no esté presente; en cambio, nuestra parte inconsciente, desconocida, está más presente que nunca, ya que no está tapada por nuestra parte consciente con tanta intensidad como en la vigilia.
Dicho esto, se puede pasar a intentar resolver las cuestiones que anteriormente se han planteado.
El responder si los sueños tienen significado o no, es muy complicado y delicado, ya que es muy difícil saber qué se está preguntando en realidad.
Estamos acostumbrados a los llamados "diccionarios de sueños", que nos dan un significado o traducción para cada sueño o elemento del mismo. (Desde este punto de vista, los sueños no tienen significado o, mejor dicho, no tienen traducción. Los sueños están multideterminados, y pueden tener tantos significados como les queramos dar. Somos nosotros mismos con el autopsicoanálisis quienes podemos descubrir el verdadero significado, tanto de los elementos individuales que aparecen en el sueño, como del conjunto; rebuscando en nuestro inconsciente lo que significa cada elemento.
Ahora bien, esto no significa que sean azarosos o que carezcan de sentido. Nos informan de algo, tanto de nuestra parte conocida como, sobre todo, de la que no conocemos acerca de nosotros mismos. Esta información puede ser recogida y sernos muy útil, no sólo al terapeuta; pero no puede hacerse estando dormidos, y es muy difícil durante la vigilia, pues nuestra parte consciente vuelve a tender su velo sobre nosotros. En lugar de preguntarnos por el significado de un sueño, deberíamos plantearnos qué información nos puede aportar acerca de nosotros mismos. Esta información es muy variada, de ahí que no se pueda hablar de un significado para los sueños.
Cuántas veces soñamos en una noche, o cuántas veces soñamos en nuestra vida, dependerá de dónde pongamos el límite. Nuestra vida, en general, puede dividirse en etapas más o menos largas como la niñez, la adolescencia, la madurez, etc.; o también en días o, afinando más, en actividades distintas que emprendemos a lo largo del día. Lo mismo ocurre con los sueños. Tanto en un caso como en otro, lo de un día o una noche, respectivamente, guarda relación con lo que ocurre al día o la noche siguiente. El límite, en el caso de los sueños, es más corto porque nuestro recuerdo también lo es. Si alguien recordase todo lo que ha soñado a lo largo de la noche comprobaría que de principio a fin cada cosa sigue a la anterior. Del mismo modo, si alguien recordase o anotase sus sueños durante una etapa determinada, varios meses, por ejemplo, comprobaría que lo de cada noche sigue a la anterior. Es algo así como el que observa un paisaje fragmentado por medio de fotografías, no conseguiría verles una relación, un sentido; sin embargo, si observa una fotografía hecha desde una altura suficiente del mismo paisaje, si les vería un sentido, y lo vería ahora como una unidad. Cuanto mayor es nuestro recuerdo y mayor es la ausencia de lagunas en nuestra memoria, mayor es la altura desde la que observamos y mayor la probabilidad de ver el conjunto de sueños como un todo, como una unidad; con parajes diferentes, pero en relación unos con otros. Es nuestro olvido, más que el mismo sueño, el que nos hace dar el salto de un lugar a otro, y de unos personajes a otros, formándonos así la idea de que se tratan de sueños totalmente diferentes. Por otro lado, se puede afirmar, que durante toda la noche estamos soñando (y aún antes de quedar totalmente dormidos), independientemente de cuál sea nuestro recuerdo al día siguiente.
La gente sin embargo, desde su punto de vista, plantea cuestiones diferentes, aunque no menos interesantes:
"¿Tienen significado los sueños?",
"¿Cuántas veces soñamos en una noche?",
"¿Por qué unas personas sueñan mucho y otras apenas sueñan?",
"¿Qué función cumplen los sueños?",
"¿Por qué olvidamos los sueños con tanta facilidad?",
"¿Es cierto que el sueño es más profundo y reparador cuando no soñamos que cuando lo hacemos?",
"¿Por qué unos sueños son tan complicados y otros aparentemente tan sencillos?",
"¿Los sueños pueden predecir el futuro?", etc.
Vamos a intentar responder a algunas de estas preguntas.
Antes de nada se ha de hacer una precisión importante. Existe una tendencia, natural por otro lado, a considerar los sueños como algo ajeno a nosotros:
Por un lado están los sueños y por otro estamos nosotros mismos. Sin embargo, los sueños somos nosotros mismos. Es una manifestación de nosotros mismos. Son algo así como una fotografía nuestra realizada desde unos parámetros de ángulo, velocidad, luz, etc., distintos de los habituales. Para afirmar esto se parte de la base de que nuestra consciencia nos permite ver sólo una parte de nosotros, el resto permanece oculto. En todos nuestros actos hay una manifestación de nuestro ser completo, tanto de la parte conocida como de la parte que no lo es. En los sueños también. Sin embargo, en la vigilia nuestra parte consciente está más activa, y sólo nos damos cuenta de esta parte. Cuando dormimos, la parte consciente también lo hace, aunque eso sólo significa que está más relajada, no que no esté presente; en cambio, nuestra parte inconsciente, desconocida, está más presente que nunca, ya que no está tapada por nuestra parte consciente con tanta intensidad como en la vigilia.
Dicho esto, se puede pasar a intentar resolver las cuestiones que anteriormente se han planteado.
El responder si los sueños tienen significado o no, es muy complicado y delicado, ya que es muy difícil saber qué se está preguntando en realidad.
Estamos acostumbrados a los llamados "diccionarios de sueños", que nos dan un significado o traducción para cada sueño o elemento del mismo. (Desde este punto de vista, los sueños no tienen significado o, mejor dicho, no tienen traducción. Los sueños están multideterminados, y pueden tener tantos significados como les queramos dar. Somos nosotros mismos con el autopsicoanálisis quienes podemos descubrir el verdadero significado, tanto de los elementos individuales que aparecen en el sueño, como del conjunto; rebuscando en nuestro inconsciente lo que significa cada elemento.
Ahora bien, esto no significa que sean azarosos o que carezcan de sentido. Nos informan de algo, tanto de nuestra parte conocida como, sobre todo, de la que no conocemos acerca de nosotros mismos. Esta información puede ser recogida y sernos muy útil, no sólo al terapeuta; pero no puede hacerse estando dormidos, y es muy difícil durante la vigilia, pues nuestra parte consciente vuelve a tender su velo sobre nosotros. En lugar de preguntarnos por el significado de un sueño, deberíamos plantearnos qué información nos puede aportar acerca de nosotros mismos. Esta información es muy variada, de ahí que no se pueda hablar de un significado para los sueños.
Cuántas veces soñamos en una noche, o cuántas veces soñamos en nuestra vida, dependerá de dónde pongamos el límite. Nuestra vida, en general, puede dividirse en etapas más o menos largas como la niñez, la adolescencia, la madurez, etc.; o también en días o, afinando más, en actividades distintas que emprendemos a lo largo del día. Lo mismo ocurre con los sueños. Tanto en un caso como en otro, lo de un día o una noche, respectivamente, guarda relación con lo que ocurre al día o la noche siguiente. El límite, en el caso de los sueños, es más corto porque nuestro recuerdo también lo es. Si alguien recordase todo lo que ha soñado a lo largo de la noche comprobaría que de principio a fin cada cosa sigue a la anterior. Del mismo modo, si alguien recordase o anotase sus sueños durante una etapa determinada, varios meses, por ejemplo, comprobaría que lo de cada noche sigue a la anterior. Es algo así como el que observa un paisaje fragmentado por medio de fotografías, no conseguiría verles una relación, un sentido; sin embargo, si observa una fotografía hecha desde una altura suficiente del mismo paisaje, si les vería un sentido, y lo vería ahora como una unidad. Cuanto mayor es nuestro recuerdo y mayor es la ausencia de lagunas en nuestra memoria, mayor es la altura desde la que observamos y mayor la probabilidad de ver el conjunto de sueños como un todo, como una unidad; con parajes diferentes, pero en relación unos con otros. Es nuestro olvido, más que el mismo sueño, el que nos hace dar el salto de un lugar a otro, y de unos personajes a otros, formándonos así la idea de que se tratan de sueños totalmente diferentes. Por otro lado, se puede afirmar, que durante toda la noche estamos soñando (y aún antes de quedar totalmente dormidos), independientemente de cuál sea nuestro recuerdo al día siguiente.